Tal como el Señor Jesucristo entregó su espíritu en el instante de su muerte, así mismo lo haremos nosotros también al morir, para pasar a la vida eterna prometida.

Y cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu. Juan 19, 30

Según su evangelio, Lucas describe las últimas palabras de Jesús antes de morir en la cruz, de la siguiente manera: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Y Juan, quien acompañó hasta el final a Jesús y estuvo presente en el Calvario cuando Jesucristo murió, menciona como sus últimas palabras: “consumado es”.
Lo que deseo destacar en esta oportunidad, es concretamente la expresión que el discípulo Juan utilizó para decir que Jesús murió: entregó el espíritu a Dios. Esta expresión tan llena de esperanza y de consuelo, es sin duda una confirmación adicional de que la muerte humana, consiste en la separación del alma inmortal del cuerpo mortal. La palabra de Dios nos enseña a los cristianos, que fallecer o morir es en realidad entregar nuestro espíritu vivo e inmortal a Dios, por lo tanto, lo que deja de existir es solamente nuestro cuerpo de carne y huesos.

Es precísamente por esa razón, que Jesús le dijo a un grupo de saduceos, esos judíos que niegan la resurrección: “¿no habeis leido aquellas palabras de Dios cuando os dice: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos, sino de vivos. Mateo 22, 31-32

Esta verdad bíblica es de suma importancia y utilidad, para que los creyentes cristianos dejemos de considerar la muerte como el inesperado y terrible final de nuestra existencia, y aprendamos a aceptarla como lo que es en realidad: un acontecimiento natural y necesario en la vida, que si bien es triste y doloroso para los sobrevivientes, para la persona que deja este mundo, es pasar de una vida agotadora y moribunda a una mejor vida nueva y eterna. Y además, es conveniente pensar, que en la gran mayoría de los casos de enfermos incurables y de ancianos de avanzada edad, la muerte es seguramente para ellos más bien una bendición, porque los libra de sus insoportables dolores y sufrimientos.

Por su parte el apóstol Pablo, en su carta a los filipenses les mencionó una experiencia personal y muy íntima, sobre un conflicto existencial que él tenía consigo mismo sobre su vida y su muerte: “Pero si el vivir en la carne, esto significa para mí una labor fructífera, entonces, no sé cuál escoger, pues de ambos lados me siento apremiado, teniendo el deseo de partir y estar con Cristo, pues eso es mucho mejor”. Filipenses 1, 22-23
En algunas iglesias existe la vieja pero muy equivocada creencia, de que todos aquellos cristianos que han fallecido están: “descansando en paz” o “disfrutando del sueño eterno”. Esa falsa creencia es lamentablemente el resultado de una desafortunada lectura e interpretación de la Biblia, posiblemente por haberse concentrado solo en el cuerpo muerto o cadáver, que da la impresión de estar dormido. Por el contrario, el espíritu humano o alma espiritual continúa vivo y despierto para vivir eternamente en el Reino de Dios!
Últimamente, en muchas congregaciones cristianas se han percatado de esa equivocación y la han estado corrigiendo, pero una creencia tan popular como esa, será muy dificil que el público la vaya a sustituir por la creencia correcta en un futuro cercano.

Leer las Sagradas Escrituras con mucha atención y detenimiento, es lo mejor que podemos hacer para enterarnos y conocer de primera mano, lo que Jesús llamó: el alimento espiritual para todo creyente.

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