La existencia del mundo espiritual fue revelada por la Palabra de Dios, que está escrita en la Biblia.

Las religiones antiguas más conocidas, tuvieron desde sus inicios divinidades y dioses del mundo natural y del firmamento, como por ejemplo: el sol, los planetas conocidos, los volcanes, el mar, los relámpagos, truenos, dragones imaginarios y hasta la naturaleza y sus animales.
En la gran mayoría de esas religiones también se cree en la existencia de fuerzas sobrenaturales del bien y del mal, que actúan sobre los seres humanos, pero en todos esos cultos, esas fuerzas son atribuidas a seres vivos y elementos de la naturaleza.

Por el contrario, en el Viejo Testamento del antiguo pueblo de Israel, es donde se menciona por primera vez la palabra en hebreo « ruah » que en latín se expresa con la palabra « espíritu » y que significa soplo, es decir, algo invisible e imperceptible como el aire que respiramos. Pero lo más importante es el hecho, de que el origen de ese soplo o espíritu siempre se le atribuye a Dios, Creador del universo: el espíritu de Dios.
Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Génesis 1, 2

Entonces dijo Yahveh: « No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne; que sus días sean ciento veinte años. Génesis 6, 3

Estos dos versículos al inicio de la Biblia, son excelentes evidencias que revelan a Dios o Yahveh(en hebreo), como la fuente originaria y creadora del mundo espiritual y del espíritu humano o alma. Y Dios afirma allí, que es el alma lo que le da vida a nuestro cuerpo de carne y huesos; y que la duración máxima de la vida terrenal será de 120 años, por causa de la muerte, momento en que el alma se separa y abandona el cuerpo.

Para los seres humanos, el mundo espiritual ha sido y será siempre una dimensión desconocida o un gran misterio, por ser de naturaleza inmaterial, invisible e imperceptible. Nosotros no tendremos acceso al mundo espiritual de Dios, mientras nuestro espíritu permanezca en el cuerpo, es decir, mientras vivamos en este mundo terrenal.

Con la venida al mundo del Mesías como Hijo de Dios, ya anunciada desde siglos al pueblo israelita, Cristo Jesús le revela a la Humanidad en el Nuevo Testamento por primera vez en la historia, lo siguiente: 1) la existencia del Reino espiritual de Dios en los Cielos; 2) la promesa de vida eterna para el alma humana después de su separación del cuerpo, de todos aquellos que crean en Él; y 3) el perdón de los pecados por la Gracia y la Misericordia de Dios Padre.

En su recorrido por Galilea el Señor Jesucristo proclamó en el monte:
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Mateo 5, 3

Alegraos y regocijaos, que vuestra recompensa será grande en los cielos;
Mateo 5, 13

Después, principalmente los discípulos San Juan y San Pedro y sobre todo el apostol San Pablo fueron los que se dedicaron a propagar y explicar más en detalles todo lo referente al mundo espiritual de Dios, con diversas enseñazas y mensajes como los siguientes:

San Juan
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Juan 4, 24

San Pedro
A éstos (los profetas) se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles. 1. Pedro 1,13

San Pablo
Efectívamente, los que viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo espiritual. Pues las tendencias de la carne son muerte; mas las del espíritu son vida y paz. Romanos 8, 5-6

Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece. Romanos 8, 9

Espero haberles mostrado con este breve resumen, la forma reiterada en que la existencia del mundo espiritual de Dios está presente en toda la Biblia, y que al leer la Palabra de Dios, como hilo conductor y tema central nos conduce a la grandiosa Buena Nueva de Jesús para todos: la vida eterna en el Reino de los Cielos.