INTRODUCCIÓN A LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA PARA NIÑOS

Guía concebida para las madres y las maestras de escuela dominical para niños, con el fin de enseñar los conceptos básicos de la espiritualidad cristiana, con un lenguaje simple y comprensible.

DIOS ESTÁ EN TODAS PARTES, PERO CONTIGO ESTÁ SIEMPRE

1.- ¿Quién es Dios?

Dios es un ser espiritual e invisible, Todopoderoso y creador de nosotros, de la tierra donde vivimos y del universo.

DIOS SE PERCIBE Y SE NOTA EN TODO LO QUE VEMOS EN LA NATURALEZA

Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Salmo 100, 3

Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y Divinidad, son claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas; así que no tienen excusa. Romanos 1, 20

Dios es el Creador de todo lo que hay y vemos aquí en la tierra donde vivimos, y también del universo que está arriba, más allá de las nubes, donde se encuentran las estrellas, el sol, los planetas y cuerpos celestes.
Él hizo a los seres humanos, los animales, los árboles y las plantas, el aire que respiras, el agua que bebemos y el agua de los mares y rios, los vegetales, las frutas y la flores, las aves y pájaros que vuelan, los peces, es decir:TODO lo que hay en este mundo!

En la naturaleza es todo perfecto, no falta nada ni sobra nada, todas las creaturas (los animales y los árboles) y todos los elementos naturales (la luz del sol, el agua, los vientos, las lluvias, el día y la noche) están en equilibrio perfecto.

Dios es invisible porque él es espiritual, y por esa razón, puede estar en todas partes al mismo tiempo. Dios gobierna y dirige, como un director de orquesta, todo lo que sucede en el mundo y en el universo.

EL VIENTO COMO IMAGEN DE DIOS (El soplo divino, como imagen para representar a Dios a los niños)

El aire es invisible, pero se hace visible y se siente cuando sopla el viento en el cuerpo o cuando hace mover las hojas y las ramas de los árboles. El viento también causa y hace mover las olas del mar.

El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Juan 3, 8

Ciertamente espíritu hay en el hombre, Y el soplo del Omnipotente le hace que entienda. Job 32, 8

EL ALIENTO DE VIDA O VIGOR DEL ÁNIMO COMO IMAGEN DEL ESPÍRITU O ALMA HUMANA

Formó, pues, El SEÑOR Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un alma viviente. Génesis 2, 7

Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. Juan 20, 22

Dios observa TODO lo que hacemos y en especial lo que pensamos y sentimos en nuestra alma invisible, que está escondida dentro de nuestro cuerpo.

2.- El alma o espíritu humano que está dentro de nuestro cuerpo

EL HOMBRE EXTERIOR COMO IMAGEN DEL CUERPO VISIBLE Y EL HOMBRE INTERIOR COMO IMAGEN DEL ALMA INVISIBLE

Por tanto, no desmayamos: antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior empero se renueva de día en día. 2. Corintios 4, 16

Los humanos somos seres compuestos, que estamos hechos de un cuerpo de carne que podemos ver y tocar, y un alma espiritual que no podemos ver, pero sí podemos sentir.

El alma espiritual es inmortal y fue creada por Dios para vivir eternamente.

El alma gobierna y dirige, por medio de los pensamientos, la voluntad y sentimientos, las acciones del cuerpo.

¿DE QUÉ ESTAMOS COMPUESTOS LOS SERES HUMANOS?

  • Los humanos estamos compuestos de un cuerpo de carne y de un alma o espíritu
  • El cuerpo es como el de los animales y posee varios instintos naturales 
  • El alma que nos fue dada por Dios es de naturaleza espiritual, y por lo tanto, es completamente diferente a la naturaleza del cuerpo.
  • En el alma están nuestras facultades espirituales, como: el intelecto, la conciencia, la voluntad, el amor, la fe, la esperanza, el perdón, la bondad, la misericordia, arrepentimiento, orgullo, vanidad, benignidad, templanza, reconciliación, etc.
  • El alma le da vida al cuerpo, gobierna y dirige todo lo que hace nuestro cuerpo de carne, así como la flauta de madera que suena, únicamente cuando soplamos aire dentro de ella.

Los humanos por estar constituidos de un cuerpo y un alma espiritual, tenemos dos tipos diferentes de necesidades:

  • El cuerpo de carne por sus instintos naturales, busca satisfacer sus necesidades biológicas: respirar, beber, comer, dormir, reproducirse (hacer el sexo), caminar, abrigo, seguridad, techo, trabajo, salud,  etc.
  • Las necesidades espirituales del alma son: amar a las personas y ser amado, amar a Dios, confiar en Él y esperar la vida eterna en el Reino de los Cielos, dónde viviremos después de la muerte junto con el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, quien vino al mundo y se hizo hombre, para traernos la BUENA NUEVA  El Evangelio, de su promesa de vida eterna en el Reino de los Cielos y traernos el perdón de nuestros pecados y la expiación de nuestras culpas mediante su sacrificio en la Cruz del Calvario.

LA VOZ DEL ALMA

El alma que vive dentro de nuestro cuerpo, nos habla y nos da consejos muy importantes para la vida. A esa parte del alma se le llama: la conciencia.
La conciencia nos guía siempre y nos enseña lo que está bien y está mal. Cuando hacemos o decimos algo que no está bien, nos hace sentir culpa y arrepentidos, para que no lo volvamos hacer.

Nuestra alma es nuestro mejor amigo y siempre nos acompaña de día y de noche.
Por eso podemos conversar en silencio con ella, en cualquier momento que lo deseemos.

DIOS ES AMOR

Dios es el autor y creador del amor

El amor es la capacidad espiritual más importante y excelente de las personas, porque te llena de auténtica felicidad y le da sentido y propósito a tu vida.

Si haces todo por amor, serás una persona feliz y satisfecha de la vida.

“Ama y haz lo que quieras: si callas, calla por amor; si gritas, grita por amor; si corriges, corrige por amor; si perdonas, perdona por amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”. San Agustín de Hipona

EL AMOR VERDADERO ES ESPIRITUAL

El amor verdadero es de naturaleza espiritual por ser un don divino que proviene de Dios. El alma es la maravillosa fuente de donde surge el amor espiritual entre los seres humanos, el cual expresamos con el cuerpo por medio de actos y de palabras.

El amor es el don espiritual más importante y maravilloso con que Dios ha dotado al ser humano, por ser la facultad por excelencia que como energía adhesiva universal permite en toda la humanidad, que hombres, mujeres y niños seamos capaces de convivir en comunidades y de establecer relaciones personales permanentes en armonía.

El amor es una virtud espiritual del alma, que nos inspira, nos eleva, nos llena de bellos pensamientos y sentimientos, nos hace capaces de amar y unirnos con potentes lazos invisibles. Como fuerza espiritual que es, el amor nos impulsa a expresarlo exteriormente con ciertos gestos y comportamientos en nuestras relaciones amorosas.

Por ser el amor una fuerza mayor que está fuera del control de la persona, ha estado rodeado de un indescifrable misterio a lo largo de la historia de la humanidad, permaneciendo así hasta la actualidad, como un fenómeno incomprensible para la razón humana y la ciencia.

Nadie ha visto al amor ni nadie lo podrá ver jamás, porque el amor es invisible como los espíritus.

De nuestras cualidades espirituales, el amor es la más excelente y la más importante para poder vivir una vida plena y feliz. De allí deriva la gran relevancia que posee el amor para todo ser humano, desde su nacimiento hasta su muerte física y más allá.

LOS LAZOS ESPIRITUALES DE AMOR VERDADERO SON INVISIBLES Y ETERNOS.

Los lazos invisibles de cariño y amistad que nos unen y nos mantienen ligados a nuestros seres queridos, los sentimos claramente en el alma, pero no los podemos ver. Esa capacidad del alma humana se conoce como intuición. Intuir es percibir íntimamente una verdad espiritual, como si se la estuviera viendo. Y eso es exactamente, lo que sucede con los lazos de amor.

Para nosotros como creyentes cristianos, es de suma importancia creer que el Dios eterno nos ha creado con un alma inmortal, con la clara intención de seguir amándonos después de la muerte inevitable de nuestro cuerpo. El Dios eterno y todopoderoso no es un Dios de cuerpos muertos, sino un Dios de almas vivas y eternas en el Reino de los Cielos.

El Señor se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto te soporté con misericordia.” Jeremías 31, 3

Al ser eterno Dios, su amor hacia nosotros es igualmente eterno, porque Él nos creó con un alma inmortal, la cual después de la muerte, seguirá viviendo eternamente. Si no tuviéramos dentro del cuerpo un alma inmortal, creada y destinada por Dios a vivir eternamente, no seríamos capaces de sentir el anhelo por un amor eterno, por un amor que dure para siempre. Es en el fondo de nuestra alma inmortal, donde nace ese amor eterno que podemos llegar a sentir por alguien y que deseamos que no termine nunca.

3.- El Espíritu Santo y su obra sobre las personas.

Nosotros podemos hablar directamente con Dios, cuando oramos en espíritu y en verdad. No hace falta en realidad ningún intermediario humano entre Jesucristo y nosotros, ya que para esa función y muchas más, Jesús envió al Espíritu Santo o “El Consolador” a este mundo terrenal, como una especie de compensación por Su ausencia física, para realizar las funciones que Él hubiera hecho, si hubiera permanecido entre nosotros.

El Espíritu de Dios entra en nuestra alma sin darnos cuenta, para guiarnos  y enseñarnos lo que más necesitamos y más nos conviene en nuestra vida diaria.

Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber. Juan 16, 13-14

Entre esas funciones está la de revelar la verdad de Dios. La presencia del Espíritu dentro de nosotros, nos permite comprender mejor la Palabra de Dios. Él es el guía fundamental, que va al lado de nosotros, mostrando el camino, abriendo el entendimiento y conduciendo nuestra vida espiritual. Él nos revela las realidades espirituales más importantes: la existencia de Dios, de nuestra alma y del Reino de los Cielos. Sin tal guía, estaríamos expuestos a dejarnos extraviar del camino que nos señaló el Senor Jesucristo. Una parte decisiva de la Verdad que Él revela, es lo que el mismo Jesús afirmo ser: Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mi.(Juan 14, 6)

De todos los dones dados por Dios a la humanidad, no hay uno más grande que la presencia del Espíritu Santo. El Espíritu tiene muchas funciones y actividades. Primero, Él obra en el alma de todos nosotros, de manera directa e imperceptible. Jesús le dijo a Sus discípulos que Él enviaría al Espíritu de Dios al mundo para “convencer al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio” (Juan 16, 8).

Otra función importante del Espiritu Santo es la de conceder los dones espirituales, que describe el apóstol Pablo en 1. Corintios 12, otorgados a los creyentes, para que podamos funcionar como el cuerpo de Cristo en el mundo.

El Espíritu Santo al obrar sobre los creyentes también produce frutos espirituales en nuestras vidas, como son: amor verdadero, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Estas no son las obras de la carne, la cual es incapaz de producir tales frutos espirituales, sino que es el producto de la presencia del Espíritu de Dios en nuestras almas.

El conocimiento de que el Espíritu Santo obra en nuestras vidas, de que Él ejerce todas estas funciones divinas, de que Él mora con nosotros para siempre y que nunca nos desamparará, es causa de gran gozo y consuelo para cualquier creyente cristiano.

4.- ¿Qué es espiritualidad?

Según el diccionario de la Lengua española, espiritualidad es naturaleza y condición de ser espiritual. Los seres humanos por poseer un espíritu o alma insuflado por Dios en la creación, somos en consecuencia de naturaleza espiritual. Pero como nuestra alma no se puede ver, porque se encuentra escondida dentro del cuerpo, no se habla ni se ha escrito mucho sobre ella. Por esa razón se puede afirmar con propiedad, que el alma ha permanecido entre la gran mayoría de la gente como la Ilustre Desconocida.

Para lograr vivir una vida con plenitud y en conformidad con nuestra condición de seres espirituales, tenemos primero que creer que nuestra alma existe, y luego, conocerla bien y constatar su origen divino.

¿QUÉ ES ESPIRITUALIDAD CRISTIANA?

La espiritualidad cristiana es el resultado de la Obra del Espíritu Santo sobre el creyente, como fuerza impulsora de su vida para seguir las enseñanzas de Cristo Jesús. San Pablo en su primera carta a los Corintios menciona el fundamento de la espiritualidad cristiana:

» Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que reconozcamos los dones gratuitos que Dios no ha dado. Nosotros no hablamos de estas cosas con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino con el lenguaje que el Espíritu de Dios nos ha enseñado, expresándo en términos espirituales las realidades del Espíritu
1. Cor. 2, 12-13

Resumiendo, espiritualidad cristiana consiste en vivir bajo la acción y conducción del Espíritu Santo.

El supremo propósito de nuestra alma y su razón de ser es conducirnos a Dios en esta vida terrenal, y después de la muerte al Reino de los Cielos, según la gloriosa promesa de nuestro Señor Jesucristo.

Dios es una gran realidad espiritual que la ciencia no quiere reconocer, por esa razón, los científicos se han hecho impotentes para resolver los principales interrogantes de la existencia humana.

Porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias; antes se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Romanos 1, 21

El célebre físico Albert Einstein, creía que la ciencia era incapaz sin la religión y que la religión era ciega sin la ciencia.
En lo personal estoy muy de acuerdo con esa opinión, incluso, creo que en lo referente a los estudios sobre la existencia del ser humano, es donde la ciencia moderna ha sido más incapaz en explicar la realidad humana, por haber excluido de sus consideraciones al alma espiritual, que es nuestro componente esencial, puesto que sin alma, seríamos sencillamente unos monos desnudos y viviríamos sin ropa en los árboles.

Parece increible pero es la verdad, la ciencia moderna NO conoce la realidad del ser humano en su totalidad, porque no sabe cómo funcionan la conciencia, la mente humana ni las virtudes espirituales más importantes como son la fe, el amor y la esperanza; es decir, que en realidad no sabe quiénes somos!
Precísamente, esas características tan fundamentales del ser humano, la ciencia misma ha decidido ignorarlas, al no querer tomar en cuenta el alma espiritual como un factor real e indiscutible, que determina y gobierna todos esos aspectos del hombre y la mujer, convirtiéndose así nuestra dimensión espiritual para la ciencia, en un tema tabú o prohibido, el cual los científicos se abstienen de mencionar en sus publicaciones, para no quedar mal ante la sociedad.

La ciencia y muchas de sus afirmaciones hay que considerarlas con reserva, porque en muchos casos su objetivo principal es más bien, tratar de satisfacer el deseo del público de comprender racionalmente algo de la realidad, que revelar la verdad.

Por ejemplo, todos hemos aprendido en la escuela la teoría de la evolución descrita por Charles Darwin, con la que afirman que el ser humano desciende de los monos.
Como cristiano nunca he creído esa explicación, porque la considero una gran mentira, pero supongo que para la gran mayoría de los estudiantes, esa teoría es intelectualmente satisfactoria y por eso la aceptan como factible.

En la antigüedad los sabios y eruditos para explicar la realidad de la vida, consideraban todos los factores y aspectos conocidos incluyendo por supuesto lo espiritual o sobrenatural, porque analizaban todo en su conjunto y estaban conscientes de sus propias limitaciones. Sócrates, uno de los más grandes sabios griegos dijo la frase “yo solo sé que no sé nada”; manifestando así con mucha humildad su ignorancia, ya que ningún ser humano es capaz de saberlo todo absolutamente.

En la actualidad, los científicos no muestran en absoluto ninguna humildad ni modestia personal, sino todo lo contrario, por ejemplo: un grupo internacional de científicos están investigando desde hace muchos años, nada más y nada menos, que el origen del universo infinito y eterno. Este proyecto es el resultado de la excesiva vanidad de unos pocos hombres: creerse más sabios, inteligentes y capacitados que Dios el Creador!
Imagínense: Unos seres humanos finitos y mortales, tratando de averiguar el origen del universo y comprobar si el universo es infinito. ¡Qué locura!

Este es un ejemplo emblemático de lo que se conoce con el término de causa perdida, es decir: luchar por alcanzar un objetivo, que está condenado de antemano al fracaso.

Y así se cumple lo que dice el apóstol Pablo en el versículo de Romanos 1, 21 sobre los hombres que como estos científicos modernos, quienes por ignorar a Dios y su mundo espiritual se han extraviado en absurdos razonamientos, que los conducirán inevitablemente a desperdiciar su tiempo y miles de millones de dólares.

Lo más lamentable de esto es la pérdida de enormes cantidades de dinero, que muy bien se podrían invertir en solucionar tantos problemas urgentes e importantes para toda la humanidad, como son: la contaminación del planeta, combatir nuevas enfermedades y reducir el calentamiento del clima mundial.

¡Le han secuestrado el Niño Jesús a la Navidad!

Panaderia Greggs en InglaterraAlmanaque de la panadería Greggs en Inglaterra

Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Isaías 9, 6

La celebración de la Navidad y su significado para los creyentes cristianos han sido sustituidos por la vanidad, el consumo y el comercio.
La vanidad de depositar nuestra confianza exclusivamente en las cosas materiales (regalos) y de aferrarnos a éllas, mientras olvidamos meditar en Dios y en lo breve y transitoria que es nuestra vida en este mundo.

En la Navidad no se celebra una FECHA, la del 25 de diciembre, sino un gran ACONTECIMIENTO, que fue el nacimiento del Señor Jesucristo, el Mesías Salvador enviado al mundo por Dios, para anunciar a toda la Humanidad la Buena Nueva de que después de la muerte, nos espera una vida eterna en el Reino de Dios.
No debería ser tampoco la fiesta de cumpleaños a la inversa en que se ha convertido la Navidad hoy en día, en la cual solamente los invitados son los que reciben los regalos, y al Niño Jesús el homenajeado, no se le da ningún obsequio y ni siquiera lo mencionan.

Uno se pone a reflexionar sobre el sentido de la vida en nuestra sociedad de consumo y a veces se pregunta: ¿He nacido yo para vivir comprando y consumiendo día y noche en supermercados, restaurantes y centros comerciales?
Yo considero que no. No somos animales de engorde, pero me temo que debido a nuestro estilo de vida como consumidores empedernidos, nos estamos pareciendo cada vez más a ellos.

El comercio y los comerciantes son los mayores responsables de la progresiva adulteración de la celebración de la Navidad. Ellos por su desmedido afán por alcanzar mayores ventas y mayores ganancias de dinero, han desvirtuado deliberadamente el significado religioso de la Navidad.
Hasta hace unos 60 años, todavía se respetaba el valor de las tradiciones cristianas y los comerciantes de aquella época, actuaban con moderación y consideración en sus campañas de publicidad y ventas en la época navideña. El respeto y la consideración de los comerciantes por la tradición, se les acabó desde hace ya mucho tiempo.

La foto que acompaña esta reflexión muestra hasta donde llega el atrevimiento y la insolencia de los comerciantes por su ambición de ganar más dinero en tiempos de Navidad: la empresa inglesa de panaderías Greggs publicó el mes pasado, un almanaque navideño con una escena del pesebre en la que los reyes magos se arrodillan a adorar un pan con una salchicha, en lugar del Niño Jesús. ¿No es eso el colmo de la falta de respeto de los empresarios?

La ambición y la rapacidad de los comerciantes y mercaderes no conocen límite alguno, y esos defectos los conducen no sólo a corromper y sobornar personas sino también a profanar sitios y tradiciones sagradas.

Con mucha razón e indignación Jesús expulsó a los mercaderes del Templo en Jerusalén:
Llegaron a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; volcó las mesas de los que cambiaban el dinero y los asientos de los que vendían las palomas, y no permitía que nadie transportara objeto alguno a través del templo. Marcos 11, 15-16

¡Dios sí existe!… ¡Nosotros somos los que no existimos!

« Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo de Adán, para que lo visites? » Salmo 8, 3-4

« cuando no sabéis lo que será mañana. Pues ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. » Santiago 4, 14

En esta oportunidad voy referirme al tema de los ateos o los librepensadores, como se autodenominan hoy en día, que niegan la existencia de Dios y del alma humana, y quienes en las últimas décadas, han estado haciendo campañas publicitarias (algunas muy perversas) en los medios de comunicación contra las religiones.

Las causas naturales del ateísmo o la duda de la existencia de Dios son la vanidad y el orgullo, caraterísticas éstas propias del ser humano, las cuales han sido estimuladas y potenciadas por el avance vertiginoso de los conocimientos científicos y la tecnología alcanzado en los últimos siglos, que han alentado al hombre y a la mujer modernos a creerse que « todo lo saben y todo lo pueden », y así de inflados y de engreídos, se sienten que están ahora más que capacitados para negar todo lo que no es observable y comprobable por la ciencia. El orgullo y la vanidad no sólo ofuscan o ciegan la mente, sino también endurecen el corazón.

La frase que aparece como título de esta reflexión es del poeta mexicano Amado Nervo, quién la escribió en uno de sus poemas. Esa frase al leerla me gustó, porque en el fondo expresa una gran verdad, de que ante Dios como Creador del Universo, somos nosotros, tal como dice Santiago en su epístola, criaturas con una vida terrenal tan fugaz como la neblina, que aparece y poco después desaparece, cuando la comparamos con la existencia eterna de Dios.
Sólo como información: ¡Un arbol de olivo puede alcanzar una edad de 1.000 a 2.000 años!

La persona atea está tan cegada por su excesiva vanidad, que ni siquiera se da cuenta de que al negar la existencia de Dios se está negando a sí misma y en consecuencia se anula.

En las sociedades modernas de los países occidentales desde hace décadas, una buena parte de la población está atravezando una crisis existencial, la cual se manifiesta por medio de una sensación de falta de sentido de su propia vida y de carencia de propósito. Ese complejo de vacío existencial ha sido estudiado y comprobado por muchos psicoterapeutas.

En Europa, a raíz de un reciente debate sobre la libertad del ciudadano moderno relacionado con la solicitud formal del derecho a morir, ha surgido recientemente la inaudita práctica del suicidio asistido. Afortunadamente la eutanasia y el suicidio médicamente asistido continúan siendo penalizadas en la mayor parte de Europa. En ocasiones algunos casos polémicos y esporádicos que aparecen en los medios, consiguen reanimar el debate sobre el reconocimiento del derecho a morir. Sin embargo, en algunos países ya es una actividad legal. Cada año son miles de europeos que viajan como turistas a esos pocos países para quitarse la vida legalmente.

Según mi opinión, esta grave crisis existencial y la falta de sentido de la vida son la consecuencias lógicas del auge del ateísmo, del enfriamiento de la fe en Dios, de la pérdida del interés por lo divino y del olvido de la propia espiritualidad, que se derivan de ese frívolo estilo de vida de la sociedad actual, con el que pretendiendo ignorar a Dios y la tradición cristiana, nos hemos entregado al placer y al consumo sin riendas y sin miramientos.

« Descartada la esperanza de la eternidad, el sufrimiento humano parece doble e irremediablemente absurdo.» Raniero Cantalamessa (teólogo asesor del Vaticano)

¿Estás cansado de tanta mentira y falsedad en este mundo?

Nadie, que sea sincero consigo mismo, puede dudar de que en este mundo la mentira y la falsedad han echado raíces profundas y que en las sociedades occidentales modernas se han propagado rápidamente como una peste muy contagiosa, debido a los grandes medios de comunicación y a su negativa influencia sobre la vida de la gente.

Si partimos de que esa es la realidad en que estamos viviendo, cabe hacerse entonces preguntas como las siguientes: ¿Cómo afrontar este mundo de mentiras, falsedad y apariencias?, o mejor todavía ¿Cómo navegar a puerto seguro en este mar de mentiras, falsedades, apariencias en que vivimos?

El único recurso firme y seguro del que disponemos es acudir a Dios, quien como Creador de la verdad absoluta es igualmente la fuente fidedigna de la verdad única. El primer gran fundamento del que podemos apoyarnos es que Dios nunca miente, en tanto que los seres humanos hemos mentido siempre, desde el origen de nuestra especie en la tierra. En el Libro de Éxodo en la sección de los mandamientos, Dios nos ordena no mentir por nuestro propio bien: No dirás contra tu prójimo falso testimonio“ Exodo 20,16

Después en el libro Eclesiástico encontramos la siguiente afirmación, que describe claramente uno de los tantos beneficios de decir la verdad:  „Feliz el hombre que no ha faltado con su lengua ni es atormentado por el remordimiento“. Eclesiástico 14, 1

Dios el Creador, nuestro Señor Jesucristo y la Santa Biblia son los manantiales de la verdad, con los que podemos nutrir nuestras almas, sin restricción alguna. Fíjense las consoladoras palabras que expresa Jesús, que parecen estar dirigidas a calmar y satisfacer la enorme sed de verdad que siente muy intensamente el alma humana: „Para esto yo he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad“. Juan 18, 37

En ellos nos podemos refugiar con toda confianza, cada vez que nos sintamos hartos de tantas mentiras, engaños y falsedades en este mundo.

EL MIEDO A LA VERDAD

En determinadas situaciones muchos recurrimos a la mentira por sentir miedo a las posibles consecuencias de decir la verdad. Frecuentemente se hace uso de la mentira como recurso práctico para resolver una dificultad o para salir „victorioso“ de una situación comprometedora.

Más temprano que tarde, nuestra conciencia se encargará de recordarnos el suceso por el cual hemos mentido, puesto que ese es uno de sus papeles más importantes: mostrarnos la relevancia moral de nuestros actos.

Frente a los remordimientos que genera en nuestra conciencia, la mentira en sí misma pasa a un plano secundario, ya que en ciertos casos, el remordimiento de una mentira puede llegar a afligir a una persona durante decenas de años,  tal como le sucedió al gran filósofo Jean Jacques Rousseau, después de un episodio cuando era un jovenzuelo y que cuenta en su interesante autobiografía Las Confesiones. Es precísamente durante  ese episodio vivido por Rousseau en que surge la conocida  frase dicha por el Conde de la Roque en esa oportunidad: la conciencia del culpable vengará al inocente; la cual se convirtió para él en una certera y dolorosa predicción.

A nuestra conciencia y a Dios no los podemos engañar.

Hacer o decir lo contrario a lo que nos dicta la conciencia y a lo que manda Dios, es actuar en contra de sí mismo, es faltarse el respeto a sí mismo. Lo que más cuenta e importa es estar en paz consigo mismo y con Dios.

Las recompensas de decir la verdad son siempre mucho más valiosas y perdurables que las temporales y quebradizas que podemos obtener de las mentiras. Las recompensas más importantes de la verdad son la paz interior y una conciencia tranquila. Además como gratificación, obtendremos  el reconocimiento y el agradecimiento de los que nos rodean por ser personas francas y sinceras, lo cual tiene un valor enorme para cualquiera, ya que hasta los mismos mentirosos lo aprecian.

No deberíamos tener miedo de decir la verdad, porque el miedo tanto en el amor como en la verdad es el peor de los consejeros.