¡Qué bueno es para nosotros, conocer al Dios que nos conoce y nos ama!

El título del Salmo 139 de David es: “Omnipresencia y omnisciencia de Dios”, y sus 6 versículos iniciales son los siguientes:

Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has escudriñado mi andar y mi reposo, y mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravillosos para mí; alto es, no lo puedo comprender.

Ese salmo lo leí por primera vez hace muy poco tiempo, y les digo con satisfacción y alegría, que el mensaje de este salmo me fascinó y su texto me conmovió, por la sublime descripción que hace David del grado de conocimiento y de cercanía, que tiene Dios con cada uno de nosotros. Les recomiendo que lo lean con reverencia e interés.

David en sus salmos confiesa de manera abierta y con abundantes detalles, su íntima relacion personal que mantuvo con Dios (Jehová), la cual muestra evidentemente, que David como siervo fiel fue escogido por el Dios Creador y Todopoderoso, para que le revelara al pueblo judio algunos de sus atributos, que eran muy poco conocidos en los tiempos del viejo Testamento.

Además, David tambien confiesa con humildad, que tal conocimiento de su vida por parte de Dios, no lo puede comprender, pero sin embargo lo cree con toda su alma, que es esa precisamente la actidud correcta de un creyente fervoroso. Ninguna mente humana es capaz de comprender jamás a Dios y sus cualidades. Ese es exactamente el habitual error que cometen los incrédulos y los ateos, quienes no consideran la presencia de Dios, y con ello, hacen desgraciar su propia alma.

Con la venida de Jesús al mundo como Hijo de Dios, hecho hombre, Dios revela por medio de Cristo Jesús ante la humanidad, sus gloriosos atributos eternos, como son: amor, perdón, misericordia, consuelo, bondad, verdad; y anuncia la suprema promesa de vida eterna para todas aquellas personas que crean en el Señor Jesucristo y lo acepten como su Salvador.

El apostol Juan en su primera epístola escribe lo siguiente sobre el amor de Dios:

Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 1. Juan 4, 7-10

El amor verdadero es de naturaleza espiritual por ser un don divino que proviene de Dios. El alma es la maravillosa fuente de donde surge el amor espiritual entre los seres humanos, el cual expresamos con el cuerpo por medio de actos y de palabras.
El sentimiento del amor espiritual se origina y brota del alma como un manantial, y como estímulo espiritual que es, el cuerpo lo manifiesta después a través de un comportamiento corporal. Imagínense algo así como una chispa o una llama espiritual, que anima y mueve al cuerpo a expresarlo con actos y palabras.

Las Sagradas Escrituras plasmadas en la Biblia, nos revelan y nos enseñan: la existencia de Dios, la existencia de las realidades espirituales, la existencia del alma o espíritu humano y la íntima relación de Dios con los hombres y mujeres.

La Palabra de Dios, sus enseñanzas y sus revelaciones es lo que hacen a la Biblia, la única referencia verdadera sobre el misterio del amor espiritual, que ha revelado a la humanidad algunas nociones y certidumbres sobre el amor en los seres humanos. Dios ha creado el amor, así como a los seres humanos con un espíritu y todo lo demás que existe en el universo.

Y el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios en el capítulo 13, que tiene como título “La preeminencia del amor”, escribe lo siguiente:

Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
1. Corintios 13, 1-3

Para conocer a Dios, lo mejor y más provechoso es leer su sagrada Palabra en la Biblia. Si te acercas a las verdades allí contenidas con fe y humildad, te sentirás conmovido de su fuerza espiritual, debido a que las Sagradas Escrituras poseen dos sentidos: el sentido espiritual oculto y el sentido exacto de la palabra.

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