No es posible comprender la vida humana, sin aceptar que somos en realidad seres compuestos de un alma espiritual y un cuerpo de carne, el cual posee instintos animales.

Digo, pues: “Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis.”  Gálatas 5, 16-17

Cada cultura o civilización, de las que se han destacado por su importancia en la historia de la humanidad, poseyeron su propias creencias mitológicas y religiosas, así como tambien sus escrituras sagradas en las que fueron redactadas las enseñazas y normas fundamentales para guiar o dirigir sus sociedades. En el caso de nuestra civilización cristiana, el fundamento es la Biblia que agrupa el viejo y el nuevo Testamento, los cuales fueron redactados hace ya varios miles de años, y que por lo tanto, es cierto que son bastante antiguos. Y es precísamente por esa razón, que tanto en las autoridades de las iglesias cristianas modernas, como en las congregaciones de creyentes, se ha ido estableciendo la nueva creencia o convicción en los últimos 200 años, de que los seres humanos hemos cambiado de una manera tan radical, que algunas de las enseñazas y las revelaciones de Dios contenidas en la Biblia, han perdido su validez y su vigencia para estos tiempos, y que por lo tanto, ya no se pueden aplicar como se hacía en el pasado.
Esa nueva creencia es un grave error, que algunas iglesias han cometido.
 
A continuación explico las razones:

1.- La palabra de Dios es eterna por ser la verdad divina.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mateo 24:35

La hierba se seca, la flor se marchíta; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre. Isaías 40, 8

Pero él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Mateo 4:4

2.- La naturaleza del ser humano compuesta por el alma espiritual y el cuerpo de carne NO ha cambiado. La esencia o sustancia del ser humano con sus virtudes e imperfecciones, sigue siendo la misma que tuvieron Adan y Eva. Lo que ha cambiado son: las creencias, las normas sociales, las ideologías, las costumbres, los vestidos, los conocimientos, la ciencia, los modos de pensar, las culturas, las opiniones, las tendencias, etc.

Para no escribir mucho, voy a referirme solamente a dos aspectos de la vida humana como son el amor espiritual y el deseo sexual, que ponen en clara evidencia, de que somos ciertamente seres compuestos de espíritu y cuerpo.

El apostol Pablo les recomendaba a los cristianos en Galacia, hace más de 2000 años: “Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis.” 

Los humanos estamos compuestos de un cuerpo y de un alma o espíritu. El cuerpo es similar al de los animales y posee varios instintos naturales. El alma que nos fue dada por Dios es de esencia espiritual, y por lo tanto, es completamente diferente a la naturaleza material del cuerpo. En el alma están nuestras facultades espirituales, como: el intelecto, la conciencia, la voluntad, el amor, la fe, la esperanza, bondad, misericordia, arrepentimiento, orgullo, vanidad, etc.

Por estar constituidos de un cuerpo de carne y un alma espiritual, tenemos dos tipos muy diferentes de necesidades:

– El cuerpo por sus instintos naturales, busca satisfacer sus necesidades biológicas y materiales: respirar, beber, comer, tener sexo, dormir, moverse, abrigarse, trabajar, seguridad, vivienda, etc.
– Mientras que el alma posee tres grandes necesidades espirituales: amar y ser amado, la fe en Dios y la esperanza de vida eterna.

El instinto de la pasión sexual es tan potente que ofusca la mente del que la siente, y el ardor sensual que produce la estimulación hormonal, le impide pensar en la dignidad de la persona objeto del deseo, en su honor, en sus lazos sentimentales y en el debido respeto, porque en esos momentos, como se trata de una necesidad biológica, se transforma en un deseo urgente y prioritario, tal como nos sucede cuando sentimos hambre y sed, o cuando sentimos la urgencia de ir al baño. Este proceso fisiológico del deseo sexual natural, es lo que conduce a que el individuo se olvide de la dimensión espiritual de la persona deseada, y además, a actuar de manera egoísta, irracional y primitiva, es decir, como un animal de rapiña.

Los impulsos que generan estas dos dimensiones humanas en nuestra conducta son a veces opuestos o contrarios en algunos aspectos de nuestra vida, por ejemplo: en la relación matrimonial entre parejas. 
Quién no conoce las siguientes situaciones entre parejas, causadas por el ardiente instinto sexual?

a.- Él quiere hacer el sexo, pero ella no

b.- El adulterio

c.- Abusos en el hogar (violación sexual, maltrato con golpes)

El amor espiritual por ser de origen divino tiene un propósito muchísimo más excelente, elevado y trascendente que el placer sensual y la reprodución. El amor espiritual es la maravillosa fuente, que nos permite crear y mantener los indispensables lazos invisibles de amor que nos unen en familias, grupos de amigos, comunidades, ciudades y países. El amor es el adhesivo universal que vincula y mantiene unidos a las personas hasta que la muerte las separe, y además las hace capaces de convivir en paz y en armonía.

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