El título de esta reflexión es parte de la descripción que el apostol Pablo hizo del amor espiritual o verdadero, hace más de 2000 años. ¿Conocen ustedes estos versículos? Si no es así, les recomiendo de corazón que lean completo el capítulo 13 dedicado al amor.
Por fortuna, yo los escuché por primera y única vez de un pastor, en la ceremonía religiosa de mi boda hace 44 años en Suiza. San Pablo le hace un merecido elogio al amor espiritual en su primera carta a los Corintios, describiendo magistralmente sus caracteríticas para la humanidad.
El amor en la sociedad moderna, es efectivamente una ilustre facultad desconocida más, de las facultades espirituales que posee el ser humano. Desde hace muchas décadas, todo el mundo habla y escribe sobre el amor, pero lamentablemente sin saber con propiedad de lo que estan hablando, y debido a esa circunstancia, existe actualmente una enorme confusión y malos entendidos sobre este aspecto tan esencial e importante para la vida.
La razón principal de esta confusión ha sido, la pérfida idea de la industria del cine en Hollywood, de afirmar y propagar en el mundo, que hacer el sexo es lo mismo que “hacer el amor”, lo cual hicieron por medio de la película titulada “Let’s make Love” con la actriz Marylin Monroe en 1960, en la que por primera vez fueron mostradas escenas eróticas de una pareja en una película, con el propósito de atraer muchos más espectadores a los cines y así lograr ganar más dinero, siguiendo el conocido dicho de negocios: el sexo vende!
El gran engaño consiste en que es IMPOSIBLE hacer el amor a voluntad, pues el amor espiritual aparece de repente en nuestras vidas y no lo podemos ni evitar ni controlar, así como tampoco podemos escoger previamente la persona por la que vamos a sentir inclinación y amor espontáneos. El amor espiritual no es algo que queramos sentir, sino que es algo que sentimos sin querer.
Mientras que el sexo sí se puede hacer a voluntad con cualquier persona, siempre y cuando nuestro instinto sexual natural haya sido activado o encendido por estímulos visuales y sensuales en nuestro cuerpo.
El amor espiritual y el deseo sexual son dos actividades humanas completamente diferentes, que no tienen en absoluto nada que ver una con la otra, incluso pueden ser opuestas o antagónicas. En la Biblia, San Pablo explica la oposición que existe entre el alma y el cuerpo de carne: «Digo pues: Andad según el Espíritu (Santo), y no cumpliréis el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el espíritu, y el del espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis…» Gálatas 5, 16-17
El sexo NO es una expresión de amor espiritual ni hace feliz a nadie, como lo muestran películas y afirman algunos autores de libros eróticos. Esa es una gran mentira que ha sido creada con el propósito de ganar más dinero. Si eso fuera verdad, las prostitutas o trabajadoras del sexo serían las personas más felices del mundo, y todos sabemos que no es así, sino que es todo lo contrario.
Los deseos que generan el espíritu o alma humana y la carne en nuestra conducta, son opuestos en algunos aspectos de nuestra vida, por ejemplo: en la relación romántica entre parejas. ¿quién no conoce las siguientes situaciones entre parejas causadas por el ardiente instinto sexual?: el adulterio y los abusos como la violación y el maltrato físico.