¿Sabías que eres digno de la vida eterna?

En el libro de los Hechos de los Apóstoles (capítulo 13, versículo 46) se describe una escena interesante, en la que San Pablo al anunciar el evangelio a los paganos y a sus hermanos de raza en una plaza pública, los judíos contradecían con blasfemias lo que Pablo predicaba: “Entonces Pablo y Bernabé, con gran firmeza, dijeron: «A ustedes debíamos anunciar en primer lugar la Palabra de Dios, pero ya que la rechazan y no se consideran dignos de la Vida eterna, nos dirigimos ahora a los paganos.”

Me imagino lo triste y decepcionado que Pablo se habrá sentido en esa oportunidad, al presenciar cómo sus hermanos de raza judía mostraban con su actitud de rechazo, que no se creían dignos de la vida eterna, anunciada por Jesucristo y que fue después llamada la Buena Nueva o el Evangelio en la Biblia.

Los judíos esperaban ya desde siglos la llegada del Mesías. Cuando vino Jesús al mundo y se dió a conocer, muchos judíos creyeron que era el Mesías y lo aceptaron, sin embargo, muchos otros no creyeron y no lo reconocieron como tal, por falta de fe y porque no lo esperaban como una persona sencilla, mansa y humilde, sino como un guerrero libertador, fuerte y poderoso.

La gloriosa obra de Sacrificio y de Resurrección de Jesucristo por amor a la criatura humana y a Dios, el perdón de los pecados y la promesa de vida eterna para todos aquellos que creen en Él, son la esencia de la doctrina cristiana.

Pablo fue uno de los apóstoles que primero vislumbró y comprendió, que Jesucristo como Hijo de Dios, había abierto las puertas del Reino de los Cielos y había hecho dignos de la Vida eterna, a todos los individuos judíos y paganos que creyeran en Él.

Después de transcurrido más de 2000 años, el Evangelio de Jesús se ha extendido y enseñado en todos los continentes, y actualmente, se cuentan en miles de millones los cristianos en el mundo.

Pero, así como sucede en la educación y difusión de temas tan extensos y profundos como la religión, en que con frecuencia se tiende a andar por las ramas, también en la enseñaza del Evangelio se le ha dado más importancia a cuestiones secundarias como la moral y las buenas obras, que al asunto primordial de la promesa de vida eterna.

Si no sabías que eres merecedor de la vida eterna, espero de corazón que lo creas firmemente, para que de ese modo te consideres digno de ella y no descanses hasta alcanzarla con la guía del Espíritu Santo.

 

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