« No haréis injusticia en los juicios, ni en las medidas de peso ni de capacidad. Tendréis balanzas justas, pesas justas, » Levítico 19, 35-36
¿Quién no ha sido decepcionado una y otra vez, al comprar algún producto o servicio, del que la publicidad o el mismo vendedor se han excedido en elogios sobre su excelente calidad y sus buenas propiedades? Seguramente muchos de ustedes habrán perdido ya la cuenta de las frustraciones que han vivido por la mala calidad y el mal servicio al adquirir algo. Esas experiencias desagradables se deben a una perjudicial y antigua costumbre de los productores y comerciantes en todo el mundo: sacarle dinero al comprador con engaño y cobrarle más de lo justo.
La ambición de ganar la máxima cantidad de dinero posible, es lo que motiva siempre a los fabricantes y comerciantes a actuar intencionalmente de esa manera engañosa con sus clientes. Eso se llama amor al dinero y a nada más. No sienten aprecio por los compradores. Aquél que siente afecto sincero por alguien, no lo engaña ni perjudica adrede.
La industria y el comercio financian a las agencias publicitarias, quienes en nombre de las empresas patrocinantes, hacen el trabajo sucio de la publicidad engañosa para aumentar sus ventas y sus ganancias.
Frente a esta realidad generalizada, la actitud que deberíamos de adoptar nosotros los creyentes cristianos, es la que Jesús le recomendó a sus discípulos:
Mirad, yo os envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sed astutos como las serpientes y sencillos como las palomas. Pero cuidaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas;… Mateo 10, 16-17
Esta es una de las tantas advertencias que el Señor Jesucristo le dió a sus seguidores en aquellos tiempos, y nos las da ahora también a todos nosotros.
Dios por su amor puro y eterno hacia nosotros, nos enseña y nos advierte en su Palabra, siempre con la verdad y con el único propósito, de guiarnos en este mundo terrenal por el camino de la salvación de nuestras almas, que nos mostró su Hijo Jesucristo.
El que ama de verdad y profundamente, desea sólo lo mejor para la persona amada.
Así como una madre y un padre por amor a sus hijos, les cuidan, les enseñan, les advierten y les guían para que alcancen un futuro mejor.
Nosotros por padecer de debilidades naturales como: el miedo, la vanidad, el orgullo, la ambición, el egoísmo, la envidia, etc; asiduamente mentimos y engañamos con innata facilidad.
Por el contrario, Dios nunca miente.
Dios no es hombre, para que mienta; ni hijo de hombre para que se arrepienta: Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? Números 23, 19
Apreciado lector, si estás cansado de tantos engaños y falsedades en este mundo regido por hombres rendidos al poder y al dinero, y si estás buscando una fuente segura e infalible de la verdad en la que puedas depositar tu confianza y esperanza, te aconsejo que acudas a la Palabra de Dios, escrita en la Biblia.
Palabra fiel y digna de ser recibida por todos; que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.
1 Timoteo 1,15