La supuesta libre voluntad del ser humano es una ilusión

Un reconocido científico alemán llamado Wolf Singer estremeció en el año 2001 a muchos filósofos y psicólogos a nivel mundial con el resultado de sus investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro humano, las cuales confirman una vez más, que es una ilusión la creencia de que los seres humanos actuamos por libre voluntad o libre albedrío. El neurobiólogo Singer afirma que lo que se conoce como voluntad libre en el sentido tradicional y moderno no existe. En realidad, todo querer y obrar es el resultado de una disposición neurobiológica determinada en el cerebro y por eso el ser humano no es capaz de cambiar su comportamiento a través de la razón y la voluntad.

El sistema límbico del cerebro es considerado el epicentro de la expresión emocional y del comportamiento del cuerpo humano, el cual abarca los diferentes instintos naturales que poseemos y que controlan las actividades del cuerpo, como por ejemplo: el miedo, el hambre, el instinto sexual, la necesidad de dormir, el instinto de supervivencia, el asco, los celos, la envidia, etc.
Esa parte anatómica del cerebro humano es conocida entre los neurobiólogos como “el cerebro de lagarto”, porque está también presente en los peces, anfibios, reptiles y algunos animales mamíferos.

Cuando fue escrito el nuevo Testamento, ya se sabía que del cuerpo humano (la carne), es que surgen esas emociones y comportamientos negativos de la gente, que por ser prácticamente incontrolables, generaban finalmente divorcios, riñas, conflictos, pleitos, rivalidades, discusiones, etc.  
El apóstol Pablo escribe en su carta a los Gálatas lo siguiente:

Y manifiestas son las obras de la carne, que son: Adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, herejías, Gálatas 5, 19-29

El filósofo francés Félix Le Dantec (1869-1917), en su famosa cita lo dice de manera clara y precisa: «El hombre es una marioneta consciente que tiene la ilusión de la libertad».
El tema de la voluntad humana y la supuesta autonomía total del hombre para tomar decisiones ha sido desde hace muchísimo tiempo muy discutido desde diferentes puntos de vista, sobre todo la cuestión de la llamada libertad plena del hombre, si es una realidad o si es solo una quimera. Como justamente lo está demostrando la ciencia actual.

Que la voluntad es una facultad espiritual ya lo reconocían en la antigüedad primero Platón y después el misticismo cristiano, al declarar la memoria, el entendimiento y la voluntad como potencias espirituales.
Lo queramos creer o no, la voluntad como facultad espiritual del hombre está también sujeta a la influencia de fuerzas espirituales, que no se pueden ver pero que existen y están presentes.
El reformador alemán Martin Luther (1483-1546) lo describió con la famosa frase: «El hombre es como un animal de carga: o es montado por Dios o por el diablo».

En la oración del Padre Nuestro, que Jesucristo nos dió el mandato de rezarlo todos los días, está incluida una frase sobre ese riesgo concreto y real de la influencia directa que tiene el mal, dirigido por satanás sobre los seres humanos:

Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por siempre. Amén. Mateo 6, 13

Otro factor muy importante que surge del cuerpo humano y que posee una gran influencia en el comportamiento humano, es sin duda alguna, el instinto sexual, el cual puede llegar a ser tan poderoso, que las ganas del apetito sexual logran superar y vencer nuestra propia fuerza de voluntad, y así terminamos cometiendo adulterio e incluso violaciones, principalmente en estos tiempos modernos en que la pornografía en internet, se puede mirar libremente y a toda hora en los teléfonos inteligentes, y está al alcance de adultos y niños.

Digo pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis. Gálatas 5, 16-17

Pablo explica en estos versículos la evidente oposición que existe entre nuestro cuerpo y nuestro espíritu, o dicho de una manera más específica, entre nuestros poderosos instintos naturales y nuestra interioridad espiritual. Debemos aceptar que esa lucha interior es y ha sido también una realidad en nuestras vidas, y que por lo tanto, cuando lleguemos a sentir los deseos o tentaciones de la carne, debemos mantenernos firmes y aferrados a lo que nos aconseje nuestra conciencia y a las palabras sabias de Pablo.

En una conversación que tuvo el señor Jesucristo con un grupo de fariseos judíos, les explica el riesgo que tenemos los seres humanos, de terminar siendo esclavos del pecado.

Le respondieron: Simiente de Abraham somos, y jamás fuimos esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo: Todo aquel que comete pecado, esclavo es del pecado. Juan 8, 33-34

Ahora bien, la libertad que Dios sí que nos concede es la de elegir quién va a dirigir nuestras vidas.

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres; y no os sujetéis de nuevo al yugo de esclavitud. Gálatas 5, 1

Para llegar a ser cristiano creyente no es suficiente estar bautizado, ni pertenecer a una iglesia, ni hacer rituales ni ceremonias exteriores. Es necesario buscar en Dios la gracia y la fortaleza para que puedas deshacerte y sacudirte de todo lo que te impide fijarte en Jesús, y con los ojos de la fe, en la vida eterna que Él nos promete. Es necesario creer en Él, seguir su camino y dejar que dirija nuestras vidas.

Recordemos siempre que mientras vivamos en este mundo, los creyentes cristianos no estamos nunca desamparados en nuestra vida espiritual. El Espíritu Santo de Dios, se encuentra obrando sobre nosotros por orden directa de Cristo Jesús resucitado, para fortalecer nuestra fe y consolarnos.

y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. Mateo 28, 20

No se puede uno imaginar la calma que siente el alma cuando el Señor Jesucristo toma el timón de nuestra vida y la dirige.

¡Qué bueno es para nosotros, conocer al Dios que nos conoce y nos ama!

El título del Salmo 139 de David es: “Omnipresencia y omnisciencia de Dios”, y sus 6 versículos iniciales son los siguientes:

Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has escudriñado mi andar y mi reposo, y mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravillosos para mí; alto es, no lo puedo comprender.

Ese salmo lo leí por primera vez hace muy poco tiempo, y les digo con satisfacción y alegría, que el mensaje de este salmo me fascinó y su texto me conmovió, por la sublime descripción que hace David del grado de conocimiento y de cercanía, que tiene Dios con cada uno de nosotros. Les recomiendo que lo lean con reverencia e interés.

David en sus salmos confiesa de manera abierta y con abundantes detalles, su íntima relacion personal que mantuvo con Dios (Jehová), la cual muestra evidentemente, que David como siervo fiel fue escogido por el Dios Creador y Todopoderoso, para que le revelara al pueblo judio algunos de sus atributos, que eran muy poco conocidos en los tiempos del viejo Testamento.

Además, David tambien confiesa con humildad, que tal conocimiento de su vida por parte de Dios, no lo puede comprender, pero sin embargo lo cree con toda su alma, que es esa precisamente la actidud correcta de un creyente fervoroso. Ninguna mente humana es capaz de comprender jamás a Dios y sus cualidades. Ese es exactamente el habitual error que cometen los incrédulos y los ateos, quienes no consideran la presencia de Dios, y con ello, hacen desgraciar su propia alma.

Con la venida de Jesús al mundo como Hijo de Dios, hecho hombre, Dios revela por medio de Cristo Jesús ante la humanidad, sus gloriosos atributos eternos, como son: amor, perdón, misericordia, consuelo, bondad, verdad; y anuncia la suprema promesa de vida eterna para todas aquellas personas que crean en el Señor Jesucristo y lo acepten como su Salvador.

El apostol Juan en su primera epístola escribe lo siguiente sobre el amor de Dios:

Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 1. Juan 4, 7-10

El amor verdadero es de naturaleza espiritual por ser un don divino que proviene de Dios. El alma es la maravillosa fuente de donde surge el amor espiritual entre los seres humanos, el cual expresamos con el cuerpo por medio de actos y de palabras.
El sentimiento del amor espiritual se origina y brota del alma como un manantial, y como estímulo espiritual que es, el cuerpo lo manifiesta después a través de un comportamiento corporal. Imagínense algo así como una chispa o una llama espiritual, que anima y mueve al cuerpo a expresarlo con actos y palabras.

Las Sagradas Escrituras plasmadas en la Biblia, nos revelan y nos enseñan: la existencia de Dios, la existencia de las realidades espirituales, la existencia del alma o espíritu humano y la íntima relación de Dios con los hombres y mujeres.

La Palabra de Dios, sus enseñanzas y sus revelaciones es lo que hacen a la Biblia, la única referencia verdadera sobre el misterio del amor espiritual, que ha revelado a la humanidad algunas nociones y certidumbres sobre el amor en los seres humanos. Dios ha creado el amor, así como a los seres humanos con un espíritu y todo lo demás que existe en el universo.

Y el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios en el capítulo 13, que tiene como título “La preeminencia del amor”, escribe lo siguiente:

Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
1. Corintios 13, 1-3

Para conocer a Dios, lo mejor y más provechoso es leer su sagrada Palabra en la Biblia. Si te acercas a las verdades allí contenidas con fe y humildad, te sentirás conmovido de su fuerza espiritual, debido a que las Sagradas Escrituras poseen dos sentidos: el sentido espiritual oculto y el sentido exacto de la palabra.

Entonces vinieron los discípulos, y le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra? Dejadlos: son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo. Mateo 15, 12 y 14

Para iniciar esta reflexión, les hago la siguiente pregunta: Tú, que puedes ver, ¿te dejarías guiar por un ciego? Seguro que no, verdad?
En esta escena, por supuesto Jesús habla en sentido figurado, al referirse como ciegos a los fariseos, porque tenían su entendimiento completamente ofuscado, es decir, eran ciegos espirituales. Con esta misma expresión se pueden designar a los ateos de forma adecuada.

El gremio de los científicos es considerado en estos tiempos modernos por los gobiernos y por la sociedad, como la nueva casta de “sacerdotes y consejeros”, que existió en la antigüedad, quienes cumplían la función de asesores y orientadores de los reyes y emperadores. Sin embargo, en esos tiempos eran todos efectivamente sacerdotes y eruditos de la Iglesia católica o de la Iglesia ortodoxa en Europa. Mientras que en la actualidad, la gran mayoría de los científicos son ateos, y por esa razón no aceptan que el universo fue creado por Dios, ni tampoco reconocen la existencia del alma humana.

Los astrofísicos y astrónomos modernos afirman que han resuelto el misterio del origen del universo, por medio de la teoría de la explosión cósmica o como la han llamado los mismos autores: “la teoría del Big Bang”.
En un artículo la revista National Geographic en español del 15/12/2022 lo describen así: “Según la teoría del Big Bang, hace unos 13.800 millones de años, el universo, concentrado en un ínfimo y a su vez infinitamente pequeño punto que albergaba toda la materia, explotó para después enfriarse a medida que se expandía”.

Al leer esta breve explicación de la teoría, cualquier persona que examine en detalle su contenido, puede percatarse de que es absurda y una vana ilusión, eso es simple palabrería que no dice nada. A mí me parece incluso una mediocre explicación infantil de un grupo de científicos, quienes intentan inútilmente revelar un misterio divino, el cual ninguna mente humana será capaz de descubrir jamás.

Para comenzar es conveniente recordar algo muy elemental y lógico: ningún objeto o cosa, vegetal, animal y ni mucho menos un ser humano con su alma, se pueden hacer así mismos, alguien tiene que haberlos creado. TODO en el universo, nuestro maravilloso y único planeta, la humanidad y la naturaleza, han sido creados por Dios. De eso no tengo la más mínima duda, y por eso afirmo, que esa teoría es simplemente una gran mentira y un vergonzoso disparate, consecuencia de algún momento de locura e irracionalidad de un grupo científicos, movidos solamente por su delírio de grandeza.

Esa ambición científica es muy antigua y ninguna de las grandes civilizaciones que existieron, quienes seguramente también intentaron revelar ese misterio, todas fracasaron. En la historia de la humanidad, la vanidad y el delirio de grandeza humanas siempre han conducido a algunos hombres a creerse que son unos semidioses.

Erasmo de Rotterdam, erudito y teólogo holandés que vivió en el siglo 16, escribió el libro titulado “El elogio a la locura”, una obra satírica e ingeniosa, cuyo objetivo fue criticar a la sociedad de la época, sin hacer excepciones en cuanto a clase social y en el que describe la necedad natural de los seres humanos en general, de una manera verdaderamente genial. A continuación leerán un extracto del capítulo 52 dedicado a los filósofos:

Después de estos vienen los filósofos, cuya barba y capa los hace venerables, los cuales se tienen por los únicos sabios y al resto de los mortales consideran sombras errantes. Con qué manso delirio construyen infinitos mundos, se entretienen en medir como a pulgadas y con un hilo al sol, la luna, las estrellas y los planetas; explican las causas del rayo, del viento, de los eclipses y de todos los demás fenómenos inexplicables, sin ninguna vacilación, como si fuesen secretarios del artífice del mundo y hubiesen acabado de llegar del consejo de los dioses. En tanto, la naturaleza se ríe en grande de ellos y de sus conjeturas, pues nada absolutamente saben con certeza, y buena prueba de ello son las disputas inenarrables que sostienen acerca de cada uno de los asuntos. Aunque nada sepan, creen saberlo todo y no se conocen a sí mismos, ni ven el hoyo abierto a sus pies, ni la roca evidente, sea a las veces porque son cegatos y otras porque tienen pájaros en la cabeza.

LAS HUELLAS DE DIOS EN LA CREACIÓN DEL MUNDO

En la carta del apóstol Pablo a los romanos dice lo siguiente:

Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y Divinidad, son claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas; así que no tienen excusa. Porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias; antes se envanecieron en sus discursos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios. Romanos 1, 20-22

La naturaleza creada por Dios en este mundo y de la que nosotros formamos parte, además de ser tan maravillosa, todos sus innumerables componentes se mantienen en una armonía tan asombrosa y en un equilibrio tan perfecto, que al observarla y contemplarla con interés, nos muestra claramente las huellas dejadas por Dios para la convicción de su amada Humanidad.

He seleccionado este tema controvertido, pero muy importante, para insistir en que como creyentes cristianos, no nos dejemos influenciar por la persistente propagación de mentiras y falsedades por parte de los medios de comunicación, al ellos sembrar dudas e incertidumbre sobre las Sagradas Escrituras.

La única verdad es la de Dios, creador Todopoderoso del universo, así como también autor y dueño absoluto de la verdad.

Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males; el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados con muchos dolores. 1. Tim. 6, 10

La moneda o el dinero fue originalmente concebido y creado hace miles de años como un instrumento o un medio práctico para la compra y venta de mercancías  y productos agropecuarios en la antigüedad, con el fin de sustituir el trueque de productos, que era la forma de intercambio comercial anterior desde el inicio de la agricultura primitiva.
La utilización del dinero como un simple medio para facilitar el comercio, empezó cambiar a partir de la publicación del libro titulado “La riqueza de las naciones” escrito por el economista británico Adam Smith en 1776, en que el término economía que originalmente significaba administración del hogar, fue sustituido por la palabra economía política, con la cual se recomendaba a los países lograr la mayor acumulación de riqueza posible. Dicha recomendación generó un cambio radical en el punto de vista desde el que se miraba el dinero, de un medio monetario de intercambio comercial, se convirtió en la principal meta para alcanzar.

Y con el transcurso de los siglos hasta hoy en día, el dinero ha sido transformado en el “rey del mundo” por cientos de millones de personas en el mundo, quienes con su idolatría le rinden homenaje en los diversos templos de adoración como: las bolsas de valores, los casinos, los innumerables bancos e instituciones financieras. La idolatría al dinero se ha estado propagando en el mundo en forma similar a un virus muy contagioso, por el conocido efecto de demostración en la sociedad, que consiste en la imitación por un individuo del consumo de los otros, especialmente si éstos son personas de prestigio o adineradas, la cual estimula su propio consumo. Este fenómeno social explica el contagio y la sorprendente propagación de la idolatría del dinero, que ha tenido lugar en el mundo occidental principalmente.

El dinero o las riquezas en sí mismo no es el problema para los creyentes cristianos, siempre y cuando no pongamos nuestro corazón y nuestra esperanza en ellas, sino considerar al dinero como lo que es, es decir un medio práctico para satisfacer nuestras necesidades materiales temporales, y no como una meta que deseamos ardientemente alcanzar, cueste lo que cueste.

El apostol Pablo en el capítulo 6 de su carta a Timoteo, hizo en realidad una advertencia profética en relación con el amor al dinero y sus tristes consecuencias, el cual se ha generalizado tanto hoy en día, como nunca antes en la historia de la humanidad, cuando escribió lo siguiente:

pero gran ganacia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.
Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición.

1. Timoteo 6, 6-9

Existen infinidad de individuos quienes movidos por la codicia y por el afán de acumular dinero en poco tiempo, han terminado cometiendo graves delitos e incluso asesinatos, dedicándose a negocios ilícitos o a la corrupción administrativa, y como consecuencia directa de sus actos, han tenido ellos y sus familiares que sufrir muchas penas, aflicciones, cárcel, pérdida de reputación, etc.

El dinero es un instrumento que sirve para comprar bienes de consumo y servicios. Por lo tanto, el individuo que ama el dinero es aquel que pone sus esperanzas y su confianza en los recursos que el mundo le puede ofrecer, y se olvida de Dios.
De manera que, el amor al dinero es prácticamente lo mismo que poner la fe en el dinero, es decir, abrigar la esperanza de que el dinero satisfacerá todas nuestras necesidades y nos hará felices.

El amor al dinero representa lamentablemente para muchos creyentes, un dilema atractivo y tentador a la fe en Dios y en su Gracia, quienes terminan extraviándose y alejándose de Dios.

El señor Jesucristo dijo en Mateo 6:24: Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se llegará al uno y menospreciará al otro; no podéis servir a Dios y a las riquezas.

No podemos confiar en Dios y en el dinero al mismo tiempo.

Es oportuno mencionar aquí, que este importante tema sobre el amor al dinero, no se trata o se trata demasiado poco en las iglesias, para advertir a los asistentes sobre el gran riesgo de caer en la tentación de adorar al dinero como un ídolo.

Por eso es tan necesario leer y escudriñar regularmente la Palabra de Dios, para conocer de primera mano el gran tesoro de la verdad divina, la cual está contenida en las enseñanzas y consejos maravillosos, que Dios nos ha dejado como legado eterno para nuestra instrucción.

Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en Él: Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Juan 8, 31-32

Cuando no tengas respuestas para tus interrogantes. Revelaciones de la Biblia como complemento de la Psicología.

Unos, se han preguntado alguna vez: ¿Por qué me he metido en este lío?
Otros, habrán dicho para sus adentros: ¿Quién gobierna en el reino de mis pensamientos y mis emociones?

Esas y otra innumerable cantidad de preguntas similares sobre los enigmas de la mente humana, se han quedado sin respuestas hasta hoy. La mente y la conducta humana es y seguirá siendo una caja negra, es decir, un misterio inescrutable. Así lo han reconocido públicamente la ciencia moderna y la psicología conductista, ya que es imposible saber cómo funciona la psique o el alma, debido a que en su estudio no se puede aplicar el método científico, por no ser observables ni medibles sus procesos internos. 

Lo único que puede hacer la psicología y sus más destacados representantes es tratar de adivinar sobre el funcionamiento de la mente humana y eso es justamente lo que han hecho hasta ahora. En lo que se refiere a la conducta humana, los psicólogos y psiquiatras andan a tientas como en un cuarto oscuro e insisten en buscar entre tinieblas, las explicaciones de unas realidades espirituales, que éllos mismos desde hace mucho tiempo se niegan a aceptar: la existencia de Dios y del espíritu humano.
Esa es la sencilla razón de su ceguera.

Lo que los psicólogos conductistas llamaron como la caja negra, se ha convertido en la última frontera del avance del  conocimiento científico, porque de allí en adelante, es la dimensión espiritual  de nuestra alma la que entra en escena, y a partir de ahí, es Dios quien asume el dominio exclusivo de lo que sucede en nosotros, y también de lo que debe suceder en el futuro. Las respuestas que no pueden dar la psiquiatría ni la psicología moderna, las posee Dios y su Providencia.

De nuestra mente se saben apenas algunas cosas, y los profesionales de la psicología estarán todavía muy lejos de saber algo más, mientras no escudriñen en la Palabra de Dios las innumerables revelaciones, que sobre el corazón humano estan allí escritas.

Se sabe por ejemplo, que las pasiones del alma humana influyen en nuestras decisiones y en nuestros actos. Para describirlo hemos creado varias palabras como: ofuscación, revelación, fantasía e ilusión; pero no se sabe exactamente y en detalle el por qué y cómo funcionan esos mecanismos mentales.

En la Biblia encontramos muchas revelaciones sobre esos fenómenos del alma humana, para los que la ciencia moderna no nos puede dar explicación alguna.

San Pablo en su carta a los Romanos dice lo siguiente:

«Y ni siquiera entiendo lo que hago, porque no hago lo que quiero sino lo que aborrezco. Pero si hago lo que no quiero, con eso reconozco que la Ley es buena. Pero entonces, no soy yo quien hace eso, sino el pecado que reside en mí, porque sé que nada bueno hay en mí, es decir, en mi carne. En efecto, el deseo de hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo. Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Pero cuando hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el pecado que reside en mí.»  Romanos 7, 15 – 20

Una manera de visualizar el efecto de las pasiones en nuestra mente, es recurriendo al verbo ofuscar, que significa oscurecer la razón o turbar la vista.
Si nos guiamos por la vista como órgano sensorial para captar la realidad que nos rodea, imaginemos ese estado ideal o perfecto del ser humano en que su mente está absolutamente libre de interferencias causadas por pasiones, prejuicios, recelos, sospechas, dudas u opiniones sesgadas; y que por lo tanto, puede ver claramente la realidad verdadera tal como es, como si la miráramos a través de unos anteojos con lentes incoloros y prístinos.

Tan pronto como surge una pasión en nosotros, o bien creamos algún recelo o prejuicio, se colorean los lentes de los anteojos con nuestro propio pigmento y tonalidad que le hemos añadido, y entonces vemos la misma realidad pero ahora adulterada o distorsionada, porque la hemos personalizado según nuestro capricho.

En el evangelio de San Mateo, Jesús les revela a sus discípulos, cómo Dios interviene en nuestras mentes, de tal modo que unas personas puedan percibir ciertas ideas o cosas, y otros individuos no perciban lo mismo.
«Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis.

Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos,  Y con el corazón entiendan,  Y se conviertan,  Y yo los sane.
Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.» Mateo 13, 10-16

No obstante, hoy más que nunca el ser humano moderno inflado de orgullo y vanidad por el progreso y los avances tecnológicos, se cree y se siente que es autónomo y señor absoluto de sus pensamientos, decisiones, acciones, voluntad; y por consiguiente, se deleita en la fantasía de que él únicamente es capaz de gobernar su vida en el presente y su destino en el futuro.

Pero como siempre sucede, ese hombre dominado por su propio engreímiento y soberbia, se olvida de su misma naturaleza imperfecta y débil que lo hace cometer errores y equivocaciones una y otra vez. En su delirio de grandeza y de rebeldía contra Dios, las personas orgullosas viven un tiempo como ovejas extraviadas y desorientadas, hasta que el Espíritu Santo por su Gracia y amor eternos, las hace recapacitar y volver al redil.
Ésta situación de crisis de fe en la sociedad de consumo, es justamente la voluntad de Dios, pero como muchos no lo creen, no se dan cuenta de su propio ensueño.

Hasta hace poco la expresión popular en los países de lengua española « Si Dios quiere », era el reflejo de que la Providencia de Dios había sido reconocida y aceptada por las poblaciones, de que Dios efectivamente interviene y gobierna la marcha del mundo en que vivimos.

El uso de la expresión Si Dios quiere, tiene su origen en el siguiente versículo de la Epístola de Santiago :

Ahora bien, vosotros los que decís: «Hoy o mañana iremos a tal ciudad, pasaremos allí el año, negociaremos y ganaremos»; vosotros que no sabéis qué será de vuestra vida el día de mañana… ¡Sois vapor que aparece un momento y después desaparece! En lugar de decir: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello». Pero ahora os jactáis en vuestra fanfarronería. Toda jactancia de este tipo es mala. Aquel, pues, que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.  Santiago 4, 13-17

San Pablo nos exhorta a que a pesar de todo lo duro que pueda ser la vida, de los problemas, las enfermedades, los sufrimientos, traiciones, dudas e interrogantes que tengamos que enfrentar, pongamos toda nuestra fe en Jesús, fortalezcamos nuestros corazones con la esperanza de la Vida eterna y tengamos paciencia:

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.  Romanos 8, 28

La incredulidad y la idolatría en la sociedad moderna, no alteran la fidelidad eterna de Dios.

Si fuéremos infieles, el permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo.
2 Timoteo 2, 13

Las iglesias cristianas tradicionales como la católica y diferentes denominaciones protestantes del mundo occidental, se encuentran en una grave crisis de fe y de existencia desde hace ya mucho años. Han perdido millones de feligreses, lo cual ha causado en todos los países europeos, que muchos templos cristianos en desuso se estén utilizando como: museos, salones de conferencias, restaurantes, alojamientos para refugiados extranjeros, etc. Tambien el personal eclesiástico de sacerdotes y pastores se ha reducido en consecuencia, por falta de vocación y de interés de la juventud en esa profesión.   

LA SECULARIZACIÓN EN LAS IGLESIAS CRISTIANAS Y DE SUS SACERDOTES O PASTORES

Así como lo afirmó el filósofo griego Heráclito de Efesos en la antigüedad con la frase: “la única constante es el cambio”; sabemos que las épocas cambian, la gente cambia, las costumbres cambian y las instituciones humanas cambian con el tiempo. El término secularización proviene de la palabra en latín Saeculum o siglo, y consiste en la adaptación de la iglesia a la época moderna y profana en que estamos viviendo, caracterizada por una sociedad de personas autónomas y orgullosas, quienes han dejado atrás la tutela de la iglesia y de la religión, y que se imaginan que son dueñas de su propio destino y no les incomoda ser indiferentes hacia los asuntos sagrados y divinos.

Aunque la religión se refiere a la relación personal con Dios y a nuestras cualidades y necesidades espirituales, debído a ese proceso de adaptación que se ha dado dentro de las iglesias, sus representantes y teólogos desde hace ya 200 años, se han estado dedicando a predicar y hablar principalmente sobre temas sociales, económicos, políticos, culturales y de la salud en la sociedad actual, con mucho tacto y delicadeza, evitando mencionar palabras “desfavorables» como: pecado, moral cristiana, muerte, condenación, vida eterna, hombre espiritual, Hijo de Dios, Espíritu Santo, Reino de los Cielos, infierno, el maligno, etc; para no incomodar y ahuyentar a los pocos asistentes al servicio religioso.

Precísamente este proceso de secularización ha acentuado y acelerado la crisis y la decadencia que atraviezan las iglesias tradicionales, y todo eso, por no haber permanecido fiel a Dios y a su Palabra y por haberse apartado de sus enseñazas y consejos.

En la larga historia de las religiones tradicionales estos cambios siempre han sucedido y por lo tanto es algo normal, ahora bien lo más importante es saber y mantener siempre presente en nuestra conciencia, es que independientemente de que suceda lo que suceda entre los seres humanos, el Dios Eterno permanece fiel con su pueblo, así como lo confirma acertadamente el apóstol Pablo en su segunda carta a Timoteo: Si fuéremos infieles, el permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo.
¡Qué maravillosa verdad y poderoso consuelo nos da Pablo a los creyentes cristianos con esas palabras! Este versículo es un efectivo bálsamo para nuestra alma inquieta y asombrada, por ser nosotros testigos presenciales de estos negativos cambios y corrupciones que están sucediendo en las iglesias y en la sociedad moderna.

Si los sacerdotes, pastores y teólogos no creen en el Evangelio de Jesucristo, y si además la así llamada opinión pública lo rechaza, con todo, el Evangelio sigue siendo la misma verdad eterna. La opinión pública no es la comprobación ni la medición de la verdad, pues ha cambiado continuamente y seguirá cambiando. La suma total del pensamiento de hombres que fallan, es menos que nada cuando se contrasta con la mente de Dios, que es infalible, revelada a nosotros por medio del Espíritu Santo en las palabras verdaderas de las Escrituras. Pero algunos opinan que el “anticuado” Evangelio no puede estar en lo correcto, porque, vean, todos dicen que no está actualizado y que está equivocado. Esa es una razón para estar más seguros de que está en lo correcto, pues el mundo entero está bajo el maligno y su juicio está bajo su influencia. ¿Qué son las multitudes cuando todas ellas están bajo la influencia del padre de las mentiras? La mayoría más grande en el mundo es una minoría de un solo individuo, cuando el creyente está del lado de Dios.

Aunque el mundo entero no crea, el Evangelio de Dios no debe ser alterado para que se adapte a los caprichos y a las fantasías del hombre, sino que ha de ser proclamado aún en toda su verdad y singularidad, en toda su autoridad divina, sin eliminar nada, sin adaptaciones u omisiones.

Si los más selectos maestros, los predicadores, y los escritores no creen, Él permanece fiel. Una de las pruebas más duras para los jóvenes cristianos es la caída de un eminente maestro. He conocido a algunos que han estado casi a punto de renunciar a su fe, cuando alguien que parecía muy sincero y fiel ha renegado sorpresivamente de la religión. Recordamos que tales cosas han ocurrido, para nuestro intenso dolor; por tanto, quiero expresarlo muy, muy claramente. Si llegara a suceder que cualquiera a quien tú le rindes reverencia porque ha sido de bendición para tu alma—a quien amas porque has recibido de él la palabra de vida—si esa persona sobre quien, tal vez, te has apoyado demasiado, resultara en el futuro no ser veraz y fiel, y no creyera, no sigas su incredulidad.

A continuación voy incluir un extracto del texto de un magnífico sermón del predicador inglés Charles H. Spurgeon sobre este mismo tema:

Pedro niega a su Maestro: no sigas a Pedro cuando esté haciendo eso, pues tendrá que regresar llorando y le oirás predicando a su Maestro de nuevo. Peor aún, Judas vende a su Maestro: no sigas a Judas, pues Judas morirá de una muerte terrible, y su destrucción será una advertencia para otros para que se aferren más estrechamente a la fe. Pudieran ver que el hombre que estuvo como un cedro del Líbano cae por un golpe del hacha del diablo, pero no por eso piensen que los árboles del Señor, que están llenos de savia, caerán también. Él guardará a los Suyos, pues conoce a los que son Suyos.

No prendan su fe con agujas a la manga de ningún hombre. Su confianza no ha de apoyarse en ningún brazo de carne, ni deben decir: “Yo creo gracias al testimonio de tal y tal, y retengo la forma de las sanas palabras porque mi ministro la ha retenido,” pues todas esos apoyos pueden desaparecer y pueden fallarte de pronto. Permítanme expresar esto muy, muy claramente: si nosotros no creemos o si quienes parecieran ser los más distinguidos maestros de la época, si quienes han sido los más exitosos evangelistas del período, si quienes ocupan un alto lugar en la estima del pueblo de Dios, en una mala hora, abandonaran las verdades eternas y comenzaran a predicarles algún otro evangelio que no sea el Evangelio de Jesucristo, yo les suplico que no nos sigan sin importar quiénes pudiéramos ser, o qué pudiéramos ser. No permitan que ningún maestro, por grande que pudiera ser, los conduzca a la duda, pues Dios permanece fiel. Apéguense a la voluntad y a la mente reveladas por Dios, pues “Él no puede negarse a sí mismo.

Acuérdate de lo que dijiste a este siervo tuyo porque esa palabra alentó mi esperanza. Ese fue mi consuelo en las angustias: tus palabras me dan vida. Salmo 119, 49-50

En las sociedades de los países occidentales y desde hace ya varias décadas, se ha estado haciendo cada vez más dominante y popular, una irreflexiva opinión que da por sentado, que la palabra Dios es un vocablo vacío, sin ningún contenido útil y verdadero para el hombre y la mujer modernos.

Esa gente temeraria afirma, que con los avances de la ciencia y la tecnología, el desarrollo económico y las nuevas necesidades, los mensajes de la Biblia han perdido su vigencia para este siglo, porque fueron escritos hace miles de años, en una época muy diferente y para pueblos con costumbres antiguas que estan en desuso.

Pero resulta, que las personas que así piensan, no saben todavía lo equivocadas y desorientadas que estan, ya que se han olvidado del elemento más importante, justamente de ahí donde está el detalle. Éstas personas porfiadas se olvidan, que éllos tienen un espíritu dentro de su cuerpo. Todo lo que es espíritu y es invisible NO cambia, porque es eterno, y es además la esencia y fuerza de la vida. Todo lo material y perceptible SÍ cambia, particularmente el aspecto exterior de las personas y la cosas, que es lo que se manifiesta y se muestra a la vista.

Lo que cambia son las apariencias que vemos, las cuales no son más que la representación material de esa realidad espiritual, que es inaccesible a nuestros sentidos corporales. El alma humana, sus pasiones y virtudes fueron, son y seguirán siendo las mismas por los siglos de los siglos. Cada ser humano que existió hace miles de años y los que existimos ahora tenemos exactamente el mismo núcleo espiritual, la misma interioridad y las mismas cualidades  y defectos.

Para refrescar la memoria de aquellos que no estan tan convencidos de ello todavía, paso a nombrar algunas de las facultades espirituales del alma:

conciencia, amor, odio, voluntad, estimación, discernimiento, desprecio, humildad, orgullo, generosidad, culpa, bajeza, el deseo, los celos, esperanza, la fe, remordimiento, el valor, la cobardía, alegría, tristeza, satisfacción, arrepentimiento, simpatía, agradecimiento, indignación, la ira, la gloria, la vergüenza, la añoranza, el hastío, la grandeza, la admiración, etc.

Cómo bien podrán constatar, éstas son las cualidades que nos diferencian de los animales, y no solamente el raciocinio y la inteligencia como afirman los antropólogos y la ciencia.

Por tener el alma, es que sentimos y experimentamos que somos seres eternos e intuímos que existe Dios, el Creador y Señor del universo. A éste respecto, algún agudo observador caracterizó al ser humano, si bien de una manera algo simplona pero sumamente acertada, como: un animal religioso.

Podríamos decir, que la Palabra de Dios fué primordialmente escrita para el alma humana como tal, por eso el Señor Jesucristo refiriéndose a nuestra dimensión espiritual, afirma en el evangelio de San Mateo 4, 4: « El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. » 
Jesúcristo hablando en forma figurada nos recuerda claramente, que para vivir una vida humana plena y en conformidad con nuestra condición de seres espirituales, también necesitamos el alimento espiritual, que es la Palabra de Dios.

Si tú en lo profundo de tu alma, sientes o intuyes un vacío espiritual, o bien estas pasando por una crisis existencial, o mejor todavía,  si eres una de esas personas que forma(ba) parte de ese grupo de escépticos que piensan que la Biblia es “un libro más de historia”;  te aseguro, que las Sagradas Escrituras son un innagotable tesoro de promesas y consejos de Dios, para ese ser espiritual y eterno que tú eres.

Concluyo con una reflexión del gran predicador inglés Charles H. Spurgeon, en la cual me inspirado para redactar éste escrito:
Cualquier sea tu particular necesidad, puedes hallar, en seguida, en la Biblia, alguna promesa apropiada a ella. Estás abatido y deprimido porque tu senda es áspera y tú te hallas cansado? Aquí está la promesa. „El da esfuerzo al cansado“. Estás buscando a Cristo y ansías tener comunión más íntima con él? Esta es la promesa que resplandece sobre ti como una estrella: „Bienaventurados los que tienen hambre  y sed de Justicia, porque ellos serán hartos“. Lleva continuamente al trono celestial esta promesa; no ruegues por ninguna otra cosa, preséntate a Dios una y otra vez así: „Señor, tú lo has dicho; haz conforme a tu promesa“.

Estás acongojado por el pecado y cargado con la pesada carga de tus iniquidades? Presta atención a estas palabras: „Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mi; y no me acordaré de tus pecados“. No tienes méritos propios que invocar para tu perdón; pero, en cambio, puedes invocar su pacto y él lo cumplirá. Temes no ser capaz de proseguir hasta el fin, o que, después de haberte creído hijo de Dios, seas reprobado? Si pasas por tal situación, lleva la siguiente promesa al trono de la gracia: „Los montes se moverán, y los collados temblarán, más no se apartará de ti mi misericordia“.

Si has perdido la dulce sensación de la presencia del Salvador, y lo estás buscando con afligido corazón, recuerda esta promesa: „Tornaos a mí y yo me tornaré a vosotros“. „Por un pequeño momento te dejé; más te recogeré con grandes misericordias“. Deléitate en la fe que tienes en la palabra misma de Dios, y acude al Banco de la Fe con el pagaré de tu Padre Celestial, y dí: „ Acuérdate de lo que dijiste a este siervo tuyo porque esa palabra alentó mi Esperanza

“Ningún éxito en la vida justifica el fracaso en la vida familiar”

La frase que uso como título de esta reflexión es de Fernando Parrado, uno de los sobrevivientes del avión uruguayo que se estrelló con 45 personas a bordo en 1972 en los Andes a una altura de 4.000 metros sobre el nivel del mar, accidente éste del que surgieron el libro y la película titulados “El milagro de los Andes”.

Los 27 sobrevivientes del accidente tuvieron que enfrentarse a duras condiciones ambientales para lograr sobrevivir con temperaturas bajo cero de -25 a -42 °C en las montañas congeladas, aún en plena época de nevadas, en medio de la primavera austral.

Fernando Parrado, uno de los únicos 16 pasajeros que lograron sobrevivir después de más de 2 meses de una colosal lucha por sus vidas, a 36 años de aquella historia que asombró al mundo, consiguió conmover a 2.500 participantes de un foro de negocios y capacitación empresarial, al transmitirles las lecciones que aprendió de sus experiencias durante y después de la tragedia de vivir 72 días sin agua ni comida, sobre un glaciar en plena Cordillera.

Su conferencia en ese foro de capacitación empresarial, la inició con el relato acompañado de fotos y videos de cómo y por qué, él y sus otros 15 compañeros lograron sobrevivir en un lugar y bajo unas condiciones extremas donde no se podía sobrevivir. Parrado narró los momentos que lo marcaron de aquella terrible odisea a 4.000 metros de altura en la que perdió a su madre y a su hermana, además de buena parte de sus amigos.

Entonces sobrevino el momento más inesperado de la charla: «Esta no es la historia que vine a contar», avisó. Y se puso contar entonces, que su verdadera historia empezó al regresar a su casa, sin su madre y su hermana, sin sus amigos de la infancia y al encontrar a su padre con una nueva pareja.
Y dijo entre otras cosas lo siguiente: “Lo importante viene después del trabajo.
Las empresas son importantes, el trabajo lo es, pero lo verdaderamente valioso está en casa después de trabajar: la familia.
No se olviden de quien tienen al lado, porque no saben lo que va a pasar mañana.»

Con su insólito testimonio personal, el señor Parrado está transmitiendo una admirable y valiente exhortación para la reflexión, a cientos de miles de personas en el mundo, quienes tienden a considerar como más valiosos al éxito profesional, el ganar mucho dinero y el prestigio de tener una posición gerencial, que su propia vida sentimental y familiar.

Parrado con su mensaje al mundo, esta confirmando la gran importancia que tiene en nuestras vidas el hecho de reflexionar bien sobre las decisiones que estamos por tomar y que previamente deberíamos de establecer las prioridades: ¿Qué es en esta vida lo esencial, lo conveniente y lo accesorio para nosotros?

El señor Parrado asi como innumerables personas anónimas han logrado reconocer y percatarse de lo esencial de la vida, sin embargo, después de experimentar en carne propia duras y trágicas experiencias.

La otra gran guía verdadera y vasta en enseñanzas, que disponemos para conocer y poder instruirnos sobre los temas esenciales de la existencia humana es la Biblia. Las sagradas escrituras son las revelaciones de Dios, que como alimento espiritual del alma humana, se refieren casi exclusivamente a nuestras necesidades espirituales básicas o esenciales, las cuales son universales, es decir, son las mismas en todos los seres humanos que han existido en todas las épocas de la historia de la humanidad.

Como ejemplo transcribo a continuación un párrafo de la Biblia, que se refiere a lo más esencial de la vida de los hombres y las mujeres:

Cuando los fariseos supieron que Jesús había hecho callar a los saduceos, se juntaron en torno a él. Uno de ellos, que era maestro de la Ley, trató de ponerlo a prueba con esta pregunta: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?». Jesús le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el gran mandamiento, el primero. Pero hay otro muy parecido: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la Ley y los Profetas se fundamentan en estos dos mandamientos. Mateo 22, 34-40

Ya lo afirmaba Jesucristo hace más de 2.000 años que el amar a alguien y el ser amado, es para todo ser humano la necesidad espiritual más importante, porque es de las facultades humanas, la más esencial.

Parrado en su conferencia confirma con otras palabras lo anunciado al mundo por Jesús, cuando asegura que “lo importante viene después del trabajo”. ¿Y a qué personas les dedicamos nuestro tiempo y nuestra energía vital después del trabajo? A nuestra familia y amigos, es decir, a nuestros seres más amados y más estimados, a quienes nos unen verdaderos lazos invisibles de amor y de cariño.

Es en el ámbito de nuestras relaciones personales, donde ese dominio invisible de lo espiritual se hace realidad y está en constante actividad. Ése es el terreno fértil  donde la infinidad de lazos invisibles de amor nacen, se desarrollan, se alimentan e intercambian, haciendo posible las relaciones humanas.

Los lazos espirituales de amor entre familiares, los cuales no se ven pero se sienten,  es lo que verdaderamente tiene valor y lo que cuenta en la vida. Eso es lo fundamental en la vida humana. 

Sin duda, tener una vivienda, por ejemplo, es necesario e importante, pero lo ESENCIAL es la vida familiar que dicha vivienda abriga y que uno mismo sustenta y atiende con tanta dedicación todos los días.

Independiente de tus inclinaciones y preferencias, yo personalmente te aconsejo lo siguiente:  
Escucha primero lo que te dicen tu conciencia y los profundos deseos de tu corazón. No te dejes persuadir por lo que hacen los demás, por lo que está de moda, ni mucho menos creer los mensajes manipuladores de la publicidad, de que la vida sólo se puede disfrutar y vivir con mucho dinero, para poder satisfacer todos aquellos antojos, que esa misma publicidad, sin darte cuenta, te ha metido en la cabeza.

Concluyo con un refrán muy famoso creado por la sabiduría popular, cuyo acierto y prudencia son insuperables: “ El trabajo es tan malo, que pagan por hacerlo.”

Si un problema nos lleva a buscar la ayuda de Dios en oración, ese problema es una bendición para nuestra vida.

En esta vida incierta y arriesgada, estamos siempre propensos a pasar por dificultades, accidentes, enfermedades y situaciones imprevistas que incluso nos pueden colocar al borde de la muerte, las cuales están totalmente fuera de nuestro control y no las podemos evitar. Por lo tanto, nuestro destino en este mundo es el de enfrentar a menudo todo tipo de problemas.

Cada quien reacciona y enfrenta los problemas de una manera individual, según sean el carácter y el estado de ánimo de la persona y las consecuencias que causa el problema. Las posibles reacciones pueden ser muy variadas: rabia, desesperación, temor, pánico, inseguridad, frustración, tristeza, etc.
Según sea la gravedad del problema, el Espíritu Santo que mora entre nosotros, puede actuar sobre el alma de la persona afectada y animarla a acudir a Dios por ayuda.
Fíjense en este versículo del profeta Oseas, quien haciendo uso de metáforas, describe una manera de cómo Dios nos atrae hacia Él:
Con cuerdas de hombre los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse comida delante de ellos. Oseas 11, 4

La frase que hace de título es del predicador inglés Charles H. Spurgeon, y la he seleccionado, porque describe muy bien una experiencia común, de la que muy pocos creyentes estamos conscientes: que la mayoría de los problemas graves que nos afectan y nos llevan a buscar refugio en Dios, son en realidad bendiciones para nuestra vida espiritual, porque fortalecen nuestra fe y esperanza en Dios.

Como creyentes que somos, lo primero y más importante es entender el gran valor de la Sagrada Escritura para nuestra fe, recordemos que estos escritos provienen de la sabiduría de Dios, y en consecuencia las palabras alli contenidas, además del sentido literal de la letra, poseen un mensaje espiritual que es capaz de proveer a nuestra alma alimentos espirituales como son: amor, confianza, esperanza, consuelo, paz interior, perdón, serenidad, paciencia, fortaleza, ternura, perseverancia, valentía, etc; virtudes estas que nos proporcionan las fuerzas necesarias y nos alientan a superar las dificultades que nos depare el destino.

Los salmos son una fuente variada y abundante de magníficos ruegos, oraciones y clamores, con los que el Rey David clama a Dios por ayuda, perdón y misericordia, haciendo uso de un precioso lenguaje lleno de palabras edificantes, enternecedoras y conmovedoras. 

Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; porque en ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos. Salmo 57, 1-3

No hay nada como la fe en Dios para ayudarnos en el momento de gran temor y de  necesidad. La fe disuelve el temor, asi como el sol lo hace con la niebla.

Por el contrario, las palabras provenientes de los seres humano, pueden tener por lo general, efectos positivos o negativos en los sentimientos, en la conducta y en el estado de ánimo de las personas.
La palabra humana puede ser usada para comunicar y enseñar obras virtuosas y actitudes ejemplares, pero tambien para manipular las opiniones y las actuaciones de una población con fines de lucro o políticos.

En la sociedad de consumo en que vivimos, los medios de comunicación utilizan la palabra como instrumento de publicidad y de manipulación psicológica para estimular en los ciudadanos la compra de productos y servicios. Los medios hacen uso de las palabras para transmitir mentiras y falsas informaciones todos los días, con el único propósito de captar la atención del público y de ganar dinero.

Otro efecto negativo de la palabra en el lenguaje humano, es su capacidad de herir los sentimientos y la sensibilidad emocional de las personas a las que están dirigidas. Como todo en este mundo cruel, el uso de la palabra tiene lamentablemente tambien su lado oscuro y dañino.

Como ustedes bien pueden distinguir, en la palabra de Dios podemos confiar ciegamente, mientras que confiar en la palabra de este mundo, es como caminar sobre un campo minado: hay que tener mucha precaución.

En relación al uso de las palabras, el apostol Pablo nos da el siguiente consejo:
Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia a los oyentes. Efesios 4, 29

Reconoced que Jehová es Dios Él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Salmo 100, 3

Debido a su incontenible vanidad natural, el ser humano podrá vanagloriarse de cualquier presunción que se le ocurra y hasta presumir de que es un Emperador o el dueño de medio mundo, pero creerse más sabio e inteligente que Dios, eso es la evidencia máxima de su estupidez.

Este magnífico versículo de David lo puedo describir con gusto y satisfacción, como el más efectivo y certero golpe de hacha que se puede dar en la raíz del orgullo y de la vanidad. Por esa razón, es recomendable leerlo esporádicamente, cuando notemos que la vanidad está ascendiendo hacia nuestra mente y nos estamos alejando de Dios.

Y debido precísamente a que la pura verdad está escrita en la Palabra de Dios, es que la mayoría de la gente en las sociedades occidentales le tienen cierta alergia a la Biblia y la rechazan, porque la perciben demasiada cruel y sincera para sus nuevos gustos y costumbres. Esto me hace recordar un artículo de periódico que leí hace años, sobre individuos y familias suizas que por su crueldad les incomodaba tener que ver unos Crucifijos tallados en madera, en los senderos para caminar en las colinas de los cantones católicos, lo cual es una antigua tradición cristiana de siglos. En el pasado el uso de los crucifijos eran algo normal, bien aceptado y muy extendido. Pero hoy, debido a un exceso de vanidad y orgullo que predomina en la sociedad moderna, los ciudadanos de hoy se creen que son más santos y más humanos que la gente en la antigüedad!

La crueldad humana es una realidad que es necesario aceptar, porque está en los genes de TODOS los seres humanos del mundo, lo cual significa que cualquier persona posee la capacidad natural de cometer crueldades y pecados graves, bajo ciertas circunstancias. Recordemos solamente dos inmensas crueldades: el terrorismo de estado y el Holocausto en la alemania Nazi y el lanzamiento de las bombas atómicas por USA sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en Japón.

En estos tiempos modernos en que el desarrollo de las ciencias y tecnologías ha tomado tanto auge, la vanidad y el orgullo han ido también aumentando en la sociedad en una proporción aún mayor, en particular y de manera muy intensa en el gremio de los científicos, investigadores y tecnólogos, quienes se consideran a si mismos ser semidioses, capaces de crear nuevas creaturas mediante la manipulación genética y la biología molecular, movidos en parte por la curiosidad científica, pero sobre todo, por la insaciable codicia y las ansias de poder.
Estos nuevos “Sacerdotes” de la estupidez, embriagados por su delirio de grandeza, están causando graves daños irreparables a la naturaleza y a la salud pública.
Y a pesar de las frecuentes advertencias y protestas que vienen haciendo públicamente infinidad de organizaciones ambientalistas y de salud, ellos continúan imperturbables y firmes en sus actividades destructivas y perjudiciales para la humanidad.

Esa actitud tan absurda e irracional es el fruto del orgullo y de la vanidad, las cuales son muy capaces de apagar la llama de nuestra fe en Dios, de alejarnos de Él e incluso de que lo ignoremos completamente.

Jesús le dijo: Tomás, porque me has visto, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron. Juan 20, 29

Tal como lo dijo el Señor Jesucristo, bienaventurados son los que creen.
En lo personal estoy convencido de que aquellos que creen en Jesús y en su promesa de vida eterna, también son más inteligentes para lograr vivir de manera  exitosa su vida en este mundo, puesto que los creyentes que confían en Dios y se dejan guiar por el Espiritu Santo, les son concedidos sus deseos más profundos de su corazón, y por lo tanto terminan siendo más felices.

Confia en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacenterás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón. Salmo 37, 3-4

Así mismo ha sido mi propia experiencia en mi vida como creyente:
de mis más profundos deseos desde mi juventud hasta hoy en día, Dios en su gran Misericordia y amor me ha concedido los dos más importantes: una excelente relación de amor con mi esposa; y una familia amorosa y armoniosa compuesta por 4 hijos, 5 nietos, una nuera y un yerno, todos magníficos. ¡Gloria a Dios y mi eterno agradecimiento!

Prefiero mil veces confiar en Dios, Creador y Señor del Universo, de la Humanidad, de la naturaleza y de este mundo en que vivimos, que confiar en la imperfecta y muy limitada sabiduría e inteligencia humanas.

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