“En tu mano están mis tiempos.” Salmo 31:15

SERMÓN DE CHARLES H. SPURGEON (1834-1892) PREDICADOR BAPTISTA  DE ORIGEN INGLÉS

David estaba triste: su vida se había consumido en la aflicción, y sus años en el gemir. Su angustia había agotado sus fuerzas, y aun sus huesos se habían consumido en su interior. Crueles enemigos lo perseguían con maliciosa astucia, hasta el punto de buscar su vida. En tales momentos él utilizaba el mejor recurso que hay para el dolor: pues afirma en el versículo 14: “Mas yo en ti confío, oh Jehová.” No tenía otro refugio sino el que había encontrado en su fe en el Señor su Dios.
Si los enemigos lo denigraban, él no devolvía injuria por injuria; si tramaban quitarle su vida, no enfrentaba a la violencia con violencia; sino que, sosegadamente, confiaba en el Señor. Sus enemigos corrían de un lado al otro, usando todo tipo de redes y trampas para convertir al hombre de Dios en su víctima; pero él enfrentó todas sus maquinaciones con la sola defensa simple de la confianza en Dios.
Muchos son los dardos de fuego del maligno, pero nuestro escudo es uno. El escudo de la fe no sólo apaga los dardos de fuego, sino que quiebra las flechas de acero. Aunque las jabalinas del enemigo fueran sumergidas en el veneno del infierno, nuestro único escudo de fe nos guardaría incólumes, desviándolas de nosotros. Así David tenía el recurso de la fe en la hora del peligro. Noten bien que él expresó un glorioso derecho, el mayor derecho que un hombre haya argumentado jamás: “Digo: Tú eres mi Dios.”
Quien pueda decir: “este reino es mío,” reclama un derecho a ser rey; quien pueda decir: “este monte de plata es mío,” reclama un derecho a las riquezas; pero quien pueda decir al Señor: “Tú eres mi Dios,” ha dicho más de lo que todos los monarcas y los millonarios pudieran alcanzar.
Si este Dios es tu Dios por Su don de Sí mismo a ti, ¿qué más podrías tener? Si Jehová ha sido hecho tuyo mediante un acto de la fe apropiadora, ¿qué más podría concebirse? No tienes al mundo, pero tienes al Hacedor del mundo, y eso es mucho más. No hay forma de medir la grandeza del tesoro de aquel que tiene a Dios como su todo en todo.

Habiendo tomado así el mejor recurso al confiar en Jehová, y habiendo pronunciado el mayor argumento al decir: “Tú eres mi Dios,” el Salmista se detiene ahora en una antigua doctrina grandiosa, una de las doctrinas más maravillosas jamás reveladas a los hombres.
Canta: “En tu mano están mis tiempos.” Esto es para él un hecho sumamente alentador: no tenía temor de sus circunstancias, pues todas las cosas están en la mano divina. No estaba acorralado por la mano del enemigo, pues su pie estaba en una habitación espaciosa, pues se encontraba en un espacio lo suficientemente grande para el océano, viendo que el Señor lo había colocado en el hueco de Su mano. Estar enteramente a la disposición de Dios es vida y libertad para nosotros.

La gran verdad es esta: todo lo que concierne al creyente está en las manos del Dios Todopoderoso. “Mis tiempos,” estos cambian y mutan; pero sólo cambian de acuerdo con el amor inmutable, y se mudan sólo de acuerdo al propósito de Uno en el que no hay mudanza, ni sombra de variación. “Mis tiempos,” es decir, mis altibajos, mi salud y mi enfermedad, mi pobreza y mi riqueza; todas estas cosas están en la mano del Señor, que arregla y asigna, de conformidad a Su santa voluntad, la prolongación de mis días, y la oscuridad de mis noches. Las tormentas y las calmas hacen variar las estaciones según el señalamiento divino. Si los tiempos son alentadores o tristes, a Él corresponde decidirlo, que es Señor tanto del tiempo como de la eternidad; y nos alegra que así sea.

Asentimos con el enunciado: “En tu mano están mis tiempos,” en cuanto a sus resultados. Cualquier cosa que resulte en nuestra vida, está en la mano de nuestro Padre celestial. Él guarda la vid de la vida, y protege también los racimos que serán producidos en ella. Si la vida fuera como un campo, el campo está bajo la mano del grandioso Labrador, y la cosecha de ese campo depende de Él.

Los resultados finales de Su obra de gracia en nosotros, y de Su educación de nosotros en esta vida, están en la mejor mano. No estamos en nuestras propias manos, ni en manos de maestros terrenales, sino que estamos bajo la diestra operación de las manos que no hacen nada en vano. El término de la vida no es decidido por el filoso cuchillo de las parcas, sino por la mano del amor. No moriremos antes del tiempo que nos corresponda, ni seremos olvidados ni dejados en el escenario por demasiado tiempo.

No solamente estamos nosotros mismos en la mano del Señor, sino todo lo que nos rodea. Nuestros tiempos forman un tipo de atmósfera de la existencia; y todo esto está bajo un orden divino. Moramos en el hueco de la palma de la mano de Dios. Estamos absolutamente a Su disposición, y todas nuestras circunstancias son ordenadas por Él en todos sus detalles. Nos consuela que así sea. ¿Cómo llegaron a estar los tiempos del Salmista en la mano de Dios? Debo responder, primero, que estaban allí en el orden de la naturaleza, de conformidad al eterno propósito y decreto de Dios.

Todas las cosas son ordenadas por Dios, y son establecidas por Él, de conformidad a Su sabia y santa predestinación. Cualquier cosa que ocurra aquí, no ocurre por azar, sino de acuerdo al consejo del Altísimo. Los actos y las acciones de los hombres aquí abajo, aunque son dejados enteramente a sus propias voluntades, son la contraparte de lo que está escrito en el propósito del cielo.

Los actos visibles de la Providencia aquí abajo, concuerdan exactamente con lo que está escrito en el libro secreto, que ningún ojo de hombre o de ángel escudriñó todavía. Este propósito eterno controló nuestro nacimiento. “En tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas.”(Salmo 139, 16)
En Su libro cada pisada de cada criatura es registrada antes de que la criatura sea formada. Dios ha delineado la senda a seguir por cada persona que atraviesa las llanuras de la vida. Algunos podrían dudar de esto; pero todos están de acuerdo en que Dios ve con anticipación todas las cosas; y ¿cómo podrían ser vistas anticipadamente con certeza a menos que ocurran con certeza? No es un consuelo insignificante para un hombre de Dios que sienta que, por ordenamiento divino y sagrada predestinación, sus tiempos están en la mano de Dios.

Pero los tiempos de David estaban en la mano de Dios en otro sentido; es decir, que por fe los había confiado todos a Dios. Observen cuidadosamente el quinto versículo: “En tu mano encomiendo mi espíritu; Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad.” Nosotros usamos en vida las palabras que el Señor usó tan pacientemente en la muerte: ponemos nuestros espíritus en la mano de Dios. Si nuestras vidas no fuesen determinadas por el cielo, desearíamos que lo fuesen. Si no hubiere una Providencia gobernante, imploraríamos una. Quisiéramos fusionar nuestras propias voluntades a la voluntad del grandioso Dios, y clamar: “Pero no sea como yo quiero, sino como tú quieres.”

Sería una perspectiva espantosa para nosotros que algún punto de la historia de nuestra vida fuese dejado al azar, o a las frivolidades de nuestra propia imaginación; pero con jubilosa esperanza nos apoyamos en la eterna presciencia y en la sabiduría infalible de Dios, y clamamos: “El nos elegirá nuestras heredades.” Le rogaríamos que tomara en Su mano nuestros tiempos, aun si no estuvieran.

 Además, amados hermanos, nuestros tiempos están en las manos del Señor, porque somos uno con Cristo Jesús. “Somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.” Todo lo que concierne a Cristo toca el corazón del grandioso Padre. Él tiene en mayor estima a Jesús que a todo el resto del mundo. De aquí se sigue que cuando nos volvemos uno con Jesús, nos convertimos en objetos conspicuos del cuidado del Padre. Nos toma en la mano por amor de Su amado Hijo. Quien ama a la Cabeza ama a todos los miembros del cuerpo místico.

No podemos concebir que el amado Redentor esté jamás fuera de la mente del Padre; tampoco puede quedar alguno de nosotros—los que estamos en Cristo—fuera del cuidado activo y amoroso del Padre: nuestros tiempos están siempre en Su mano. Todos Sus eternos propósitos obran para la glorificación del Hijo, y con la misma certeza obran conjuntamente para el bien de aquellos que están en Su Hijo. Los propósitos que conciernen a nuestro Señor y nos conciernen a nosotros están de tal manera entrelazados, que no pueden separarse nunca.

Que nuestros tiempos estén en la mano de Dios ha de significar, no solamente que están a la disposición de Dios, sino que están ordenados por la más eminente sabiduría. La mano de Dios nunca yerra; y si nuestros tiempos están en Su mano, esos tiempos están ordenados rectamente.

No necesitamos enredar nuestros cerebros para entender las dispensaciones de la Providencia: un curso más fácil y más sabio está abierto para nosotros; es decir, creer que la mano del Señor obra todas las cosas para lo mejor.
¡Quédate tranquilo, oh hijo, a los pies de tu grandioso Padre, y deja que haga lo que le parezca bien! Cuando no puedas comprenderlo, debes recordar que un bebé no puede entender la sabiduría de su progenitor. Tu Padre comprende todas las cosas, aunque tú no puedas: que Su sabiduría te baste. Podemos dejarlo todo allí sin ansiedades, puesto que está en la mano de Dios; y está donde será realizado hasta una conclusión exitosa. Las cosas que están en Su mano prosperan. “En tu mano están mis tiempos,” es una garantía que nadie puede perturbarlos, o pervertirlos o envenenarlos. En esa mano descansamos tan seguramente como descansa un bebé sobre el pecho de su madre.

 ¿Dónde podrían estar tan bien asegurados nuestros intereses como en la mano eterna? ¡Qué bendición es ver, por el ojo de la fe, que todas las cosas que les conciernen están asidas por la mano de Dios! ¡Qué paz fluye dentro del alma, en cuanto a todo asunto que pudiera causar ansiedad, cuando vemos todas nuestras esperanzas construidas sobre un cimiento tan estable, y preservadas por un poder tan supremo! “¡En tu mano están mis tiempos!”

Antes de adentrarme en el tema, para mostrar la dulzura de esta confianza, ruego a cada cristiano aquí presente que lea el texto, y lo tome en el modo singular, y no como lo acabamos de cantar:

En tu mano están nuestros tiempos,
Cualesquiera que ellos sean,
Agradables o dolorosos, oscuros o brillantes,
Como mejor te parezca que sean
.”

Encontramos la forma singular en el salmo: “En tu mano están mis tiempos.” Esto no excluye que el cuerpo entero de los santos goce juntamente de esta seguridad; pero, después de todo, la verdad es más dulce cuando cada persona prueba por sí misma su sabor.
Vamos, que cada individuo se aplique esta doctrina del supremo ordenamiento de Dios, y crea que es verdadera en cuanto a su propio caso, “En tu mano están mis tiempos.” Las alas del querubín me cubren. El Señor Jesús me amó, y se entregó por mí, y mis tiempos están en esas manos que fueron clavadas a la cruz para mi redención. ¿Cuál será el efecto de tal fe, si es clara, personal y duradera? Este será nuestro tema en este momento. ¡Que el Espíritu Santo nos ayude!

1. Una clara convicción de que nuestros tiempos están en la mano de Dios FORMARÁ EN NOSOTROS UN SENTIDO DE LA CERCANÍA DE DIOS. Si la mano de Dios está puesta sobre todos nuestros alrededores, Dios mismo está cerca de nosotros. Nuestros padres puritanos caminaban más fácilmente con Dios porque ellos creían que Dios ordenaba todo en sus asuntos diarios y en su vida doméstica; y le vieron en la historia de la nación, y en todos los eventos que acontecían.

La tendencia de esta época es alejarse más y más de Dios. Difícilmente los hombres toleran ahora a un Creador, y afirman que todo proviene de la evolución. Poner a Dios un paso más atrás es la ambición de la moderna filosofía; en cambio, si fuésemos sabios, deberíamos esforzarnos por eliminar todos los obstáculos, y dejar libre un canal de comunicación para acercarnos más a Dios y para que Dios se acerque más a nosotros. Cuando vemos que en Su mano están todos nuestros caminos, sentimos que Dios es real y está cerca. “En tu mano están mis tiempos.” Entonces nada es dejado al azar. Los eventos no les acontecen a los hombres por causa de una suerte que no tiene en sí orden ni propósito. “La suerte se echa en el regazo; mas de Jehová es la decisión de ella.”(Proverbios 16, 33)
La suerte es una idea pagana que ha sido derribada por la enseñanza de la Palabra, así como el arca derribó a Dagón, y lo despedazó.
Bienaventurado es el varón que ha terminado con el azar, que no habla nunca de la suerte, sino que cree que, desde la menor hasta la mayor, todas las cosas son ordenadas por el Señor. No nos atrevemos a dejar fuera al evento más insignificante. Un insecto que se arrastra sobre el capullo de una rosa es tan verdaderamente ordenado por el decreto de la Providencia, como el progreso de una plaga a través de una nación.

Crean esto; pues si lo mínimo es omitido por el gobierno supremo, de igual manera podría ser lo siguiente, hasta que no quedara nada en la mano divina. No hay lugar para el azar, puesto que Dios llena todas las cosas. “En tu mano están mis tiempos” es una seguridad que también pone un fin a la torva idea de un destino férreo que fuerza todas cosas. ¿Tienen la idea de que el destino da vueltas como una enorme rueda, aplastando cruelmente todo lo que encuentra en su camino, sin hacer pausas por piedad, sin hacerse a un lado por misericordia? Recuerden que, si comparan a la Providencia con una rueda, debería ser una rueda que está llena de ojos. Cada uno de sus giros es en sabiduría y bondad.

El ojo de Dios no deja nada a ciegas en la providencia, sino que llena todas las cosas con vista. Dios establece todas las cosas de acuerdo a Su propósito; pero luego Él mismo las hace. Allí radica toda la diferencia entre la solitaria maquinaria del destino prefijado, y la presencia de un Espíritu lleno de gracia y amoroso, que gobierna todas las cosas. Las cosas efectivamente ocurren según Él las planea; pero Él mismo está allí para hacer que sucedan, y para moderar, y guiar, y asegurar los resultados.

Nuestro grande gozo no es: “Mis tiempos están en la rueda del destino,” sino “En tu mano están mis tiempos.” Con un Dios vivo y amoroso que gobierna todas las cosas, nos sentimos en casa, descansando cerca del corazón de nuestro Padre. “En tu mano están mis tiempos.” ¿Acaso no revela esto la condescendencia del Señor? Él tiene a todo el cielo para adorarle, y a todos los mundos para gobernarlos; y, sin embargo, “mis tiempos” (los tiempos de una persona tan insignificante e indigna como yo) están en Su mano. Ahora, ¿qué es el hombre para que esto sea así? ¡Maravilla de maravillas, que Dios no solamente piense en mí, sino que mis preocupaciones las convierta en Sus preocupaciones, y tome mis asuntos en Su mano! Él tiene en Su mano a las estrellas, y, sin embargo, nos pone allí. Se digna tomar en Su mano los intereses pasajeros de oscuros hombres y de humildes mujeres.

Amados, Dios está cerca de Su pueblo con todos Sus atributos; Su sabiduría, Su poder, Su fidelidad, Su inmutabilidad; y todos ellos están bajo juramento de obrar para el bien de quienes ponen su confianza en Él. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Sí, Dios considera nuestros tiempos, y piensa en ellos; planea con Su corazón y Su alma hacernos bien. Esa mente augusta, de la que brotan todas las cosas, se inclina a nosotros; y esas alas eternas, que cubren el universo, se ciernen sobre nosotros y sobre nuestra casa, y nuestras diarias necesidades y aflicciones. Nuestro Dios no se sienta como un espectador distraído de nuestros pesares, tolerando que seamos arrastrados como objetos sin dueño por las aguas de las circunstancias, sino que se ocupa activamente y en todo momento de la defensa y perfeccionamiento de Sus hijos. Nos guía para conducirnos al hogar, al lugar donde Su rebaño reposará para siempre.

¡Qué bienaventuranza es esta! Nuestros tiempos, en todas sus necesidades y aspectos, están en la mano de Dios, y por tanto, Dios siempre nos está cuidando. ¡Cuán cerca de nosotros trae a Dios, y cuán cerca de Dios nos lleva a nosotros! ¡Hijo de Dios, no vayas mañana al campo lamentando que Dios no esté allí! Él bendecirá tu salida. No regreses a casa, a tu aposento, clamando: “¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios!” Él bendecirá tu entrada. No te vayas a la cama, soñando que te has quedado huérfano; ni te despiertes en la mañana con un sentido de soledad sobre ti: no estás solo, pues el Padre está contigo. ¿Acaso no sentirás cuán bueno es que Dios se acerque a ti, y te entregue tu pan y tu agua, y bendiga tu cama y tu mesa? ¿No estás feliz de que se te permita acercarte tanto a Dios, como para decir: “En tu mano están mis tiempos”? Hay mucho en este primer punto en cuanto a la cercanía del Señor; y si lo volteas, verás más y más claramente que una convicción de que nuestros tiempos están en la mano de Dios, tiende a crear un santo y feliz sentido de la cercanía de Dios para con nosotros.

2. En segundo lugar, ESTA CONVICCIÓN ES UNA SUSTENTACIÓN ADECUADA EN CONTRA DEL MIEDO DE LOS HOMBRES. Cuando nuestros enemigos nos caen encima muy duramente, podemos decirnos: “no estoy en sus manos. “En Tu mano están mis tiempos.” Aquí hay unos caballeros que nos juzgan y nos condenan con gran rapidez. Dicen: “ha cometido un grave error: es un viejo fanático; él mismo se ha apagado.” Es más fácil decir que hacer eso. La vela brilla todavía. Dicen de ti: “es necio y terco, y en los asuntos religiosos es tan terco como una mula; y lo pasará mal.” No lo has pasado mal todavía de la manera que ellos predicen, y más les vale que no profeticen hasta que lo sepan.

Los piadosos no están en las manos de aquellos que se burlan de ellos. Los perversos pueden crujir los dientes ante los creyentes, pero no podrán destruirlos. En esto radica su consuelo: ellos han confiado su espíritu en la mano de Dios, y Él preservará sagradamente el precioso depósito. No teman a los juicios de los hombres. Apelen a una corte superior. Lleven el caso al Tribunal Supremo de Justicia del Rey. Acudan al propio Dios con su asunto, y Él emitirá Su sentencia como la luz, y su justicia como el mediodía. ¿Acaso los maliciosos han resuelto aplastarte? Usarán su pequeño poder al grado máximo; pero hay un poder superior que los sujetará. Di gozosamente: “En tu mano están mis tiempos.” ¿Acaso te tratan con desprecio? ¿Se burlan de ti? ¿Qué importa eso? Tu honra no proviene de los hombres. Su desprecio es el más alto cumplido que los impíos pueden rendirte. ¡Ay, muchas personas profesantes ponen sus tiempos en las manos del mundo! Si prosperan y se enriquecen, ven una oportunidad de ventaja social, y renuncian a sus amigos más humildes para unirse a un grupo más respetable. ¡Cuántas personas dejan de ser fieles porque sus prósperos tiempos no están en la mano de Dios, sino en la suya propia!

Otros, por otro lado, cuando se encuentran en la adversidad, se alejan del Señor. La excusa es: “no puedo ir más a la casa de Dios, pues mis ropas no son tan respetables como solían ser.” ¿Acaso tu pobreza ha de sacarte de las manos de tu Señor? No dejes que eso suceda nunca; sino más bien di: “En tu mano están mis tiempos.” Aférrate al Señor en las pérdidas lo mismo que en las ganancias, y así deja que todos tus tiempos estén con Él.

¡Cuán a menudo nos encontramos con personas que son tambaleadas por la calumnia! Es imposible detener a las lenguas maliciosas. Hieren, e incluso matan las reputaciones de los piadosos. El atribulado grita: “no puedo soportarlo: voy a renunciar a todo.” ¿Por qué? ¿Por qué ceder ante simples palabras? Incluso estas crueles lenguas están en la mano de Dios. ¿No puedes arrostrar sus ataques? Ellos no podrían expresar un solo susurro más allá de lo que Dios permita.

Prosigue tu camino, oh justo, y deja que las falsas lenguas derramen su veneno a su antojo. “Condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio.” Si mis tiempos están en la mano de Dios, nadie puede dañarme a menos que Dios lo permita. Aunque mi alma esté entre leones, ningún león podrá morderme mientras el ángel de Jehová sea mi guarda. Este sentimiento de que nuestros intereses están a salvo bajo la más elevada guarda, genera un espíritu independiente. Previene que nos rebajemos delante de los grandes, y que adulemos a los fuertes. Al mismo tiempo, elimina toda tendencia a la envidia; así que no deseamos la prosperidad de los que hacen iniquidad, ni nos impacientamos a causa de los malignos. Cuando uno sabe que sus tiempos están en la mano de Dios, no cambiaría su lugar por el de un rey; es más, ni siquiera por el de un ángel.

3. Una plena creencia en el enunciado de nuestro texto es UNA CURA PARA LA AFLICCIÓN PRESENTE. ¡Oh Señor, si mis tiempos están en tu mano, yo he puesto mi cuidado sobre Ti, y confío y no tengo miedo! ¿Por qué, hermana mía, te afliges por un asunto que está en la mano de Dios? (Este hábito de afligirse abunda en la agraciada hermandad de mujeres.) Si Él ha tomado a Su cargo lo tuyo, ¿qué motivo tienes para estar ansiosa?

Y tú, hermano mío, ¿por qué quieres interferir en los asuntos del Señor? (Pues hay muchos hombres que están nerviosos e inquietos) Si el caso está en Su mano, ¿qué necesidad hay para que estés entremetiéndote y clamando? Estabas preocupándote esta mañana, y angustiándote la noche anterior, y ahora estás acongojado, y estarás peor mañana por la mañana.

¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Obtuviste algún bien alguna vez por angustiarte? Cuando no había suficiente lluvia para tu finca, ¿conseguiste que cayera un aguacero por medio de tus preocupaciones? Cuando había demasiada agua, o así lo creías, ¿disipaste las nubes con tu aflicción? Dime, ¿produjiste alguna vez una moneda de plata por preocuparte? Es un negocio que no es rentable.

Acaso me preguntes: “entonces, ¿qué hemos de hacer en tiempos problemáticos?” Vamos, acude a Él en cuya mano has confiado tu persona y tus tiempos. Consulta con la infinita sabiduría por medio de la oración; consuélate con el amor infinito mediante la comunión con Dios. Dile al Señor lo que sientes, y lo que temes. Es mejor diez minutos de oración que un año de murmuración. Aquel que espera en el Señor y pone su carga en Él, puede llevar una vida de reyes: en verdad, será mucho más feliz que un rey.

Dejar nuestros tiempos con Dios es vivir tan libre de preocupaciones como los pájaros en las ramas. Si nos angustiamos, no glorificaríamos a Dios; y no induciríamos a otros a ver lo que la verdadera religión hace por nosotros en la hora de tribulación. La angustia y la preocupación reducen nuestro poder de actuar sabiamente; pero si podemos confiar plenamente en Dios porque todo está realmente en Su mano, estaremos tranquilos, y nuestra acción será resuelta; y por esa precisa razón será sabia con mayor probabilidad. El que deposita su carga sobre el Señor será fuerte para hacer o para sufrir lo requerido; y sus días serán como los días del cielo en la tierra.

Yo admiro la serenidad de Abraham. No parece estar nunca aturdido, sino que se mueve grandiosamente como un príncipe entre los hombres. Es mucho más que el igual de los hombres más grandes con los que se relaciona: con dificultad vemos a Lot bajo el microscopio una vez que hemos visto a Abraham. ¿Por qué era así Abraham? Porque creía en Dios y no se tambaleaba. La mitad del gozo de la vida radica en la expectación. Nuestros hijos experimentan un mayor placer cuando esperan un día feriado que cuando llega el propio día. Sucede lo mismo con nosotros. Si creemos que todos nuestros tiempos están en la mano de Dios, esperaremos grandes cosas de nuestro Padre celestial. Si nos encontramos en una dificultad, diremos: “voy a ver ahora las maravillas de Dios, y voy a comprobar otra vez cuán ciertamente libra a los que confían en Él.”

Yo doy gracias a Dios porque he aprendido en algunos momentos a gloriarme en las necesidades, como si abrieran una ventana al cielo para mí, desde la cual el Señor derramará abundantemente Sus provisiones. Ha sido para mí un deleite tan indecible ver cómo el Señor ha provisto mis necesidades para el Orfanato, para el Colegio, y para otras obras, que casi he llegado a desear estar en apuros, para poder ver cómo el Señor responde por mí.

Recuerdo, hace algún tiempo—cuando año tras año todo el dinero llegaba para las diversas actividades—que comencé a echar de menos aquellos grandiosos días idos cuando el Señor permitió que se secara el arroyo de Querit, y detuvo a los cuervos con su pan y carne, pero luego encontró alguna otra forma de suplir las necesidades de los huérfanos.

En aquellos días, el Señor solía venir a mí, por decirlo así, caminando sobre las cumbres de los montes, hollando de pico en pico, y supliendo mediante obras maravillosas todo lo que me faltaba conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. ¿Saben?, casi quisiera que el Señor detuviera los arroyos y luego me permitiera ver cómo saca agua de la roca.

Hizo eso, no hace mucho tiempo. Los fondos eran muy escasos, y entonces clamé a Dios, y Él me respondió desde Su monte santo. ¡Cuán feliz estaba yo de oír los pasos del siempre presente Señor, respondiendo la oración de Su hijo, y haciéndole saber que sus tiempos estaban aún en la mano de Padre! En verdad es mejor confiar en el Señor que poner la confianza en el hombre. Es un gozo que vale mundos ser conducido al lugar donde nadie sino el Señor puede ayudarte, y luego ver Su mano poderosa sacándote de la red. El gozo radica principalmente en el hecho de que estás seguro que se trata del Señor, y seguro que está cerca de ti. Este bendito entendimiento de la intervención del Señor nos lleva a gloriarnos en la tribulación. ¿Acaso no es eso una cura para la aflicción, una bendita cura para la ansiedad?

4. En cuarto lugar, una firme convicción de esta verdad es UN TIRO DE GRACIA PARA FUTUROS TEMORES. “En tu mano están mis tiempos.” ¿Deseas saber qué te sucederá en un corto tiempo? ¿Quieres atisbar entre las hojas plegadas del futuro? Podrías comprar un periódico barato que te diría la suerte de las naciones de este mismo año. Puedes estar casi seguro que no sucederá nada de lo que es predecido de esa manera; y por tanto, será de poca utilidad para ti. Quédate contento con las profecías de la Escritura, pero no sigas a cada uno de sus intérpretes.

Muchas personas estarían dispuestas a pagar grandes sumas para que se les diera a conocer el futuro. Si fuesen sabias, más desearían que les fuera ocultado. No quieras conocerlo, pues tal conocimiento no respondería a ningún objetivo útil. El futuro tiene el propósito de ser un libro sellado. El presente es todo lo que necesitamos tener delante de nosotros. Haz tu obra del día en su día, y pon el mañana en tu Dios. Si hubiese formas de leer el futuro, sería sabio rehusar usarlas. El conocimiento generaría responsabilidad, despertaría el miedo, y disminuiría el gozo presente; ¿por qué intentar hacerlo? Mata de hambre a la curiosidad ociosa, y dedica tu fuerza a la obediencia creyente. Puedes estar muy seguro de esto: no hay nada en el libro del futuro que deba causar desconfianza en el creyente. Sus tiempos están en la mano de Dios, y esto los asegura.

La propia palabra “tiempos” supone cambio para ti; pero como no hay cambios en cuanto a Dios, todo está bien. Sucederán cosas que no puedes prever; pero tu Dios ha visto anticipadamente todo, y ha provisto para todo. Nada puede ocurrir sin la permisión divina, y Él no permitirá lo que fuera para tu detrimento real y permanente. “Me gustaría saber”—dirá alguno—“si voy a morirme pronto.” No albergues ningún deseo en esa dirección: tu tiempo vendrá cuando deba venir. La mejor manera de vivir por encima de todo miedo a la muerte es morir cada mañana antes de que abandones tu aposento. El apóstol Pablo dice: “Cada día muero.” (1. Corintios 15, 31)
Cuando hubieres adquirido el santo hábito de morir diariamente, te será fácil morir por última vez. Es grandemente sabio estar familiarizado con nuestras últimas horas. Al desvestirte por la noche, practica la solemne escena cuando pondrás a un lado tu túnica de carne. Cuando te vistas por la mañana, anticipa el ser vestido con tu casa que es del cielo en el día de la resurrección.

Tenerle miedo a la muerte es a menudo el colmo de la locura. Un gran profeta corrió una vez muchas millas para escapar de la muerte de manos de una reina despótica. Él era uno de los más intrépidos entre los valientes, y sin embargo, se apresuró a la soledad para escapar de las amenazas de una mujer. Cuando hubo concluido su agotante caminar, se sentó y efectivamente oró: “Quítame la vida.” Era algo muy singular hacer eso: huir para salvar la vida, y luego clamar: “Quítame la vida.” Ese hombre no murió nunca; pues hablamos de Elías, que subió al cielo en un carro de fuego.

Dios no responde a todas las oraciones de Su pueblo, pues Él tiene mejores cosas para ellos de las que piden. No tiembles por lo que tal vez no llegue a ocurrir nunca. Incluso nosotros podríamos no morir nunca; pues está escrito: “No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta.” Algunos de nosotros podríamos estar vivos y permanecer a la venida del Señor. ¿Quién lo sabe? ¡He aquí, viene pronto! De todos modos, la muerte no debe preocuparnos, pues está en Sus manos.

5. Además, una plena convicción de que nuestros tiempos están en Su mano, será UNA RAZÓN PARA UN SERVICIO CONSAGRADO. Si Dios ha tomado en Sus manos mis asuntos, entonces es muy conveniente que yo asuma los asuntos que Él me asigne.

La reina Isabel quería que uno de los comerciantes más destacados de Londres fuera a Holanda para vigilar sus intereses allá. El honesto hombre le dijo a su majestad que obedecería sus órdenes; pero le suplicó que recordara que implicaría la ruina de su propio negocio si se ausentara. A esto la reina replicó: “si te ocupas de mis asuntos, yo me ocuparé de los tuyos.” Con tal promesa real podía separarse voluntariamente de su negocio; pues la reina tiene bajo su poder hacer más por un súbdito de lo él podría hacer por sí mismo.

El Señor, en efecto, le dice al creyente: “yo voy a tomar tus asuntos en mi mano, y voy a vigilar que se hagan.” ¿Acaso no sentirías de inmediato, que se ha convertido en tu gozo, tu deleite, vivir para glorificar a tu Señor lleno de gracia? Ser dejado en libertad para servir al Señor es la más plena libertad. ¡Cuán hermoso es leer en el libro de Isaías, “Y extranjeros apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores!” Forasteros harán las faenas penosas por ti, y te dejarán en libertad para un servicio más elevado.

Continúen leyendo y vean: “Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados.” La fe nos libera del deterioro del acerbo cuidado, para que podamos entregarnos enteramente al servicio del Señor nuestro Dios. La fe nos impulsa a vivir exentos de angustia, para servir únicamente al Dios bendito. Liberados de la carga de las cosas terrenales por el tierno cuidado de Dios para con nosotros, presentamos nuestros cuerpos en sacrificio vivo al Señor nuestro Dios. Él no nos ha hecho esclavos ni ganapanes, sino sacerdotes y reyes para Dios.

Estoy seguro, queridos amigos, que si esta verdad saturara plenamente nuestras almas: que nuestros tiempos están en la mano de Dios, haría de nuestras vidas algo más grandioso de lo que jamás serían. ¿Crees que la mano de Dios está obrando contigo y para ti? Entonces eres alzado por encima de las mudas bestias arreadas que te rodean; pues el Dios del cielo piensa en ti, y pone Sus manos en tus asuntos. Esta conexión con lo divino da muchos ánimos al hombre, y lo eleva a un esfuerzo sostenido, y a una gran fe.

Sentimos que somos inmortales hasta que nuestra obra esté concluida; sentimos que Dios está con nosotros, y que con seguridad saldremos victoriosos por medio de la sangre de Jesús. No seremos derrotados en la campaña de la vida, pues el Señor de los ejércitos está con nosotros, y hollaremos a nuestros enemigos. Dios nos fortalecerá, pues nuestros tiempos están en Su mano; por tanto, le serviremos de todo nuestro corazón y de toda nuestra alma, estando plenamente convencidos de que “nuestro trabajo en el Señor no es en vano.”

6. Finalmente, si nuestros tiempos están en la mano de Dios, aquí tenemos UN GRAN ARGUMENTO PARA FUTURAS BENDICIONES. Quien cuida nuestros tiempos cuidará nuestra eternidad. Quien nos ha traído hasta este punto, y ha obrado tan agraciadamente para con nosotros, vigilará nuestra seguridad en todo el resto del camino. Yo me maravillo por causa de ustedes, personas mayores, cuando comienzan a dudar. Dirán: “mírate a ti mismo.” Bien, eso hago; y estoy avergonzado de corazón de que alguna vez alguna pajita de desconfianza se hubiera introducido en el ojo de mi fe. Quisiera sacarla a base de llanto, y mantenerla fuera en el futuro.

Aun así, algunos de ustedes son mayores que yo, pues tienen setenta u ochenta años de edad. ¿Por cuánto tiempo más esperas viajar por este desierto? ¿Piensas que cuentas con otros diez años? Dios te ha otorgado Su gracia durante setenta años, y ¿te angustiarás por los últimos diez, que, tal vez, no lleguen nunca? Eso no funciona así. Dios ha librado a algunos de ustedes de tan grandes tribulaciones, que sus pruebas presentes son simples piquetes de pulga.

Sir Francis Drake, después de haber navegado alrededor del mundo, llegó al río Támesis, y cuando pasó por Gravesend se encontró con una tormenta que amenazaba el barco. El valeroso comandante dijo: “¡cómo!, ¿darle la vuelta al mundo con seguridad, para luego ahogarse en una zanja? ¡Nunca!” Nosotros hemos de decir lo mismo. Dios nos ha sostenido en grandes tribulaciones, y no vamos a ser abatidos por pruebas que son comunes a todos los hombres.

Un hombre de energía, si asume completar una obra, la llevará a término; y el Señor nuestro Dios nunca toma a Su cargo algo que no completará. “En tu mano están mis tiempos,” y, por tanto, el fin será glorioso. Señor mío, si mis tiempos estuvieren en mi propia mano, demostrarían ser un fracaso; pero puesto que están en Tu mano, Tú no fallarás, ni tampoco fallaré yo.

La mano de Dios asegura el éxito a todo lo largo del trayecto. En aquel día cuando veamos el tapiz que registra nuestras vidas, veremos allí todas las escenas con un ojo sorprendido; veremos cuánta sabiduría, cuánto amor, cuánta ternura, cuánto cuidado fueron prodigados sobre ellas. Una vez que un asunto está en la mano de Dios, nunca es abandonado ni olvidado, sino que es completado hasta el fin. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.

No he sido capaz de predicar sobre este texto como esperaba hacerlo, pues estoy todo dolorido y tengo un gran dolor de cabeza; pero gracias a Dios, no tengo dolor en mi corazón, con tan grandiosa verdad delante de mí. Dulce para mi alma son estas palabras: “En tu mano están mis tiempos.” Adopten esta frase de oro. Guarden esta verdad en su mente. Dejen que se quede sobre su lengua como una oblea hecha con miel. Dejen que se disuelva hasta que toda su naturaleza sea endulzada por ella.

Sí, querida dama anciana, usted que ha salido del hospicio esta mañana para escuchar este sermón, dígase: “En tu mano están mis tiempos.” Sí, tú, querido amigo, que no puedes encontrar una plaza, y has gastado las suelas de tus zapatos en el vano empeño de buscar una: tú también puedes decir: “En tu mano están mis tiempos.” Sí, mi querida hermana, que te consumes de tisis, este puede ser tu cántico: “En tu mano están mis tiempos.” Sí, joven, tú que acabas de comenzar en los negocios, y te has enfrentado a una aplastante pérdida, será para tu beneficio, después de todo; por tanto, di: “En tu mano están mis tiempos.”

Esta pequeña frase, en mi mente, se expande en un himno: produce capullos y florece en un salmo. Pocas son sus palabras, pero poderoso es el sentido, y lleno de descanso. Ahora, recuerden que no es cualquiera el que puede encontrar miel en este panal. ¡Oh, pecadores, ustedes están en las manos de un Dios airado; y esto es terrible! El Dios contra el cual pecan continuamente, y a quien provocan al rehusar Su gracia, tiene absoluto poder sobre ustedes. Tengan cuidado, ustedes que olvidan a Dios, no sea que los destroce.

Ustedes le han provocado, ofendido y agraviado; pero, sin embargo, tienen esperanza, porque Su misericordia es eterna. Aunque han vejado a Su Santo Espíritu, sin embargo, vuélvanse a Él, y Él tendrá misericordia de ustedes, y los perdonará abundantemente. En verdad están en Sus manos, y no pueden escapar de Él. Si escalaran al cielo, o se sumergieran en el infierno, no estarían fuera de Su alcance. Ninguna fuerza que posean podría resistirle, y ni la velocidad podría rebasarle. Sométanse a Dios; y entonces, este grandioso poder de Dios, que ahora les rodea, se convertirá en su consuelo. Al presente debería ser motivo de su terror. Los ojos de Dios están posados sobre ustedes; la mano de Dios está en contra de ustedes; y si no son salvados, un toque de esa mano significaría muerte y destrucción eterna. Esa mano que el creyente besa devotamente, es la mano que bien podrían temer. ¡Oh, que huyeran a Cristo Jesús, y encontraran abrigo de la ira bajo el dosel carmesí de Su preciosa sangre!

La principal fuente de la verdadera felicidad es procurar hacer todo por amor.

Si como creyentes cristianos creemos que el Dios Todopoderoso es el autor y el dueño absoluto de la verdad, debemos entonces reconocer y creer que la Palabra de Dios plasmada en la Biblia es la VERDAD DIVINA, la cual fue escrita por individuos escogidos e inspirados por Dios, con el fin de ser revelada y predicada a la humanidad durante su vida terrenal, para dar a conocer la voluntad de Dios y el plan de salvación eterna para todos aquellos que creen en la obra redentora del Señor Jesucristo..
El señor Jesucristo, como Hijo de Dios, fue quien afirmó por primera vez la suprema importancia del amor espiritual en la vida humana: 

Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Mateo 22, 37-40

El apóstol Pablo posteriormente, explicó magistralmente la relevancia el amor espiritual para la vida humana en su Carta a los Corintios capítulo 13:

Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

El patriarca de la iglesia cristiana Agustín de Hipona, describe el inigualable y maravilloso efecto del amor espiritual en el ser humano, recomendándo hacerlo de la siguiente manera práctica y sencilla:

Ama y haz lo que quieras. Si callas, hazlo por amor; si gritas hazlo por amor; si corriges, corrige por amor; si te abstienes, abstente por amor. Si tienes el amor arraigado en tí, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos.”

Esta recomendación de San Agustin no es en absoluto una “misión imposible” para nosotros, si lo creemos y estamos convencidos de que efectivamente es posible, lo lograremos sin ninguna dificultad.

Si nos detenemos a pensar y analizar el exagerado afán de lucro y de acumular dinero, que ha sido creado artificialmente en la sociedad de consumo por la publicidad y los medios de comunicación, se llega a la sensata e inteligente conclusión, de que es mucho más fàcil y mejor ser un MILLONARIO EN AMOR, que un millonario en dinero.

Si recordamos el éxito económico de la industria del cine de Hollywood en el mundo del espectàculo, se puede afirmar que logró generar ganancias de dinero astronòmicas y en consecuencia, tambien produjo muchos actores y actrices millonarios en muy pocos años. Los actores más exitosos fueron llamados “Estrellas del cine” por los medios de comunicaciòn, a quienes les hacìan mucha publicidad, mostrando cómo vivian en sus lujosas mansiones valoradas en millones de dólares y cómo viajaban volando en sus propios aviones jet, sin embargo, sobre su vida privada se mencionaba muy poco o nada. Ese hermético silencio sobre su vida privada tenía una buena justificación: sus verdaderas vidas privadas no eran tan ejemplares como para darlas a conocer al público. La gran mayoría de esas “Estrellas” en sus vidas privadas terminaron literalmente “estrelladas” y arruinadas, caracterizadas ellas por: vidas conyugales turbulentas de hasta 8 o más divorcios, consumo abusivo del alcohol, adicción a drogas estupefacientes y a juegos de azar, suicidios, ruinas financieras, soledad, etc.

Sobre los reyes, los nobles de la sociedad y los ricos en el mundo, ha existido siempre desde el inicio de la historia, la muy conocida creencia o leyenda de que los poderosos, ricos, opulentos y millonarios, viven mucho más felices y mejor que la gente humilde y ordinaria. En la Palabra de Dios no se encuentra ningún texto o referencia en que se elogie las riquezas materiales, sino todo lo contrario, se censuran, por ser un gran obstáculo para la fe en Cristo y para alcanzar la vida eterna. Así lo afirmó Jesús según el evangelio del apóstol Marcos:

Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Marcos 10, 25

Por lo tanto, esa creencia de que los ricos padecen menos sufrimientos y aflicciones que los demás, es totalmente falsa e imaginaria, debido a que por ser el Señor un Dios amoroso, misericordioso y justo, la aflicción en esta vida terrenal es universal para toda la humanidad sin exepciones, independientemente de su condición económica y social.

En las sociedades de consumo occidentales, la aspiraciòn general de cada individuo ya no es el ganar suficiente dinero, para poder vivir una vida cómoda de clase media alta, sino es la de alcanzar a ser un millonario, o mejor aún, ser un multimillonario.

Está comprobado que los medios de comunicación, especialmente los privados, tienen un impacto significativo en nuestra percepción de la realidad. Pues su objetivo es influir en la opinión pública y, en última instancia, crear en la población nuevos estímulos y deseos que persuadan a los consumidores a comprar aquellos  productos y servicios anunciados en su publicidad, generando asi una realidad virtual e ilusoria a travez de las pantallas de los teléfonos inteligentes, la televisión, los computadores y los cines, que durante tanto tiempo estamos mirando cada día.
Como consumidores que estamos siendo adoctrinados por los medios, debemos estar muy atentos y ser desconfiados y críticos de los anuncios comerciales que nos ofrecen.

El gozo, la dicha y la verdadera felicidad son sentimientos que por lo general se viven y se disfrutan en secreto, en nuestra alma o corazón, generando en el individuo una satisfacción placentera y muy íntima, de la que nadie más puede percibir ni percatarse en absoluto. En conclusión, los momentos de gozo, dicha y felicidad verdadera no son manifestados por el cuerpo, ni siquiera hacia nuestros seres más amados y cercanos, cada persona los siente de manera exclusiva en su vida interior espiritual y secreta.

Es por esa razón, que en todas las expresiones artísticas como el teatro, el canto, el baile, la comedia, la ópera, el cine y sobre todo en las escenas de los avisos publicitarios de los medios, se hace uso de la actuación y la interpretación de papeles o roles fingidos, que son desempeñados por actores y actrices.
¿Cómo es posible entonces, que nos dejemos engañar por una sonrisa fingida o un gesto fingido de satisfacción de una actriz, y aceptemos dicha escena como una manifestación de “verdadera felicidad” en un aviso publicitario?

Nosotros como creyentes cristianos, quienes conocemos la verdad escrita en las Santas Escrituras, debemos de estar muy conscientes de que TODO lo que nos muestran los medios de comunicación en las pantallas, es una ilusión, un engaño virtual que nos invita a soñar y a imaginarnos un futuro irreal, el cual existe solamente en las pantallas, y que como consecuencia negativa, nos aparta del camino de fe y esperanza de vida eterna, enseñado por nuestro Señor Jesucristo.

La realidad común y corriente que se puede constatar en todas partes del mundo y en todas las épocas de la humanidad, y que sin embargo, no quiere ser aceptada por demasiada gente, es la siguiente: Para ser verdaderamente feliz no hace falta mucho dinero.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Efesios 2, 8-9

El tema de esta reflexión está dirigido principalmente a los creyentes , quienes como mi persona, fueron criados y educados según las enseñanzas y tradiciones católicas.
En vista de que para el creyente cristiano, la salvación eterna de su alma es la meta principal y más decisiva de nuestra vida de fe, y además, es nuestra esperanza suprema para el momento en que nos toque morir, es de suma importancia conocer bien la doctrina de la Gracia escrita en la Biblia, con el fin de tener claro su concepto original y conocer el verdadero medio, por el cual recibimos ese magnífico don de Dios.
El apostol Pablo en el versículo de arriba de su carta a los Efesios, afirma que es por medio de la fe únicamente, y NO por obras, que Dios nos concede su gracia.

A pesar de que así está escrito en el Nuevo Testamento, el catecismo de la iglesia católica, enseña que los medios de gracia y salvación son: el bautizo, la comunión, las oraciones y las buenas obras.
Al notar esta inexplicable e irreverente contradicción entre el catecismo católico con la Biblia, yo me pregunto:
1. ¿Será posible que la redacción del catecismo católico, la hayan realizado individuos que no conocían el Nuevo Testamento al pie de la letra?

2. ¿ O más bien será que por el absoluto poder político y religioso, así como la inmensa influencia que la iglesia católica mantuvo durante siglos en el mundo, que sus autoridades se atrevieron a adjudicarse, la atribución y el derecho de modificar a su conveniencia las enseñanzas de la Biblia?

En todo caso, son evidentes y conocidas las mútltiples incongruencias entre las enseñanzas bíblicas y el catecismo o dogmas católicos, en la turbulenta, conflictiva  y larga historia de la iglesia católica.

Leemos en las Escrituras que nadie puede venir a Cristo, a menos que antes Dios lo atraiga e inspire a hacerlo, por medio del Espíritu Santo.
En el evangelio de Juan dice:
Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Juan 6, 44

Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, no le echo fuera. Juan 6, 37

Siendo nosotros los seres humanos por naturaleza vanidosos, orgullosos, desobedientes y rebeldes, no elegiremos ni podemos elegir a Dios por iniciativa propia espontánea. Por lo tanto, está claro que quienes vienen a Cristo son atraídos de antemano por Él.

Una persona no puede ser salva contra su voluntad, sino que es una acción voluntaria por la obra del Espíritu Santo, que ha realizado previamente en ella. Una gracia, que como fuerza espiritual poderosa entra en el individuo, lo desarma, hace de él una nueva criatura y es salvado.
Ese proceso espiritual de regeneración, fue exactamente lo que le sucedió a Saulo como fariseo y perseguidor de los cristianos, antes de su conversión en el camino a Damasco, cuando Jesús resucitado se le acercó y le habló personalmente. Y Saulo fue transformado allí en un nuevo hombre totalmente opuesto, nacido de nuevo en el espíritu, quien a partir de esa experiencia, comenzó a llamarse Pablo y se convirtió, en el mejor y mayor apóstol predicador de la fe cristiana en la historia.  

Los ejemplos por excelencia y más impresionantes del llamado de Dios en el Nuevo Testamento, son el del apóstol Pablo y el del malhechor arrepentido en el Calvario, a quienes Dios atrajo por medio de su Gracia irresistible, para ser redimidos y salvados por el Señor Jesucristo.

Jesucristo autor y perfeccionador de nuestra fe, enseñó esa gloriosa verdad, que concuerda hasta el final con la declaración de Pablo: «Por gracia habéis sido salvos». La doctrina de la gracia es el contenido y la esencia del testimonio de Jesús.

La presencia y la obra continua y permanente del Espíritu Santo en este mundo sobre los creyentes cristianos, tampoco fue reconocida y exaltada debidamente por las autoridades de la Iglesia católica, sino que más bien la acción imperceptible del Espíritu Santo fue ignorada, a pesar de ser de vital importancia, según la Biblia.

Muchas veces me he preguntado como cristiano, quien fui criado desde la niñez en mi familia como católico, y que también fui educado en colegios católicos privados, ¿porqué nunca se me enseñó a leer la Biblia regularmente?

Resulta que después de varias décadas, me entero de que la iglesia católica evitó durante muchos siglos, que cientos de millones de feligreses católicos en todo el mundo, tuvieran libre acceso a la Biblia para leerla, debido a que la Biblia católica estaba escrita en latín, lengua muerta esa, que únicamente los sacerdotes, monjes y monjas tenían el privilegio de aprender. Apenas a partir del año 1964 fue que la iglesia permitió la publicación de Biblias traducidas al idioma español, y que fueron puestas a la venta en Latino América.

Los cristianos protestantes sí tuvieron la oportunidad de leer la Biblia desde mucho antes, pues desde los tiempos de la Reforma protestante, Martín Lutero se dedicó a traducir el Nuevo Testamento del idioma griego al idioma alemán en el año 1522.
En 1525, esta traducción al alemán ya habían tenido 22 ediciones, y se estima que para ese año, ya uno de cada tres alemanes capaces de leer, poseía una Biblia de Lutero.

Mi entrañable y sincera recomendación para los cristianos católicos es la siguiente:
Dedicarse a leer regularmente la Palabra de Dios, tanto el viejo como el nuevo Testamento, y aferrarse a ella, porque es la verdad divina que Dios le dejó a la humanidad, para su propia instrucción e edificación espiritual.

La Biblia es la fuente pura, original y verdadera de las enseñanzas de Dios, y sobre todo, es el alimento espiritual para el alma humana, tal como lo anunció el Señor Jesucristo. (Yo soy el Pan de la vida)
Si hoy en día tenemos el privilegio de adquirir una Biblia, o dicho de forma metafórica, de beber directamente el agua pura y cristalina del manantial, porqué entonces, conformarse con beber el agua turbia y contaminada del río.

Porque mi pueblo es necio, no me conoce; hijos ignorantes son, no son entendidos. Jeremías 4, 22

La definición de la palabra “necio” según el diccionario de la real academia española es la siguiente: ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber. Esta definición la menciono por adelantado en mi introducción al tema de esta reflexión, porque de esta palabra existen otros significados o sinónimos, que son los más frecuentemente usados por la gente en la actualidad, como por ejemplo: tonto, terco, bufón, etc.
Hace poco leí la frase “Lo verdadero es el todo” de Georg Wilhelm Friedrich Hegel, un filósofo alemán del siglo XIX, en el prefacio de su obra “Fenomenología del espíritu”. El señor Hegel tratando de explicar el razonamiemto que lo condujo a concluir con dicha frase, agregó: «Todos vivimos en el mundo, por lo que nunca podremos mirar el mundo desde fuera y entenderlo como un todo«.

Esa frase de Hegel significa que, solamente se puede comprender el mundo, si se ve y se toma en cuenta todo el conjunto de diversos procesos de un sistema, que interactúan en sus relaciones y dependencias. Hegel comprendió que la unilateralidad no es solo es el mayor enemigo del pensamiento humano, sino también de nuestras acciones. Quien sólo ve una parte, ve la mitad del conjunto y, por tanto, piensa parcialmente, toma decisiones unilaterales, actúa parcialmente y en consecuencia, se equivoca. De esta limitación humana en nuestra capacidad de pensar, se originó la famosa cita de “Errar es humano” del antiguo filósofo romano Séneca, la cual es una verdad indiscutible.  
Resumiendo, por ser la realidad de la vida humana sumamente compleja desde el punto de vista de los conocimientos, la ciencia ha tratado de simplificarla, creando infinidad de disciplinas o materias de estudio, que han sido ordenadas y dispuestas a su vez, en numerosas profesiones y oficios, que todos conocemos.

Tomemos por ejemplo la Medicina, la ciencia que estudia el cuerpo del ser humano.
El cuerpo humano es un conjunto de órganos y procesos tan complejo, que tuvieron que crear diferentes especialidades médicas para estudiarlo y comprenderlo, precísamente debido a esa limitación natural de la mente humana, que es la unilateralidad del pensamiento.
A esta limitación innata en la mente que todos poseemos, se le ha añadido una limitación adicional absurda al sentido de la vista, que consiste en la siguiente conclusión materialista de mucha gente: si algo no se ve, no existe y no es real; la cual trae como tristes consecuencias: la incredulidad en Dios y en las realidades espirituales.

Los creyentes cristianos, debemos sentirnos felices y estar muy agradecidos por haber recibido de Dios su Gracia y su misericordia; y particularmente por haber despertado en nuestra alma, el deseo y la necesidad de acudir a Él y al Señor Jescucristo, para alimentar nuestra vida espiritual con su amor eterno, su consuelo, su paz, sus promesas y sus enseñazas contenidas en la Biblia.

Nosotros como creyentes cristianos, tenemos en Dios el bien supremo que un ser humano puede aspirar en esta vida terrenal.
Para San Agustín, el bien es un concepto fundamental que se relaciona directamente con Dios. Según su teología, Dios es el bien supremo y todo lo que existe en el mundo creado es bueno en la medida en que se acerca a la perfección divina.
En este sentido, San Agustín distingue entre dos tipos de bien: el bien verdadero, que se identifica con Dios, y el bien aparente, que es todo aquello que parece bueno pero que en realidad no lo es. El bien verdadero es el que le da sentido, esperanza y consuelo a esta vida dura y penosa, que tenemos que soportar en el mundo, y es la meta última de todo cristiano esperanzado: la vida eterna en el Reino de los Cielos.

Bienaventurado aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el SEÑOR su Dios.
Salmo 146, 5

Y seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
2. Corintios 6, 18

El Dios Todopoderoso como creador del universo y dueño absoluto de la verdad, nos ha concedido a los creyentes, el gran privilegio de leer la verdad en su Sagrada Escritura contenida en la Biblia. Aprovechemos ese privilegio de conocer de manera exclusiva “lo Verdadero y el Todo” proveniente de Dios, quien TODO lo sabe y quien nos lo pone a nuestra disposición por amor.
Acerquémonos entonces a la Biblia sin prejuicios de ningún tipo, y leamos con plena confianza la Palabra de Dios, que ha sido revelada por su amor eterno a la humanidad. 

EL FALSO CONCEPTO DEL AMOR QUE DIFUNDEN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

En nuestra era moderna en la que todo gira alrededor del dinero y del consumo desenfrenado de productos, las pasiones humanas que han sido más estimuladas y enaltecidas en la sociedad por los medios de comunicación son: el egoísmo, la ambición, la envidia y el orgullo.

Los medios de comunicación audiovisuales, particularmente el cine y la televisión, han sido utilizados como un poderoso vehículo para crear nuevas necesidades y opiniones en la sociedad por medio de la publicidad, con informaciones deliberadamente manipuladas y a través de videos y películas con imágenes hechas en una forma muy refinada, con el único propósito de aumentar los volúmenes de venta de productos de la industria, es decir, para ganar más dinero.

Desafortunadamente el bello y maravilloso tema del amor y de las relaciones amorosas entre parejas, ha caído también en las garras del lucro corruptor como otros tantos valores espirituales y ha sido degradado a una mercancía, como es el sexo. Lo que se conoce en los medios como amor romántico entre parejas, es un simple lema publicitario de una estrategia comercial de grandes empresas, las cuales solo están interesadas en incrementar sus ganancias.

¿QUÉ ES EL AMOR VERDADERO Y CUALES SON SUS FRUTOS?

El amor espiritual que surge del alma, tal como brota el agua de un manantial, es expresado y manifestado a los demás a través del cuerpo. La manifestación pública de los sentimientos del alma por el cuerpo, se podría comparar con la manifestación sonora del aire cuando es soplado en una flauta. La flauta como instrumento de madera transforma el soplo de aire en sonidos. Así como la flauta, el cuerpo es el instrumento que transforma y manifiesta los sentimientos del alma en actos visibles y en palabras que perciben los demás.
¡Pero mucho cuidado con los gestos aparentemente amorosos!, porque el cuerpo también hace el papel de una máscara y esconde al alma, y además porque el ser humano es el único ser vivo, capaz de fingir y simular fácilmente gestos que no siente de verdad.

No creo que exista en la literatura mundial, una descripción más acertada y más instructiva sobre el amor espiritual y verdadero, que la que hizo San Pablo en su primera carta a los Corintios en la Biblia. En realidad Pablo escribió un poema en honor al amor, que él consideraba como la virtud espiritual humana más excelente. Les recomiendo de corazón que lo lean en su totalidad en 1. Corintios 13, 1-13.
Dicho poema contiene la descripción de las cualidades y atributos más importantes del amor auténtico e incondicional, que Pablo dio a conocer a la humanidad hace miles de años y en la que expone lo que realmente es el amor espiritual verdadero y lo que no es:

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal; no se goza en la injusticia, mas se goza en la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1. Corintios 13, 4-7

Si leemos y analizamos con detenimiento estos frutos del amor, notaremos que todas las características mencionadas sin excepción, son actitudes y formas de comportamiento que adopta el amante hacia la persona amada como resultado del estado de enamoramiento. Fíjense, que en esa descripcón no se trata, de los conocidos gestos y expresiones de afecto ocasionales como abrazos, besos, tomarse de las manos, regalos, flores y palabras halagadoras; que siempre hacen las parejas en público. Estas muestras de afecto que vemos son simplemente apariencias, que nosotros como observadores no podemos saber si son sinceras o si son fingidas. Además, esos gestos afectuosos los puede hacer cualquiera sin sentir amor, incluso, existen personas hipócritas que sintiendo odio por alguien, le hacen gestos de cariño. Recuerden el beso traicionero que le dió Judas Iscariote a Jesús antes de su crucifixión.
Mientras que la actitud es una manifestación de la inclinación de la persona, que conduce a un comportamiento particular constante, como por ejemplo: engañar, faltar respeto, ser interesado, ser sincero, ser considerado, ser generoso, ser respetuoso, etc.
Los actos de las personas se refieren a su conducta diaria, a lo que hacen regularmente y a su comportamiento.

Recordemos siempre que el amor verdadero como sentimiento y como vínculo de cariño, se siente interiormente y se goza en secreto. Esas nuevas formas de comportamiento y actitudes que surgen de repente en el enamorado hacia la persona amada, las definió y las agrupó el filósofo español Joaquín Xirau bajo el original concepto de la «conciencia amorosa».
La conciencia amorosa es la nueva facultad de los recién enamorados, que determina y conduce la relación amorosa de la pareja a partir de ese momento.

La descripción de San Pablo de lo que es el amor verdadero, puede servir muy bien como orientación fidedigna y práctica para poder distinguir el amor auténtico del amor fingido. Sobre todo son muy útiles los casos de aquellas actitudes y actos incongruentes o impropios del amor, que allí se mencionan, como por ejemplo: la envidia, el egoísmo, la mentira, la intolerancia, el maltrato y la soberbia.

El amor es el don espiritual más importante y maravilloso con que Dios ha dotado al ser humano, por ser la facultad por excelencia que como energía adhesiva universal permite en toda la humanidad, que hombres, mujeres y niños seamos capaces de convivir en comunidades y de establecer relaciones personales permanentes en armonía. El amor es una virtud espiritual del alma, que nos inspira, nos eleva, nos llena de bellos pensamientos y sentimientos, nos hace capaces de amar y unirnos con potentes lazos invisibles. Como fuerza espiritual que es, el amor nos impulsa a expresarlo exteriormente con ciertos gestos y comportamientos en nuestras relaciones amorosas. 

Por ser el amor una fuerza mayor que está fuera del control de la persona, ha estado rodeado de un indescifrable misterio a lo largo de la historia de la humanidad, permaneciendo así hasta la actualidad, como un fenómeno incomprensible para la razón humana y la ciencia.
El escritor francés François de la Rochefoucauld (1613 -1680) escribió la famosa cita: « El amor verdadero es como los espíritus, todo el mundo habla de él pero nadie lo ha visto. »
Nadie ha visto al amor ni nadie lo podrá ver jamás, porque el amor es invisible como los espíritus.

De nuestras cualidades espirituales, el amor es la más excelente y la más importante para poder vivir una vida plena y feliz. De allí deriva la gran relevancia que posee el amor para todo ser humano, desde su nacimiento hasta su muerte física y más allá.

Muchos se preguntan hoy, pero si el amor espiritual es tan importante en la vida, ¿por qué entonces no se habla y se escribe sobre el amor verdadero todos los días, así como se habla y se escribe sobre otros temas como: la salud, la política, los precios, el sexo, la belleza del cuerpo, la ropa de moda, los viajes de vacaciones, las ofertas en el supermercado, los cosméticos, los medicamentos, etc, etc?
La respuesta es muy sencilla, y sin embargo, no deja de sorprender:
El amor es una facultad espiritual que solo la podemos percibir íntimamente en nuestra interioridad. Debido a que el amor es algo inmaterial, no se puede comprar ni vender, y por no ser comerciable, el amor espiritual es simplemente ignorado por los medios de comunicación y por la sociedad de consumo.

El amor desinteresado e incondicional de la madre hacia sus hijos es el mejor ejemplo del amor verdadero. El amor de madre que supera con creces al amor entre parejas y que es tan esencial para el desarrollo integral de cada ser humano, igualmente es ignorado por los medios, por no ser lucrativo.
Existen importantes y variados tipos de amor, que por cierto son los más comunes y conocidos, como por ejemplo: el amor entre amigos, el amor entre hermanos, el amor entre abuelos y nietos, el amor entre primos, el amor entre compañeros de clases y de trabajo, etc, etc. Pero como cosa curiosa, esos otros tipos de amores a pesar de ser tan necesarios en la vida de cualquier persona, tampoco son mencionados en los medios de comunicación, por no ser rentables.

Sin duda alguna, el amor erótico entre parejas es el tema favorito de los medios porque provoca en el público efectos excitantes y sensuales, los cuales le proporcionan una fuerte actractividad, y además, porque permite ser narrado con un lenguaje seductor en novelas románticas o representado fácilmente en películas con escenas eróticas.

Por supuesto, en el amor entre parejas está también presente el amor verdadero espiritual, pero muy mezclado y asociado con la atracción sexual natural y necesaria. En la fase del enamoramiento de la pareja, es prácticamente imposible poder distinguir uno del otro. Si la relación amorosa cuaja, será entonces cuando los integrantes de la pareja aprenderán mutuamente a conocerse bien y a amarse.

VANIDADES Y VERDADES

SERMÓN DE CHARLES H. SPURGEON (1834-1892), PREDICADOR BAPTISTA DE ORIGEN INGLÉS

no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
2. Corintios 4, 18

EL apóstol Pablo no era de ninguna manera un estoico. No había vencido todos los sentimientos humanos ni se había convertido en un hombre de piedra. Por el contrario, era extremadamente sensible. Se puede ver abundante evidencia, no solo en los Hechos de los Apóstoles, sino también en el tono de todas sus cartas, de que tiene un espíritu muy tierno. Siente agudamente cualquier falta de amabilidad. Si un amigo lo abandona, él lo llora; o si los amigos lo admiran, hay una emoción genuina en su gratitud. Es sensible, también, a la pobreza, sensible a la vergüenza; sensible a todas las penas que tiene que soportar por causa de Cristo. Él las padece. No es un hombre invulnerable con armadura, es un hombre de carne y hueso, a quien la flecha atraviesa y le duele. Sin embargo, con cuánta valentía se apega a su trabajo; Se enfrenta a todos los peligros y nunca sueña con inquietarse.

Ni por un solo momento parece tener en cuenta lo que puede tener que sufrir personalmente por el testimonio de Cristo y el triunfo del evangelio. Se acuerda de los dolores cuando ya han pasado; Mira las cicatrices cuando se han sanado, y a veces da una larga lista de los peligros y privaciones que ha tenido que soportar, dando así a entender que era muy sensible; pero nunca trata de evadir y protegerse de ningún tipo de sufrimiento, si es necesario para llevar a cabo la obra de su vida. De este modo, siguió adelante con firmeza a través de temporadas que se alternaban entre de mala fama y de buena reputación, a través del honor y a través de la deshonra, disfrutando del amor de las iglesias en un momento, y en otro momento sufriendo bajo una cruel sospecha de su apostolado, incluso entre sus propios conversos; ahora es el héroe de una popularidad ilimitada, cuando el pueblo se agolpa para rendirle honores, y después, es víctima del odio público y de los disturbios frenéticos, cuando es arrastrado fuera de la ciudad para ser apedreado hasta la muerte.

«Pero ninguna de estas cosas me conmueve, ni estimo por preciosa mi vida para mi mismo«, bien podía decir. Parecía como si Dios lo hubiera arrojado de su mano, así como si lanzara un rayo, y no se detuvo hasta que llegó al fin hacia el cual el poder de Dios lo estaba impulsando. Exclamó: «El amor de Cristo nos constriñe«. Se consideró, por lo tanto, muerto para todos menos para Cristo. Bien podemos sentir curiosidad por saber, qué fue lo que apoyó a un hombre tan noble en sus pruebas, y desarrolló a un héroe así bajo tal sucesión de oposiciones. Lo que lo mantenía tan tranquilo; ¿Qué lo hacía tan dueño de sí mismo e intrépido?

¿Cómo fue que cuando fue derribado no fue destruido, que cuando fue turbado no fue angustiado? ¿Qué lo sostuvo? Nos da la clave de esta fortaleza diciéndonos, que consideraba leves sus aflicciones porque, en su opinión, no eran más que por un momento; y estaban trabajando para él un peso de gloria mucho más grande y eterno. Estaba tranquilo y feliz en medio de la rabia y el tumulto, los prejuicios violentos y las circunstancias adversas e incluso desastrosas, porque, en el lenguaje del texto, no miraba las cosas que se ven, sino las cosas que no se ven, valorando o reconociendo que las cosas que se ven no son dignas de ser miradas, por ser tan pasajeras, mientras que las cosas que no se ven tienen un valor inestimable, porque son eternas. Ese es nuestro tema en este momento: en primer lugar, las cosas que no deben mirarse; y, en segundo lugar, las cosas que hay que mirar.

El texto tiene la forma de una doble paradoja. Las cosas que se pueden ver son, naturalmente, las cosas que hay que mirar. ¿Qué debe mirar un hombre sino lo que puede ver? Y, sin embargo, el apóstol nos dice que no miremos las cosas que se ven, sino las cosas que no se ven. ¿Cómo se pueden mirar las cosas invisibles? De nuevo, es una paradoja. ¿Cómo puedes mirar lo que no puedes ver? Esta es sólo una paradoja propia de la vida cristiana, que es toda paradoja, y el enigma está más bien en las palabras que en el sentido. Pronto descubriremos que no hay contradicción ni incongruencia, ni dificultad alguna.

1.- NO MIRAR LO QUE SE VE, y preguntémonos: ¿qué debemos entender por esta contradicción: «no mirando las cosas que se ven«? La palabra «mirar» se usa seis veces en el Nuevo Testamento, y se traduce de cuatro o cinco maneras diferentes. No pretendo ceñirme a esas traducciones, sino incluirlas en la explicación de lo que significa no mirar las cosas que se ven.

Significa, en primer lugar, menospreciar o estimar con ligereza tanto la alegría presente como la tristeza presente, como si no valieran la pena mirarlas. El presente está tan pronto por transcurrir, que a Pablo no le importa mirarlo. Hay tan poco de ello, y dura tan poco tiempo, que ni siquiera se digna echarle una mirada, no lo mira con mucha atenciôn. En un determinado momento es perseguido, despreciado, abandonado. «No durará mucho«, dice. «No es más que el pinchazo de un alfiler; pronto terminará, y estaré con la buena comunión de arriba, y contemplaré el rostro de mi Maestro«. No lo mira. Lo ignora.
Así nos corresponde hacer si estamos rodeados de pruebas, problemas, tristezas presentes: no debemos pensar tanto en ellos como para fijar nuestra atención o fijar nuestra mirada en ellos. Más bien, tratémoslos con indiferencia y digamos: «Es realmente un asunto muy pequeño si estoy en la riqueza o en la pobreza, en la salud o en la enfermedad; si disfruto de las comodidades o si me las roban. El presente se irá tan pronto que no me interesa mirarlo. Soy como un hombre que se queda en una posada por una noche mientras está de viaje. ¿Es incómoda la habitación? Cuando amanece no sirve de nada quejarse, por lo que se limita a no hacer ninguna crónica del hecho y se apresura a seguir adelante. Se dice a sí mismo: «No importa, me levanto y me voy; de nada sirve preocuparse por nimiedades». Si una persona va a recorrer una larga distancia en un vagón de ferrocarril, puede ser un poco exigente en cuanto a dónde se sentará para ver el paisaje, y en cuanto en cual lado de las ventanas le gusta viajar; pero si no es más que una etapa corta no piensa en ello. No le importa en compañía de quién esté, es sólo por unos minutos; es un asunto en el que no vale la pena fijarse. Así lo consideraba el apóstol. Consideró que sus alegrías y tristezas presentes iban a terminar tan pronto que eran para él un asunto de indiferencia, que ni siquiera valía la pena mirar en esa dirección para ver lo que eran.

Una eternidad entera está más allá, y por lo tanto una breve temporalidad se reduce a una insignificante bagatela. ¡Qué bendita filosofía es ésta, que nos enseña ni siquiera a mirar los problemas pasajeros y transitorios, sino a fijar nuestra mirada en los triunfos eternos!

Cuando tienes riquezas, te dices a ti mismo: «Este es un tesoro sólido; esto es ganancia de oro»? Ah, pero entonces se convertirá en tu dios, y si lo pierdes, la pérdida devorará como un tumor tu espíritu. Pero si dices: «Estas son cosas pasajeras; toman alas y se van volando; no consideraré el dinero como un tesoro, sino que sólo lo miraré como una sombra y lo consideraré como tal, como una cosa que no debe ser considerada como esencial, porque es visible y temporal«, esa es la manera de hacer con cada una de nuestras alegrías. No los mires como si fueran esenciales, porque no lo son. Son parte de este sueño de vida, de este espectáculo vacío.

Otro significado de mirar es: prestar atención. El apóstol quiso decir, sin duda, que no prestó atención a las cosas que se veían. No pensaba en ellas ni se preocupaba por ellas; pero su preocupación, su pensamiento y su interés se referían a las cosas que no se ven. «todas estas cosas,» dice Cristo, «buscan los gentiles.» Y así lo hacen. Siempre están buscando el mundo; Desde las primeras horas de la mañana hasta altas horas de la noche, es el mundo que buscan. Bueno, dejemos que los gentiles sigan sus búsquedas; pero el hijo de Dios no debe hacerlo, porque nuestro Señor nos dice: «No os preocupéis por vuestra vida, qué habéis de comer, qué habéis de beber, ni por vuestro cuerpo, qué habeis de vestir«. Nos pide que pongamos nuestra confianza en él, y que dejemos de preocuparnos. «Buscad«, dice, «primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas«. Así que el apóstol Pablo nos dice que no nos preocupemos, ni nos angustiemos por las cosas que se ven, ya sean buenas o malas, prósperas o adversas, y que nunca permitamos que carcoman como un ácido corrosivo a nuestro espíritu. Debemos dedicar toda nuestra atención a nuestro caminar con Dios, a nuestra obediencia a su mandato, a cumplir su voluntad, a extender su reino, a prepararnos para la venida de Cristo, a prepararnos para el juicio, a estar preparados para morar eternamente con Dios a su diestra. Sobre esto debemos prestar atención. Este es nuestro negocio, pero, por desgracia, nuestros pensamientos naturalmente se desvían hacia el otro lado. Estas vanidades y temporalidades suelen absorbernos.

Para resumir el todo, mis queridos hermanos y hermanas en Cristo, no miren las cosas que se ven. No mires tus comodidades como si fueran duraderas. No las adores. No pienses en ellas como si las tuvieras de otra manera que no fuera como un préstamo, o como si tuvieras algún derecho sobre ellas. Da gracias a Dios por ellas; pero, debido a que pasarán tan pronto, no les des mucha importancia. No construyas tu nido en ninguno de estos árboles, porque todos están marcados para el hacha, y dentro de poco caerán todos.

2.- Ahora abordemos el segundo punto: MIRAR LAS COSAS QUE NO SE VEN. ¿Cómo podemos hacer eso?

Bueno, primero, imagínalos por medio de la fe. Creemos en la resurrección de los muertos, en el Juicio Final  y en la vida eterna, según la enseñanza de la palabra de Dios. Trata de verlos como hechos presentes. Algunos nunca lo harán. Te dirán que no podrían verlos aunque lo intentaran; pero eso es precisamente lo que nosotros, que hemos sido enseñados por Dios a mirar las cosas que no se ven, podemos discernir palpablemente. Oh, mirar más allá de la muerte a «la casa no hecha de manos, eterna, en los cielos». Te invito a que lo hagas, especialmente si tienes algunos seres queridos allí. ¿Los ves? ¿Escuchas su música? ¿Contemplas sus alegrías? ¿Vas a preocuparte más por ellos, después de haberte dado cuenta de su segura felicidad? Y dentro de poco vendrá la resurrección, y sonará la trompeta, y los muertos resucitarán. El mismo cuerpo sobre el cual lloraste, porque iba a ser entregado al gusano, se levantará en incomparable belleza a semejanza de su Señor. ¿No te secarás los ojos ahora y te someterás a la voluntad divina, porque ciertamente la esperanza de la bendita resurrección compensa la pérdida por la muerte?

El cristiano aprende a mirar estas cosas que no se ven con la vista, pero que sí se pueden ver con los ojos de la fe. ¿No es para ti, mi querido hermano en Cristo, un deleite ver a Dios? No me gustaría ir a ningún lugar donde no pudiera ver a mi Dios. Sin embargo, no se le ve. ¿No es una cosa deliciosa mirar hacia el cielo que está arriba, hacia la ciudad de los Bienaventurados? Cuando el Señor satisface nuestra fe con la visión de ese gozo eterno, y algunos de nosotros hemos sabido lo que es, ha sido demasiado para nuestra débil capacidad. Podemos reír en sueños cuando soñamos con el cielo, y podemos sentarnos en medio del dolor y la tristeza y sentir, como si no pudiéramos sentir más alegría de la que poseemos, porque nuestras almas han mirado los pináculos del palacio de nuestro Padre, y han visto el resplandor brillante de los doce cimientos enjoyados de la ciudad eterna donde hay una casa, una corona y un arpa para cada uno. La pobre muchacha que regresa a casa de su iglesia, a su pequeña y triste habitación, se sentiría verdaderamente miserable si mirara el lado sombrío de su condición; pero ella dice: «Mi Señor está en esta habitación», y el lugar resplandece como si estuviera hecho de losas de oro. Se acomoda y comienza a pensar en el cielo que es suyo, y se ve a sí misma como la hija de un rey, una verdadera princesa, porque posee en el mundo de la gloria, una corona que ninguna cabeza puede llevar sino la suya, y hay una mansión provista para ella que nadie puede alquilar sino ella misma; Feliz, por lo tanto, bien puede ser. ¡Oh, amados amigos!, aprended a mirar estas cosas con intenso deleite, porque ahora son nuestras en arrendamiento, y pronto serán nuestras en posesión.

Mira las cosas que no se ven, porque son eternas. El otro día me encontré con una situación que me impresionó poderosamente: Si un hombre no tuviera peor dolor que el dolor de muelas, si supiera que duraría para siempre, desearía morir para poder escapar de él. Cuando tenemos que soportar un dolor agudo por un momento, comenzamos a clamar por alivio, y nos resulta difícil estar tranquilos, pero si cualquier dolor durara eternamente, ¡el horror de tal expectativa sería incluso ahora abrumador! Con el terrible pensamiento de la eternidad te imploro que te asegures de que tu salvación esté asegurada de inmediato. Escapa por tu vida, amigo mío, y no mires detrás de ti, porque a menos que escapes a tiempo, tu destino estará sellado por los siglos de los siglos. Aquellas cosas que no se ven son eternas, y el infierno es una de ellas. A menos que escapes ahora por la fe en Jesucristo, nunca escaparás. Por lo tanto, el perdón debe solicitarse de inmediato.

Al mirar las cosas que no se ven, Pablo sin duda quiso decir que las miraba con esperanza. A su modo de ver, la cosecha estaba madura y estaba ansioso por recogerla. Invito a todos los creyentes a buscar con ardiente esperanza las cosas que son eternas. Anhela la brillante aparición del Señor. Anhela tu traslado a la ciudad de gloria. Espéralo, está en camino. Puede que estés mucho más cerca de lo que crees. Es posible que estés en el cielo antes del próximo año; De hecho, es posible que estés allí antes de mañana por la mañana. La luz de la tierra se está desvaneciendo. Querido amigo, mira hacia el cielo. Mira hacia las cosas eternas. Procura mirar hacia tu futuro hogar. Si hay algún joven aquí que no tenga veintiún años, y sepa que cuando llegue a la mayoría de edad va a ser caballero de un monarca, dueño de un parque y gozar de una rica herencia, me veré obligado a decir que a menudo se ha adelantado al tiempo porque está seguro de su título. Si alguno de ustedes tuviera una herencia de una gran propiedad, se iría esta misma semana a echarle un vistazo. A uno le gusta echarle un vistazo a lo suyo propio: Cristiano, asegúrate de inspeccionar tu propia posesión en los cielos. Lee mucho la Palabra de Dios, que te habla de tu herencia futura. Dite a tí mismo: «Todo esto es mío, ¿por qué no he de empezar a disfrutarlo?

La salvación prometida por el Señor Jesucristo, la alcanzaremos por nuestra fe y por la Gracia de Dios, nunca solamente por nuestras obras.

Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Romanos 5, 1

Creer o no creer, esa es una gran decisión, que cada ser humano tiene el absoluto poder de tomar de acuerdo a su propia voluntad, y por eso precisamente, nadie en el mundo puede impedir que cada uno de nosotros pueda escoger libremente en qué creer y en que no. La fe es una facultad espiritual exclusiva del ser humano, así como son igualmente el amor y la esperanza. Esas son las facultades del alma humana, que el cristianismo considera como las tres virtudes cardinales, porque son indispensables para ser capaces de creer, amar y esperar en Dios y de relacionarnos directamente con Él.

Creer en cualquier persona o cualquier cosa material conocida es muy fácil, pero creer de verdad en Dios, en Jesucristo y en el mundo espiritual invisible e imperceptible, no lo es en estos tiempos en que predominan el materialismo, el culto a la tecnología y el consumismo en el mundo. De esa situación, los creyentes cristianos debemos estar conscientes. Por eso, también debemos sentirnos contentos y muy agradecidos con Dios por su Gracia y Misericordia hacia nosotros.

En el transcurso de mi vida como creyente, he logrado aprender el significado de la frase bíblica que dice: adorar en espíritu y en verdad (Juan 4, 24). Creer en Dios en espíritu y en verdad, es exactamente la manera profunda y firme, de cómo los niños pequeños creen en sus padres. Ellos creen de verdad y con toda su alma en su mamá y su papá. De esa misma manera, podríamos los cristianos permitirnos creer en Dios y en Jesucristo, así como creímos a nuestros padres cuando fuimos niños. Esa manera de creer en Dios, la he llamado creer con alma de niño, de ese niño que una vez fuimos y que todavía todos llevamos dentro. Por supuesto, esa manera de creer es un privilegio y una excepción que le otorgamos solamente a Dios Padre, a su Hijo Jesucristo y al Espíritu Santo. Todavía me sigue sorprendiendo el hecho, de que hoy en día exista gente que no creen en espíritu y verdad en Dios Todopoderoso y Creador del universo, pero llegan a creer ciegamente en otras personas comunes y pecadoras como: políticos, algunos pastores y sacerdotes corruptos, médicos, científicos, actores, cantantes, etc.
Así dice el SEÑOR: Maldito el hombre que en el hombre confía, y hace de la carne su fortaleza, y del SEÑOR se aparta su corazón. Jeremías 17, 5.

Aprendamos a confiar en Dios con toda nuestra alma y toda nuestra mente y no en nuestras obras o en las obras de otras personas. Muchos de los que no creen en el Señor Jesucristo y en su promesa de vida eterna en el Reino de los Cielos, deciden no creer, porque su mente considera la vida eterna algo imposible e irrealizable. Sin embargo, se olvidan de que para Dios no existe nada imposible, o peor aún tampoco creen en Dios como Creador del universo. Si Dios creó ese insignificante y repugnante insecto que se arrastra por la tierra y por las plantas, como es el gusano, al cual lo hizo capaz de convertirse en una pupa o crisálida, para después por medio de una singular metamorfosis, se pueda transformar en otro ser vivo como es una bella mariposa, que vuela graciosamente por los cielos. ¿Cómo no va haber podido Dios crear al ser humano, su criatura preferida, con un alma espiritual inmortal, la cual al morir el cuerpo, se dirigirá al Cielo para encontrarse con el Dios Padre y vivir allí una vida nueva y eterna?

En mi caso personal, he decidido creer en Dios con alma de niño, pero en los hombres y las mujeres creo con muchas reservas y restricciones, porque los seres humanos somos mentirosos por naturaleza, así fuimos creados y así somos. Además, en estos tiempos modernos en que el afán por el dinero y los medios de comunicación reinan en las sociedades de consumo, el uso de la mentira y la falsedad es aún peor y constante. En este mundo moderno lamentablemente todo es mentira y nada es verdad.

Dios es el creador y la fuente de la verdad. Asi lo afirmó el Señor Jesucristo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.” Juan 14, 6

¡Qué bueno es para nosotros, conocer al Dios que nos conoce y nos ama!

El título del Salmo 139 de David es: “Omnipresencia y omnisciencia de Dios”, y sus 6 versículos iniciales son los siguientes:

Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has escudriñado mi andar y mi reposo, y mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravillosos para mí; alto es, no lo puedo comprender.

Ese salmo lo leí por primera vez hace muy poco tiempo, y les digo con satisfacción y alegría, que el mensaje de este salmo me fascinó y su texto me conmovió, por la sublime descripción que hace David del grado de conocimiento y de cercanía, que tiene Dios con cada uno de nosotros. Les recomiendo que lo lean con reverencia e interés.

David en sus salmos confiesa de manera abierta y con abundantes detalles, su íntima relacion personal que mantuvo con Dios (Jehová), la cual muestra evidentemente, que David como siervo fiel fue escogido por el Dios Creador y Todopoderoso, para que le revelara al pueblo judio algunos de sus atributos, que eran muy poco conocidos en los tiempos del viejo Testamento.

Además, David tambien confiesa con humildad, que tal conocimiento de su vida por parte de Dios, no lo puede comprender, pero sin embargo lo cree con toda su alma, que es esa precisamente la actidud correcta de un creyente fervoroso. Ninguna mente humana es capaz de comprender jamás a Dios y sus cualidades. Ese es exactamente el habitual error que cometen los incrédulos y los ateos, quienes no consideran la presencia de Dios, y con ello, hacen desgraciar su propia alma.

Con la venida de Jesús al mundo como Hijo de Dios, hecho hombre, Dios revela por medio de Cristo Jesús ante la humanidad, sus gloriosos atributos eternos, como son: amor, perdón, misericordia, consuelo, bondad, verdad; y anuncia la suprema promesa de vida eterna para todas aquellas personas que crean en el Señor Jesucristo y lo acepten como su Salvador.

El apostol Juan en su primera epístola escribe lo siguiente sobre el amor de Dios:

Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 1. Juan 4, 7-10

El amor verdadero es de naturaleza espiritual por ser un don divino que proviene de Dios. El alma es la maravillosa fuente de donde surge el amor espiritual entre los seres humanos, el cual expresamos con el cuerpo por medio de actos y de palabras.
El sentimiento del amor espiritual se origina y brota del alma como un manantial, y como estímulo espiritual que es, el cuerpo lo manifiesta después a través de un comportamiento corporal. Imagínense algo así como una chispa o una llama espiritual, que anima y mueve al cuerpo a expresarlo con actos y palabras.

Las Sagradas Escrituras plasmadas en la Biblia, nos revelan y nos enseñan: la existencia de Dios, la existencia de las realidades espirituales, la existencia del alma o espíritu humano y la íntima relación de Dios con los hombres y mujeres.

La Palabra de Dios, sus enseñanzas y sus revelaciones es lo que hacen a la Biblia, la única referencia verdadera sobre el misterio del amor espiritual, que ha revelado a la humanidad algunas nociones y certidumbres sobre el amor en los seres humanos. Dios ha creado el amor, así como a los seres humanos con un espíritu y todo lo demás que existe en el universo.

Y el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios en el capítulo 13, que tiene como título “La preeminencia del amor”, escribe lo siguiente:

Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
1. Corintios 13, 1-3

Para conocer a Dios, lo mejor y más provechoso es leer su sagrada Palabra en la Biblia. Si te acercas a las verdades allí contenidas con fe y humildad, te sentirás conmovido de su fuerza espiritual, debido a que las Sagradas Escrituras poseen dos sentidos: el sentido espiritual oculto y el sentido exacto de la palabra.

La vida espiritual cristiana inspirada por el Espíritu Santo, es una vida dirigida por la fe, el amor, la esperanza, la paz interior y la humildad.

Y abriendo su boca los enseñaba con estas palabras: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Mateo 5, 2-3

Muchos creyentes cristianos seguramente se preguntarán: ¿cuál es el verdadero significado de la expresión: pobres en espíritu?
El patriarca de la iglesia cristiana San Agustín de Hipona, en su sermón sobre las Bienaventuranzas de Cristo afirma: Los pobres en espíritu no son los pobres en recursos, mas son los pobres en deseos (ambición). En efecto, el que es pobre en deseos, es una persona humilde, y Dios escucha los gemidos de los humildes y no desecha sus súplicas.

Agustín continúa con el siguiente comentario sobre lo que escribe el apóstol Pablo en su primera carta a Timoteo en relación a la gente rica: A los ricos de este siglo manda que no sean orgullosos (1. Timoteo 6,17): puesto que no existe algo en este mundo, que genere más orgullo en el ser humano que las riquezas, es por esa razón, que la persona rica orgullosa no posee, sino que es poseída por las riquezas.

Las grandes mayorías de los habitantes en todos los países del mundo, viven una vida simple y humilde, quienes según su cultura, sus tradiciones, sus posibilidades y sus ingresos, han aprendido conformarse con lo necesario, al habitar una vivienda simple y disponer de un empleo o una actividad productiva, que les permita comprar sólo lo necesario para alimentarse, vestirse y educarse.
Este es el estilo de vida más generalizado y mayoritario en el mundo, el cual es conocido como de subsistencia en los países en desarrollo.

En los países industrializados de muy alto consumo, han aparecido en la actualidad dos nuevos estilos de vida en clara oposición al consumo extremo, y como reacción al cambio climático y al deterioro del medio ambiente global: el frugalismo y el minimalismo, que consisten en reducir compras innecesarias y así reducir la contaminación ambiental. Estos nuevos movimientos sociales son el resultado de una nueva conciencia ecológica en la sociedad, debido a que las graves consecuencias del cambio climático se han hecho cada vez más evidentes y catastróficas.

El filósofo y teólogo holandés Erasmo de Rotterdam (1466-1536) en su obra “El elogio de la locura” en la que hace una interpretación de un segmento de la 1. Carta a los Corintios del apóstol Pablo, referido al grado de instrucción de la población y diferenciando entre sabios e incultos, dice lo siguiente: Dios escoge precisamente lo que el mundo tiene por ignorante y se gloría de haber ocultado a los sabios el misterio de la salvación y haberlo revelado a los incultos y a los pobres de espíritu. A esto corresponde el que en todo el Evangelio, Cristo critica a los fariseos, a los escribas y a los doctores de la ley, en tanto que protege a la multitud de analfabetos. Y se le ve deleitarse con los niños, mujeres y pescadores, del mismo modo que entre todos los animales, agradan más a Cristo, los que más se apartan de la astucia de la zorra. Por eso quiso cabalgar en asno, cuando, si hubiera querido, habría podido hacerlo sin peligro en el lomo de un león; por eso descendió el Espíritu Santo tomando forma de paloma, y no de águila; por eso las Sagradas Escrituras hablan constantemente de ciervos y corderos, y además, Jesús llama ovejas a aquellos destinados a la vida eterna, pues ningún otro animal hay más simple que éste.

Como ejemplo muy vergonzoso y lamentable de un creyente cristiano, quien se dejó poseer por las riquezas, la ambición, los honores y el poder; y quien tuvo una vida llena de lujos, grandeza y esplendor. Ese personaje a quien me refiero, fue nada más y nada menos que el Papa Julio II (1503-1510), conocido como el Papa Guerrero o Terrible.

Este señor que desempeñó el papel de Papa (o sustituto de Cristo en la tierra), en lugar de esforzarse por imitar la vida y el ejemplo del Señor Jesucristo, su amor puro, su paz, su doctrina y su humildad; para dedicarse en cuerpo y alma a los asuntos de la fe y la esperanza de vida eterna en la Iglesia cristiana, emprendió por lo contrario una guerra frontal contra Francia y guió personalmente varias batallas contra las ciudades de Bolonia y Venecia en el territorio italiano. Además, en lo personal era de mal carácter y un astuto manipulador, que no vacilaba en valerse de intrigas y traiciones dentro del vaticano, para lograr sus ambiciosos planes.
Estas son las bien conocidas consecuencias de los deseos de ambición y de poder, cuando un ser humano en su vida interior espiritual, no logra dominarlos por medio del ejercicio de la fe y la oración.

Algunos de ustedes posiblemente habrán leido y escuchado sobre las comunidades Amish (cristianos anabaptistas)  en el continente Americano, cuyos fundadores emigraron en el siglo 18 desde Europa, huyendo de la persecución furiosa de las iglesias tradicionales: la reformada y la cátolica; porque los consideraban una nueva secta cristiana rebelde. La primera comunidad de anabautistas Amish fue establecidad en los USA en el año 1740 en el estado de Pennsylvania.

La comunidad Amish fue fundada por el anabaptista de origen suizo llamado Jacobo Ammann, quien inspirado por varios versículos de la Biblia, en particular el siguiente versículo de la carta de Pablo a los Romanos: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12, 2; tomó la decisión de que lo mejor para poder vivir una vida cristiana humilde, sería separarse del mundo de la época y adoptar un estilo de vida simple y rústico, como es la vida agraria.

Debido a su definitiva decisión de no dejarse influenciar por la vida urbana mundana, incluyendo el progreso industrial y la tecnología desde principios del 1800, su estilo de vida, sus costumbres, sus vestimentas y su apariencia personal, se asemejan a la usanza y a la moda que existían hace más de 260 años, que es precísamente lo que impresiona tanto y llama la atención cuando uno visita sus comunidades y lo observa.
Las características generales de su estilo de vida son las siguientes: el uso de caballos y carruajes para el transporte local, el rechazo al uso de la electricidad de las líneas de servicios públicos, la prohibición de televisores y computadoras, el uso de algún tipo de vestimenta distintiva, el uso de barbas en los hombres, la educación formal finaliza en el octavo grado, se reunen en hogares para el culto cada dos domingos, sus líderes religiosos son laicos y viven en áreas rurales.

Sobre esta cultura Amish tan peculiar se podría decir, que ese ha sido el método y la manera de vivir escogidos voluntariamente por ellos, para ser capaces de vivir una vida cristiana simple, humilde y sin ambición; pero no aislados del mundo y detrás de altos muros como los monjes y las monjas, sino conviviendo y participando comercialmente con la sociedad moderna norteamericana.

Cualquiera podría pensar de manera justificada, que una comunidad que vive en esas condiciones, en el país más desarrollado y de mayor aplicación de tecnología y consumo en el mundo, no puede tener un futuro prometedor ni tampoco probalidades de que su población pueda crecer. Pues no es así, sorprendentemente la población total de todas las comunidades Amish en USA es de 378.000 personas en el 2023, y su población se ha estado duplicando desde el siglo pasado cada 20 años!

Poco después de haber leído por primera vez sobre la comunidad Amish, decidí en 2012 hacer un viaje expresamente a USA para visitar y verificar personalmente si todo lo que se decía sobre los Amish era verdad. Fuimos mi esposa y yo por varios días y nos hospedamos en una posada administrada por miembros de la comunidad, y pude comprobar que efectivamente, los Amish viven y trabajan como se acostumbraba a vivir hace 200 años.

Antes de finalizar estas referencias sobre los anabaptistas Amish, es más que merecido y justo reconocerles a todas las comunidades Amish en el continente Americano, que su decisión de apartarse del progreso económico y de la vida mundana, ha sido por un lado, seguramente positiva y favorable para poder vivir una vida espiritual cristiana con mucho menos tentaciones, ambiciones  y seducciones, que nosotros los que vivimos en las sociedades de consumo, y por el otro lado,  que su estilo de vida simple y ecológico, es indudablemente un modelo ejemplar que muestra y enseña al mundo, de que sí es posible vivir una vida plena y feliz, con mucho menos consumo y uso de tecnología en el siglo 21.

Entonces vinieron los discípulos, y le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra? Dejadlos: son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo. Mateo 15, 12 y 14

Para iniciar esta reflexión, les hago la siguiente pregunta: Tú, que puedes ver, ¿te dejarías guiar por un ciego? Seguro que no, verdad?
En esta escena, por supuesto Jesús habla en sentido figurado, al referirse como ciegos a los fariseos, porque tenían su entendimiento completamente ofuscado, es decir, eran ciegos espirituales. Con esta misma expresión se pueden designar a los ateos de forma adecuada.

El gremio de los científicos es considerado en estos tiempos modernos por los gobiernos y por la sociedad, como la nueva casta de “sacerdotes y consejeros”, que existió en la antigüedad, quienes cumplían la función de asesores y orientadores de los reyes y emperadores. Sin embargo, en esos tiempos eran todos efectivamente sacerdotes y eruditos de la Iglesia católica o de la Iglesia ortodoxa en Europa. Mientras que en la actualidad, la gran mayoría de los científicos son ateos, y por esa razón no aceptan que el universo fue creado por Dios, ni tampoco reconocen la existencia del alma humana.

Los astrofísicos y astrónomos modernos afirman que han resuelto el misterio del origen del universo, por medio de la teoría de la explosión cósmica o como la han llamado los mismos autores: “la teoría del Big Bang”.
En un artículo la revista National Geographic en español del 15/12/2022 lo describen así: “Según la teoría del Big Bang, hace unos 13.800 millones de años, el universo, concentrado en un ínfimo y a su vez infinitamente pequeño punto que albergaba toda la materia, explotó para después enfriarse a medida que se expandía”.

Al leer esta breve explicación de la teoría, cualquier persona que examine en detalle su contenido, puede percatarse de que es absurda y una vana ilusión, eso es simple palabrería que no dice nada. A mí me parece incluso una mediocre explicación infantil de un grupo de científicos, quienes intentan inútilmente revelar un misterio divino, el cual ninguna mente humana será capaz de descubrir jamás.

Para comenzar es conveniente recordar algo muy elemental y lógico: ningún objeto o cosa, vegetal, animal y ni mucho menos un ser humano con su alma, se pueden hacer así mismos, alguien tiene que haberlos creado. TODO en el universo, nuestro maravilloso y único planeta, la humanidad y la naturaleza, han sido creados por Dios. De eso no tengo la más mínima duda, y por eso afirmo, que esa teoría es simplemente una gran mentira y un vergonzoso disparate, consecuencia de algún momento de locura e irracionalidad de un grupo científicos, movidos solamente por su delírio de grandeza.

Esa ambición científica es muy antigua y ninguna de las grandes civilizaciones que existieron, quienes seguramente también intentaron revelar ese misterio, todas fracasaron. En la historia de la humanidad, la vanidad y el delirio de grandeza humanas siempre han conducido a algunos hombres a creerse que son unos semidioses.

Erasmo de Rotterdam, erudito y teólogo holandés que vivió en el siglo 16, escribió el libro titulado “El elogio a la locura”, una obra satírica e ingeniosa, cuyo objetivo fue criticar a la sociedad de la época, sin hacer excepciones en cuanto a clase social y en el que describe la necedad natural de los seres humanos en general, de una manera verdaderamente genial. A continuación leerán un extracto del capítulo 52 dedicado a los filósofos:

Después de estos vienen los filósofos, cuya barba y capa los hace venerables, los cuales se tienen por los únicos sabios y al resto de los mortales consideran sombras errantes. Con qué manso delirio construyen infinitos mundos, se entretienen en medir como a pulgadas y con un hilo al sol, la luna, las estrellas y los planetas; explican las causas del rayo, del viento, de los eclipses y de todos los demás fenómenos inexplicables, sin ninguna vacilación, como si fuesen secretarios del artífice del mundo y hubiesen acabado de llegar del consejo de los dioses. En tanto, la naturaleza se ríe en grande de ellos y de sus conjeturas, pues nada absolutamente saben con certeza, y buena prueba de ello son las disputas inenarrables que sostienen acerca de cada uno de los asuntos. Aunque nada sepan, creen saberlo todo y no se conocen a sí mismos, ni ven el hoyo abierto a sus pies, ni la roca evidente, sea a las veces porque son cegatos y otras porque tienen pájaros en la cabeza.

LAS HUELLAS DE DIOS EN LA CREACIÓN DEL MUNDO

En la carta del apóstol Pablo a los romanos dice lo siguiente:

Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y Divinidad, son claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas; así que no tienen excusa. Porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias; antes se envanecieron en sus discursos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios. Romanos 1, 20-22

La naturaleza creada por Dios en este mundo y de la que nosotros formamos parte, además de ser tan maravillosa, todos sus innumerables componentes se mantienen en una armonía tan asombrosa y en un equilibrio tan perfecto, que al observarla y contemplarla con interés, nos muestra claramente las huellas dejadas por Dios para la convicción de su amada Humanidad.

He seleccionado este tema controvertido, pero muy importante, para insistir en que como creyentes cristianos, no nos dejemos influenciar por la persistente propagación de mentiras y falsedades por parte de los medios de comunicación, al ellos sembrar dudas e incertidumbre sobre las Sagradas Escrituras.

La única verdad es la de Dios, creador Todopoderoso del universo, así como también autor y dueño absoluto de la verdad.

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