En las sociedades europeas, cuando observamos de lejos a la gente que nos rodea, todos tienen un aspecto exterior impecable: se ven bien vestidos, bien alimentados, dinámicos, entretenidos y muy ávidos de conocer todo nuevo conocimiento y toda nueva tecnología que son generados constantemente. Todos dan la apariencia de estar bien de salud y absolutamente satisfechos. Pero cuando uno se relaciona y conoce más de cerca a alguién, se percibe con la ayuda de nuestra intuición que en el corazón o vida interior espiritual de muchas personas falta algo, y que esa insuficiencia no armoniza con el aspecto de bienestar y plenitud que muestran a los demás. Se presiente en la gente que dentro de su alma tienen inquietud, descontento y frustración, estado anímico éste que las personas tratan de compensar con diversiones y todo tipo de entretenimiento, y terminan por recurrir al autoengaño para no reconocer el malestar que sienten interiormente.
El desapego a la religión y el materialismo en la sociedad moderna de consumo han conducido al descuido de la vida interior espiritual, y con ello al incremento y a la agudización de los problemas mentales, emocionales y anímicos en la población, los cuales impiden el desarrollo pleno e integral de la existencia humana, y por lo tanto, son los responsables de la desesperanza, vacío interior e infelicidad ocultas que se perciben en la sociedades europeas, a pesar de todo el bienestar material alcanzado.
La gran mayoría de los problemas, obstáculos y contrariedades que padecen actualmente las personas en los países desarrollados son en realidad de origen espiritual, pero debido al olvido de nuestra dimensión espiritual, las causas son más bien catalogadas como psicológicas, emocionales y mentales. Por esa razón los consultorios de psiquiatras, psicólogos, terapeutas y asesores personales (Coaching) están repletos de clientes.
Santa Teresa de Jesús escribió la siguiente frase que contiene una gran verdad espiritual universal, pero que desafortunadamente se menciona muy poco: «Lo provechoso para el alma no está en pensar mucho, sino en amar mucho.»
Nos han impuesto la creencia de que para ser felices debemos alcanzar el éxito, poder y dinero en la vida, y que la educación y la formación profesional son los medios más efectivos para obtenerlos, es decir, adquiriendo la mayor cantidad de conocimientos. Pero resulta, que si tu principal objetivo es conseguir éxito, poder y dinero, necesitas ser egoísta y ambicioso, y sabemos muy bien que el egoísmo y la ambición son opuestos al amor, ya que frenan la creación de las relaciones saludables de amor y de entrega del alma.
El gran teólogo y filósofo holandés Erasmo de Rotterdam hace ya más de 500 años afirmaba con propiedad y sabiduría: “Los que están más lejos de la felicidad son aquellos que más cultivan el saber” .