Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Efesios 2, 8-9

El tema de esta reflexión está dirigido principalmente a los creyentes , quienes como mi persona, fueron criados y educados según las enseñanzas y tradiciones católicas.
En vista de que para el creyente cristiano, la salvación eterna de su alma es la meta principal y más decisiva de nuestra vida de fe, y además, es nuestra esperanza suprema para el momento en que nos toque morir, es de suma importancia conocer bien la doctrina de la Gracia escrita en la Biblia, con el fin de tener claro su concepto original y conocer el verdadero medio, por el cual recibimos ese magnífico don de Dios.
El apostol Pablo en el versículo de arriba de su carta a los Efesios, afirma que es por medio de la fe únicamente, y NO por obras, que Dios nos concede su gracia.

A pesar de que así está escrito en el Nuevo Testamento, el catecismo de la iglesia católica, enseña que los medios de gracia y salvación son: el bautizo, la comunión, las oraciones y las buenas obras.
Al notar esta inexplicable e irreverente contradicción entre el catecismo católico con la Biblia, yo me pregunto:
1. ¿Será posible que la redacción del catecismo católico, la hayan realizado individuos que no conocían el Nuevo Testamento al pie de la letra?

2. ¿ O más bien será que por el absoluto poder político y religioso, así como la inmensa influencia que la iglesia católica mantuvo durante siglos en el mundo, que sus autoridades se atrevieron a adjudicarse, la atribución y el derecho de modificar a su conveniencia las enseñanzas de la Biblia?

En todo caso, son evidentes y conocidas las mútltiples incongruencias entre las enseñanzas bíblicas y el catecismo o dogmas católicos, en la turbulenta, conflictiva  y larga historia de la iglesia católica.

Leemos en las Escrituras que nadie puede venir a Cristo, a menos que antes Dios lo atraiga e inspire a hacerlo, por medio del Espíritu Santo.
En el evangelio de Juan dice:
Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Juan 6, 44

Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, no le echo fuera. Juan 6, 37

Siendo nosotros los seres humanos por naturaleza vanidosos, orgullosos, desobedientes y rebeldes, no elegiremos ni podemos elegir a Dios por iniciativa propia espontánea. Por lo tanto, está claro que quienes vienen a Cristo son atraídos de antemano por Él.

Una persona no puede ser salva contra su voluntad, sino que es una acción voluntaria por la obra del Espíritu Santo, que ha realizado previamente en ella. Una gracia, que como fuerza espiritual poderosa entra en el individuo, lo desarma, hace de él una nueva criatura y es salvado.
Ese proceso espiritual de regeneración, fue exactamente lo que le sucedió a Saulo como fariseo y perseguidor de los cristianos, antes de su conversión en el camino a Damasco, cuando Jesús resucitado se le acercó y le habló personalmente. Y Saulo fue transformado allí en un nuevo hombre totalmente opuesto, nacido de nuevo en el espíritu, quien a partir de esa experiencia, comenzó a llamarse Pablo y se convirtió, en el mejor y mayor apóstol predicador de la fe cristiana en la historia.  

Los ejemplos por excelencia y más impresionantes del llamado de Dios en el Nuevo Testamento, son el del apóstol Pablo y el del malhechor arrepentido en el Calvario, a quienes Dios atrajo por medio de su Gracia irresistible, para ser redimidos y salvados por el Señor Jesucristo.

Jesucristo autor y perfeccionador de nuestra fe, enseñó esa gloriosa verdad, que concuerda hasta el final con la declaración de Pablo: «Por gracia habéis sido salvos». La doctrina de la gracia es el contenido y la esencia del testimonio de Jesús.

La presencia y la obra continua y permanente del Espíritu Santo en este mundo sobre los creyentes cristianos, tampoco fue reconocida y exaltada debidamente por las autoridades de la Iglesia católica, sino que más bien la acción imperceptible del Espíritu Santo fue ignorada, a pesar de ser de vital importancia, según la Biblia.

Muchas veces me he preguntado como cristiano, quien fui criado desde la niñez en mi familia como católico, y que también fui educado en colegios católicos privados, ¿porqué nunca se me enseñó a leer la Biblia regularmente?

Resulta que después de varias décadas, me entero de que la iglesia católica evitó durante muchos siglos, que cientos de millones de feligreses católicos en todo el mundo, tuvieran libre acceso a la Biblia para leerla, debido a que la Biblia católica estaba escrita en latín, lengua muerta esa, que únicamente los sacerdotes, monjes y monjas tenían el privilegio de aprender. Apenas a partir del año 1964 fue que la iglesia permitió la publicación de Biblias traducidas al idioma español, y que fueron puestas a la venta en Latino América.

Los cristianos protestantes sí tuvieron la oportunidad de leer la Biblia desde mucho antes, pues desde los tiempos de la Reforma protestante, Martín Lutero se dedicó a traducir el Nuevo Testamento del idioma griego al idioma alemán en el año 1522.
En 1525, esta traducción al alemán ya habían tenido 22 ediciones, y se estima que para ese año, ya uno de cada tres alemanes capaces de leer, poseía una Biblia de Lutero.

Mi entrañable y sincera recomendación para los cristianos católicos es la siguiente:
Dedicarse a leer regularmente la Palabra de Dios, tanto el viejo como el nuevo Testamento, y aferrarse a ella, porque es la verdad divina que Dios le dejó a la humanidad, para su propia instrucción e edificación espiritual.

La Biblia es la fuente pura, original y verdadera de las enseñanzas de Dios, y sobre todo, es el alimento espiritual para el alma humana, tal como lo anunció el Señor Jesucristo. (Yo soy el Pan de la vida)
Si hoy en día tenemos el privilegio de adquirir una Biblia, o dicho de forma metafórica, de beber directamente el agua pura y cristalina del manantial, porqué entonces, conformarse con beber el agua turbia y contaminada del río.

Porque mi pueblo es necio, no me conoce; hijos ignorantes son, no son entendidos. Jeremías 4, 22

La definición de la palabra “necio” según el diccionario de la real academia española es la siguiente: ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber. Esta definición la menciono por adelantado en mi introducción al tema de esta reflexión, porque de esta palabra existen otros significados o sinónimos, que son los más frecuentemente usados por la gente en la actualidad, como por ejemplo: tonto, terco, bufón, etc.
Hace poco leí la frase “Lo verdadero es el todo” de Georg Wilhelm Friedrich Hegel, un filósofo alemán del siglo XIX, en el prefacio de su obra “Fenomenología del espíritu”. El señor Hegel tratando de explicar el razonamiemto que lo condujo a concluir con dicha frase, agregó: «Todos vivimos en el mundo, por lo que nunca podremos mirar el mundo desde fuera y entenderlo como un todo«.

Esa frase de Hegel significa que, solamente se puede comprender el mundo, si se ve y se toma en cuenta todo el conjunto de diversos procesos de un sistema, que interactúan en sus relaciones y dependencias. Hegel comprendió que la unilateralidad no es solo es el mayor enemigo del pensamiento humano, sino también de nuestras acciones. Quien sólo ve una parte, ve la mitad del conjunto y, por tanto, piensa parcialmente, toma decisiones unilaterales, actúa parcialmente y en consecuencia, se equivoca. De esta limitación humana en nuestra capacidad de pensar, se originó la famosa cita de “Errar es humano” del antiguo filósofo romano Séneca, la cual es una verdad indiscutible.  
Resumiendo, por ser la realidad de la vida humana sumamente compleja desde el punto de vista de los conocimientos, la ciencia ha tratado de simplificarla, creando infinidad de disciplinas o materias de estudio, que han sido ordenadas y dispuestas a su vez, en numerosas profesiones y oficios, que todos conocemos.

Tomemos por ejemplo la Medicina, la ciencia que estudia el cuerpo del ser humano.
El cuerpo humano es un conjunto de órganos y procesos tan complejo, que tuvieron que crear diferentes especialidades médicas para estudiarlo y comprenderlo, precísamente debido a esa limitación natural de la mente humana, que es la unilateralidad del pensamiento.
A esta limitación innata en la mente que todos poseemos, se le ha añadido una limitación adicional absurda al sentido de la vista, que consiste en la siguiente conclusión materialista de mucha gente: si algo no se ve, no existe y no es real; la cual trae como tristes consecuencias: la incredulidad en Dios y en las realidades espirituales.

Los creyentes cristianos, debemos sentirnos felices y estar muy agradecidos por haber recibido de Dios su Gracia y su misericordia; y particularmente por haber despertado en nuestra alma, el deseo y la necesidad de acudir a Él y al Señor Jescucristo, para alimentar nuestra vida espiritual con su amor eterno, su consuelo, su paz, sus promesas y sus enseñazas contenidas en la Biblia.

Nosotros como creyentes cristianos, tenemos en Dios el bien supremo que un ser humano puede aspirar en esta vida terrenal.
Para San Agustín, el bien es un concepto fundamental que se relaciona directamente con Dios. Según su teología, Dios es el bien supremo y todo lo que existe en el mundo creado es bueno en la medida en que se acerca a la perfección divina.
En este sentido, San Agustín distingue entre dos tipos de bien: el bien verdadero, que se identifica con Dios, y el bien aparente, que es todo aquello que parece bueno pero que en realidad no lo es. El bien verdadero es el que le da sentido, esperanza y consuelo a esta vida dura y penosa, que tenemos que soportar en el mundo, y es la meta última de todo cristiano esperanzado: la vida eterna en el Reino de los Cielos.

Bienaventurado aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el SEÑOR su Dios.
Salmo 146, 5

Y seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
2. Corintios 6, 18

El Dios Todopoderoso como creador del universo y dueño absoluto de la verdad, nos ha concedido a los creyentes, el gran privilegio de leer la verdad en su Sagrada Escritura contenida en la Biblia. Aprovechemos ese privilegio de conocer de manera exclusiva “lo Verdadero y el Todo” proveniente de Dios, quien TODO lo sabe y quien nos lo pone a nuestra disposición por amor.
Acerquémonos entonces a la Biblia sin prejuicios de ningún tipo, y leamos con plena confianza la Palabra de Dios, que ha sido revelada por su amor eterno a la humanidad. 

EL FALSO CONCEPTO DEL AMOR QUE DIFUNDEN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

En nuestra era moderna en la que todo gira alrededor del dinero y del consumo desenfrenado de productos, las pasiones humanas que han sido más estimuladas y enaltecidas en la sociedad por los medios de comunicación son: el egoísmo, la ambición, la envidia y el orgullo.

Los medios de comunicación audiovisuales, particularmente el cine y la televisión, han sido utilizados como un poderoso vehículo para crear nuevas necesidades y opiniones en la sociedad por medio de la publicidad, con informaciones deliberadamente manipuladas y a través de videos y películas con imágenes hechas en una forma muy refinada, con el único propósito de aumentar los volúmenes de venta de productos de la industria, es decir, para ganar más dinero.

Desafortunadamente el bello y maravilloso tema del amor y de las relaciones amorosas entre parejas, ha caído también en las garras del lucro corruptor como otros tantos valores espirituales y ha sido degradado a una mercancía, como es el sexo. Lo que se conoce en los medios como amor romántico entre parejas, es un simple lema publicitario de una estrategia comercial de grandes empresas, las cuales solo están interesadas en incrementar sus ganancias.

¿QUÉ ES EL AMOR VERDADERO Y CUALES SON SUS FRUTOS?

El amor espiritual que surge del alma, tal como brota el agua de un manantial, es expresado y manifestado a los demás a través del cuerpo. La manifestación pública de los sentimientos del alma por el cuerpo, se podría comparar con la manifestación sonora del aire cuando es soplado en una flauta. La flauta como instrumento de madera transforma el soplo de aire en sonidos. Así como la flauta, el cuerpo es el instrumento que transforma y manifiesta los sentimientos del alma en actos visibles y en palabras que perciben los demás.
¡Pero mucho cuidado con los gestos aparentemente amorosos!, porque el cuerpo también hace el papel de una máscara y esconde al alma, y además porque el ser humano es el único ser vivo, capaz de fingir y simular fácilmente gestos que no siente de verdad.

No creo que exista en la literatura mundial, una descripción más acertada y más instructiva sobre el amor espiritual y verdadero, que la que hizo San Pablo en su primera carta a los Corintios en la Biblia. En realidad Pablo escribió un poema en honor al amor, que él consideraba como la virtud espiritual humana más excelente. Les recomiendo de corazón que lo lean en su totalidad en 1. Corintios 13, 1-13.
Dicho poema contiene la descripción de las cualidades y atributos más importantes del amor auténtico e incondicional, que Pablo dio a conocer a la humanidad hace miles de años y en la que expone lo que realmente es el amor espiritual verdadero y lo que no es:

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal; no se goza en la injusticia, mas se goza en la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1. Corintios 13, 4-7

Si leemos y analizamos con detenimiento estos frutos del amor, notaremos que todas las características mencionadas sin excepción, son actitudes y formas de comportamiento que adopta el amante hacia la persona amada como resultado del estado de enamoramiento. Fíjense, que en esa descripcón no se trata, de los conocidos gestos y expresiones de afecto ocasionales como abrazos, besos, tomarse de las manos, regalos, flores y palabras halagadoras; que siempre hacen las parejas en público. Estas muestras de afecto que vemos son simplemente apariencias, que nosotros como observadores no podemos saber si son sinceras o si son fingidas. Además, esos gestos afectuosos los puede hacer cualquiera sin sentir amor, incluso, existen personas hipócritas que sintiendo odio por alguien, le hacen gestos de cariño. Recuerden el beso traicionero que le dió Judas Iscariote a Jesús antes de su crucifixión.
Mientras que la actitud es una manifestación de la inclinación de la persona, que conduce a un comportamiento particular constante, como por ejemplo: engañar, faltar respeto, ser interesado, ser sincero, ser considerado, ser generoso, ser respetuoso, etc.
Los actos de las personas se refieren a su conducta diaria, a lo que hacen regularmente y a su comportamiento.

Recordemos siempre que el amor verdadero como sentimiento y como vínculo de cariño, se siente interiormente y se goza en secreto. Esas nuevas formas de comportamiento y actitudes que surgen de repente en el enamorado hacia la persona amada, las definió y las agrupó el filósofo español Joaquín Xirau bajo el original concepto de la «conciencia amorosa».
La conciencia amorosa es la nueva facultad de los recién enamorados, que determina y conduce la relación amorosa de la pareja a partir de ese momento.

La descripción de San Pablo de lo que es el amor verdadero, puede servir muy bien como orientación fidedigna y práctica para poder distinguir el amor auténtico del amor fingido. Sobre todo son muy útiles los casos de aquellas actitudes y actos incongruentes o impropios del amor, que allí se mencionan, como por ejemplo: la envidia, el egoísmo, la mentira, la intolerancia, el maltrato y la soberbia.

El amor es el don espiritual más importante y maravilloso con que Dios ha dotado al ser humano, por ser la facultad por excelencia que como energía adhesiva universal permite en toda la humanidad, que hombres, mujeres y niños seamos capaces de convivir en comunidades y de establecer relaciones personales permanentes en armonía. El amor es una virtud espiritual del alma, que nos inspira, nos eleva, nos llena de bellos pensamientos y sentimientos, nos hace capaces de amar y unirnos con potentes lazos invisibles. Como fuerza espiritual que es, el amor nos impulsa a expresarlo exteriormente con ciertos gestos y comportamientos en nuestras relaciones amorosas. 

Por ser el amor una fuerza mayor que está fuera del control de la persona, ha estado rodeado de un indescifrable misterio a lo largo de la historia de la humanidad, permaneciendo así hasta la actualidad, como un fenómeno incomprensible para la razón humana y la ciencia.
El escritor francés François de la Rochefoucauld (1613 -1680) escribió la famosa cita: « El amor verdadero es como los espíritus, todo el mundo habla de él pero nadie lo ha visto. »
Nadie ha visto al amor ni nadie lo podrá ver jamás, porque el amor es invisible como los espíritus.

De nuestras cualidades espirituales, el amor es la más excelente y la más importante para poder vivir una vida plena y feliz. De allí deriva la gran relevancia que posee el amor para todo ser humano, desde su nacimiento hasta su muerte física y más allá.

Muchos se preguntan hoy, pero si el amor espiritual es tan importante en la vida, ¿por qué entonces no se habla y se escribe sobre el amor verdadero todos los días, así como se habla y se escribe sobre otros temas como: la salud, la política, los precios, el sexo, la belleza del cuerpo, la ropa de moda, los viajes de vacaciones, las ofertas en el supermercado, los cosméticos, los medicamentos, etc, etc?
La respuesta es muy sencilla, y sin embargo, no deja de sorprender:
El amor es una facultad espiritual que solo la podemos percibir íntimamente en nuestra interioridad. Debido a que el amor es algo inmaterial, no se puede comprar ni vender, y por no ser comerciable, el amor espiritual es simplemente ignorado por los medios de comunicación y por la sociedad de consumo.

El amor desinteresado e incondicional de la madre hacia sus hijos es el mejor ejemplo del amor verdadero. El amor de madre que supera con creces al amor entre parejas y que es tan esencial para el desarrollo integral de cada ser humano, igualmente es ignorado por los medios, por no ser lucrativo.
Existen importantes y variados tipos de amor, que por cierto son los más comunes y conocidos, como por ejemplo: el amor entre amigos, el amor entre hermanos, el amor entre abuelos y nietos, el amor entre primos, el amor entre compañeros de clases y de trabajo, etc, etc. Pero como cosa curiosa, esos otros tipos de amores a pesar de ser tan necesarios en la vida de cualquier persona, tampoco son mencionados en los medios de comunicación, por no ser rentables.

Sin duda alguna, el amor erótico entre parejas es el tema favorito de los medios porque provoca en el público efectos excitantes y sensuales, los cuales le proporcionan una fuerte actractividad, y además, porque permite ser narrado con un lenguaje seductor en novelas románticas o representado fácilmente en películas con escenas eróticas.

Por supuesto, en el amor entre parejas está también presente el amor verdadero espiritual, pero muy mezclado y asociado con la atracción sexual natural y necesaria. En la fase del enamoramiento de la pareja, es prácticamente imposible poder distinguir uno del otro. Si la relación amorosa cuaja, será entonces cuando los integrantes de la pareja aprenderán mutuamente a conocerse bien y a amarse.

VANIDADES Y VERDADES

SERMÓN DE CHARLES H. SPURGEON (1834-1892), PREDICADOR BAPTISTA DE ORIGEN INGLÉS

no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
2. Corintios 4, 18

EL apóstol Pablo no era de ninguna manera un estoico. No había vencido todos los sentimientos humanos ni se había convertido en un hombre de piedra. Por el contrario, era extremadamente sensible. Se puede ver abundante evidencia, no solo en los Hechos de los Apóstoles, sino también en el tono de todas sus cartas, de que tiene un espíritu muy tierno. Siente agudamente cualquier falta de amabilidad. Si un amigo lo abandona, él lo llora; o si los amigos lo admiran, hay una emoción genuina en su gratitud. Es sensible, también, a la pobreza, sensible a la vergüenza; sensible a todas las penas que tiene que soportar por causa de Cristo. Él las padece. No es un hombre invulnerable con armadura, es un hombre de carne y hueso, a quien la flecha atraviesa y le duele. Sin embargo, con cuánta valentía se apega a su trabajo; Se enfrenta a todos los peligros y nunca sueña con inquietarse.

Ni por un solo momento parece tener en cuenta lo que puede tener que sufrir personalmente por el testimonio de Cristo y el triunfo del evangelio. Se acuerda de los dolores cuando ya han pasado; Mira las cicatrices cuando se han sanado, y a veces da una larga lista de los peligros y privaciones que ha tenido que soportar, dando así a entender que era muy sensible; pero nunca trata de evadir y protegerse de ningún tipo de sufrimiento, si es necesario para llevar a cabo la obra de su vida. De este modo, siguió adelante con firmeza a través de temporadas que se alternaban entre de mala fama y de buena reputación, a través del honor y a través de la deshonra, disfrutando del amor de las iglesias en un momento, y en otro momento sufriendo bajo una cruel sospecha de su apostolado, incluso entre sus propios conversos; ahora es el héroe de una popularidad ilimitada, cuando el pueblo se agolpa para rendirle honores, y después, es víctima del odio público y de los disturbios frenéticos, cuando es arrastrado fuera de la ciudad para ser apedreado hasta la muerte.

«Pero ninguna de estas cosas me conmueve, ni estimo por preciosa mi vida para mi mismo«, bien podía decir. Parecía como si Dios lo hubiera arrojado de su mano, así como si lanzara un rayo, y no se detuvo hasta que llegó al fin hacia el cual el poder de Dios lo estaba impulsando. Exclamó: «El amor de Cristo nos constriñe«. Se consideró, por lo tanto, muerto para todos menos para Cristo. Bien podemos sentir curiosidad por saber, qué fue lo que apoyó a un hombre tan noble en sus pruebas, y desarrolló a un héroe así bajo tal sucesión de oposiciones. Lo que lo mantenía tan tranquilo; ¿Qué lo hacía tan dueño de sí mismo e intrépido?

¿Cómo fue que cuando fue derribado no fue destruido, que cuando fue turbado no fue angustiado? ¿Qué lo sostuvo? Nos da la clave de esta fortaleza diciéndonos, que consideraba leves sus aflicciones porque, en su opinión, no eran más que por un momento; y estaban trabajando para él un peso de gloria mucho más grande y eterno. Estaba tranquilo y feliz en medio de la rabia y el tumulto, los prejuicios violentos y las circunstancias adversas e incluso desastrosas, porque, en el lenguaje del texto, no miraba las cosas que se ven, sino las cosas que no se ven, valorando o reconociendo que las cosas que se ven no son dignas de ser miradas, por ser tan pasajeras, mientras que las cosas que no se ven tienen un valor inestimable, porque son eternas. Ese es nuestro tema en este momento: en primer lugar, las cosas que no deben mirarse; y, en segundo lugar, las cosas que hay que mirar.

El texto tiene la forma de una doble paradoja. Las cosas que se pueden ver son, naturalmente, las cosas que hay que mirar. ¿Qué debe mirar un hombre sino lo que puede ver? Y, sin embargo, el apóstol nos dice que no miremos las cosas que se ven, sino las cosas que no se ven. ¿Cómo se pueden mirar las cosas invisibles? De nuevo, es una paradoja. ¿Cómo puedes mirar lo que no puedes ver? Esta es sólo una paradoja propia de la vida cristiana, que es toda paradoja, y el enigma está más bien en las palabras que en el sentido. Pronto descubriremos que no hay contradicción ni incongruencia, ni dificultad alguna.

1.- NO MIRAR LO QUE SE VE, y preguntémonos: ¿qué debemos entender por esta contradicción: «no mirando las cosas que se ven«? La palabra «mirar» se usa seis veces en el Nuevo Testamento, y se traduce de cuatro o cinco maneras diferentes. No pretendo ceñirme a esas traducciones, sino incluirlas en la explicación de lo que significa no mirar las cosas que se ven.

Significa, en primer lugar, menospreciar o estimar con ligereza tanto la alegría presente como la tristeza presente, como si no valieran la pena mirarlas. El presente está tan pronto por transcurrir, que a Pablo no le importa mirarlo. Hay tan poco de ello, y dura tan poco tiempo, que ni siquiera se digna echarle una mirada, no lo mira con mucha atenciôn. En un determinado momento es perseguido, despreciado, abandonado. «No durará mucho«, dice. «No es más que el pinchazo de un alfiler; pronto terminará, y estaré con la buena comunión de arriba, y contemplaré el rostro de mi Maestro«. No lo mira. Lo ignora.
Así nos corresponde hacer si estamos rodeados de pruebas, problemas, tristezas presentes: no debemos pensar tanto en ellos como para fijar nuestra atención o fijar nuestra mirada en ellos. Más bien, tratémoslos con indiferencia y digamos: «Es realmente un asunto muy pequeño si estoy en la riqueza o en la pobreza, en la salud o en la enfermedad; si disfruto de las comodidades o si me las roban. El presente se irá tan pronto que no me interesa mirarlo. Soy como un hombre que se queda en una posada por una noche mientras está de viaje. ¿Es incómoda la habitación? Cuando amanece no sirve de nada quejarse, por lo que se limita a no hacer ninguna crónica del hecho y se apresura a seguir adelante. Se dice a sí mismo: «No importa, me levanto y me voy; de nada sirve preocuparse por nimiedades». Si una persona va a recorrer una larga distancia en un vagón de ferrocarril, puede ser un poco exigente en cuanto a dónde se sentará para ver el paisaje, y en cuanto en cual lado de las ventanas le gusta viajar; pero si no es más que una etapa corta no piensa en ello. No le importa en compañía de quién esté, es sólo por unos minutos; es un asunto en el que no vale la pena fijarse. Así lo consideraba el apóstol. Consideró que sus alegrías y tristezas presentes iban a terminar tan pronto que eran para él un asunto de indiferencia, que ni siquiera valía la pena mirar en esa dirección para ver lo que eran.

Una eternidad entera está más allá, y por lo tanto una breve temporalidad se reduce a una insignificante bagatela. ¡Qué bendita filosofía es ésta, que nos enseña ni siquiera a mirar los problemas pasajeros y transitorios, sino a fijar nuestra mirada en los triunfos eternos!

Cuando tienes riquezas, te dices a ti mismo: «Este es un tesoro sólido; esto es ganancia de oro»? Ah, pero entonces se convertirá en tu dios, y si lo pierdes, la pérdida devorará como un tumor tu espíritu. Pero si dices: «Estas son cosas pasajeras; toman alas y se van volando; no consideraré el dinero como un tesoro, sino que sólo lo miraré como una sombra y lo consideraré como tal, como una cosa que no debe ser considerada como esencial, porque es visible y temporal«, esa es la manera de hacer con cada una de nuestras alegrías. No los mires como si fueran esenciales, porque no lo son. Son parte de este sueño de vida, de este espectáculo vacío.

Otro significado de mirar es: prestar atención. El apóstol quiso decir, sin duda, que no prestó atención a las cosas que se veían. No pensaba en ellas ni se preocupaba por ellas; pero su preocupación, su pensamiento y su interés se referían a las cosas que no se ven. «todas estas cosas,» dice Cristo, «buscan los gentiles.» Y así lo hacen. Siempre están buscando el mundo; Desde las primeras horas de la mañana hasta altas horas de la noche, es el mundo que buscan. Bueno, dejemos que los gentiles sigan sus búsquedas; pero el hijo de Dios no debe hacerlo, porque nuestro Señor nos dice: «No os preocupéis por vuestra vida, qué habéis de comer, qué habéis de beber, ni por vuestro cuerpo, qué habeis de vestir«. Nos pide que pongamos nuestra confianza en él, y que dejemos de preocuparnos. «Buscad«, dice, «primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas«. Así que el apóstol Pablo nos dice que no nos preocupemos, ni nos angustiemos por las cosas que se ven, ya sean buenas o malas, prósperas o adversas, y que nunca permitamos que carcoman como un ácido corrosivo a nuestro espíritu. Debemos dedicar toda nuestra atención a nuestro caminar con Dios, a nuestra obediencia a su mandato, a cumplir su voluntad, a extender su reino, a prepararnos para la venida de Cristo, a prepararnos para el juicio, a estar preparados para morar eternamente con Dios a su diestra. Sobre esto debemos prestar atención. Este es nuestro negocio, pero, por desgracia, nuestros pensamientos naturalmente se desvían hacia el otro lado. Estas vanidades y temporalidades suelen absorbernos.

Para resumir el todo, mis queridos hermanos y hermanas en Cristo, no miren las cosas que se ven. No mires tus comodidades como si fueran duraderas. No las adores. No pienses en ellas como si las tuvieras de otra manera que no fuera como un préstamo, o como si tuvieras algún derecho sobre ellas. Da gracias a Dios por ellas; pero, debido a que pasarán tan pronto, no les des mucha importancia. No construyas tu nido en ninguno de estos árboles, porque todos están marcados para el hacha, y dentro de poco caerán todos.

2.- Ahora abordemos el segundo punto: MIRAR LAS COSAS QUE NO SE VEN. ¿Cómo podemos hacer eso?

Bueno, primero, imagínalos por medio de la fe. Creemos en la resurrección de los muertos, en el Juicio Final  y en la vida eterna, según la enseñanza de la palabra de Dios. Trata de verlos como hechos presentes. Algunos nunca lo harán. Te dirán que no podrían verlos aunque lo intentaran; pero eso es precisamente lo que nosotros, que hemos sido enseñados por Dios a mirar las cosas que no se ven, podemos discernir palpablemente. Oh, mirar más allá de la muerte a «la casa no hecha de manos, eterna, en los cielos». Te invito a que lo hagas, especialmente si tienes algunos seres queridos allí. ¿Los ves? ¿Escuchas su música? ¿Contemplas sus alegrías? ¿Vas a preocuparte más por ellos, después de haberte dado cuenta de su segura felicidad? Y dentro de poco vendrá la resurrección, y sonará la trompeta, y los muertos resucitarán. El mismo cuerpo sobre el cual lloraste, porque iba a ser entregado al gusano, se levantará en incomparable belleza a semejanza de su Señor. ¿No te secarás los ojos ahora y te someterás a la voluntad divina, porque ciertamente la esperanza de la bendita resurrección compensa la pérdida por la muerte?

El cristiano aprende a mirar estas cosas que no se ven con la vista, pero que sí se pueden ver con los ojos de la fe. ¿No es para ti, mi querido hermano en Cristo, un deleite ver a Dios? No me gustaría ir a ningún lugar donde no pudiera ver a mi Dios. Sin embargo, no se le ve. ¿No es una cosa deliciosa mirar hacia el cielo que está arriba, hacia la ciudad de los Bienaventurados? Cuando el Señor satisface nuestra fe con la visión de ese gozo eterno, y algunos de nosotros hemos sabido lo que es, ha sido demasiado para nuestra débil capacidad. Podemos reír en sueños cuando soñamos con el cielo, y podemos sentarnos en medio del dolor y la tristeza y sentir, como si no pudiéramos sentir más alegría de la que poseemos, porque nuestras almas han mirado los pináculos del palacio de nuestro Padre, y han visto el resplandor brillante de los doce cimientos enjoyados de la ciudad eterna donde hay una casa, una corona y un arpa para cada uno. La pobre muchacha que regresa a casa de su iglesia, a su pequeña y triste habitación, se sentiría verdaderamente miserable si mirara el lado sombrío de su condición; pero ella dice: «Mi Señor está en esta habitación», y el lugar resplandece como si estuviera hecho de losas de oro. Se acomoda y comienza a pensar en el cielo que es suyo, y se ve a sí misma como la hija de un rey, una verdadera princesa, porque posee en el mundo de la gloria, una corona que ninguna cabeza puede llevar sino la suya, y hay una mansión provista para ella que nadie puede alquilar sino ella misma; Feliz, por lo tanto, bien puede ser. ¡Oh, amados amigos!, aprended a mirar estas cosas con intenso deleite, porque ahora son nuestras en arrendamiento, y pronto serán nuestras en posesión.

Mira las cosas que no se ven, porque son eternas. El otro día me encontré con una situación que me impresionó poderosamente: Si un hombre no tuviera peor dolor que el dolor de muelas, si supiera que duraría para siempre, desearía morir para poder escapar de él. Cuando tenemos que soportar un dolor agudo por un momento, comenzamos a clamar por alivio, y nos resulta difícil estar tranquilos, pero si cualquier dolor durara eternamente, ¡el horror de tal expectativa sería incluso ahora abrumador! Con el terrible pensamiento de la eternidad te imploro que te asegures de que tu salvación esté asegurada de inmediato. Escapa por tu vida, amigo mío, y no mires detrás de ti, porque a menos que escapes a tiempo, tu destino estará sellado por los siglos de los siglos. Aquellas cosas que no se ven son eternas, y el infierno es una de ellas. A menos que escapes ahora por la fe en Jesucristo, nunca escaparás. Por lo tanto, el perdón debe solicitarse de inmediato.

Al mirar las cosas que no se ven, Pablo sin duda quiso decir que las miraba con esperanza. A su modo de ver, la cosecha estaba madura y estaba ansioso por recogerla. Invito a todos los creyentes a buscar con ardiente esperanza las cosas que son eternas. Anhela la brillante aparición del Señor. Anhela tu traslado a la ciudad de gloria. Espéralo, está en camino. Puede que estés mucho más cerca de lo que crees. Es posible que estés en el cielo antes del próximo año; De hecho, es posible que estés allí antes de mañana por la mañana. La luz de la tierra se está desvaneciendo. Querido amigo, mira hacia el cielo. Mira hacia las cosas eternas. Procura mirar hacia tu futuro hogar. Si hay algún joven aquí que no tenga veintiún años, y sepa que cuando llegue a la mayoría de edad va a ser caballero de un monarca, dueño de un parque y gozar de una rica herencia, me veré obligado a decir que a menudo se ha adelantado al tiempo porque está seguro de su título. Si alguno de ustedes tuviera una herencia de una gran propiedad, se iría esta misma semana a echarle un vistazo. A uno le gusta echarle un vistazo a lo suyo propio: Cristiano, asegúrate de inspeccionar tu propia posesión en los cielos. Lee mucho la Palabra de Dios, que te habla de tu herencia futura. Dite a tí mismo: «Todo esto es mío, ¿por qué no he de empezar a disfrutarlo?

La salvación prometida por el Señor Jesucristo, la alcanzaremos por nuestra fe y por la Gracia de Dios, nunca solamente por nuestras obras.

Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Romanos 5, 1

Creer o no creer, esa es una gran decisión, que cada ser humano tiene el absoluto poder de tomar de acuerdo a su propia voluntad, y por eso precisamente, nadie en el mundo puede impedir que cada uno de nosotros pueda escoger libremente en qué creer y en que no. La fe es una facultad espiritual exclusiva del ser humano, así como son igualmente el amor y la esperanza. Esas son las facultades del alma humana, que el cristianismo considera como las tres virtudes cardinales, porque son indispensables para ser capaces de creer, amar y esperar en Dios y de relacionarnos directamente con Él.

Creer en cualquier persona o cualquier cosa material conocida es muy fácil, pero creer de verdad en Dios, en Jesucristo y en el mundo espiritual invisible e imperceptible, no lo es en estos tiempos en que predominan el materialismo, el culto a la tecnología y el consumismo en el mundo. De esa situación, los creyentes cristianos debemos estar conscientes. Por eso, también debemos sentirnos contentos y muy agradecidos con Dios por su Gracia y Misericordia hacia nosotros.

En el transcurso de mi vida como creyente, he logrado aprender el significado de la frase bíblica que dice: adorar en espíritu y en verdad (Juan 4, 24). Creer en Dios en espíritu y en verdad, es exactamente la manera profunda y firme, de cómo los niños pequeños creen en sus padres. Ellos creen de verdad y con toda su alma en su mamá y su papá. De esa misma manera, podríamos los cristianos permitirnos creer en Dios y en Jesucristo, así como creímos a nuestros padres cuando fuimos niños. Esa manera de creer en Dios, la he llamado creer con alma de niño, de ese niño que una vez fuimos y que todavía todos llevamos dentro. Por supuesto, esa manera de creer es un privilegio y una excepción que le otorgamos solamente a Dios Padre, a su Hijo Jesucristo y al Espíritu Santo. Todavía me sigue sorprendiendo el hecho, de que hoy en día exista gente que no creen en espíritu y verdad en Dios Todopoderoso y Creador del universo, pero llegan a creer ciegamente en otras personas comunes y pecadoras como: políticos, algunos pastores y sacerdotes corruptos, médicos, científicos, actores, cantantes, etc.
Así dice el SEÑOR: Maldito el hombre que en el hombre confía, y hace de la carne su fortaleza, y del SEÑOR se aparta su corazón. Jeremías 17, 5.

Aprendamos a confiar en Dios con toda nuestra alma y toda nuestra mente y no en nuestras obras o en las obras de otras personas. Muchos de los que no creen en el Señor Jesucristo y en su promesa de vida eterna en el Reino de los Cielos, deciden no creer, porque su mente considera la vida eterna algo imposible e irrealizable. Sin embargo, se olvidan de que para Dios no existe nada imposible, o peor aún tampoco creen en Dios como Creador del universo. Si Dios creó ese insignificante y repugnante insecto que se arrastra por la tierra y por las plantas, como es el gusano, al cual lo hizo capaz de convertirse en una pupa o crisálida, para después por medio de una singular metamorfosis, se pueda transformar en otro ser vivo como es una bella mariposa, que vuela graciosamente por los cielos. ¿Cómo no va haber podido Dios crear al ser humano, su criatura preferida, con un alma espiritual inmortal, la cual al morir el cuerpo, se dirigirá al Cielo para encontrarse con el Dios Padre y vivir allí una vida nueva y eterna?

En mi caso personal, he decidido creer en Dios con alma de niño, pero en los hombres y las mujeres creo con muchas reservas y restricciones, porque los seres humanos somos mentirosos por naturaleza, así fuimos creados y así somos. Además, en estos tiempos modernos en que el afán por el dinero y los medios de comunicación reinan en las sociedades de consumo, el uso de la mentira y la falsedad es aún peor y constante. En este mundo moderno lamentablemente todo es mentira y nada es verdad.

Dios es el creador y la fuente de la verdad. Asi lo afirmó el Señor Jesucristo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí.” Juan 14, 6

¡Qué bueno es para nosotros, conocer al Dios que nos conoce y nos ama!

El título del Salmo 139 de David es: “Omnipresencia y omnisciencia de Dios”, y sus 6 versículos iniciales son los siguientes:

Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has escudriñado mi andar y mi reposo, y mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano. Tal conocimiento es demasiado maravillosos para mí; alto es, no lo puedo comprender.

Ese salmo lo leí por primera vez hace muy poco tiempo, y les digo con satisfacción y alegría, que el mensaje de este salmo me fascinó y su texto me conmovió, por la sublime descripción que hace David del grado de conocimiento y de cercanía, que tiene Dios con cada uno de nosotros. Les recomiendo que lo lean con reverencia e interés.

David en sus salmos confiesa de manera abierta y con abundantes detalles, su íntima relacion personal que mantuvo con Dios (Jehová), la cual muestra evidentemente, que David como siervo fiel fue escogido por el Dios Creador y Todopoderoso, para que le revelara al pueblo judio algunos de sus atributos, que eran muy poco conocidos en los tiempos del viejo Testamento.

Además, David tambien confiesa con humildad, que tal conocimiento de su vida por parte de Dios, no lo puede comprender, pero sin embargo lo cree con toda su alma, que es esa precisamente la actidud correcta de un creyente fervoroso. Ninguna mente humana es capaz de comprender jamás a Dios y sus cualidades. Ese es exactamente el habitual error que cometen los incrédulos y los ateos, quienes no consideran la presencia de Dios, y con ello, hacen desgraciar su propia alma.

Con la venida de Jesús al mundo como Hijo de Dios, hecho hombre, Dios revela por medio de Cristo Jesús ante la humanidad, sus gloriosos atributos eternos, como son: amor, perdón, misericordia, consuelo, bondad, verdad; y anuncia la suprema promesa de vida eterna para todas aquellas personas que crean en el Señor Jesucristo y lo acepten como su Salvador.

El apostol Juan en su primera epístola escribe lo siguiente sobre el amor de Dios:

Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 1. Juan 4, 7-10

El amor verdadero es de naturaleza espiritual por ser un don divino que proviene de Dios. El alma es la maravillosa fuente de donde surge el amor espiritual entre los seres humanos, el cual expresamos con el cuerpo por medio de actos y de palabras.
El sentimiento del amor espiritual se origina y brota del alma como un manantial, y como estímulo espiritual que es, el cuerpo lo manifiesta después a través de un comportamiento corporal. Imagínense algo así como una chispa o una llama espiritual, que anima y mueve al cuerpo a expresarlo con actos y palabras.

Las Sagradas Escrituras plasmadas en la Biblia, nos revelan y nos enseñan: la existencia de Dios, la existencia de las realidades espirituales, la existencia del alma o espíritu humano y la íntima relación de Dios con los hombres y mujeres.

La Palabra de Dios, sus enseñanzas y sus revelaciones es lo que hacen a la Biblia, la única referencia verdadera sobre el misterio del amor espiritual, que ha revelado a la humanidad algunas nociones y certidumbres sobre el amor en los seres humanos. Dios ha creado el amor, así como a los seres humanos con un espíritu y todo lo demás que existe en el universo.

Y el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios en el capítulo 13, que tiene como título “La preeminencia del amor”, escribe lo siguiente:

Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.
1. Corintios 13, 1-3

Para conocer a Dios, lo mejor y más provechoso es leer su sagrada Palabra en la Biblia. Si te acercas a las verdades allí contenidas con fe y humildad, te sentirás conmovido de su fuerza espiritual, debido a que las Sagradas Escrituras poseen dos sentidos: el sentido espiritual oculto y el sentido exacto de la palabra.

La vida espiritual cristiana inspirada por el Espíritu Santo, es una vida dirigida por la fe, el amor, la esperanza, la paz interior y la humildad.

Y abriendo su boca los enseñaba con estas palabras: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Mateo 5, 2-3

Muchos creyentes cristianos seguramente se preguntarán: ¿cuál es el verdadero significado de la expresión: pobres en espíritu?
El patriarca de la iglesia cristiana San Agustín de Hipona, en su sermón sobre las Bienaventuranzas de Cristo afirma: Los pobres en espíritu no son los pobres en recursos, mas son los pobres en deseos (ambición). En efecto, el que es pobre en deseos, es una persona humilde, y Dios escucha los gemidos de los humildes y no desecha sus súplicas.

Agustín continúa con el siguiente comentario sobre lo que escribe el apóstol Pablo en su primera carta a Timoteo en relación a la gente rica: A los ricos de este siglo manda que no sean orgullosos (1. Timoteo 6,17): puesto que no existe algo en este mundo, que genere más orgullo en el ser humano que las riquezas, es por esa razón, que la persona rica orgullosa no posee, sino que es poseída por las riquezas.

Las grandes mayorías de los habitantes en todos los países del mundo, viven una vida simple y humilde, quienes según su cultura, sus tradiciones, sus posibilidades y sus ingresos, han aprendido conformarse con lo necesario, al habitar una vivienda simple y disponer de un empleo o una actividad productiva, que les permita comprar sólo lo necesario para alimentarse, vestirse y educarse.
Este es el estilo de vida más generalizado y mayoritario en el mundo, el cual es conocido como de subsistencia en los países en desarrollo.

En los países industrializados de muy alto consumo, han aparecido en la actualidad dos nuevos estilos de vida en clara oposición al consumo extremo, y como reacción al cambio climático y al deterioro del medio ambiente global: el frugalismo y el minimalismo, que consisten en reducir compras innecesarias y así reducir la contaminación ambiental. Estos nuevos movimientos sociales son el resultado de una nueva conciencia ecológica en la sociedad, debido a que las graves consecuencias del cambio climático se han hecho cada vez más evidentes y catastróficas.

El filósofo y teólogo holandés Erasmo de Rotterdam (1466-1536) en su obra “El elogio de la locura” en la que hace una interpretación de un segmento de la 1. Carta a los Corintios del apóstol Pablo, referido al grado de instrucción de la población y diferenciando entre sabios e incultos, dice lo siguiente: Dios escoge precisamente lo que el mundo tiene por ignorante y se gloría de haber ocultado a los sabios el misterio de la salvación y haberlo revelado a los incultos y a los pobres de espíritu. A esto corresponde el que en todo el Evangelio, Cristo critica a los fariseos, a los escribas y a los doctores de la ley, en tanto que protege a la multitud de analfabetos. Y se le ve deleitarse con los niños, mujeres y pescadores, del mismo modo que entre todos los animales, agradan más a Cristo, los que más se apartan de la astucia de la zorra. Por eso quiso cabalgar en asno, cuando, si hubiera querido, habría podido hacerlo sin peligro en el lomo de un león; por eso descendió el Espíritu Santo tomando forma de paloma, y no de águila; por eso las Sagradas Escrituras hablan constantemente de ciervos y corderos, y además, Jesús llama ovejas a aquellos destinados a la vida eterna, pues ningún otro animal hay más simple que éste.

Como ejemplo muy vergonzoso y lamentable de un creyente cristiano, quien se dejó poseer por las riquezas, la ambición, los honores y el poder; y quien tuvo una vida llena de lujos, grandeza y esplendor. Ese personaje a quien me refiero, fue nada más y nada menos que el Papa Julio II (1503-1510), conocido como el Papa Guerrero o Terrible.

Este señor que desempeñó el papel de Papa (o sustituto de Cristo en la tierra), en lugar de esforzarse por imitar la vida y el ejemplo del Señor Jesucristo, su amor puro, su paz, su doctrina y su humildad; para dedicarse en cuerpo y alma a los asuntos de la fe y la esperanza de vida eterna en la Iglesia cristiana, emprendió por lo contrario una guerra frontal contra Francia y guió personalmente varias batallas contra las ciudades de Bolonia y Venecia en el territorio italiano. Además, en lo personal era de mal carácter y un astuto manipulador, que no vacilaba en valerse de intrigas y traiciones dentro del vaticano, para lograr sus ambiciosos planes.
Estas son las bien conocidas consecuencias de los deseos de ambición y de poder, cuando un ser humano en su vida interior espiritual, no logra dominarlos por medio del ejercicio de la fe y la oración.

Algunos de ustedes posiblemente habrán leido y escuchado sobre las comunidades Amish (cristianos anabaptistas)  en el continente Americano, cuyos fundadores emigraron en el siglo 18 desde Europa, huyendo de la persecución furiosa de las iglesias tradicionales: la reformada y la cátolica; porque los consideraban una nueva secta cristiana rebelde. La primera comunidad de anabautistas Amish fue establecidad en los USA en el año 1740 en el estado de Pennsylvania.

La comunidad Amish fue fundada por el anabaptista de origen suizo llamado Jacobo Ammann, quien inspirado por varios versículos de la Biblia, en particular el siguiente versículo de la carta de Pablo a los Romanos: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12, 2; tomó la decisión de que lo mejor para poder vivir una vida cristiana humilde, sería separarse del mundo de la época y adoptar un estilo de vida simple y rústico, como es la vida agraria.

Debido a su definitiva decisión de no dejarse influenciar por la vida urbana mundana, incluyendo el progreso industrial y la tecnología desde principios del 1800, su estilo de vida, sus costumbres, sus vestimentas y su apariencia personal, se asemejan a la usanza y a la moda que existían hace más de 260 años, que es precísamente lo que impresiona tanto y llama la atención cuando uno visita sus comunidades y lo observa.
Las características generales de su estilo de vida son las siguientes: el uso de caballos y carruajes para el transporte local, el rechazo al uso de la electricidad de las líneas de servicios públicos, la prohibición de televisores y computadoras, el uso de algún tipo de vestimenta distintiva, el uso de barbas en los hombres, la educación formal finaliza en el octavo grado, se reunen en hogares para el culto cada dos domingos, sus líderes religiosos son laicos y viven en áreas rurales.

Sobre esta cultura Amish tan peculiar se podría decir, que ese ha sido el método y la manera de vivir escogidos voluntariamente por ellos, para ser capaces de vivir una vida cristiana simple, humilde y sin ambición; pero no aislados del mundo y detrás de altos muros como los monjes y las monjas, sino conviviendo y participando comercialmente con la sociedad moderna norteamericana.

Cualquiera podría pensar de manera justificada, que una comunidad que vive en esas condiciones, en el país más desarrollado y de mayor aplicación de tecnología y consumo en el mundo, no puede tener un futuro prometedor ni tampoco probalidades de que su población pueda crecer. Pues no es así, sorprendentemente la población total de todas las comunidades Amish en USA es de 378.000 personas en el 2023, y su población se ha estado duplicando desde el siglo pasado cada 20 años!

Poco después de haber leído por primera vez sobre la comunidad Amish, decidí en 2012 hacer un viaje expresamente a USA para visitar y verificar personalmente si todo lo que se decía sobre los Amish era verdad. Fuimos mi esposa y yo por varios días y nos hospedamos en una posada administrada por miembros de la comunidad, y pude comprobar que efectivamente, los Amish viven y trabajan como se acostumbraba a vivir hace 200 años.

Antes de finalizar estas referencias sobre los anabaptistas Amish, es más que merecido y justo reconocerles a todas las comunidades Amish en el continente Americano, que su decisión de apartarse del progreso económico y de la vida mundana, ha sido por un lado, seguramente positiva y favorable para poder vivir una vida espiritual cristiana con mucho menos tentaciones, ambiciones  y seducciones, que nosotros los que vivimos en las sociedades de consumo, y por el otro lado,  que su estilo de vida simple y ecológico, es indudablemente un modelo ejemplar que muestra y enseña al mundo, de que sí es posible vivir una vida plena y feliz, con mucho menos consumo y uso de tecnología en el siglo 21.

Entonces vinieron los discípulos, y le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra? Dejadlos: son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo. Mateo 15, 12 y 14

Para iniciar esta reflexión, les hago la siguiente pregunta: Tú, que puedes ver, ¿te dejarías guiar por un ciego? Seguro que no, verdad?
En esta escena, por supuesto Jesús habla en sentido figurado, al referirse como ciegos a los fariseos, porque tenían su entendimiento completamente ofuscado, es decir, eran ciegos espirituales. Con esta misma expresión se pueden designar a los ateos de forma adecuada.

El gremio de los científicos es considerado en estos tiempos modernos por los gobiernos y por la sociedad, como la nueva casta de “sacerdotes y consejeros”, que existió en la antigüedad, quienes cumplían la función de asesores y orientadores de los reyes y emperadores. Sin embargo, en esos tiempos eran todos efectivamente sacerdotes y eruditos de la Iglesia católica o de la Iglesia ortodoxa en Europa. Mientras que en la actualidad, la gran mayoría de los científicos son ateos, y por esa razón no aceptan que el universo fue creado por Dios, ni tampoco reconocen la existencia del alma humana.

Los astrofísicos y astrónomos modernos afirman que han resuelto el misterio del origen del universo, por medio de la teoría de la explosión cósmica o como la han llamado los mismos autores: “la teoría del Big Bang”.
En un artículo la revista National Geographic en español del 15/12/2022 lo describen así: “Según la teoría del Big Bang, hace unos 13.800 millones de años, el universo, concentrado en un ínfimo y a su vez infinitamente pequeño punto que albergaba toda la materia, explotó para después enfriarse a medida que se expandía”.

Al leer esta breve explicación de la teoría, cualquier persona que examine en detalle su contenido, puede percatarse de que es absurda y una vana ilusión, eso es simple palabrería que no dice nada. A mí me parece incluso una mediocre explicación infantil de un grupo de científicos, quienes intentan inútilmente revelar un misterio divino, el cual ninguna mente humana será capaz de descubrir jamás.

Para comenzar es conveniente recordar algo muy elemental y lógico: ningún objeto o cosa, vegetal, animal y ni mucho menos un ser humano con su alma, se pueden hacer así mismos, alguien tiene que haberlos creado. TODO en el universo, nuestro maravilloso y único planeta, la humanidad y la naturaleza, han sido creados por Dios. De eso no tengo la más mínima duda, y por eso afirmo, que esa teoría es simplemente una gran mentira y un vergonzoso disparate, consecuencia de algún momento de locura e irracionalidad de un grupo científicos, movidos solamente por su delírio de grandeza.

Esa ambición científica es muy antigua y ninguna de las grandes civilizaciones que existieron, quienes seguramente también intentaron revelar ese misterio, todas fracasaron. En la historia de la humanidad, la vanidad y el delirio de grandeza humanas siempre han conducido a algunos hombres a creerse que son unos semidioses.

Erasmo de Rotterdam, erudito y teólogo holandés que vivió en el siglo 16, escribió el libro titulado “El elogio a la locura”, una obra satírica e ingeniosa, cuyo objetivo fue criticar a la sociedad de la época, sin hacer excepciones en cuanto a clase social y en el que describe la necedad natural de los seres humanos en general, de una manera verdaderamente genial. A continuación leerán un extracto del capítulo 52 dedicado a los filósofos:

Después de estos vienen los filósofos, cuya barba y capa los hace venerables, los cuales se tienen por los únicos sabios y al resto de los mortales consideran sombras errantes. Con qué manso delirio construyen infinitos mundos, se entretienen en medir como a pulgadas y con un hilo al sol, la luna, las estrellas y los planetas; explican las causas del rayo, del viento, de los eclipses y de todos los demás fenómenos inexplicables, sin ninguna vacilación, como si fuesen secretarios del artífice del mundo y hubiesen acabado de llegar del consejo de los dioses. En tanto, la naturaleza se ríe en grande de ellos y de sus conjeturas, pues nada absolutamente saben con certeza, y buena prueba de ello son las disputas inenarrables que sostienen acerca de cada uno de los asuntos. Aunque nada sepan, creen saberlo todo y no se conocen a sí mismos, ni ven el hoyo abierto a sus pies, ni la roca evidente, sea a las veces porque son cegatos y otras porque tienen pájaros en la cabeza.

LAS HUELLAS DE DIOS EN LA CREACIÓN DEL MUNDO

En la carta del apóstol Pablo a los romanos dice lo siguiente:

Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y Divinidad, son claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas; así que no tienen excusa. Porque habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias; antes se envanecieron en sus discursos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios. Romanos 1, 20-22

La naturaleza creada por Dios en este mundo y de la que nosotros formamos parte, además de ser tan maravillosa, todos sus innumerables componentes se mantienen en una armonía tan asombrosa y en un equilibrio tan perfecto, que al observarla y contemplarla con interés, nos muestra claramente las huellas dejadas por Dios para la convicción de su amada Humanidad.

He seleccionado este tema controvertido, pero muy importante, para insistir en que como creyentes cristianos, no nos dejemos influenciar por la persistente propagación de mentiras y falsedades por parte de los medios de comunicación, al ellos sembrar dudas e incertidumbre sobre las Sagradas Escrituras.

La única verdad es la de Dios, creador Todopoderoso del universo, así como también autor y dueño absoluto de la verdad.

Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males; el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados con muchos dolores. 1. Tim. 6, 10

La moneda o el dinero fue originalmente concebido y creado hace miles de años como un instrumento o un medio práctico para la compra y venta de mercancías  y productos agropecuarios en la antigüedad, con el fin de sustituir el trueque de productos, que era la forma de intercambio comercial anterior desde el inicio de la agricultura primitiva.
La utilización del dinero como un simple medio para facilitar el comercio, empezó cambiar a partir de la publicación del libro titulado “La riqueza de las naciones” escrito por el economista británico Adam Smith en 1776, en que el término economía que originalmente significaba administración del hogar, fue sustituido por la palabra economía política, con la cual se recomendaba a los países lograr la mayor acumulación de riqueza posible. Dicha recomendación generó un cambio radical en el punto de vista desde el que se miraba el dinero, de un medio monetario de intercambio comercial, se convirtió en la principal meta para alcanzar.

Y con el transcurso de los siglos hasta hoy en día, el dinero ha sido transformado en el “rey del mundo” por cientos de millones de personas en el mundo, quienes con su idolatría le rinden homenaje en los diversos templos de adoración como: las bolsas de valores, los casinos, los innumerables bancos e instituciones financieras. La idolatría al dinero se ha estado propagando en el mundo en forma similar a un virus muy contagioso, por el conocido efecto de demostración en la sociedad, que consiste en la imitación por un individuo del consumo de los otros, especialmente si éstos son personas de prestigio o adineradas, la cual estimula su propio consumo. Este fenómeno social explica el contagio y la sorprendente propagación de la idolatría del dinero, que ha tenido lugar en el mundo occidental principalmente.

El dinero o las riquezas en sí mismo no es el problema para los creyentes cristianos, siempre y cuando no pongamos nuestro corazón y nuestra esperanza en ellas, sino considerar al dinero como lo que es, es decir un medio práctico para satisfacer nuestras necesidades materiales temporales, y no como una meta que deseamos ardientemente alcanzar, cueste lo que cueste.

El apostol Pablo en el capítulo 6 de su carta a Timoteo, hizo en realidad una advertencia profética en relación con el amor al dinero y sus tristes consecuencias, el cual se ha generalizado tanto hoy en día, como nunca antes en la historia de la humanidad, cuando escribió lo siguiente:

pero gran ganacia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.
Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición.

1. Timoteo 6, 6-9

Existen infinidad de individuos quienes movidos por la codicia y por el afán de acumular dinero en poco tiempo, han terminado cometiendo graves delitos e incluso asesinatos, dedicándose a negocios ilícitos o a la corrupción administrativa, y como consecuencia directa de sus actos, han tenido ellos y sus familiares que sufrir muchas penas, aflicciones, cárcel, pérdida de reputación, etc.

El dinero es un instrumento que sirve para comprar bienes de consumo y servicios. Por lo tanto, el individuo que ama el dinero es aquel que pone sus esperanzas y su confianza en los recursos que el mundo le puede ofrecer, y se olvida de Dios.
De manera que, el amor al dinero es prácticamente lo mismo que poner la fe en el dinero, es decir, abrigar la esperanza de que el dinero satisfacerá todas nuestras necesidades y nos hará felices.

El amor al dinero representa lamentablemente para muchos creyentes, un dilema atractivo y tentador a la fe en Dios y en su Gracia, quienes terminan extraviándose y alejándose de Dios.

El señor Jesucristo dijo en Mateo 6:24: Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se llegará al uno y menospreciará al otro; no podéis servir a Dios y a las riquezas.

No podemos confiar en Dios y en el dinero al mismo tiempo.

Es oportuno mencionar aquí, que este importante tema sobre el amor al dinero, no se trata o se trata demasiado poco en las iglesias, para advertir a los asistentes sobre el gran riesgo de caer en la tentación de adorar al dinero como un ídolo.

Por eso es tan necesario leer y escudriñar regularmente la Palabra de Dios, para conocer de primera mano el gran tesoro de la verdad divina, la cual está contenida en las enseñanzas y consejos maravillosos, que Dios nos ha dejado como legado eterno para nuestra instrucción.

Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en Él: Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Juan 8, 31-32

Cuando no tengas respuestas para tus interrogantes. Revelaciones de la Biblia como complemento de la Psicología.

Unos, se han preguntado alguna vez: ¿Por qué me he metido en este lío?
Otros, habrán dicho para sus adentros: ¿Quién gobierna en el reino de mis pensamientos y mis emociones?

Esas y otra innumerable cantidad de preguntas similares sobre los enigmas de la mente humana, se han quedado sin respuestas hasta hoy. La mente y la conducta humana es y seguirá siendo una caja negra, es decir, un misterio inescrutable. Así lo han reconocido públicamente la ciencia moderna y la psicología conductista, ya que es imposible saber cómo funciona la psique o el alma, debido a que en su estudio no se puede aplicar el método científico, por no ser observables ni medibles sus procesos internos. 

Lo único que puede hacer la psicología y sus más destacados representantes es tratar de adivinar sobre el funcionamiento de la mente humana y eso es justamente lo que han hecho hasta ahora. En lo que se refiere a la conducta humana, los psicólogos y psiquiatras andan a tientas como en un cuarto oscuro e insisten en buscar entre tinieblas, las explicaciones de unas realidades espirituales, que éllos mismos desde hace mucho tiempo se niegan a aceptar: la existencia de Dios y del espíritu humano.
Esa es la sencilla razón de su ceguera.

Lo que los psicólogos conductistas llamaron como la caja negra, se ha convertido en la última frontera del avance del  conocimiento científico, porque de allí en adelante, es la dimensión espiritual  de nuestra alma la que entra en escena, y a partir de ahí, es Dios quien asume el dominio exclusivo de lo que sucede en nosotros, y también de lo que debe suceder en el futuro. Las respuestas que no pueden dar la psiquiatría ni la psicología moderna, las posee Dios y su Providencia.

De nuestra mente se saben apenas algunas cosas, y los profesionales de la psicología estarán todavía muy lejos de saber algo más, mientras no escudriñen en la Palabra de Dios las innumerables revelaciones, que sobre el corazón humano estan allí escritas.

Se sabe por ejemplo, que las pasiones del alma humana influyen en nuestras decisiones y en nuestros actos. Para describirlo hemos creado varias palabras como: ofuscación, revelación, fantasía e ilusión; pero no se sabe exactamente y en detalle el por qué y cómo funcionan esos mecanismos mentales.

En la Biblia encontramos muchas revelaciones sobre esos fenómenos del alma humana, para los que la ciencia moderna no nos puede dar explicación alguna.

San Pablo en su carta a los Romanos dice lo siguiente:

«Y ni siquiera entiendo lo que hago, porque no hago lo que quiero sino lo que aborrezco. Pero si hago lo que no quiero, con eso reconozco que la Ley es buena. Pero entonces, no soy yo quien hace eso, sino el pecado que reside en mí, porque sé que nada bueno hay en mí, es decir, en mi carne. En efecto, el deseo de hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo. Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Pero cuando hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el pecado que reside en mí.»  Romanos 7, 15 – 20

Una manera de visualizar el efecto de las pasiones en nuestra mente, es recurriendo al verbo ofuscar, que significa oscurecer la razón o turbar la vista.
Si nos guiamos por la vista como órgano sensorial para captar la realidad que nos rodea, imaginemos ese estado ideal o perfecto del ser humano en que su mente está absolutamente libre de interferencias causadas por pasiones, prejuicios, recelos, sospechas, dudas u opiniones sesgadas; y que por lo tanto, puede ver claramente la realidad verdadera tal como es, como si la miráramos a través de unos anteojos con lentes incoloros y prístinos.

Tan pronto como surge una pasión en nosotros, o bien creamos algún recelo o prejuicio, se colorean los lentes de los anteojos con nuestro propio pigmento y tonalidad que le hemos añadido, y entonces vemos la misma realidad pero ahora adulterada o distorsionada, porque la hemos personalizado según nuestro capricho.

En el evangelio de San Mateo, Jesús les revela a sus discípulos, cómo Dios interviene en nuestras mentes, de tal modo que unas personas puedan percibir ciertas ideas o cosas, y otros individuos no perciban lo mismo.
«Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis.

Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos,  Y con el corazón entiendan,  Y se conviertan,  Y yo los sane.
Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.» Mateo 13, 10-16

No obstante, hoy más que nunca el ser humano moderno inflado de orgullo y vanidad por el progreso y los avances tecnológicos, se cree y se siente que es autónomo y señor absoluto de sus pensamientos, decisiones, acciones, voluntad; y por consiguiente, se deleita en la fantasía de que él únicamente es capaz de gobernar su vida en el presente y su destino en el futuro.

Pero como siempre sucede, ese hombre dominado por su propio engreímiento y soberbia, se olvida de su misma naturaleza imperfecta y débil que lo hace cometer errores y equivocaciones una y otra vez. En su delirio de grandeza y de rebeldía contra Dios, las personas orgullosas viven un tiempo como ovejas extraviadas y desorientadas, hasta que el Espíritu Santo por su Gracia y amor eternos, las hace recapacitar y volver al redil.
Ésta situación de crisis de fe en la sociedad de consumo, es justamente la voluntad de Dios, pero como muchos no lo creen, no se dan cuenta de su propio ensueño.

Hasta hace poco la expresión popular en los países de lengua española « Si Dios quiere », era el reflejo de que la Providencia de Dios había sido reconocida y aceptada por las poblaciones, de que Dios efectivamente interviene y gobierna la marcha del mundo en que vivimos.

El uso de la expresión Si Dios quiere, tiene su origen en el siguiente versículo de la Epístola de Santiago :

Ahora bien, vosotros los que decís: «Hoy o mañana iremos a tal ciudad, pasaremos allí el año, negociaremos y ganaremos»; vosotros que no sabéis qué será de vuestra vida el día de mañana… ¡Sois vapor que aparece un momento y después desaparece! En lugar de decir: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello». Pero ahora os jactáis en vuestra fanfarronería. Toda jactancia de este tipo es mala. Aquel, pues, que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado.  Santiago 4, 13-17

San Pablo nos exhorta a que a pesar de todo lo duro que pueda ser la vida, de los problemas, las enfermedades, los sufrimientos, traiciones, dudas e interrogantes que tengamos que enfrentar, pongamos toda nuestra fe en Jesús, fortalezcamos nuestros corazones con la esperanza de la Vida eterna y tengamos paciencia:

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.  Romanos 8, 28