Un reconocido científico alemán llamado Wolf Singer estremeció en el año 2001 a muchos filósofos y psicólogos a nivel mundial con el resultado de sus investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro humano, las cuales confirman una vez más, que es una ilusión la creencia de que los seres humanos actuamos por libre voluntad o libre albedrío. El neurobiólogo Singer afirma que lo que se conoce como voluntad libre en el sentido tradicional y moderno no existe. En realidad, todo querer y obrar es el resultado de una disposición neurobiológica determinada en el cerebro y por eso el ser humano no es capaz de cambiar su comportamiento a través de la razón y la voluntad.
El sistema límbico del cerebro es considerado el epicentro de la expresión emocional y del comportamiento del cuerpo humano, el cual abarca los diferentes instintos naturales que poseemos y que controlan las actividades del cuerpo, como por ejemplo: el miedo, el hambre, el instinto sexual, la necesidad de dormir, el instinto de supervivencia, el asco, los celos, la envidia, etc.
Esa parte anatómica del cerebro humano es conocida entre los neurobiólogos como “el cerebro de lagarto”, porque está también presente en los peces, anfibios, reptiles y algunos animales mamíferos.
Cuando fue escrito el nuevo Testamento, ya se sabía que del cuerpo humano (la carne), es que surgen esas emociones y comportamientos negativos de la gente, que por ser prácticamente incontrolables, generaban finalmente divorcios, riñas, conflictos, pleitos, rivalidades, discusiones, etc.
El apóstol Pablo escribe en su carta a los Gálatas lo siguiente:
Y manifiestas son las obras de la carne, que son: Adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, herejías, Gálatas 5, 19-29
El filósofo francés Félix Le Dantec (1869-1917), en su famosa cita lo dice de manera clara y precisa: «El hombre es una marioneta consciente que tiene la ilusión de la libertad».
El tema de la voluntad humana y la supuesta autonomía total del hombre para tomar decisiones ha sido desde hace muchísimo tiempo muy discutido desde diferentes puntos de vista, sobre todo la cuestión de la llamada libertad plena del hombre, si es una realidad o si es solo una quimera. Como justamente lo está demostrando la ciencia actual.
Que la voluntad es una facultad espiritual ya lo reconocían en la antigüedad primero Platón y después el misticismo cristiano, al declarar la memoria, el entendimiento y la voluntad como potencias espirituales.
Lo queramos creer o no, la voluntad como facultad espiritual del hombre está también sujeta a la influencia de fuerzas espirituales, que no se pueden ver pero que existen y están presentes.
El reformador alemán Martin Luther (1483-1546) lo describió con la famosa frase: «El hombre es como un animal de carga: o es montado por Dios o por el diablo».
En la oración del Padre Nuestro, que Jesucristo nos dió el mandato de rezarlo todos los días, está incluida una frase sobre ese riesgo concreto y real de la influencia directa que tiene el mal, dirigido por satanás sobre los seres humanos:
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por siempre. Amén. Mateo 6, 13
Otro factor muy importante que surge del cuerpo humano y que posee una gran influencia en el comportamiento humano, es sin duda alguna, el instinto sexual, el cual puede llegar a ser tan poderoso, que las ganas del apetito sexual logran superar y vencer nuestra propia fuerza de voluntad, y así terminamos cometiendo adulterio e incluso violaciones, principalmente en estos tiempos modernos en que la pornografía en internet, se puede mirar libremente y a toda hora en los teléfonos inteligentes, y está al alcance de adultos y niños.
Digo pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis. Gálatas 5, 16-17
Pablo explica en estos versículos la evidente oposición que existe entre nuestro cuerpo y nuestro espíritu, o dicho de una manera más específica, entre nuestros poderosos instintos naturales y nuestra interioridad espiritual. Debemos aceptar que esa lucha interior es y ha sido también una realidad en nuestras vidas, y que por lo tanto, cuando lleguemos a sentir los deseos o tentaciones de la carne, debemos mantenernos firmes y aferrados a lo que nos aconseje nuestra conciencia y a las palabras sabias de Pablo.
En una conversación que tuvo el señor Jesucristo con un grupo de fariseos judíos, les explica el riesgo que tenemos los seres humanos, de terminar siendo esclavos del pecado.
Le respondieron: Simiente de Abraham somos, y jamás fuimos esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo: Todo aquel que comete pecado, esclavo es del pecado. Juan 8, 33-34
Ahora bien, la libertad que Dios sí que nos concede es la de elegir quién va a dirigir nuestras vidas.
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres; y no os sujetéis de nuevo al yugo de esclavitud. Gálatas 5, 1
Para llegar a ser cristiano creyente no es suficiente estar bautizado, ni pertenecer a una iglesia, ni hacer rituales ni ceremonias exteriores. Es necesario buscar en Dios la gracia y la fortaleza para que puedas deshacerte y sacudirte de todo lo que te impide fijarte en Jesús, y con los ojos de la fe, en la vida eterna que Él nos promete. Es necesario creer en Él, seguir su camino y dejar que dirija nuestras vidas.
Recordemos siempre que mientras vivamos en este mundo, los creyentes cristianos no estamos nunca desamparados en nuestra vida espiritual. El Espíritu Santo de Dios, se encuentra obrando sobre nosotros por orden directa de Cristo Jesús resucitado, para fortalecer nuestra fe y consolarnos.
y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. Mateo 28, 20
No se puede uno imaginar la calma que siente el alma cuando el Señor Jesucristo toma el timón de nuestra vida y la dirige.