La negación de Dios y de la naturaleza espiritual del alma humana, imposibilitan la comprensión total de la vida.

Los sabios pasarán vergüenza, serán abatidos y presos; he aquí, ellos han desechado la palabra del SEÑOR, ¿y qué clase de sabiduría tienen?
Jeremías 8, 9

En una entrevista que le hizo un canal de televisión español al escritor Gabriel García Márquez, premio Nobel de literatura de Colombia, cuando tenía la edad de 67 años, la periodista le preguntó: si usted pudiese escoger su propia muerte, ¿qué tipo de muerte escogería? y García Marquez respondió: “yo me niego a escoger la muerte, porque para mi la única opción es la vida. La muerte es una trampa y una injusticia para el ser humano, porque tiene que morir invitablemente.”

La respuesta del escritor me ha extrañado mucho, puesto que uno no espera, de un escritor y portador del premio Nobel con una vasta experiencia de vida como periodista, quien ha consultado tantas fuentes de información y leído infinidad de libros, que dé esa respuesta acerca de la realidad de la vida humana más cierta y conocida que existe.
Una buena explicación para esa respuesta, es el hecho de que García Márquez era ateo, según lo menciona su biógrafo Gerald Martín en una declaración, como justificación de que en el funeral del escritor en México, no hubo una ceremonia religiosa después de su muerte.

El ateísmo es muy frecuente entre los grandes intelectuales, filósofos, científicos y escritores en estos tiempos modernos, debido a la gran influencia que tuvo el movimiento intelectual llamado el “siglo de la luces” a mediados del siglo 18, cuyo principal objetivo fue combatir la ignorancia y el fanatismo religioso mediante las luces del conocimiento y de la razón.

Afortunadamente, ha habido tambien grandes intelectuales cristianos como el escritor francés Víctor Hugo (1802-1885), autor de las novelas entre las cuales están: “Los miserables”, “Nuestra señora de París”, “El hombre que ríe” y “Cromwell”.
Víctor Hugo fue un fervoroso creyente, quien seguramente leyó la Biblia, pues tuvo muy claro la descripción de cómo fue creado el hombre con un cuerpo de carne y un alma insuflada por Dios, a su imagen y semejanza.
Las dos siguientes citas de él, comprueban sus convicciones cristianas sobre la constitución del ser humano y su destino último:
“El cuerpo humano no es más que apariencia y esconde nuestra realidad. La realidad es el alma”

“Desgraciado quien no haya amado más que cuerpos, formas y apariencias. La muerte le arrebatará todo. Procurad amar las almas y und día las volvereis a encontrar”.

La antropología moderna, la cual es extremadamente simplista, considera al hombre como un primate o mono inteligente (Homo sapiens) desde hace más de 100 años, reduciendo de esta manera al ser humano a un cuerpo de carne y huesos que posse raciocinio y que según la teoría de la evolución de Charles Darwin, descendió de los monos.
Por cierto, esa teoría yo nunca la he aceptado, por estar basada en simples apariencias corporales, imaginaciones y sin un fundamento científico comprobable.
Si esa teoría fuera verdadera, no deberían de existir hoy los gorilas, orángutanes y monos chimpancés, pues debieron haber evolucionado también y estar hablando y habitando viviendas como nosotros. ¿No les parece?

El argumento más relevante e irrebatible en que me baso para rechazar la teoría de Darwin, son las siguientes facultades y virtudes espirituales del ser humano, las cuales son únicas y exclusivas entre todos los seres vivos: el intelecto, la conciencia, la memoria, la voluntad, la fe en Dios, la esperanza de vida eterna, el amor al prójimo, el orgullo, la vanidad, el egoísmo, la ambición, la hipocresía, la envidia, la lealtad, la intención, la traición, el rencor, los celos, fingir lo que no se siente, presumir de méritos ajenos ante los demás, etc.  

No es solamente la facultad de pensar o el raciocinio lo que nos diferencia de los primates y de los demás animales, sino que es principalmente ese prodigioso e inexplicable conjunto de capacidades espirituales de nuestra alma, lo que nos eleva y nos hace a cada uno de nosotros seres únicos e irrepetibles.

¿La inteligencia sin la conciencia y sin el amor espiritual al prójimo, de qué le sirve al ser humano? No nos sirve en absoluto, porque asi el hombre se convierte en el ser vivo más destructivo y criminal del planeta, algo muchísimo peor que un animal de rapiña. Esa es la triste realidad, que se ha dado en la historia reciente, como es el caso de la ideología del Nazismo en Europa, el cual además de haber iniciado la segunda guerra mundial, también provocó uno de los peores genocidios de la historia universal. Y como también es el caso actual de la contaminación desenfrenada de la naturaleza y del clima global, que esta destruyendo los medios naturales de vida de la humanidad.  

Es realmente injustificable e incomprensible, que el gremio de antropólogos hayan omitido voluntariamente estas cualidades y virtudes humanas en sus estudios, para definir lo que es el ser humano. Personalmente, la considero una degradación de la dignidad humana y un insulto a nuestra realidad como seres de naturaleza espiritual.

La Biblia, además de ser la Palabra de Dios, es el libro por excelencia de la vida humana, porque se refiere ampliamente tanto a su vida breve y pasajera en este mundo, como a su vida eterna en el Reino de los cielos.

La Biblia, entre muchos otros temas, nos enseña lo siguiente:

  • el origen de la tierra y del ser humano
  • qué y cómo somos verdaderamente los seres humanos
  • el sentido de nuestra vida terrenal y el propósito final
  • el destino último y definitivo después de la muerte
  • las virtudes, las fortalezas, las debilidades y los defectos de la raza humana
  • el mal y el bien
  • el sufrimiento, la angustia, la desesperanza, el dolor, la tragedia, las guerras, los conflictos entre humanos, el odio, la envidia, la traición, el engaño, la hipocresía, el abatimiento, la depresión, la tristeza, la felicidad, la bienaventuranza, alegría, satisfacción
  • El amor, el consuelo, la paz interior, la misericordia y el perdón de Dios; la suprema sabiduría de Dios que gobierna el mundo y los hombres.

La oración del Padre Nuestro y su gran significado espiritual para reafirmar la fe de los creyentes cristianos

Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre
. Mateo 6, 7-9

La palabra orar tiene su origen en el idioma latin, y quiere decir hablar, así como hablamos tuteando o charlamos con cualquier familiar nuestro.
Hablar directamente a Dios y llamarle Padre, es sin duda alguna, un gran privilegio de los cristianos. Es conveniente tener en mente siempre, que Jesús con la oración del Padrenuestro, tuvo la clara intención de que nosotros al orar, logremos sentirnos en intimidad y hablemos con Dios en un ambiente de confianza plena, así como lo hacemos cuando hablamos con nosotros mismos mientras estamos solos.

A continuación me referiré a varios segmentos de la oración y haré algunos comentarios sobre el significado espiritual que tienen para mi:

Padre nuestro
Debido a que Dios sopló su espíritu en el ser humano durante la creación del mundo, creándolo a su imagen y semejanza, el Señor Jesucristo les concedió a los creyentes cristianos el derecho de considerarse hijos de Dios. Es por esa razón, que Jesús nos enseño a orar a Dios y a decirle: Padre nuestro.

que estás en el cielo
Esta maravillosa y formidable afirmación, únicamente Jesucristo pudo ser capaz de decirla con autoridad, por ser el Hijo único de Dios, quién descendió del cielo a este mundo para revelar personalmente a la humanidad el mensaje de salvación y de vida eterna. Jesús, al enseñarnos a orar así, desea que los cristianos hablemos con Dios en una relación padre-hijo, tal cual como Jesús lo hizo cuando estuvo entre nosotros, con el Dios verdadero y NO con un dios imaginario.
Tomar nosotros conciencia, de que estamos hablando con el Dios verdadero en ese preciso momento, es de suma importancia para sentirnos cerca de nuestro Padre celestial.
Recuerden, que en la Biblia están escritos los fieles testimonios de los discípulos de Jesús, quienes compartieron estrechamente su vida con Él, y que mientras Jesús enseñaba y predicaba, ellos se dedicaron a escribir todo lo que decía.

y perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden
Jesucristo tuvo siempre muy claro, la enorme importancia del perdón en nuestra vida diaria, para poder vivir con plenitud y felicidad. Por eso, además de esta frase anterior, en el evangelio de Mateo, después del final de la oración, Jesús sigue diciendo:”Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará tambien a vosotros vuestro Padre celestial”. Mateo 6, 14

Las consecuencias espirituales y emocionales para la persona que no perdona se pueden comparar con una herida que no logra sanarse, como son: malestar, aflicción y finalmente el rencor, que es lo peor y más dañino.
Si uno no perdona a los demás sus ofensas, se hace daño a sí mismo.

La clave para poder perdonar es el amor. Esta verdad la describió de manera magnífica San Agustin de Hipona en su célebre cita sobre el amor: “Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos”.

Una manera efectiva de aprender a perdonar es la siguiente:
Consiste en perdonar a la persona que te ha ofendido, por amor a Dios y por amor a tí mismo. Se trata en primer lugar, de perdonar con la fuerza que nos proporciona el amor que le brindamos generosamente a Dios, en justa retribución que le hacemos por su amor eterno hacia nosotros y por la infinidad de perdones y bendiciones que hemos recibido de Él. Y en segundo lugar, por el amor propio que sentimos por nosotros mismos, para de esta forma hacer desaparecer el rencor de nuestras vidas.

De esta manera, seguimos con exactitud el excelente consejo de San Agustín: si perdonas, perdonarás con amor.

El Padrenuestro, se puede muy bien llamar la oración perfecta para el creyente cristiano, por los múltiples beneficios espirituales que nos otorga, y sobre todo porque cubre las necesidades esenciales más importantes de nuestra vida cotidiana, pero eso sí, siempre y cuando oremos con profunda fe en Dios.

La verdad de la Biblia es como agua fresca de beber en este desierto de mentiras en que vivimos.

El que practica el engaño no morará en mi casa; el que habla mentiras no permanecerá en mi presencia. Salmo 101, 7

«La Verdad recorría por entonces el mundo para enseñar a los hombres las vías de la justicia y del bien, aunque la mayor parte de las veces era muy mal recibida. La Mentira, por el contrario, que distribuía incontablemente falsas esperanzas y sus ilusiones, era acogida en todas partes como una princesa. Por tal motivo, ella iba siempre muy cuidada y con buen aspecto, orgulloso el porte y esplendorosa de salud, mientras que Verdad iba vestida de andrajos, delgada, pálida y con un aspecto lamentable. Cuando vio a su enemiga de toda la vida tan próspera y feliz, Verdad no pudo evitar lamentarse por su propia suerte:
¿por qué te aman los hombres más que a mí? Es injusto. Tu palabra no vale nada, mientras que la mía es inalterable.
Mentira se echó a reír, y dijo:
Es que no lo sabes hacer, Verdad. Tu voz es muy cortante, tus palabras demasiado crudas. Te falta tacto y diplomacia. Eres un espejo sin concesiones. Yo suavizo las aristas, embellezco los rostros ingratos, rejuvenezco a los viejos, llevo a los hombres el sueño y el placer. Y ellos me aman en la medidad de la felicidad que les doy.
(Verdad) Pero tal felicidad es artificial. Se funda en el engaño y en la ilusión.
(Mentira) ¿Y qué? Vale más una felicidad falsa que un sufrimiento auténtico.»

Lo anterior es un extracto del cuento la Verdad y la Mentira hacen juntas el camino del escritor francés Edouard Brasey, el cual ilustra muy bien el por qué algunas personas prefieren escuchar y leer mentiras que verdades.
Hay individuos que se dejan hechizar por la atractividad de las mentiras, y además algunos son hasta capacez de vivir a gusto en el engaño o en su propio mundillo ilusorio. Sin ir muy lejos, los adictos a las drogas son un ejemplo extremo de ese tipo de gente, quienes siempre están tratando de escapar de la dura realidad de la vida.

La mística italiana Catalina de Siena (1347-1380) dijo: «El hombre no vive de flores, sino de frutos», afirmación ésta que es muy cierta, puesto que de flores no nos podemos alimentar, mientras que de los frutos sí. Las mentiras por tener características similares a las flores como: muy atractivas, bellos colores y fragancias agradables; por eso abundan en este mundo como la arena en el desierto. Por el contrario la verdad es muy escasa, así como es el agua en el desierto, pero ella es indispensable para poder sobrevivir y ser feliz en esas condiciones del mundo de mentiras en que vivimos.

La búsqueda de la verdad y del amor verdadero son necesidades básicas del alma humana, y esa búsqueda por la verdad no es sino la búsqueda de Dios, porque Dios es la fuente original del amor y de la verdad.
Según San Agustín de Hipona, a la verdad eterna e inmutable se llega por medio del amor, y por esa misma razón, para poder disfrutar de la felicidad auténtica se requiere que esté fundamentada sobre el amor y la verdad.

Para nosotros los creyentes cristianos, la Biblia es la Palabra de Dios y en consecuencia, en ella está escrita la verdad divina y eterna.

Algunos podrán decir: ¿Cómo sabemos que la Biblia es verdad? Yo, desde hace unos años no tengo que hacer esa pregunta, porque un buen día la verdad de Dios me fue confirmada en mi corazón por el Espíritu Santo.
Les propongo lo siguiente: hagan la prueba ustedes mismos y lean la Biblia con confianza y con el deseo de encontrar la verdad. Inicien su lectura en el Evangelio del Señor Jesucristo o Nuevo Testamento. Mediten lo leído y descubrirán que el Señor es bueno y amoroso. Confiar en Él es realmente una decisión afortunada. Esa es la mejor manera de confirmar la verdad de la Biblia.

Concluyo con un extracto del texto de una leyenda africana:
“Mentira, tú florecerás sin dar jamás fruto. Gustarás a los hombres aunque nunca les harás bien. En cambio tú, Verdad, serás amarga, dura y a veces harás sentir mal pero siempre acabarás haciendo felices a los seres humanos”.

¿Estás cansado de tanta mentira y falsedad en este mundo?

Nadie, que sea sincero consigo mismo, puede dudar de que en este mundo la mentira y la falsedad han echado raíces profundas y que en las sociedades occidentales modernas se han propagado rápidamente como una peste muy contagiosa, debido a los grandes medios de comunicación y a su negativa influencia sobre la vida de la gente.

Si partimos de que esa es la realidad en que estamos viviendo, cabe hacerse entonces preguntas como las siguientes: ¿Cómo afrontar este mundo de mentiras, falsedad y apariencias?, o mejor todavía ¿Cómo navegar a puerto seguro en este mar de mentiras, falsedades, apariencias en que vivimos?

El único recurso firme y seguro del que disponemos es acudir a Dios, quien como Creador de la verdad absoluta es igualmente la fuente fidedigna de la verdad única. El primer gran fundamento del que podemos apoyarnos es que Dios nunca miente, en tanto que los seres humanos hemos mentido siempre, desde el origen de nuestra especie en la tierra. En el Libro de Éxodo en la sección de los mandamientos, Dios nos ordena no mentir por nuestro propio bien: No dirás contra tu prójimo falso testimonio“ Exodo 20,16

Después en el libro Eclesiástico encontramos la siguiente afirmación, que describe claramente uno de los tantos beneficios de decir la verdad:  „Feliz el hombre que no ha faltado con su lengua ni es atormentado por el remordimiento“. Eclesiástico 14, 1

Dios el Creador, nuestro Señor Jesucristo y la Santa Biblia son los manantiales de la verdad, con los que podemos nutrir nuestras almas, sin restricción alguna. Fíjense las consoladoras palabras que expresa Jesús, que parecen estar dirigidas a calmar y satisfacer la enorme sed de verdad que siente muy intensamente el alma humana: „Para esto yo he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad“. Juan 18, 37

En ellos nos podemos refugiar con toda confianza, cada vez que nos sintamos hartos de tantas mentiras, engaños y falsedades en este mundo.

EL MIEDO A LA VERDAD

En determinadas situaciones muchos recurrimos a la mentira por sentir miedo a las posibles consecuencias de decir la verdad. Frecuentemente se hace uso de la mentira como recurso práctico para resolver una dificultad o para salir „victorioso“ de una situación comprometedora.

Más temprano que tarde, nuestra conciencia se encargará de recordarnos el suceso por el cual hemos mentido, puesto que ese es uno de sus papeles más importantes: mostrarnos la relevancia moral de nuestros actos.

Frente a los remordimientos que genera en nuestra conciencia, la mentira en sí misma pasa a un plano secundario, ya que en ciertos casos, el remordimiento de una mentira puede llegar a afligir a una persona durante decenas de años,  tal como le sucedió al gran filósofo Jean Jacques Rousseau, después de un episodio cuando era un jovenzuelo y que cuenta en su interesante autobiografía Las Confesiones. Es precísamente durante  ese episodio vivido por Rousseau en que surge la conocida  frase dicha por el Conde de la Roque en esa oportunidad: la conciencia del culpable vengará al inocente; la cual se convirtió para él en una certera y dolorosa predicción.

A nuestra conciencia y a Dios no los podemos engañar.

Hacer o decir lo contrario a lo que nos dicta la conciencia y a lo que manda Dios, es actuar en contra de sí mismo, es faltarse el respeto a sí mismo. Lo que más cuenta e importa es estar en paz consigo mismo y con Dios.

Las recompensas de decir la verdad son siempre mucho más valiosas y perdurables que las temporales y quebradizas que podemos obtener de las mentiras. Las recompensas más importantes de la verdad son la paz interior y una conciencia tranquila. Además como gratificación, obtendremos  el reconocimiento y el agradecimiento de los que nos rodean por ser personas francas y sinceras, lo cual tiene un valor enorme para cualquiera, ya que hasta los mismos mentirosos lo aprecian.

No deberíamos tener miedo de decir la verdad, porque el miedo tanto en el amor como en la verdad es el peor de los consejeros.