Las adversidades se perciben como penas terribles, cuando apartamos los ojos de la gran meta futura de vida eterna.

puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual, por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Hebreos 12, 2

En varias de sus cartas a las comunidades cristianas, el apóstol Pablo comparó esta vida terrenal llena de cargas, sudor y esfuerzo con una carrera de competición. Al hacer Pablo esa semejanza entre la vida y una competencia, resaltó la importancia de la recompensa o premio que reciben los ganadores al llegar a la meta o marca final de la prueba deportiva.
El premio es el motivo más efectivo para animar a las personas a participar en una competición, puesto que es una recompensa satisfactoria por el afán y el tiempo que se ha invertido en la preparación física para la carrera. Para el corredor, el premio entonces se convierte automáticamente en un anhelo, que lo impulsa a hacer todo lo posible por obtenerlo.

En la vida es igualmente necesario y muy importante, ponerse metas para alcanzar en el tiempo futuro, porque las metas le proporcionan sentido y propósito a nuestras vidas, en especial, en los tiempos de adversidades, sufrimientos y penas.

Algunos de ustedes se habrán enterado por la prensa del extraordinario caso de naufragio, que sufrieron dos pescadores en el año 2012 en el sur de México, quienes estuvieron a la deriva durante meses en una pequeña barca sin techo, sin agua ni comida, en el océano pacífico. El náufrago salvadoreño José Salvador Alvarenga describió a los periodistas, que había sido su gran anhelo por ver de nuevo a su única hija, lo que le salvó la vida ya que le dió la suficiente fuerza de voluntad para lograr soportar 14 meses perdido en la inmensidad y la soledad del mar. Su compañero de pesca Ezequiel Córdoba de 16 años, después de 4 meses a la deriva perdió la esperanza de sobrevivir y decidió de forma consciente dejar de comer y beber, para finalmente morir.

Por supuesto, este caso fue una situación muy extrema y excepcional, pero sirve perfectamente para ilustrar cómo una meta determinada, puede llenar de esperanza, vigor y fortaleza a una persona, aún en medio de las circunstancias más adversas.

Durante el transcurso de la vida, el destino nos presentará oportunidades de poner diversas metas temporales, las cuales para nosotros son imposible de prever con anticipación.

La única carrera de nuestra vida, que sabemos con seguridad en la que tendremos que participar en el futuro, es la muerte.
Para esta carrera, los creyentes cristianos hemos recibido el gran privilegio, por la Gracia de Dios y por la obra Redentora del Señor Jesucristo, de tener como meta y premio supremos: la vida eterna con Dios en el Reino de los Cielos.

Estimado lector, procura poner tus ojos en esta meta suprema, que Dios nos concede por su Gracia e inconmensurable Misericordia, así como mantener la mirada en ella, sobre todo cuando estés atravezando adversidades y aflicciones en tu vida cotidiana.

¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, mas sólo uno se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. 2. Timoteo 2, 5

Aférrate a Jesucristo y a su promesa de vida eterna, en vez de aferrarte a lo que es imposible para nosotros.

Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Jesús, mirándolos, les dijo: «Para los hombres eso es imposible, pero para Dios todo es posible.» Mateo 19, 25 y 26

Los creyentes cristianos sabemos muy bien que para Dios todo es posible, mientras que para los seres humanos no es así, porque fuimos creados con un cuerpo limitado, frágil y mortal. Sabemos también que el Señor Jesucristo, por ser el Hijo de Dios, resucitó a su amigo Lázaro en Betania y además, hizo muchas curaciones milagrosas, todas ellas con el propósito principal de demostrarle a todas las personas presentes, que Jesús era Dios hecho hombre y el Salvador, que el Pueblo judío esperaba.
Por medio de esos milagros, aquellos espectadores que lo rodeaban, pudieron ver y atestiguar que Jesús de Nazaret poseía el poder de Dios, pues lograba hacer lo que para ellos era totalmente imposible.

En la actualidad, en que la ciencia y la tecnología han avanzado tanto, la mayoría en nuestra sociedad moderna cree que, para el hombre ya no existe nada imposible y que todo problema tiene una solución. Pues, están muy equivocados! ¿Y saben por qué? Porque aceptan todo lo que propagan los medios de comunicación y la publicidad, pues creen ingenuamente que es la pura verdad, lo que ven en las pantallas y leen en las revistas. Eso es un gran error, lamentablemente.

La publicidad y los medios de comunicación son todos empresas comerciales, que como negocios están interesados solamente en ganar la mayor cantidad de dinero posible, y NO en decir la verdad sobre los temas que difunden. Hoy en día, ningún empresario puede ganar dinero diciendo la verdad. Ni siquiera los médicos, cuando desean curar a algún paciente, no siempre dicen la verdad, puesto que muchos de ellos están más interesados en sus propios beneficios económicos, que en el beneficio y la curación definitiva del paciente.

Todas las mujeres conocen seguramente las cremas y tratamientos faciales llamadas “anti-envejecimiento”. Esta palabra es un nuevo adjetivo creado por las agencias publicitarias, pero también es una gran mentira novedosa, puesto que es imposible detener el envejecimiento de la piel, por ser un proceso biológico natural que no se puede evitar.
En eso consiste precísamente el negocio de las agencias de publicidad: exagerar o inflar las cualidades de un producto, engañando al público, para aumentar las ventas de las empresas. Si las mujeres compran y usan esas cremas, es porque han creído en esos engaños, o dicho en otras palabras, se han aferrado a lo imposible. Y  después esas mismas mujeres, se darán cuenta de que con el transcurso del tiempo les seguirán apareciendo las arrugas en su cara y se pondrán más viejas.

En estos tiempos y en esta sociedad de consumo con tantos nuevos productos y tecnologías, que nos permiten disfrutar de un estilo de vida pleno de comodidades y facilidades materiales, la vida humana con toda la gama de sus experiencias y características naturales, sigue siendo exactamente la misma que vivieron los hombres y mujeres de la Antigüedad.
Entre las características naturales están: nacer, crecer, desarrollarse, envejecer y morir.
Y entre las experiencias naturales están las siguientes: placeres, sufrimientos, frustraciones, enfermedades, fracasos, éxitos, amor, odio, traición, rencor, paz, intranquilidad, desesperación, esperanza, fe, conflictos, guerras, hambre, abundancia, pobreza, riqueza, buena suerte, mala suerte, escasez, catástrofes naturales, amistad, enemistad, cansancio, preocupaciones, aflicción, fatiga, alegría, trabajo, descanso, soledad, depresión, algarabía, miedos, angustias, etc.

Como ustedes pueden ver, la vida interior espiritual con sus sentimientos, estados anímicos y vivencias ha sido, es y seguirá siendo la misma a través de los siglos.

La vida en este mundo ha sido comparada por grandes profetas y hombres de Dios de la Biblia, con la vida en el destierro o en el exilio, por lo dura, difícil, penosa, insuficiente y fatigosa que es la vida terrenal para todo ser humano, incluso ahora que vivimos con mucho más comodidades y tecnologías que antes.

La vida eterna en el Reino de los Cielos es la vida nueva, mejor y abundante que el Señor Jesucristo le ha prometido a toda persona que en ÉL cree y espera, al dejar este mundo. En vista de que muchos consideran que esa promesa divina es algo imposible, no la creen por esa razón. Pero ellos se olvidan de dos asuntos muy importantes: el primero: es que Dios es el creador de la Verdad y por eso NUNCA miente. El segundo: es que para Dios, el creador del Universo, TODO es posible.

Les aconsejo encarecidamente, que no crean en lo que difunden los medios de comunicación y su publicidad sobre los productos, ni tampoco en esa falsa ilusión de que el dinero abundante y la compra de productos y servicios que ofrecen, van a convertirlos a ustedes en personas “felices”.
Para los seres humanos, es imposible en este mundo ser felices de modo permanente. Podemos sí, tener momentos en que estamos contentos, satisfechos y alegres. Y nada más.

La anhelada felicidad plena y abundante es concedida únicamente por Dios y será en el Reino de los Cielos, cuando la recibiremos y podremos gozarla eternamente.   

Aférrate a Jesucristo, el Hijo de Dios que entregó su vida en Santo Sacrificio por toda la humanidad, para redimir los pecados y para salvar de pura Gracia las almas de todos aquellos, que confían y esperan en Él en espíritu y verdad.

Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.  Juan 11, 25

El amor al dinero corrompe y endurece el corazón humano.

Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se torturaron con muchos dolores. 1 Timoteo 6,10

Existe todavía en el imaginario de algunos pueblos, la creencia de que el dinero en abundancia y una buena educación, como lo han tenido las familias ricas y poderosas, convierte casi como por arte de magia, a los miembros de esas familias en mejores personas, más honorables, más dignas y más decentes. En épocas antiguas esa creencia fue impuesta por la misma clase gobernante aristócratica, y de ese mito se originaron las costumbres y las estrictas normas sociales, que reguló el trato sumiso y obediente en las relaciones personales entre la clase alta y la clase baja de las naciones.
Hoy en estos tiempos modernos, sabemos que esa creencia es falsa, puesto que en realidad, el amor al dinero pervierte al ser humano y lo induce a violar principios cristianos, la moral y las leyes.

La historia de la humanidad está llena de innumerables ejemplos y casos terribles, de cómo el amor a las riquezas convierte a aquellos seres humanos que se entregan en alma y cuerpo al dinero, en personas sin bondad, sin misericordia y sin compasión; es decir, en personas con un corazón de piedra!

Entre esos ejemplos están los siguientes:

  • Los reyes y monarcas, es decir, las personas mejor educadas, más honorables, más dignas y más decentes, quienes con inimaginables riquezas y lujos, no solo reinaron abusando de su poder a sus propios pueblos, sino que sobre todo mantuvieron a sus vasallos viviendo en la mayor miseria, durante siglos.
  • Durante y después de la conquista por parte de las monarquías europeas de muchos territorios de África y de todo el continente Americano, los reyes de esa época no vacilaron ni les tembló el pulso, cuando autorizaron el brutal y despiadado comercio de esclavos africanos, quienes fueron cazados como animales, atrapados y transportados en cadenas hacia las tierras del nuevo mundo americano, con el único propósito de ganar muchísimo dinero con mano de obra gratuita!
  • Un caso más reciente pero aun más aterrador, fue el exterminio de 6 millones de judíos ejecutado en campos de concentración de prisioneros, por el régimen Nazi dirigido por Adolf Hitler en Alemania durante la segunda guerra mundial entre 1939 y 1945. Una causa importante pero que se menciona poco, del por qué los Nazis tomaron la decisión de exterminar el pueblo de raza judía en Europa, fue la expropiación sistemática de los ahorros, activos y propiedades de todos los judíos deportados a los campos de concentración, los cuales se estiman en cientos de miles de millones de Marcos alemanes, que le sirvieron a los dirigentes nazis para financiar los gastos de la guerra y hacerse ricos.

Está más que comprobado que el amor al dinero, puede transformar al ser humano en una persona cruel e insensible, y hacerlo capaz de cualquier maldad e inmoralidad para lograr ganar mucho dinero. Esa es la razón, por la cual en la Palabra de Dios se encuentran tantas advertencias referentes al amor al dinero y a las riquezas, con el propósito de que los creyentes no nos dejemos seducir por la ambición de acumular tesoros.

En las iglesias cristianas se conocen muchos casos de pastores y predicadores, que lamentablemente se han convertido en adoradores del dinero y de la riqueza, los cuales con sus perversas intenciones, hipocresías y engaños, le están haciendo un daño enorme a sus ingenuos fieles principalmente y a la fe cristiana como religión. Es oportuno decir, que algunos de esos predicadores o “lobos vestidos de corderos” utilizan torcidos argumentos para justificar su amor al dinero, afirmando por ejemplo, que ser rico y próspero no es pecado. Pero resulta, que mucha gente rica y próspera acostumbra a cometer pecados graves, tratando de acumular aún más dinero. Así como éllos mismos lo hacen con su hipocresía y sus falsedades.

En esta sociedad de consumo en que vivimos y en estos tiempos en que todo gira alrededor de ganar y acumular dinero, es conveniente adquirir una actitud de prudencia en relación con el dinero, la cual consiste en considerar al dinero más bien como un mal necesario, y no como algo maravilloso e inofensivo que debemos adquirir sin falta y a toda costa. Esa actitud prudente en lo personal, me ha ayudado mucho a no extraviarme en la ambición y en el afán de ganar mucho más dinero del que necesito, y así poder llevar una vida modesta y sin lujos.

El gran Apóstol Pablo con la ayuda de la inspiración recibida por el Espíritu Santo y su gran sabiduría de la Palabra de Dios, logró describir magistralmente las negativas consecuencias del amor al dinero, al llamarlo: la raíz de todos los males.
Con esas 6 palabras, Pablo lo dijo todo y claramente sobre las desventajas del amor al dinero.

Y a mi no me queda más que decir: “El que tenga ojos, que vea”!