La necesidad de estar a solas consigo mismo y con Dios

LA SOLEDAD: LA NUEVA Y OCULTA PLAGA SOCIAL EN LOS PAÍSES DESARROLLADOS
El famoso conferencista y filósofo hindú Jiddu Krishnamurti (1895-1986) en un artículo que escribió sobre la soledad, explicaba que existen dos tipos diferentes de soledad:

  1. la soledad dolorosa. Es la de una persona que se siente sola, apartada o abandonada y que por sentirse  interiomente incómoda, siente la necesidad de escapar de si misma y el deseo compulsivo de estar con otros, de entretenerse y de distraerse con algo.
  2. la soledad madura o inteligente. Es la de un ser humano que, en su interior, no depende de nadie ni de nada para ser o sentirse a gusto, y que por lo tanto, no necesita escapes de ninguna clase.

Si observamos con atención a las personas que están a nuestro alrededor en una sala de espera, en un autobus o un tren; notaremos cuán difícil es para la mayoría de la gente, poder estar a solas consigo mismo unos minutos sin hacer nada y ocuparse de si mismo, quedándose en sus pensamientos, sus propios anhelos, sus planes y su conciencia. No soportamos la soledad ni siquiera el breve tiempo de una pausa.

Es realmente impresionante constatar la gran necesidad que tenemos de distraernos, de entretenernos con cualquier cosa al alcanze de las manos y de relacionarnos con todo lo que existe fuera de nosotros. En resumen: de vivir fuera de nosotros.

Durante décadas, los medios de comunicación y la publicidad nos han hecho excesivamente dependientes de los estímulos visuales externos, que atraen siempre nuestra mirada y nuestra atención. Esa es la realidad de la sociedad de consumo en la que vivimos y eso no va a cambiar.

Por esa razón, deberíamos concebir estrategias que nos ayuden a reducir esa dependencia de los estímulos externos y a fortalecer nuestra vida interior, con el claro propósito de ser los protagonistas de nuestra propia existencia y no simplemente unos espectadores encadenados, quienes por no gobernar su existencia y por no saber lo que de verdad en el fondo de su corazón creen, quieren o no quieren, se dejan influenciar fácilmente por los medios y las modas.

Esa soledad, que Krishnamurti denomina acertadamente como dolorosa, es una clara señal de que nuestra vida interior ha estado perdiendo la antigua vitalidad y esplendor que tenía cuando éramos niños, porque la hemos dejado de atender y de cultivar apropiadamente, y en consecuencia, ha corrido la misma suerte que corre un jardín bello y bien atendido cuando es abandonado: se deteriora, se cubre de malas hierbas y arbustos y termina convirtiéndose en un lugar escabroso y extraño. Morada interior y extraña esa, en la que ya no nos sentimos a gusto.

La infinidad de objetos, estímulos y acontecimientos que se dan en nuestro entorno han despertado en nosotros un apetito tan voraz de las cosas y actividades que hay en él, que nos hace estar demasiado tiempo atentos de lo que pasa afuera  y cada vez tenemos menos tiempo de recogernos dentro de nosotros para atender nuestros propios planes o necesidades interiores, y también para ponernos de acuerdo con nosotros mismos y centranos de nuevo.

De ésta manera es como se debilita nuestra vida interior y por consiguiente, la soledad se nos va haciendo más dolorosa e incómoda, impulsándonos a escapar de nosostros mismos. Con el pasar de los años nos hemos olvidado de nuestro propio yo, de nuestra alma, de nuestra conciencia. Nos hemos convertido en unos extraños para nosotros mismos.

Se hace absolutamente necesario, recuperar la facultad natural que poseemos de liberarnos de la tiranía de las cosas y asuntos del mundo exterior moderno. Tenemos que aprender de nuevo a retirarnos mentalmente del entorno que nos rodea y a desatender transitoriamente sus cosas y estímulos, para poder ensimismarnos y dedicar entonces la atención y cuidados que nuestra vida interior necesita, ocuparnos de nuestra alma y conversar en secreto con nuestra conciencia.

Debemos ser capacez de estar a solas con nosotros mismos y de no depender tanto de la gente y de las cosas para sentirnos bien y a gusto en nuestro propio cuerpo. Debemos alcanzar el estado de soledad madura e inteligente, sin depender de nadie ni de nada y mucho menos sin necesidad de tener que escapar.

Es muy importante tener siempre presente, que en realidad núnca estamos solos. Nuestra conciencia y nuestra alma nos acompañan constantemente como fieles e inseparables testigos. También el Espíritu de Dios está con nosotros todos los dias.

Jesús lo dijo:

« Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia » Mateo 28,20

¿Cómo fortalecer y cultivar nuestra vida interior? ¿Cómo aprender de nuevo a sumergirnos dentro de nosotros mismos? ¿Cómo morar dentro de nuestra interioridad ?

UN PRÁCTICO PLAN DE ACCIÓN
Junto a nosotros, conviven infinidad de personas que poseen una vigorosa vida interior, quienes nos pueden servir de excelentes modelos y ejemplos a imitar.

Apenas un simple movimiento de abrir y cerrar los ojos nos permite cambiar y pasar de la percepción de los asuntos de nuestra vida pública, a la de los asuntos íntimos de nuestra vida interior. Así de sencillo es.

Cuando en algúna oportunidad deseamos retirarnos virtualmente del mundo exterior por unos instantes, lo que hacemos comúnmente es cerrar los ojos, como cuando vamos por ejemplo a rezar, a besar apasionadamente, a meditar, a recordar, y a concentrarnos en algo.

Sin embargo, para tener las condiciones ideales para poder meditar sin ningún tipo de distracciones e interferencias,  lo más recomendable es seguir el magnífico consejo de nuestro Señor Jesucristo:

« Pero tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. », Mateo 6, 6

LOS MODELOS Y EJEMPLOS A IMITAR
Los niños son los mejores y más abundantes modelos que tenemos a nuestro alcance, para imitar en el arte de estar a solas consigo mismo.

Ellos poseen una vigorosa vida interior, un mundo interior fecundo y sin límites, un mundo virtual repleto de ideas, vivencias, imaginaciones, representaciones e ilusiones. Un mundo poblado por numerosos personajes inmaginarios o reales y por todos los animales, jardines, casas, campos, agua, luz y plantas que han conocido.

El otro grupo de personas modelos que llevan y mantienen una robusta vida interior, son todos aquellos individuos que tienen alguna dificultad de percibir y de relacionarse con las demás personas y con el entorno exterior, debido a un impedimento físico o psíquico en su cuerpo. Los mal llamados « inválidos » e « incapacitados ».

Las personas ciegas son uno de los grupos que más se destacan como ejemplos de una vida interior llena de energía vital y de enormes capacidades intuitivas o extrasensoriales, que han desarrollado interiormente para compensar la falta de visión. Las personas con limitaciones corporales han tenido necesariamente que desarrollar y atender intensamente su vida espiritual interior, debido a que sus relaciones y comunicaciones con el mundo exterior son mucho más restringidas que las de los demás.

Deseo enfatizar aquí una vez más, que la vida interior y secreta que esconde nuestro cuerpo de carne y huesos, es la realidad humana, es decir, la verdadera existencia que vivimos como seres humanos y como hijos de Dios.

En ese maravilloso misterio divino, que es la vida interior humana, se manifiesta una vez más, la universalidad del amor y de la justicia de Dios para con todos los seres humanos en todos los tiempos. Dios no ha sido ni cruel ni injusto, al permitir que en la naturaleza humana puedan nacer personas con defectos congénitos, impedimentos y discapacidades. Claro que no!

Somos nosotros los seres humanos, los que siempre cometemos el error y la ligereza, de dejarnos guiar exclusivamente por las apariencias y las fachadas de lo que percibimos con los ojos, y contínuamente nos olvidamos que eso que vemos, nos es más que la simple máscara de carne o recipiente de la realidad espiritual que existe dentro de nosotros.

La vida aparente que vemos y percibimos todos los días con nuestros sentidos corporales, no es la única que existe y que vale para Dios.

Existe también la vida espiritual interior, la cual es secreta e invisible, pero en virtud de que además es inmortal, es la que más cuenta para Dios.

Esto no lo afirmo yo solamente, ésto lo escribió y lo enseñó hace más de 1’600 años, uno de los más grandes patriarcas y doctores de la iglesia cristiana que ha existido: San Agustín de Hipona (354 – 430)

San Agustín, hablando sobre el concepto del alma, escribió las  siguientes frases:

  • « En tu alma está la imagen de Dios.»
  • « Dos son las vidas del hombre: la vida del cuerpo y la vida del alma. La vida del cuerpo es el alma; la vida del alma es Dios.“
  • « Un medio tengo para subir a Dios: el alma… por ella subiré, »
  • « Elevarse a Dios es más fácil que obtener el oro que tanto codician algunos.»

Las montañas que hay dentro de nosotros

Así como la gran mayoría de la gente no sabe que existen montañas debajo los mares, tampoco se sabe que existen montañas dentro del cuerpo, o dicho de otra manera: los grandes obstáculos que habitan en el alma humana. A las montañas que hay debajo de los mares se les llama montañas submarinas, y existen más de 100’000 de éllas con alturas que oscilan entre 1’000 y 4’000 metros. Pero como no se ven, por estar totalmente cubiertas por la inmensa capa de agua que contienen los océanos, creemos que no existen. Y sin embargo, ahí están.

A las que hay en nuestra alma se les podría llamar montañas espirituales o mentales, ya que se tratan de esos obstáculos invisibles que surgen en nuestra interioridad, como son las innobles pasiones del espíritu humano, que nos ocasionan tantas dificultades y conflictos en nuestra vida, sin ni siquiera darnos cuenta de ello.

La vanidad, el orgullo, el rencor, el odio, la codicia, la envidia, los prejuicios, los complejos y los escrúpulos son algunas de esas pasiones del ser humano, la cuales para poder entender mejor cómo nos afectan, es conveniente hacerlas visibles y para eso podríamos imaginarlas como si fueran montañas, que se interponen en nuestro camino hacia la paz interior y la felicidad duradera, que todos anhelamos alcanzar algún dia, y que en consecuencia, tenemos que remontar y vencer por esfuerzo propio, si realmente deseamos vivir una vida plena y feliz.

El filósofo escocés David Hume describe la pasión como una emoción vehemente que ejerce una fuerza impulsora en el ser humano. Es por lo tanto una fuente motivacional para hacer o no algo y que tiene como esencia un sentimiento. Hume califica al individuo como un ser de deseo, movido por dos resortes primarios relativamente irrefrenables aunque no ciegos: la consecución de placer y la evitación del dolor.
Es por ésta razón, que cuando la gente enfrenta decisiones importantes, son las emociones y no la razón, las que se convierten en los principales criterios para decidir.

Según el grado de dificultad u oposición que ejercen los obstáculos, se pueden clasificar en grandes y pequeños. El término escrúpulos que vienen siendo las aprensiones, los recelos, las dudas, las sospechas, los reparos, el asco, etc; ya revela que se trata de pequeños impedimentos espirituales, ya que su significado en latin es piedritas.

Jesucristo en su célebre consejo que nos dejó en el evangelio de Mateo, en relación a que no deberíamos de juzgar a los demás, nos habla claramente sobre los grandes obstáculos interiores que tenemos y que no nos permiten ni razonar ni ver adecuadamente: « No juzguen a los demás y no serán juzgados ustedes. Porque de la misma manera que ustedes juzguen, así serán juzgados, y la misma medida que ustedes usen para los demás, será usada para ustedes. Ves la pelusa en el ojo de tu hermano, ¿y no te das cuenta del tronco que hay en el tuyo?»  Mateo 7, 1-3

Jesús nos advierte con su metáfora, sobre nuestros propios impedimentos,  esas vigas y piedras que tú y yo mismo nos fabricamos en el alma, y de cuya existencia real nos negamos a creerla y a aceptarla. Jesús con su sabiduría divina y su amor hacia nosotros, nos afirma que ahí adentro en el corazón humano están. Sólo tenemos que meditar, recogiéndonos dentro de nosotros mismos, para poder atender entonces nuestra propia intimidad y examinarnos.

Por eso, podemos estar completamente seguros, de que las pasiones interfieren en nuestra capacidad de percibir la realidad, unas veces más y otras veces menos. Por causa de éstos obstáculos inflados por nosotros mismos y porque permanecen en el alma sin ser superados, terminamos acarreando en secreto y durante años sus consecuencias, esas hirientes espinitas clavadas en el corazón, en forma de rencores, decepciones, infelicidad, pesadumbre y tristezas.

El gran poeta mexicano Amado Nervo excelente conocedor del alma humana, se refiere en el siguiente texto a esas luchas interiores a las que estamos todos expuestos y que debemos de afrontar en secreto: “No es siempre el tumulto exterior el que impide oir la voz de Dios: es muchas, muchísimas veces, el tumulto interior: las voces del orgullo, de la vanidad, de la lujuria, de la conveniencia, los rugidos de la casa de fieras que cada uno llevamos dentro…

La vanidad, el orgullo, la envidia y el rencor son las montañas espirituales más frecuentes y más altas que tenemos los seres humanos que distinguir e indentificar en nuestra interioridad, para que seamos capaces de escalarlas y finalmente superarlas.

En los últimos años el montañismo se ha popularizado grandemente en la sociedad moderna. Mientras en la antigüedad escalar grandes montañas era una actividad que se hacía por necesidad, ya que el intercambio de mercancias valiosas, la venta de los excedentes de producción agropecuaria y los viajes de exploración, obligaba a  los pueblos a remontar las altas cordilleras que los separaban de otras naciones. Hoy en dia se hace por deporte, pasatiempo, prestigio social, desafío personal, fama y muchos otros motivos más o menos futiles.

El escalador británico George Leigh Mallory que formó parte de una de las primeras expediciones que aspiraban a escalar el Mount Everest en 1924, y quien murió posteriormente en su intento por lograrlo, cuando se le preguntó cuál era el motivo personal que lo impulsaba a ascender la montaña más alta del mundo, contestó: “porque está ahí”.

Si un gran maestro espiritual asiático le hubiera dicho oportunamente al explorador Mallory, que dentro de su cuerpo existen montañas espirituales, seguramente no se lo hubiese creido, como no se lo cree la gran mayoría de la gente, porque estamos acostumbrados a creer sólamente en lo material, en lo que vemos del mundo exterior y que se puede palpar con las manos.
Sabemos muy bien que los obstáculos espirituales no se ven pero se sienten, y si se sienten, es porque están ahí.
Ahora bien, nuestro mundo interior, nuestra alma o propio yo, no solo tiene obstáculos sino también un maravilloso tesoro de cualidades y virtudes, que no conocemos bien, porque toda nuestra atención y nuestro interés han estado dirigidos desde la época de la pubertad, casi exclusivamente hacia el mundo exterior, hacia las personas y las cosas que necesitamos para sobrevivir. Y asi con el pasar de los años, hemos llegado a la conclusión y a la creencia, de que ése es el único mundo que existe y lo único que cuenta en la vida.

Hasta que algún dia, por un soberano designio de Dios y por obra de su Providencia, tocamos fondo, es decir, llegamos a descubrir nuevamente nuestro núcleo espiritual, nuestra alma de niño, nuestro verdadero yo. Bien sea por llegar al límite de una situación desfavorable en el transcurso de la vida, o por iniciativa propia al despertarse nuestra conciencia.

Si te llegas a entusiasmar por la actividad del montañismo, que está tan de moda en la actualidad, y te animas a escalar alguna montaña, con el objetivo de comprobar tus fuerzas, tu valentía y todo lo que tu eres capaz de lograr. Te sugiero de todo corazón, que comienzes primero a remontar y a superar tus propias montañas espirituales, porque están más cerca, son las más dificiles de escalar del mundo, no implican ningún gasto de dinero ni de equipamiento especial, y lo mejor de todo, es porque recibirás la mejor recompensa personal que te puedes imaginar: la inigualable satisfacción de una vida interior llena de dicha y de plenitud.

La fe, la esperanza y el amor son las tres columnas invisibles que sostienen la vida espiritual humana

Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. 1. Corintios 13, 13

Así como la bóveda celeste del universo está apoyada sobre unas columnas invisibles que la sustentan, la vida espiritual humana está sostenida igualmente por tres grandes pilares espirituales que son igualmente invisibles: el amor, la fe y la esperanza.

La visión de la eternidad se apoya en la fe, es impulsada por la esperanza y se nutre continuamente de la llama eterna del amor de Dios.
Si utilizamos el lenguaje de los navegantes con el fin de describir la frase anterior en forma alegórica, se podría decir de la forma siguiente: El amor de Dios, cual viento espiritual inagotable, está soplando siempre. Sólo tenemos que subir las velas de nuestra fe, para que con la viva esperanza como navío, naveguemos sin temor alguno en el tempestuoso mar de la vida, rumbo a las playas eternas de nuestra patria celestial.

El verdadero norte del mensaje evangélico cristiano es y será siempre Jesucristo, porque Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Sólo Jesús promete respuestas insuperables para los tres anhelos más relevantes de la vida de todo ser humano:

  • Saber que será de nuestra existencia, después de la muerte del cuerpo
  • el deseo de conocer la verdad absoluta
  • el anhelo de vivir eternamente.

Jesús al ser el camino hacia el Reino de Dios, es la razón de ser de nuestra fe.
Jesús al ser la verdad (hijo de Dios Todopoderoso), es el origen y la fuente del amor.
Jesús al ser la vida eterna, es el objeto de nuestra esperanza.

En vista de que estos tres ardientes anhelos de cada ser humano han de ser cumplidos en la eternidad, se hace  absolutamente necesario en la proclamación de la fe, que vinculemos constantemente nuestra vida terrenal con las realidades eternas que nos esperan después de la muerte.
No se puede proclamar el evangelio de manera convincente, sin hablar de la eternidad y sin establecer la conexión con las promesas de Jesús y con el Reino de Dios en los Cielos, escritas en la Biblia.

La fe, la esperanza y el amor como potencias espirituales sostienen nuestra vida espiritual, y como pilares que son, deben seguir siendo firmes y robustos.
Sólo con la mirada puesta fijamente en la vida eterna en el reino de los Cielos, podemos nosotros los creyentes, contribuir al fortalecimiento efectivo de nuestra fe, nuestro amor y nuestra esperanza.

La historia de más de 2000 años del cristianismo no es sólo la historia de una fe religiosa, de sus fieles y de las iglesias o congregaciones, sino sobre todo la historia de la esperanza cristiana de la salvación, que se basa firmemente en la obra redentora, la intercesión de Jesucristo y en su promesa de la vida eterna para los creyentes.

La fuerza vigorosa, la propagación y el crecimiento del cristianismo en el mundo desde sus inicios hasta la actualidad, se ha sustentado y se ha nutrido de ese maravilloso encuentro del ser humano con Dios, el Dios eterno; pero sobre todo se ha nutrido del encuentro con esa esperanza viva de la vida eterna, una esperanza inimaginable, tan grande, tan maravillosa, tan poderosa que supera con creces cualquier otra esperanza común de la vida humana como son: el triunfo, el poder, la libertad, la gloria, la salud, la riqueza, la familia, el trabajo y la fama.

La esperanza nos anima a vivir esperando en sus promesas y a tener confianza en Dios, aún en medio de las horas más oscuras de la historia de la humanidad, de los sufrimientos y de las dificultades de la vida cotidiana que encontramos en la realización de nuestra misión en la vida.
La esperanza nos conduce a contemplar el futuro con confianza e ilusión, porque tenemos la mirada puesta en el Señor Jesús.

Cristo es la esperanza que no falla nunca, para aquellos que creen en él.

La actitud de la esperanza es la cualidad por excelencia que caracteriza a los creyentes de fe firme, porque saben que Dios es fiel y que Dios ha cumplido su promesa en la obra Redentora y de Salvación de Jesús nuestro Señor.

Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe, para que la esperanza sobreabunde en ustedes por obra del Espíritu Santo. Romanos 15, 13

Acuérdate de lo que dijiste a este siervo tuyo porque esa palabra alentó mi esperanza. Ese fue mi consuelo en las angustias: tus palabras me dan vida. Salmo 119, 49-50

En las sociedades de los países occidentales y desde hace ya varias décadas, se ha estado haciendo cada vez más dominante y popular, una irreflexiva opinión que da por sentado, que la palabra Dios es un vocablo vacío, sin ningún contenido útil y verdadero para el hombre y la mujer modernos.

Esa gente temeraria afirma, que con los avances de la ciencia y la tecnología, el desarrollo económico y las nuevas necesidades, los mensajes de la Biblia han perdido su vigencia para este siglo, porque fueron escritos hace miles de años, en una época muy diferente y para pueblos con costumbres antiguas que estan en desuso.

Pero resulta, que las personas que así piensan, no saben todavía lo equivocadas y desorientadas que estan, ya que se han olvidado del elemento más importante, justamente de ahí donde está el detalle. Éstas personas porfiadas se olvidan, que éllos tienen un espíritu dentro de su cuerpo. Todo lo que es espíritu y es invisible NO cambia, porque es eterno, y es además la esencia y fuerza de la vida. Todo lo material y perceptible SÍ cambia, particularmente el aspecto exterior de las personas y la cosas, que es lo que se manifiesta y se muestra a la vista.

Lo que cambia son las apariencias que vemos, las cuales no son más que la representación material de esa realidad espiritual, que es inaccesible a nuestros sentidos corporales. El alma humana, sus pasiones y virtudes fueron, son y seguirán siendo las mismas por los siglos de los siglos. Cada ser humano que existió hace miles de años y los que existimos ahora tenemos exactamente el mismo núcleo espiritual, la misma interioridad y las mismas cualidades  y defectos.

Para refrescar la memoria de aquellos que no estan tan convencidos de ello todavía, paso a nombrar algunas de las facultades espirituales del alma:

conciencia, amor, odio, voluntad, estimación, discernimiento, desprecio, humildad, orgullo, generosidad, culpa, bajeza, el deseo, los celos, esperanza, la fe, remordimiento, el valor, la cobardía, alegría, tristeza, satisfacción, arrepentimiento, simpatía, agradecimiento, indignación, la ira, la gloria, la vergüenza, la añoranza, el hastío, la grandeza, la admiración, etc.

Cómo bien podrán constatar, éstas son las cualidades que nos diferencian de los animales, y no solamente el raciocinio y la inteligencia como afirman los antropólogos y la ciencia.

Por tener el alma, es que sentimos y experimentamos que somos seres eternos e intuímos que existe Dios, el Creador y Señor del universo. A éste respecto, algún agudo observador caracterizó al ser humano, si bien de una manera algo simplona pero sumamente acertada, como: un animal religioso.

Podríamos decir, que la Palabra de Dios fué primordialmente escrita para el alma humana como tal, por eso el Señor Jesucristo refiriéndose a nuestra dimensión espiritual, afirma en el evangelio de San Mateo 4, 4: « El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. » 
Jesúcristo hablando en forma figurada nos recuerda claramente, que para vivir una vida humana plena y en conformidad con nuestra condición de seres espirituales, también necesitamos el alimento espiritual, que es la Palabra de Dios.

Si tú en lo profundo de tu alma, sientes o intuyes un vacío espiritual, o bien estas pasando por una crisis existencial, o mejor todavía,  si eres una de esas personas que forma(ba) parte de ese grupo de escépticos que piensan que la Biblia es “un libro más de historia”;  te aseguro, que las Sagradas Escrituras son un innagotable tesoro de promesas y consejos de Dios, para ese ser espiritual y eterno que tú eres.

Concluyo con una reflexión del gran predicador inglés Charles H. Spurgeon, en la cual me inspirado para redactar éste escrito:
Cualquier sea tu particular necesidad, puedes hallar, en seguida, en la Biblia, alguna promesa apropiada a ella. Estás abatido y deprimido porque tu senda es áspera y tú te hallas cansado? Aquí está la promesa. „El da esfuerzo al cansado“. Estás buscando a Cristo y ansías tener comunión más íntima con él? Esta es la promesa que resplandece sobre ti como una estrella: „Bienaventurados los que tienen hambre  y sed de Justicia, porque ellos serán hartos“. Lleva continuamente al trono celestial esta promesa; no ruegues por ninguna otra cosa, preséntate a Dios una y otra vez así: „Señor, tú lo has dicho; haz conforme a tu promesa“.

Estás acongojado por el pecado y cargado con la pesada carga de tus iniquidades? Presta atención a estas palabras: „Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mi; y no me acordaré de tus pecados“. No tienes méritos propios que invocar para tu perdón; pero, en cambio, puedes invocar su pacto y él lo cumplirá. Temes no ser capaz de proseguir hasta el fin, o que, después de haberte creído hijo de Dios, seas reprobado? Si pasas por tal situación, lleva la siguiente promesa al trono de la gracia: „Los montes se moverán, y los collados temblarán, más no se apartará de ti mi misericordia“.

Si has perdido la dulce sensación de la presencia del Salvador, y lo estás buscando con afligido corazón, recuerda esta promesa: „Tornaos a mí y yo me tornaré a vosotros“. „Por un pequeño momento te dejé; más te recogeré con grandes misericordias“. Deléitate en la fe que tienes en la palabra misma de Dios, y acude al Banco de la Fe con el pagaré de tu Padre Celestial, y dí: „ Acuérdate de lo que dijiste a este siervo tuyo porque esa palabra alentó mi Esperanza

“Ningún éxito en la vida justifica el fracaso en la vida familiar”

La frase que uso como título de esta reflexión es de Fernando Parrado, uno de los sobrevivientes del avión uruguayo que se estrelló con 45 personas a bordo en 1972 en los Andes a una altura de 4.000 metros sobre el nivel del mar, accidente éste del que surgieron el libro y la película titulados “El milagro de los Andes”.

Los 27 sobrevivientes del accidente tuvieron que enfrentarse a duras condiciones ambientales para lograr sobrevivir con temperaturas bajo cero de -25 a -42 °C en las montañas congeladas, aún en plena época de nevadas, en medio de la primavera austral.

Fernando Parrado, uno de los únicos 16 pasajeros que lograron sobrevivir después de más de 2 meses de una colosal lucha por sus vidas, a 36 años de aquella historia que asombró al mundo, consiguió conmover a 2.500 participantes de un foro de negocios y capacitación empresarial, al transmitirles las lecciones que aprendió de sus experiencias durante y después de la tragedia de vivir 72 días sin agua ni comida, sobre un glaciar en plena Cordillera.

Su conferencia en ese foro de capacitación empresarial, la inició con el relato acompañado de fotos y videos de cómo y por qué, él y sus otros 15 compañeros lograron sobrevivir en un lugar y bajo unas condiciones extremas donde no se podía sobrevivir. Parrado narró los momentos que lo marcaron de aquella terrible odisea a 4.000 metros de altura en la que perdió a su madre y a su hermana, además de buena parte de sus amigos.

Entonces sobrevino el momento más inesperado de la charla: «Esta no es la historia que vine a contar», avisó. Y se puso contar entonces, que su verdadera historia empezó al regresar a su casa, sin su madre y su hermana, sin sus amigos de la infancia y al encontrar a su padre con una nueva pareja.
Y dijo entre otras cosas lo siguiente: “Lo importante viene después del trabajo.
Las empresas son importantes, el trabajo lo es, pero lo verdaderamente valioso está en casa después de trabajar: la familia.
No se olviden de quien tienen al lado, porque no saben lo que va a pasar mañana.»

Con su insólito testimonio personal, el señor Parrado está transmitiendo una admirable y valiente exhortación para la reflexión, a cientos de miles de personas en el mundo, quienes tienden a considerar como más valiosos al éxito profesional, el ganar mucho dinero y el prestigio de tener una posición gerencial, que su propia vida sentimental y familiar.

Parrado con su mensaje al mundo, esta confirmando la gran importancia que tiene en nuestras vidas el hecho de reflexionar bien sobre las decisiones que estamos por tomar y que previamente deberíamos de establecer las prioridades: ¿Qué es en esta vida lo esencial, lo conveniente y lo accesorio para nosotros?

El señor Parrado asi como innumerables personas anónimas han logrado reconocer y percatarse de lo esencial de la vida, sin embargo, después de experimentar en carne propia duras y trágicas experiencias.

La otra gran guía verdadera y vasta en enseñanzas, que disponemos para conocer y poder instruirnos sobre los temas esenciales de la existencia humana es la Biblia. Las sagradas escrituras son las revelaciones de Dios, que como alimento espiritual del alma humana, se refieren casi exclusivamente a nuestras necesidades espirituales básicas o esenciales, las cuales son universales, es decir, son las mismas en todos los seres humanos que han existido en todas las épocas de la historia de la humanidad.

Como ejemplo transcribo a continuación un párrafo de la Biblia, que se refiere a lo más esencial de la vida de los hombres y las mujeres:

Cuando los fariseos supieron que Jesús había hecho callar a los saduceos, se juntaron en torno a él. Uno de ellos, que era maestro de la Ley, trató de ponerlo a prueba con esta pregunta: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?». Jesús le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el gran mandamiento, el primero. Pero hay otro muy parecido: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la Ley y los Profetas se fundamentan en estos dos mandamientos. Mateo 22, 34-40

Ya lo afirmaba Jesucristo hace más de 2.000 años que el amar a alguien y el ser amado, es para todo ser humano la necesidad espiritual más importante, porque es de las facultades humanas, la más esencial.

Parrado en su conferencia confirma con otras palabras lo anunciado al mundo por Jesús, cuando asegura que “lo importante viene después del trabajo”. ¿Y a qué personas les dedicamos nuestro tiempo y nuestra energía vital después del trabajo? A nuestra familia y amigos, es decir, a nuestros seres más amados y más estimados, a quienes nos unen verdaderos lazos invisibles de amor y de cariño.

Es en el ámbito de nuestras relaciones personales, donde ese dominio invisible de lo espiritual se hace realidad y está en constante actividad. Ése es el terreno fértil  donde la infinidad de lazos invisibles de amor nacen, se desarrollan, se alimentan e intercambian, haciendo posible las relaciones humanas.

Los lazos espirituales de amor entre familiares, los cuales no se ven pero se sienten,  es lo que verdaderamente tiene valor y lo que cuenta en la vida. Eso es lo fundamental en la vida humana. 

Sin duda, tener una vivienda, por ejemplo, es necesario e importante, pero lo ESENCIAL es la vida familiar que dicha vivienda abriga y que uno mismo sustenta y atiende con tanta dedicación todos los días.

Independiente de tus inclinaciones y preferencias, yo personalmente te aconsejo lo siguiente:  
Escucha primero lo que te dicen tu conciencia y los profundos deseos de tu corazón. No te dejes persuadir por lo que hacen los demás, por lo que está de moda, ni mucho menos creer los mensajes manipuladores de la publicidad, de que la vida sólo se puede disfrutar y vivir con mucho dinero, para poder satisfacer todos aquellos antojos, que esa misma publicidad, sin darte cuenta, te ha metido en la cabeza.

Concluyo con un refrán muy famoso creado por la sabiduría popular, cuyo acierto y prudencia son insuperables: “ El trabajo es tan malo, que pagan por hacerlo.”

Si un problema nos lleva a buscar la ayuda de Dios en oración, ese problema es una bendición para nuestra vida.

En esta vida incierta y arriesgada, estamos siempre propensos a pasar por dificultades, accidentes, enfermedades y situaciones imprevistas que incluso nos pueden colocar al borde de la muerte, las cuales están totalmente fuera de nuestro control y no las podemos evitar. Por lo tanto, nuestro destino en este mundo es el de enfrentar a menudo todo tipo de problemas.

Cada quien reacciona y enfrenta los problemas de una manera individual, según sean el carácter y el estado de ánimo de la persona y las consecuencias que causa el problema. Las posibles reacciones pueden ser muy variadas: rabia, desesperación, temor, pánico, inseguridad, frustración, tristeza, etc.
Según sea la gravedad del problema, el Espíritu Santo que mora entre nosotros, puede actuar sobre el alma de la persona afectada y animarla a acudir a Dios por ayuda.
Fíjense en este versículo del profeta Oseas, quien haciendo uso de metáforas, describe una manera de cómo Dios nos atrae hacia Él:
Con cuerdas de hombre los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse comida delante de ellos. Oseas 11, 4

La frase que hace de título es del predicador inglés Charles H. Spurgeon, y la he seleccionado, porque describe muy bien una experiencia común, de la que muy pocos creyentes estamos conscientes: que la mayoría de los problemas graves que nos afectan y nos llevan a buscar refugio en Dios, son en realidad bendiciones para nuestra vida espiritual, porque fortalecen nuestra fe y esperanza en Dios.

Como creyentes que somos, lo primero y más importante es entender el gran valor de la Sagrada Escritura para nuestra fe, recordemos que estos escritos provienen de la sabiduría de Dios, y en consecuencia las palabras alli contenidas, además del sentido literal de la letra, poseen un mensaje espiritual que es capaz de proveer a nuestra alma alimentos espirituales como son: amor, confianza, esperanza, consuelo, paz interior, perdón, serenidad, paciencia, fortaleza, ternura, perseverancia, valentía, etc; virtudes estas que nos proporcionan las fuerzas necesarias y nos alientan a superar las dificultades que nos depare el destino.

Los salmos son una fuente variada y abundante de magníficos ruegos, oraciones y clamores, con los que el Rey David clama a Dios por ayuda, perdón y misericordia, haciendo uso de un precioso lenguaje lleno de palabras edificantes, enternecedoras y conmovedoras. 

Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; porque en ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos. Salmo 57, 1-3

No hay nada como la fe en Dios para ayudarnos en el momento de gran temor y de  necesidad. La fe disuelve el temor, asi como el sol lo hace con la niebla.

Por el contrario, las palabras provenientes de los seres humano, pueden tener por lo general, efectos positivos o negativos en los sentimientos, en la conducta y en el estado de ánimo de las personas.
La palabra humana puede ser usada para comunicar y enseñar obras virtuosas y actitudes ejemplares, pero tambien para manipular las opiniones y las actuaciones de una población con fines de lucro o políticos.

En la sociedad de consumo en que vivimos, los medios de comunicación utilizan la palabra como instrumento de publicidad y de manipulación psicológica para estimular en los ciudadanos la compra de productos y servicios. Los medios hacen uso de las palabras para transmitir mentiras y falsas informaciones todos los días, con el único propósito de captar la atención del público y de ganar dinero.

Otro efecto negativo de la palabra en el lenguaje humano, es su capacidad de herir los sentimientos y la sensibilidad emocional de las personas a las que están dirigidas. Como todo en este mundo cruel, el uso de la palabra tiene lamentablemente tambien su lado oscuro y dañino.

Como ustedes bien pueden distinguir, en la palabra de Dios podemos confiar ciegamente, mientras que confiar en la palabra de este mundo, es como caminar sobre un campo minado: hay que tener mucha precaución.

En relación al uso de las palabras, el apostol Pablo nos da el siguiente consejo:
Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia a los oyentes. Efesios 4, 29

Si solamente en esta vida esperamos en Cristo, somos los más miserables de todos los hombres.
1. Corintios 15, 19

Sabemos que antes de su encuentro con Jesús resucitado, Saulo de Tarso (ese era el nombre del apóstol Pablo antes de su conversión) como judío ortodoxo que era, había rechazado a Jesús de Nazareth como Hijo de Dios, sin embargo, no satisfecho con el rechazo y movido por un odio rabioso a las enseñanzas de Cristo, también se dedícó a perseguir a los primeros cristianos que iba encontrando en los lugares por donde él pasaba.

Saulo poseía un profundo conocimiento de las Sagradas Escrituras contenidas en el Viejo Testamento y era extremadamente celoso del cumplimiento de las leyes allí establecidas para el pueblo judío. Por lo tanto, tenía grandes conocimientos de la palabra escrita, pero le faltaba la sabiduría espiritual que proviene del Espíritu de Dios y su iluminación divina, para interpretarla y aplicarla de forma correcta.
Finalmente, el celo ardiente que sentía por su religión y la firme voluntad de luchar por defenderla, lo condujo a perseguir y combatir a sus nuevos oponentes: los nuevos cristianos.

Y yendo por el camino, aconteció que llegando cerca de Damasco, súbitamente le cercó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues; Hechos 9, 3-5

Ese encuentro personal inesperado y repentino con Jesús, debió haber sido para Saulo una experiencia espantosa y terrible al inicio, para más tarde pasar a ser una vivencia maravillosa y trascendental en su vida espiritual, al reconocer a Jesús como el Hijo de Dios y el tan esperado Mesías del pueblo judío, quien mostrando su gran amor y su inmensa misericordia, escoge justamente a Saulo el perseguidor de cristianos, para convertirlo en un hombre nuevo llamado Pablo a partir de ese momento, por pura Gracia.

Pablo tuvo que haber experimentado con Jesús una experiencia divina y maravillosa, la cual produjo en él como fruto tres milagrosas transformaciones:

  1. que él naciera de nuevo en el espíritu, es decir, como un nuevo ser humano radicalmente opuesto al anterior, pero con el mismo cuerpo de antes.
  2. que Pablo se convirtiera en el más grande intérprete y predicador del Evangelio de toda la historia del cristianismo.
  3. que haya sido el privilegiado receptor del perdón y la Gracia de Dios, después de haber cometido ese gran pecado de combatir al Señor Jesucristo y de perseguir y castigar los cristianos, lo cual generó en Pablo un manantial de agradecimiento, regocijo y paz interior hasta el fin de su vida.

Pablo como hombre de profunda fe y poseedor de una mente privilegiada, estaba más que convencido de que la promesa de vida eterna en el Reino de los Cielos, era lo más grandioso que oídos humanos habían escuchado en la larga historia del pueblo de Israel, y por supuesto, su alma sedienta de Dios, hizo suya esa promesa inmediatemente.

Después que Cristo resucitó, se le apareció a los doce discípulos en primer lugar, y de último se le apareció a Pablo, tal como lo describe el mismo en su primera carta a los Corintios:

Y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mi. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. 1. Corintios 15, 8-10

¡Y de qué manera Pablo creyó y se aferró a la promesa de vida eterna durante su vida llena de peligros de muerte, penas, dificultades, desafíos, viajes, agotamiento, hambre, etc; mientras cumplía fielmente con esa titánica misión que Cristo Jesús le otorgó, de predicar el Evangelio a los pueblos paganos en casi todos los países del mundo antiguo!

En sus cartas que escribió a las diferentes comunidades y pueblos que visitó, Pablo explicó muy bien infinidad de temas importantes de la fe cristiana, y lo hizo de una forma sencilla y clara, para que el pueblo pobre y sencillo pudiera comprender lo que predicaba.

Muy buen ejemplo de un mensaje claro y simple de Pablo, es el versículo que escogí como título de esta reflexión: Si solamente en esta vida esperamos en Cristo, somos los más miserables de todos los hombres.

Esta afirmación me da la impresión, de que el apostol Pablo la ha escrito de manera especial para nuestra generación de los que hemos nacido entre la década de 1940 y 1990, es decir, en la época de mayor prosperidad, bienestar económico, desarrollo tecnológico y oferta de comodidades que ha tenido la humanidad en su historia.

Parafraseando el versículo de Pablo, me atrevo a decir: Si solamente en esta vida terrenal esperamos en Cristo y contamos con él, para lograr vivir bien con todas las comodidades y lujos que nos podamos comprar, y no esperamos en Cristo para que nos ayude a fortalezer nuestra esperanza de vida eterna, somos los más miserables de los hombres y de las mujeres.

Para ilustrar de qué manera el bienestar económico y la gigantesca oferta de comodidades y servicios influyen sobre la sociedad, al mejorar la calidad vida en el aspecto material; y cómo afectan a la fe religiosa estas nuevas condiciones de vida, les escribo a continuación un comentario del filósofo y Teólogo danés Sören Kierkegaard, que hizo sobre la debilitada fe religiosa en la alta sociedad danesa de su época, hace 200 años:

La vida eterna después de la muerte se ha convertido en un chiste, no solo se ha convertido en una necesidad incierta, sino que tampoco nadie espera más en eso. Va tan lejos, que hasta nos hace gracia pensar que hubo un tiempo en que la promesa de vida eterna era capaz de cambiar la vida de una persona.

Reconoced que Jehová es Dios Él nos hizo y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Salmo 100, 3

Debido a su incontenible vanidad natural, el ser humano podrá vanagloriarse de cualquier presunción que se le ocurra y hasta presumir de que es un Emperador o el dueño de medio mundo, pero creerse más sabio e inteligente que Dios, eso es la evidencia máxima de su estupidez.

Este magnífico versículo de David lo puedo describir con gusto y satisfacción, como el más efectivo y certero golpe de hacha que se puede dar en la raíz del orgullo y de la vanidad. Por esa razón, es recomendable leerlo esporádicamente, cuando notemos que la vanidad está ascendiendo hacia nuestra mente y nos estamos alejando de Dios.

Y debido precísamente a que la pura verdad está escrita en la Palabra de Dios, es que la mayoría de la gente en las sociedades occidentales le tienen cierta alergia a la Biblia y la rechazan, porque la perciben demasiada cruel y sincera para sus nuevos gustos y costumbres. Esto me hace recordar un artículo de periódico que leí hace años, sobre individuos y familias suizas que por su crueldad les incomodaba tener que ver unos Crucifijos tallados en madera, en los senderos para caminar en las colinas de los cantones católicos, lo cual es una antigua tradición cristiana de siglos. En el pasado el uso de los crucifijos eran algo normal, bien aceptado y muy extendido. Pero hoy, debido a un exceso de vanidad y orgullo que predomina en la sociedad moderna, los ciudadanos de hoy se creen que son más santos y más humanos que la gente en la antigüedad!

La crueldad humana es una realidad que es necesario aceptar, porque está en los genes de TODOS los seres humanos del mundo, lo cual significa que cualquier persona posee la capacidad natural de cometer crueldades y pecados graves, bajo ciertas circunstancias. Recordemos solamente dos inmensas crueldades: el terrorismo de estado y el Holocausto en la alemania Nazi y el lanzamiento de las bombas atómicas por USA sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en Japón.

En estos tiempos modernos en que el desarrollo de las ciencias y tecnologías ha tomado tanto auge, la vanidad y el orgullo han ido también aumentando en la sociedad en una proporción aún mayor, en particular y de manera muy intensa en el gremio de los científicos, investigadores y tecnólogos, quienes se consideran a si mismos ser semidioses, capaces de crear nuevas creaturas mediante la manipulación genética y la biología molecular, movidos en parte por la curiosidad científica, pero sobre todo, por la insaciable codicia y las ansias de poder.
Estos nuevos “Sacerdotes” de la estupidez, embriagados por su delirio de grandeza, están causando graves daños irreparables a la naturaleza y a la salud pública.
Y a pesar de las frecuentes advertencias y protestas que vienen haciendo públicamente infinidad de organizaciones ambientalistas y de salud, ellos continúan imperturbables y firmes en sus actividades destructivas y perjudiciales para la humanidad.

Esa actitud tan absurda e irracional es el fruto del orgullo y de la vanidad, las cuales son muy capaces de apagar la llama de nuestra fe en Dios, de alejarnos de Él e incluso de que lo ignoremos completamente.

Jesús le dijo: Tomás, porque me has visto, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron. Juan 20, 29

Tal como lo dijo el Señor Jesucristo, bienaventurados son los que creen.
En lo personal estoy convencido de que aquellos que creen en Jesús y en su promesa de vida eterna, también son más inteligentes para lograr vivir de manera  exitosa su vida en este mundo, puesto que los creyentes que confían en Dios y se dejan guiar por el Espiritu Santo, les son concedidos sus deseos más profundos de su corazón, y por lo tanto terminan siendo más felices.

Confia en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacenterás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón. Salmo 37, 3-4

Así mismo ha sido mi propia experiencia en mi vida como creyente:
de mis más profundos deseos desde mi juventud hasta hoy en día, Dios en su gran Misericordia y amor me ha concedido los dos más importantes: una excelente relación de amor con mi esposa; y una familia amorosa y armoniosa compuesta por 4 hijos, 5 nietos, una nuera y un yerno, todos magníficos. ¡Gloria a Dios y mi eterno agradecimiento!

Prefiero mil veces confiar en Dios, Creador y Señor del Universo, de la Humanidad, de la naturaleza y de este mundo en que vivimos, que confiar en la imperfecta y muy limitada sabiduría e inteligencia humanas.

Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Proverbios 3, 5

Puesto que la fe es la ÚNICA puerta hacia Cristo, la primera regla es que creas lo más perfectamente posible en Él y en las Sagradas Escrituras, reveladas por su Espíritu. No dejes que nada influya sobre ti, principalmente el hecho de que la gran mayoría de la gente vive como si el Reino de los Cielos y el infierno fueran cuentos de viejas. Cree con firmeza y no te pongas temeroso. Pues, aunque digan lo que digan los demás y todos se vuelvan locos, Dios no puede mentir. No puede dejar de suceder lo que Dios en la Biblia profetizó que sucedería. Si crees que hay un Dios, debes creer que él es la verdad. *

Ten también por seguro que nada de lo que oyes con tus oídos, ves con tus ojos o tomas en tus manos es tan verdadero. Nada tan cierto e incuestionable como lo que leemos en las Escrituras, inspiradas por Dios, que es la pura verdad, que nos fueron reveladas por profetas. Nos las transmitió el mismo Jesucristo en persona con su palabra y las puso en práctica con su ejemplo.

El teólogo español Fray Diego de Estella (1524-1578) dijo: ”Cuanto hay en el mundo es falso y vano, porque es pasado, presente y futuro. Lo pasado ya no existe, lo que está por venir es incierto y lo presente es inconstante y momentáneo”

Si somos sinceros con nosotros mismos podemos constatar que lo que vemos a nuestro alrededor y lo que percibimos de la gente no es más que una farsa, porque en realidad la gran mayoría de las personas solo vive de apariencias, lo cual propicia una vida ficticia y sin sentido. Es como un teatro de máscaras en el que lo único que cuenta es aparentar, ya que lo importante es quedar bien ante los demás, impresionar y que nos tengan por importantes, dichosos o privilegiados, aunque no sea verdad.

Debido a la enorme influencia de los medios de comunicación y de la publicidad, el mundo de hoy en día se ha convertido en un gran escenario de la mentira, donde las mentiras se escriben, se dicen y se divulgan con naturalidad, maestría y elegancia; y donde cada uno incluso se cree y defiende su propio engaño.

En la Biblia, el rey David, en sus Salmos, se describió a sí mismo como un ser pobre y necesitado, no porque le faltasen honras y riquezas, sino porque entendía que todo era engaño y vanidad, y porque en algunos momentos críticos sentía que le faltaba su Dios.

A medida que vamos tomando conciencia de la clara contradicción que existe entre nuestra conciencia, nuestros propios pensamientos y valores, que es lo verdadero; y el acontecer cotidiano en el mundo exterior que nos circunda, que es lo aparente y engañoso; vamos llegando a la conclusión de que el ámbito de nuestra vida interior espiritual, de nuestra propia conciencia es el más auténtico y, sobre todo, el más importante.

Es la vida del alma, de nuestros pensamientos, deseos, sentimientos, en resumen, de nuestra vida interior espiritual, la que contiene la verdad y la esencia eterna de la vida humana.

No hay doctrina humana que no esté viciada por la negrura de algún error. Solamente el antiguo Testamento y la doctrina de Cristo es toda pura, toda blanca, toda ella sincera. El hecho de que sea un tanto dura y áspera nos adentra en su significado oculto escondido en el sentido literal.

Mientras tanto, recuerda una y otra vez que no debes tocar la Sagrada Escritura sino con pureza total de espíritu. Y lo primero que has de entender es el valor de estos escritos. Piensa que, siendo como son verdadéros oráculos, proceden del más profundo secreto de Dios. Si te acercas a ellos con reverencia, veneración y humildad, te sentirás poseído de su fuerza, inefablemente raptado y transfigurado. Experimentarás las delicias del esposo o esposa feliz, gustarás las riquezas de Salomón, saborearás los tesoros escondidos de la eterna sabiduría.

Considera, pues, que nada de lo que ves con tus ojos y tocas con tus manos es tan real como las verdades que lees en la Biblia. Pasarán el cielo y la tierra, pero ni una sola jota o ápice de la palabra de Dios pasará sin que se cumpla. Los hombres se engañarán y errarán, pero la palabra de Dios ni engaña ni yerra.

Reconócele en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas. No seas sabio en tu propia opinión. Proverbios 3, 6-7

* Los textos que están en letra cursiva los he tomado de la obra “Enquiridion” de Erasmo de Rotterdam (1466 – 1536), gran teólogo católico y erudito holandés, quien favoreció y defendió la práctica auténtica del cristianismo interior o espiritual, en contraposición con la práctica religiosa exterior de rituales, hábitos y apariencias.

Dios creó al ser humano para que viva dos vidas diferentes: una primera vida pasajera en este mundo, y una segunda vida eterna en el Reino de los Cielos.

Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; que como yo os he amado, así también os améis unos a otros. Juan 13, 34

Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien en humildad, estimándoos inferiores los unos a los otros: no mirando cada uno a lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los demás. Filipenses 2, 3-4

En el reino animal existen dos ejemplos muy conocidos de criaturas insignificantes, que fueron creadas para vivir dos vidas diferentes: las ranas y las mariposas. Sabemos que las ranas nacen y viven su primera vida en el agua en forma de renacuajos y después de un proceso natural llamado metamorfosis, se convierten en ranas adultas para vivir en los bosques.

Las mariposas viven un tiempo como orugas o gusanos arrastrándose en la tierra o en las plantas, para después transformarse en una bella mariposa y volar por el aire para alimentarse del nectar de las flores.

Si Dios el Creador Omnipotente del universo, creó estas dos criaturas para que vivan dos vidas completamente diferentes, ¿no habría sido Dios capaz de crear al ser humano con un cuerpo físico y un alma espiritual, para que el hombre pueda vivir también dos vidas muy diferentes, la primera y transitoria en este mundo, y la segunda, eterna y definitiva en el Reino de los Cielos?

Solamente es necesario que tú amigo lector, en primer lugar, por medio de un sencillo, humilde y auténtico acto de fe reconozcas y aceptes sin lugar a dudas, que todo el contenido de la Biblia es la única y verdadera Palabra de Dios, la cual fue escrita por infinidad de personajes históricos, quienes fueron cada uno inspirados directamente por el Espíritu de Dios, para que quedara estampada en papel como legado eterno para toda la humanidad.

Y en segundo lugar, que creas en nuestro Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios, quien vino al mundo para revelar la verdad de Dios, que había estado oculta a la humanidad por un manto de misterio desde el inicio de los tiempos, la cual es conocida como la Buena Nueva o el Evangelio de Jesucristo: La promesa de vida eterna en el Reino de los Cielos.

El Espíritu Santo de Dios descendió también a este mundo junto con Cristo Jesús, y desde entonces y por mandato expreso de Dios, habita entre nosotros con la importantísima misión de tocar y mover directa e imperceptiblemente el alma de los creyentes, para que reciban a Jesús como su amado Maestro, Salvador Misericordioso y gran Perdonador de pecados.

No necesitamos en absoluto a ningún intermediaro mortal (sacerdote, pastor, monje, predicador, etc) que medie entre Jesús y nosotros, para recibir al Señor Jesucristo en nuestro corazón. En la Biblia podrás encontrar muchos verdaderos héroes y heroínas de la fe, quienes por medio de su vida, sus actos y sus palabras inspiradas, nos pueden servir de ejemplo e inspiración para iniciarnos y mantenernos en la Verdad, el Camino y la Vida que es Jesús, nuestro salvador.

Lamentablemente en este tiempo moderno, materialista y gobernado por el amor al dinero, no se puede seguir confiando en los representantes y el personal de las iglesias cristianas, debido a que la gran mayoría no creen firmemente en la promesa de vida eterna, y la prueba más evidente de mi afirmación, es que ellos nunca hablan ni escriben con entusiasmo y con viva esperanza sobre la alegrías del Cielo.

Los llamados presbísteros, clérigos y pastores se han dedicado principalmente a hablar de la moral, de lo que debemos hacer, de cumplir con la obligaciones de la religión y sus sacramentos, de la ofrenda, de la pobreza, de las guerras y catastrofes, de la política actual, de los problemas de la sociedad, etc, todo esto referido a procurar llevar una mejor vida de apariencias aquí en este mundo cruel y sin remedio, como si fueran a vivir aquí para siempre, y sin pensar para nada, en que la avalancha de la muerte, les va a quitar todo de un solo zarpazo, cuando menos lo esperen.

Por el contrario, el Señor Jesucristo en sus enseñanzas y sermones, siempre se refirió a la futura vida eterna y al Reino de los Cielos, e igualmente lo hicieron sus fieles discípulos y apóstoles, valorando menos la dura y corta vida que sus seguidores y oyentes estaban viviendo, porque la vida terrenal es así para todos por igual, sean ricos o sean pobres, y valorando más la vida eterna, porque ella será nueva y abundante para todos aquellos que se la merecen y la desean con todo su corazón.

Vivir sin la esperanza de una mejor vida despues de la muerte, priva a esta vida terrenal de su sentido y su propósito principal, el cual consiste en perfeccionar nuestra vida espiritual interior por medio de la fe en Dios, el amor a nuestros seres queridos y la esperanza en la vida eterna, o dicho de otra manera, vivir con los pies bien puestos sobre la tierra, que es adonde pertenecen, PERO tambien con nuestra alma puesta en el Reino de Dios, que es adonde ella pertenece.
No se trata en absoluto de desatenderse de la realidad del mundo, claro que no. Se trata de vivir llenos de esperanza, la cual es el gran motor invisible que impulsa y sostiene nuestra existencia, venciendo todas las dificultades que se nos puedan presentar.
Lo más importante de la vida cristiana, es aferrarse esa gran esperanza de que algún día en el futuro, después de la inevitable muerte, nos espera la segunda vida nueva y eterna, que será sin lágrimas, sin dolores, sin preocupaciones, sin problemas, sin enemigos, sin odio, sin rencor, etc.
  
Todo esto ha quedado escrito en el Nuevo Testamento, para poderlo leer con fe, atención e interés. De corazón les doy este consejo.