«Dejar la tierra de los moribundos, para despertar en el reino de los vivos eternos.» El destino eterno del alma humana.

Ésta es una de las diversas expresiones que el predicador inglés Charles H. Spurgeon utilizó para describir lo que la muerte significaba para él como cristiano creyente.

Me imagino que cada persona a su manera y en algún momento de su vida ha pensado en la muerte y que se ha hecho su propia concepción de la muerte. Como también debe haber gente, que el pensamiento acerca de la muerte nunca les ha pasado por la mente, o ven la muerte como algo tan lejano como si jamás hubiese de llegar.

Todos sabemos muy bien que vamos a morir algun dia, pero supongo que es por nuestro instinto natural de supervivencia, que suprimimos los pensamientos acerca de nuestra muerte.

Sin embargo, creo que con la edad entramos en una etapa de nuestras vidas en el que uno reflexiona más a menudo sobre su propia existencia, y afloran entonces los temas de la muerte y de nuestro destino más allá. Éste es el momento preciso e indicado, para traer a nuestra memoria la maravillosa esperanza de la vida eterna, a la cual estamos llamados todos aquellos que creen en el señor Jesucristo, y que esa realidad de la vida eterna la podemos comenzar a vivir desde ahora, en la medida en que tengamos puesta la mirada en esa meta eterna.  

Como yo me encuentro en esa fase de la vida, quisiera compartir algunas reflexiones y pensamientos muy inspiradores, esperando que les puedan servir de inspiración igualmente a ustedes.

Desde el mismo instante de nuestra concepción, los seres humanos recibimos de Dios el alma inmortal como constituyente de nuestra existencia, que se manifiesta en esa fuerza substancial y el propósito natural de vivir que todos poseemos, a la que los antiguos sabios llamaron el ánimo o aliento de vida.

Nuestro ser está formado entonces de dos dimensiones: el cuerpo (dimensión física) y el alma (dimensión espiritual).

Pero no debemos olvidar que desde el momento en que nacemos, por estar sujetos a la muerte física, empezamos tambien a morir, al activarse algo así como la cuenta regresiva de nuestro tiempo de vida en este mundo.

En su obra “Sueño del infierno” el escritor español Francisco de Quevedo (1580-1645) escribe “ …ningún hombre muere de repente, y de descuidado y de divertido sí. Cómo puede morir de repente, quien desde que nace ve que va corriendo por la vida y lleva consigo la muerte? ….. No os habeis de llamar, no, gente que murió de repente, sino gente que murió incrédula, de que podía morir así.”

Puesto que nuestro cuerpo dentro de poco tiempo va a ser incorporado en el suelo, para servir, en el mejor de los casos, de abono orgánico, y que tenemos un alma inmortal, lo mejor que podemos hacer es pensar bien dónde va a pasar la eternidad esa alma nuestra.

El tiempo es corto y la eternidad larga, es razonable que vivamos esta breve vida a la luz de la eternidad.

Nuestra alma vive en un cuerpo muy frágil y susceptible a enfermedades o accidentes, que pueden en cualquier momento perjudicar sus funciones vitales, pudiéndonos convertir en un instante en enfermos, o dicho de otra manera: en moribundos curables. Después de transcurrido los años y de haber consumido nuestro tiempo de vida, ya una vez viejos, nos convertiremos en moribundos incurables, para algún día, por causa de muerte, tener que dejar ésta tierra para despertarnos en el reino de los vivos.

Sí, esa es la buena nueva (el evangelio) que Jesucristo, nos trajo y predicó para toda la humanidad. Una nueva tan buena que nada lo puede igualar, la bendita nueva de que Dios descendió al hombre para que el hombre al morir pueda ascender al reino de Dios.

Por eso es que el cristiano que cree firmemente en su Redentor Jesucristo quien resucitó y vive para siempre, concibe la muerte como un amanecer, como el momento en que empieza a cumplirse esa gloriosa esperanza viva, basada en las promesas de vida eterna que fueron pronunciadas por el mismo Hijo de Dios:

Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos. Ustedes están muy equivocados.”  Marcos 12,27

«En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. » Juan 14, 2-3

Por lo tanto, para los cristianos creyentes la muerte no es el ocaso, ni mucho menos el final, sino el comienzo de la verdadera vida, la vida eterna.

San Agustín llamaba gran pensamiento al pensamiento de la eternidad. A la luz de este gran pensamiento, los santos miraban los tesoros y grandezas de la tierra como si fueran paja, fango, humo, basura.

Este pensamiento ha comunicado valor indomable y fortaleza a innumerables mártires para soportar con gran firmeza los sacrificios a que fueron expuestos.

En su escrito “Idea de la muerte” el filósofo tomista Manuel García Morente (1886-1942) dice: el hombre que en la muerte vea el comienzo de la vida eterna, de la verdadera vida, tendrá que considerar esta vida humana terrestre -la vida biológica que la muerte suprime- como un mero tránsito o paso o preparación efímera para la otra vida decisiva y eterna.

Dichosa el alma que vive siempre con la mira puesta en la Eternidad, dice San Pablo, vive de la fe, de esa fe que conserva a los justos en la gracia y amistad de Dios; de esa fe que infunde la vida en las almas, desprendiéndolas de los afectos terrenos y poniéndoles siempre a la vista los bienes eternos que Dios tiene preparados para los que le aman.

El tránsito de la vida terrenal a la existencia eterna del ser humano, lo explica Dante Alighieri en uno de los versos de Canto del purgatorio en su obra “la divina comedia” con la siguiente alegoría: ¿No os dais cuenta de que somos gusanos nacidos para formar la angélica mariposa que dirige su vuelo sin impedimento hacia la Justicia de Dios?   

Deseo terminar con una preciosa reflexión de Charles H. Spurgeon, autor de la frase que hace de título de ésta reflexión, quien tenía un talento extraordinario para imaginar y describir escenas muy ilustrativas de lo que podría ser la vida celestial, las cuales nos pueden ayudar a figurarnos la vida eterna que nos espera después de morir.

«Las cosas que no se ven..» 2. Corintios 4:18

Es bueno que la mayor parte del tiempo de nuestra peregrinación, estemos mirando hacia adelante. Más allá está la corona, más allá, la gloria. El futuro debe ser, al fin y al cabo, el gran objeto de la fe, pues él nos trae esperanza, nos comunica gozo, nos consuela e inspira nuestro amor. Al mirar hacia el futuro, vemos eliminado el mal, vemos deshecho el cuerpo del pecado y de la muerte y al alma gozando de perfección y puesta en condiciones de participar de la herencia de los santos en luz. Mirando aún más allá, el iluminado ojo del creyente puede ver cruzado el río de la muerte, vadeado el sombrío arroyo, y alcanzadas las montañas de luz donde está la ciudad celestial. El creyente se ve a sí mismo entrando por las puertas de perla, aclamado como más que vencedor, coronado por las manos de Cristo, abrazado por Jesús y sentado con Él en su trono, así como Él ha vencido y se ha sentado con su Padre en su trono. La meditación en este futuro puede disipar la noche del pasado y la niebla del presente. Las alegrías del cielo compensarán las tristezas de la tierra. ¡Afuera mis temores! La vida en este mundo es corta; pronto la acabaré. ¡Afuera mis dudas! La muerte es sólo un pequeño arroyo; pronto lo cruzaré. ¡Cuán corto es el tiempo! ¡Cuán larga la eternidad! ¡Cuán breve es la muerte, cuán infinita es la inmortalidad! Me parece estar ahora mismo comiendo de los racimos de Escol y bebiendo del manantial que está del otro lado de la puerta. ¡El viaje es tan corto…! ¡Pronto estaré allí!

INTRODUCCIÓN A LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA PARA NIÑOS

Guía concebida para las madres y las maestras de escuela dominical para niños, con el fin de enseñar los conceptos básicos de la espiritualidad cristiana, con un lenguaje simple y comprensible.

DIOS ESTÁ EN TODAS PARTES, PERO CONTIGO ESTÁ SIEMPRE

1.- ¿Quién es Dios?

Dios es un ser espiritual e invisible, Todopoderoso y creador de nosotros, de la tierra donde vivimos y del universo.

DIOS SE PERCIBE Y SE NOTA EN TODO LO QUE VEMOS EN LA NATURALEZA

Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Salmo 100, 3

Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y Divinidad, son claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas; así que no tienen excusa. Romanos 1, 20

Dios es el Creador de todo lo que hay y vemos aquí en la tierra donde vivimos, y también del universo que está arriba, más allá de las nubes, donde se encuentran las estrellas, el sol, los planetas y cuerpos celestes.
Él hizo a los seres humanos, los animales, los árboles y las plantas, el aire que respiras, el agua que bebemos y el agua de los mares y rios, los vegetales, las frutas y la flores, las aves y pájaros que vuelan, los peces, es decir:TODO lo que hay en este mundo!

En la naturaleza es todo perfecto, no falta nada ni sobra nada, todas las creaturas (los animales y los árboles) y todos los elementos naturales (la luz del sol, el agua, los vientos, las lluvias, el día y la noche) están en equilibrio perfecto.

Dios es invisible porque él es espiritual, y por esa razón, puede estar en todas partes al mismo tiempo. Dios gobierna y dirige, como un director de orquesta, todo lo que sucede en el mundo y en el universo.

EL VIENTO COMO IMAGEN DE DIOS (El soplo divino, como imagen para representar a Dios a los niños)

El aire es invisible, pero se hace visible y se siente cuando sopla el viento en el cuerpo o cuando hace mover las hojas y las ramas de los árboles. El viento también causa y hace mover las olas del mar.

El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Juan 3, 8

Ciertamente espíritu hay en el hombre, Y el soplo del Omnipotente le hace que entienda. Job 32, 8

EL ALIENTO DE VIDA O VIGOR DEL ÁNIMO COMO IMAGEN DEL ESPÍRITU O ALMA HUMANA

Formó, pues, El SEÑOR Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un alma viviente. Génesis 2, 7

Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. Juan 20, 22

Dios observa TODO lo que hacemos y en especial lo que pensamos y sentimos en nuestra alma invisible, que está escondida dentro de nuestro cuerpo.

2.- El alma o espíritu humano que está dentro de nuestro cuerpo

EL HOMBRE EXTERIOR COMO IMAGEN DEL CUERPO VISIBLE Y EL HOMBRE INTERIOR COMO IMAGEN DEL ALMA INVISIBLE

Por tanto, no desmayamos: antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior empero se renueva de día en día. 2. Corintios 4, 16

Los humanos somos seres compuestos, que estamos hechos de un cuerpo de carne que podemos ver y tocar, y un alma espiritual que no podemos ver, pero sí podemos sentir.

El alma espiritual es inmortal y fue creada por Dios para vivir eternamente.

El alma gobierna y dirige, por medio de los pensamientos, la voluntad y sentimientos, las acciones del cuerpo.

¿DE QUÉ ESTAMOS COMPUESTOS LOS SERES HUMANOS?

  • Los humanos estamos compuestos de un cuerpo de carne y de un alma o espíritu
  • El cuerpo es como el de los animales y posee varios instintos naturales 
  • El alma que nos fue dada por Dios es de naturaleza espiritual, y por lo tanto, es completamente diferente a la naturaleza del cuerpo.
  • En el alma están nuestras facultades espirituales, como: el intelecto, la conciencia, la voluntad, el amor, la fe, la esperanza, el perdón, la bondad, la misericordia, arrepentimiento, orgullo, vanidad, benignidad, templanza, reconciliación, etc.
  • El alma le da vida al cuerpo, gobierna y dirige todo lo que hace nuestro cuerpo de carne, así como la flauta de madera que suena, únicamente cuando soplamos aire dentro de ella.

Los humanos por estar constituidos de un cuerpo y un alma espiritual, tenemos dos tipos diferentes de necesidades:

  • El cuerpo de carne por sus instintos naturales, busca satisfacer sus necesidades biológicas: respirar, beber, comer, dormir, reproducirse (hacer el sexo), caminar, abrigo, seguridad, techo, trabajo, salud,  etc.
  • Las necesidades espirituales del alma son: amar a las personas y ser amado, amar a Dios, confiar en Él y esperar la vida eterna en el Reino de los Cielos, dónde viviremos después de la muerte junto con el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, quien vino al mundo y se hizo hombre, para traernos la BUENA NUEVA  El Evangelio, de su promesa de vida eterna en el Reino de los Cielos y traernos el perdón de nuestros pecados y la expiación de nuestras culpas mediante su sacrificio en la Cruz del Calvario.

LA VOZ DEL ALMA

El alma que vive dentro de nuestro cuerpo, nos habla y nos da consejos muy importantes para la vida. A esa parte del alma se le llama: la conciencia.
La conciencia nos guía siempre y nos enseña lo que está bien y está mal. Cuando hacemos o decimos algo que no está bien, nos hace sentir culpa y arrepentidos, para que no lo volvamos hacer.

Nuestra alma es nuestro mejor amigo y siempre nos acompaña de día y de noche.
Por eso podemos conversar en silencio con ella, en cualquier momento que lo deseemos.

DIOS ES AMOR

Dios es el autor y creador del amor

El amor es la capacidad espiritual más importante y excelente de las personas, porque te llena de auténtica felicidad y le da sentido y propósito a tu vida.

Si haces todo por amor, serás una persona feliz y satisfecha de la vida.

“Ama y haz lo que quieras: si callas, calla por amor; si gritas, grita por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”. San Agustín de Hipona

EL AMOR VERDADERO ES ESPIRITUAL

El amor verdadero es de naturaleza espiritual por ser un don divino que proviene de Dios. El alma es la maravillosa fuente de donde surge el amor espiritual entre los seres humanos, el cual expresamos con el cuerpo por medio de actos y de palabras.

El amor es el don espiritual más importante y maravilloso con que Dios ha dotado al ser humano, por ser la facultad por excelencia que como energía adhesiva universal permite en toda la humanidad, que hombres, mujeres y niños seamos capaces de convivir en comunidades y de establecer relaciones personales permanentes en armonía.

El amor es una virtud espiritual del alma, que nos inspira, nos eleva, nos llena de bellos pensamientos y sentimientos, nos hace capaces de amar y unirnos con potentes lazos invisibles. Como fuerza espiritual que es, el amor nos impulsa a expresarlo exteriormente con ciertos gestos y comportamientos en nuestras relaciones amorosas.

Por ser el amor una fuerza mayor que está fuera del control de la persona, ha estado rodeado de un indescifrable misterio a lo largo de la historia de la humanidad, permaneciendo así hasta la actualidad, como un fenómeno incomprensible para la razón humana y la ciencia.

Nadie ha visto al amor ni nadie lo podrá ver jamás, porque el amor es invisible como los espíritus.

De nuestras cualidades espirituales, el amor es la más excelente y la más importante para poder vivir una vida plena y feliz. De allí deriva la gran relevancia que posee el amor para todo ser humano, desde su nacimiento hasta su muerte física y más allá.

LOS LAZOS ESPIRITUALES DE AMOR VERDADERO SON INVISIBLES Y ETERNOS.

Los lazos invisibles de cariño y amistad que nos unen y nos mantienen ligados a nuestros seres queridos, los sentimos claramente en el alma, pero no los podemos ver. Esa capacidad del alma humana se conoce como intuición. Intuir es percibir íntimamente una verdad espiritual, como si se la estuviera viendo. Y eso es exactamente, lo que sucede con los lazos de amor.

Para nosotros como creyentes cristianos, es de suma importancia creer que el Dios eterno nos ha creado con un alma inmortal, con la clara intención de seguir amándonos después de la muerte inevitable de nuestro cuerpo. El Dios eterno y todopoderoso no es un Dios de cuerpos muertos, sino un Dios de almas vivas y eternas en el Reino de los Cielos.

El Señor se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto te soporté con misericordia.” Jeremías 31, 3

Al ser eterno Dios, su amor hacia nosotros es igualmente eterno, porque Él nos creó con un alma inmortal, la cual después de la muerte, seguirá viviendo eternamente. Si no tuviéramos dentro del cuerpo un alma inmortal, creada y destinada por Dios a vivir eternamente, no seríamos capaces de sentir el anhelo por un amor eterno, por un amor que dure para siempre. Es en el fondo de nuestra alma inmortal, donde nace ese amor eterno que podemos llegar a sentir por alguien y que deseamos que no termine nunca.

3.- El Espíritu Santo y su obra sobre las personas.

Nosotros podemos hablar directamente con Dios, cuando oramos en espíritu y en verdad. No hace falta en realidad ningún intermediario humano entre Jesucristo y nosotros, ya que para esa función y muchas más, Jesús envió al Espíritu Santo o “El Consolador” a este mundo terrenal, como una especie de compensación por Su ausencia física, para realizar las funciones que Él hubiera hecho, si hubiera permanecido entre nosotros.

El Espíritu de Dios entra en nuestra alma sin darnos cuenta, para guiarnos  y enseñarnos lo que más necesitamos y más nos conviene en nuestra vida diaria.

Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber. Juan 16, 13-14

Entre esas funciones está la de revelar la verdad de Dios. La presencia del Espíritu dentro de nosotros, nos permite comprender mejor la Palabra de Dios. Él es el guía fundamental, que va al lado de nosotros, mostrando el camino, abriendo el entendimiento y conduciendo nuestra vida espiritual. Él nos revela las realidades espirituales más importantes: la existencia de Dios, de nuestra alma y del Reino de los Cielos. Sin tal guía, estaríamos expuestos a dejarnos extraviar del camino que nos señaló el Senor Jesucristo. Una parte decisiva de la Verdad que Él revela, es lo que el mismo Jesús afirmo ser: Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mi.(Juan 14, 6)

De todos los dones dados por Dios a la humanidad, no hay uno más grande que la presencia del Espíritu Santo. El Espíritu tiene muchas funciones y actividades. Primero, Él obra en el alma de todos nosotros, de manera directa e imperceptible. Jesús le dijo a Sus discípulos que Él enviaría al Espíritu de Dios al mundo para “convencer al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio” (Juan 16, 8).

Otra función importante del Espiritu Santo es la de conceder los dones espirituales, que describe el apóstol Pablo en 1. Corintios 12, otorgados a los creyentes, para que podamos funcionar como el cuerpo de Cristo en el mundo.

El Espíritu Santo al obrar sobre los creyentes también produce frutos espirituales en nuestras vidas, como son: amor verdadero, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Estas no son las obras de la carne, la cual es incapaz de producir tales frutos espirituales, sino que es el producto de la presencia del Espíritu de Dios en nuestras almas.

El conocimiento de que el Espíritu Santo obra en nuestras vidas, de que Él ejerce todas estas funciones divinas, de que Él mora con nosotros para siempre y que nunca nos desamparará, es causa de gran gozo y consuelo para cualquier creyente cristiano.

4.- ¿Qué es espiritualidad?

Según el diccionario de la Lengua española, espiritualidad es naturaleza y condición de ser espiritual. Los seres humanos por poseer un espíritu o alma insuflado por Dios en la creación, somos en consecuencia de naturaleza espiritual. Pero como nuestra alma no se puede ver, porque se encuentra escondida dentro del cuerpo, no se habla ni se ha escrito mucho sobre ella. Por esa razón se puede afirmar con propiedad, que el alma ha permanecido entre la gran mayoría de la gente como la Ilustre Desconocida.

Para lograr vivir una vida con plenitud y en conformidad con nuestra condición de seres espirituales, tenemos primero que creer que nuestra alma existe, y luego, conocerla bien y constatar su origen divino.

¿QUÉ ES ESPIRITUALIDAD CRISTIANA?

La espiritualidad cristiana es el resultado de la Obra del Espíritu Santo sobre el creyente, como fuerza impulsora de su vida para seguir las enseñanzas de Cristo Jesús. San Pablo en su primera carta a los Corintios menciona el fundamento de la espiritualidad cristiana:

» Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios no ha dado. Nosotros no hablamos de estas cosas con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el Espíritu de Dios nos ha enseñado, expresándo en términos espirituales las realidades del Espíritu
1. Cor. 2, 12-13

Resumiendo, espiritualidad cristiana consiste en vivir bajo la acción y conducción del Espíritu Santo.

El supremo propósito de nuestra alma y su razón de ser es conducirnos a Dios en esta vida terrenal, y después de la muerte al Reino de los Cielos, según la gloriosa promesa de nuestro Señor Jesucristo.

Es increíble pero cierto: vivimos de espaldas a nuestra propia alma. El amor con que uno se ama a sí mismo es el amor de Dios.

Si no quieres que me muera, ¡Ay, ámame!” Así dice la estrofa de una canción romántica del compositor cubano Miguel Matamoros, donde le ruega con hambre de amor, el enamorado a su amada. Sin embargo, dándole rienda suelta a la imaginación y pensando en las tristezas de nuestra propia interioridad, podría también ser el ruego silencioso de un alma sedienta de amor, atención y reconocimento, que le hace al ser humano que la lleva dentro sí, quién por estar tan ocupado con los estímulos del mundo exterior, se haya estando olvidando de ella.

Aunque parece increíble que seamos capaces de olvidarnos de nosotros mismos, los estudiosos del alma y la mente humana han comprobado esa falta de conciencia de si mismo y de amor propio en los países occidentales. Y tambien lo confirmo yo por mi propia experiencia, puesto que durante mis primeros 60 años de vida, estuve dándole la espalda a mi alma, por la sencilla razón, que mis padres no me dijeron que poseemos un alma inmortal creada por Dios, así como tampoco me lo enseñaron en los colegios religiosos, donde recibí lecciones de catecismo. Si ese fue mi caso personal, qué se puede esperar de todas las personas que tuvieron una educación laica en escuelas públicas?

Debido a esa incomprensible omisión, he comenzado ha redactar una introducción a la espiritualidad cristiana para niños, para darles a conocer ese imprescindible fundamento de la fe cristiana.

Estamos tan pendientes de lo que sucede fuera de nosotros, y ponemos tanta atención a las cosas o personas que nos rodean, que descuidamos nuestro propio yo.

Vivir de espaldas a su propio ser y a su propia conciencia, es tan frecuente en el ser humano, que ya San Agustín, uno de los sabios más lúcidos y preclaros que ha existido, escribía hace más de 1500 años sobre el tema de nuestra interioridad lo siguiente:

No hay que tener miedo a entrar en el interior, lo problemático será no entrar porque nos convertimos en huéspedes en la propia casa, viviendo como desterrados en la patria; entrar en el interior es intentar reintegrarse desde dentro, porque es ahí donde se vive y se tienen los grandes ideales: «¿Por qué miras alrededor de ti y no vuelves los ojos adentro de ti? Mírate bien por dentro, no salgas fuera de ti mismo.

Recapacita; sé juez para ti en tu corazón. Procura que en lo secreto de tu aposento, en el fondo más íntimo de tu corazón, donde estás tú solo y Aquel que también ve, te desagrade allí la iniquidad para que agrades a Dios.”

En su obra Confesiones, San Agustín en medio de su fervorosa búsqueda de Dios, le confesaba su situación interior con ésta insólita expresión: “Tú estabas dentro de mí y yo fuera”

Pasamos tan poco tiempo con nosotros mismos en soledad, que algunos hemos aprendido a sentirnos como extraños en nuestro propio interior.

El conocernos a nosotros mismos nos resulta demasiado obvio, a pesar de que no tenemos la más mínima idea de quién somos y no sabemos con seguridad lo que desea nuestro propio corazón.

Nos hemos acostumbrado a responder automáticamente a los golpes del destino, sin preguntarnos sinceramente qué propósito tenemos en la vida, y qué es lo más importante para nosotros, interrogantes estas que nos llevarían necesariamente a sumergirnos en las profundas aguas de nuestro mundo interior, pero como no estamos interesados en ello, preferimos nadar en la superficie del mar de la vida, quedarnos en lo superfluo e intrascendente, donde sus permanentes olas y vaivenes nos hacen perder el rumbo, y nos van dirigiendo, sin darnos cuenta, a donde no queremos.

De allí que nos contentamos con conocer y saber más de lo demás, que de nosotros mismos.

Es necesario estar y vivir en armonía con tu propia conciencia, con tu ser íntimo, es decir, estar centrado en si mismo. Para lograrlo disponemos de la facultad de meditar, como cuando rezamos fervorosamente, para salir mentalmente del mundo que nos rodea y entrar en el fondo de nuestra interioridad, en la cámara secreta de nuestra alma.

San Agustín, el gran erudito del amor, nos aconseja en una forma sencilla y magistral sobre qué deberíamos de preferir, en el momento de elegir lo que para nosotros es digno de amar:

„Es verdad que también en esta vida la virtud no es otra cosa que amar aquello que se debe amar. Elegirlo es prudencia; no separarse de ello a pesar de las molestias es fortaleza; a pesar de los incentivos es templanza; a pesar de la soberbia es justicia. ¿Y qué hemos de elegir para amarlo con predilección, sino lo mejor que hallemos? Eso es Dios. Si en nuestro amor le anteponemos algo o lo igualamos con él, no sabemos amarnos a nosotros mismos, porque tanto mejor nos ha de ir cuanto más nos acerquemos a aquel que es el mejor de todos. Y vamos hacia él no con los pies, sino con el amor.”

Y son los buenos y malos amores los que hacen buenas o malas las costumbres”.

San Agustin comentando el mandamiento Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente; y amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,37-40), èl dice:

Así Dios nos dio a entender que el amor con que uno se ama a sí mismo es el amor de Dios. Hay que decir que se odia quien se ama de otra manera, pues se hace inicuo cuando se priva de la luz de la justicia, y se aparta del bien superior y mejor cuando se vuelve hacia los bienes míseros e inferiores, aunque sea hacia sí mismo. Entonces se realiza en él lo que fue escrito con verdad: “Quien ama la iniquidad odia su propia alma”.

Nadie, pues, se ama a sí mismo sino amando a Dios; por eso no era menester, al dar el precepto de amar a Dios, mandar al hombre que se amase a sí mismo, pues con amar a Dios se ama a sí mismo.

Como complemento de lo escrito sobre la obra de San Agustin, deseo agregar algunas frases del místico español Juan de la Cruz:, relacionadas con el alma en su poema Cántico Espiritual:

  • ¿Qué más quieres, oh alma, y qué más buscas fuera de ti, pues dentro de ti tienes tus riquezas, tus deleites, tu satisfacción, tu hartura y tu reino, que es tu Amado, a quien desea y busca tu alma?
  • El alma, hecha a imagen y semejanza de Dios, es la mejor huella que Dios dejó de sí en la creación.
  • Esta introspección o conocimiento de sí, es lo primero que tiene que hacer el alma para ir al conocimiento de Dios.
  • El alma no puede amarse ni amar a Dios sin conocerse a sí misma, sin constatar su origen divino.

Nuestra mesa está bien puesta y tiene opulencia de deliciosas comidas y abundantes manjares; y sin embargo, nuestras almas están hambrientas y sedientas de amor.

Es bueno y justo, estar atento al llamado de la voz interior del alma.

Entonces vinieron los discípulos, y le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra? Dejadlos: son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo. Mateo 15, 12 y 14

Para iniciar esta reflexión, les hago la siguiente pregunta: Tú, que puedes ver, ¿te dejarías guiar por un ciego? Seguro que no, verdad?
En esta escena, por supuesto Jesús habla en sentido figurado, al referirse como ciegos a los fariseos, porque tenían su entendimiento completamente ofuscado, es decir, eran ciegos espirituales. Con esta misma expresión se pueden designar a los ateos de forma adecuada.

El gremio de los científicos es considerado en estos tiempos modernos por los gobiernos y por la sociedad, como la nueva casta de “sacerdotes y consejeros”, que existió en la antigüedad, quienes cumplían la función de asesores y orientadores de los reyes y emperadores. Sin embargo, en esos tiempos eran todos efectivamente sacerdotes y eruditos de la Iglesia católica o de la Iglesia ortodoxa en Europa. Mientras que en la actualidad, la gran mayoría de los científicos son ateos, y por esa razón no aceptan que el universo fue creado por Dios, ni tampoco reconocen la existencia del alma humana.

Los astrofísicos y astrónomos modernos afirman que han resuelto el misterio del origen del universo, por medio de la teoría de la explosión cósmica o como la han llamado los mismos autores: “la teoría del Big Bang”.
En un artículo la revista National Geographic en español del 15/12/2022 lo describen así: “Según la teoría del Big Bang, hace unos 13.800 millones de años, el universo, concentrado en un ínfimo y a su vez infinitamente pequeño punto que albergaba toda la materia, explotó para después enfriarse a medida que se expandía”.

Al leer esta breve explicación de la teoría, cualquier persona que examine en detalle su contenido, puede percatarse de que es absurda y una vana ilusión, eso es simple palabrería que no dice nada. A mí me parece incluso una mediocre explicación infantil de un grupo de científicos, quienes intentan inútilmente revelar un misterio divino, el cual ninguna mente humana será capaz de descubrir jamás.

Para comenzar es conveniente recordar algo muy elemental y lógico: ningún objeto o cosa, vegetal, animal y ni mucho menos un ser humano con su alma, se pueden hacer así mismos, alguien tiene que haberlos creado. TODO en el universo, nuestro maravilloso y único planeta, la humanidad y la naturaleza, han sido creados por Dios. De eso no tengo la más mínima duda, y por eso afirmo, que esa teoría es simplemente una gran mentira y un vergonzoso disparate, consecuencia de algún momento de locura e irracionalidad de un grupo científicos, movidos solamente por su delírio de grandeza.

Esa ambición científica es muy antigua y ninguna de las grandes civilizaciones que existieron, quienes seguramente también intentaron revelar ese misterio, todas fracasaron. En la historia de la humanidad, la vanidad y el delirio de grandeza humanas siempre han conducido a algunos hombres a creerse que son unos semidioses.

Erasmo de Rotterdam, erudito y teólogo holandés que vivió en el siglo 16, escribió el libro titulado “El elogio a la locura”, una obra satírica e ingeniosa, cuyo objetivo fue criticar a la sociedad de la época, sin hacer excepciones en cuanto a clase social y en el que describe la necedad natural de los seres humanos en general, de una manera verdaderamente genial. A continuación leerán un extracto del capítulo 52 dedicado a los filósofos:

Después de estos vienen los filósofos, cuya barba y capa los hace venerables, los cuales se tienen por los únicos sabios y al resto de los mortales consideran sombras errantes. Con qué manso delirio construyen infinitos mundos, se entretienen en medir como a pulgadas y con un hilo al sol, la luna, las estrellas y los planetas; explican las causas del rayo, del viento, de los eclipses y de todos los demás fenómenos inexplicables, sin ninguna vacilación, como si fuesen secretarios del artífice del mundo y hubiesen acabado de llegar del consejo de los dioses. En tanto, la naturaleza se ríe en grande de ellos y de sus conjeturas, pues nada absolutamente saben con certeza, y buena prueba de ello son las disputas inenarrables que sostienen acerca de cada uno de los asuntos. Aunque nada sepan, creen saberlo todo y no se conocen a sí mismos, ni ven el hoyo abierto a sus pies, ni la roca evidente, sea a las veces porque son cegatos y otras porque tienen pájaros en la cabeza.

LAS HUELLAS DE DIOS EN LA CREACIÓN DEL MUNDO

En la carta del apóstol Pablo a los romanos dice lo siguiente:

Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y Divinidad, son claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas; así que no tienen excusa. Porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias; antes se envanecieron en sus discursos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios. Romanos 1, 20-22

La naturaleza creada por Dios en este mundo y de la que nosotros formamos parte, además de ser tan maravillosa, todos sus innumerables componentes se mantienen en una armonía tan asombrosa y en un equilibrio tan perfecto, que al observarla y contemplarla con interés, nos muestra claramente las huellas dejadas por Dios para la convicción de su amada Humanidad.

He seleccionado este tema controvertido, pero muy importante, para insistir en que como creyentes cristianos, no nos dejemos influenciar por la persistente propagación de mentiras y falsedades por parte de los medios de comunicación, al ellos sembrar dudas e incertidumbre sobre las Sagradas Escrituras.

La única verdad es la de Dios, creador Todopoderoso del universo, así como también autor y dueño absoluto de la verdad.