Cada persona es el gran protagonista de su propia vida. Nuestra existencia individual es el drama más importante del mundo.

Según sean la situación en que nos encontremos y la función que debemos desempeñar en ciertas ocasiones, cada uno de nosotros tiene también innumerables oportunidades de ser el protagonista o de hacer el papel principal.

En el transcurso de nuestra vida son muchísimos los diferentes papeles o roles que desempeñamos. La mayoría de esos papeles son tan comunes y los hacemos durante tantos años, que los hemos interiorizados y forman ya parte de nuestra existencia, y por consiguiente, cuando estamos en plena acción desempeñando esos roles, no estamos realmente conscientes de la importancia del papel que hacemos como protagonistas.

No es tan prominente o excelso el individuo que actúa, sino más bien la obra que hace y el papel que desempeña, según sea el entorno o escenario en que la persona se encuentre. En el gran escenario de nuestra propia vida, somos siempre el protagonista o el personaje estelar de los acontecimientos que se dan en nuestra vida espiritual, en nuestra conciencia y en nuestro corazón.

Cada quién es protagonista y único responsable de sus decisiones, de sus actos, de lo que dice o escribe, de sus relaciones con los demás, en resumen, de lograr o de malograr su proyecto de vida. Cada quien es responsable de conocerse bien a sí mismo, de estar de acuerdo con su propia conciencia, de conocer sus talentos naturales, de conocer los anhelos de su corazón y de encontrarle el sentido a su vida. ¿Existe acaso para el individuo, una obra más valiosa y más importante que ésa?

¿De que nos sirve interesarnos por los otros y estar pendientes de lo que piensen o digan los demás, sino sabemos bien quiénes somos, ni sabemos lo que queremos hacer de nuestra vida y no escuchamos la voz de nuestra conciencia?

Por éstas y muchas razones más, no deberíamos sentir envidia de aquellas personas que los medios de comunicación y la sociedad antojadiza han seleccionado como los prominentes y las estrellas del escenario público mundial, ya que muchos de esos personajes han sido promovidos más por intereses comerciales y por negocios, que por haber hecho obras realmente admirables. Nuestra vida personal es el escenario o el entorno más importante y más trascendente, de todos los escenarios en que podamos participar y desempeñar un papel durante el transcurso de nuestra existencia terrenal.

Así lo afirma Jesucristo con otras palabras cuando dice en el evangelio de San Mateo:
«Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?  Mateo 16, 26

Como evidencia de esa afirmación, nada más tenemos que fijarnos en la vida privada de muchos personajes ilustres, artistas famosos y prominentes a lo largo de la historia, para constatar la enorme disparidad entre su vidas públicas y sus vidas íntimas y familiares. La gran mayoría de ellos malograron su propia vida.

Hagamos lo que hagamos durante nuestra vida productiva, bien sean obras sobresalientes o bien obras comunes y sencillas, en el ocaso de nuestra vida, cuando cada uno de nosotros esté agonizando y moribundo, cuando ya nada ni nadie de este mundo nos pueda asistir, y nos encontremos a solas y en secreto frente a la muerte, habrán únicamente dos grandes protagonistas que figurarán al final de nuestro drama existencial: nuestra alma y Dios.

En los tiempos de Jesús, los fariseos y los escribas eran las figuras más prominentes de la sociedad hebrea,  ellos conformaban la élite de la comunidad judía de Jerusalen, y además, eran los maestros de la ley judaíca. A pesar de pertenecer a la casta más alta e instruida y de poseer todo ese bagaje de conocimientos sobre las sagradas escrituras, los fariseos por falta de fe y de humildad, fracasaron al no reconocer a Jesús como su Mesías, a quien por cierto, esperaban desde muchos siglos antes. Ellos fallaron en su papel histórico, no realizaron la obra máxima que les correspondía hacer como sacerdotes que eran. Los sacerdotes judíos eran los más idóneos y los que tenían la gran responsabilidad de hacer bien el papel de reconocer a su Mesías, pero se ofuscaron y se equivocaron.

Este es un buen ejemplo histórico, de tantos que han ocurrido en el mundo, en el cual los personajes ilustres y mejor educados de una nación, no supieron cumplir bien con su papel en el momento cumbre de su trayectoria.

Fueron los sencillos pastores y pescadores de la plebe, los escogidos por Dios en su plan divino para conocer a Jesús, reconocerlo como el Mesías y darlo a conocer en el mundo antiguo.

En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que escondiste estas cosas á los sabios y entendidos, y las has revelado á los pequeños: así, Padre, porque así te agradó. Lucas 10, 21

El Espíritu Santo es quien nos concede los dones y los talentos para actuar y nos guía en nuestras tareas y actividades.

Pero no debemos nunca olvidar, que Dios todo lo sabe y que no estamos solos en esas luchas que se dan en nuestra alma una y otra vez, en ese combate espiritual interior donde somos el protagonista principal. Si acudimos a Dios para pedirle ayuda y fortaleza, él nos las dará.

Me adhiero con gusto a una recomendación que el cardenal inglés John Newman, le dió a su congregación sobre la gran contribución que hacen los más sencillos feligreses a la parroquia, en uno de sus famosos sermones: «debemos sentirnos conformes con la suerte más humilde y más oscura, ya que en ella podemos ser los instrumentos de un bien muy grande, ….los grandes benefactores de la humanidad son frecuentemente ignorados.»

LA UNIÓN POR AMOR DE UNA PAREJA PARA TODA LA VIDA, SOLO PUEDE SER OBRA DE DIOS.

Aunque muchos no lo crean, existen acontecimientos sobrenaturales inexplicables que la ciencia moderna no ha podido descifrar ni la causas que los originan, ni mucho menos predecir el instante de su manifestación y de su desvanecimiento.
El acontecimiento sobrenatural más conocido por la gente en el mundo entero es: el enamoramiento.

Todos los que se han enamorado hablan de su enamoramiento, especialmente cuando este se manifiesta por primera vez. El acontecimiento es comentado, por lo general, con inmenso alborozo y efusivo júbilo, y nadie en absoluto, en medio de su excitación amorosa, se detiene un sólo segundo para pensar y preguntarse sobre el causante de la prodigiosa chispa, que ha encendido ese milagroso fuego del amor verdadero e incontenible, ya que el nuevo enamorado está que no cabe en sí mismo y además, se siente como si estuviera en el séptimo cielo en esos momentos.
De nuestro enamoramiento nos damos cuenta, apenas cuando ya ha sucedido y está en pleno desarrollo. El mero instante en que acontece, es absolutamente imperceptible.

Sobre el amor se ha dicho y escrito muchísimo, sin embargo, son muy pocos los autores que han reconocido que el verdadero origen y la fuente del amor entre parejas es un misterio, puesto que no se sabe por qué el amor aparece y desaparece de repente, y además, por ser algo completamente inesperado. El amor humano es un misterio porque es una facultad del alma, y por lo tanto, es espiritual. Pero como la ciencia no quiere reconocer la existencia del alma ni de Dios, los científicos intentan explicar el origen del amor con unas teorías neuroquímicas cada vez más absurdas, que lindan ya con el ridículo.

Yo por mi parte estoy convencido de que el origen y la fuente del amor es Dios, no solamente porque así lo afirman las Sagradas Escrituras, sino también por mi propia experiencia y porque es una realidad espiritual tan evidente y misteriosa en la vida, que resulta una necedad negarlo.

El enamoramiento es la manifestación espiritual por excelencia en la vida, y es igualmente la más notoria que pueda sentir un ser humano, sobre todo por su condición de ser enigmática y hasta mágica. Tal como sucede con todo lo que es de la dimensión espiritual que forma parte de nuestro cuerpo, cada individuo lo percibe a su manera y por medio de las usuales vivencias, sentimientos, pensamientos, imaginaciónes, ideas, pasiones y emociones que se viven o se padecen en esos bellos instantes.

Asi como sucede en el fenómeno espiritual llamado la ofuscación del entendimiento, en que nuestra mente se enturbia o se nubla, y por consiguiente, no somos capaces de percibir todo lo que esta presente en la realidad. En el caso del enamoramiento sucede todo lo contrario, nuestra mente se aclara o se ilumina, y entonces de repente, percibimos nuevos detalles y aspectos en la persona amada, de los cuales anteriormente no nos habíamos percatado. La persona amada tiene ahora algo que nos atrae mucho, posee un brillo que emite y centellea como lo hace un faro desde la costa a los barcos que navegan de noche en el mar oscuro, de ese mismo modo, la amada con su brillo resplandeciente señala y orienta al enamorado, quien a partir de ese momento sólo tiene ojos para mirarla a élla.

A continuación, se despierta en el enamorado su conciencia amorosa, la cual le susurra suavemente, que esa persona tan atrayente es muy digna de ser amada. Así sucede entonces, como por arte de magia, que todo aquello que forma parte de la persona amada como su aspecto físico, su personalidad, sus gestos y hasta sus defectos, le gustan al enamorado.

En la experiencia del enamoramiento, lo que hace tan maravilloso al amor verdadero, es que el enamorado logra más adelante considerar a su amada como parte integrante de su propio ser, culminándose así la milagrosa obra de que ya no son dos seres opuestos y ajenos, sino que se han fusionado espiritualmente en un sólo ser.

Así como Dios lo prometió y está escrito en el siguiente versículo del Génesis: « Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y serán una sola carne. » Génesis 2, 24

Aquellas parejas que después de haber vivido el enamoramiento y que hayan sido fundidas en un solo ser, por la divina llama ardiente del amor verdadero e incondicional, deberían de estar concientes de que han sido grandemente bendecidas por Dios, quien al derramar su amor sobre ellos, los ha hecho protagonistas de un milagro de amor.

La necesidad de estar a solas consigo mismo y con Dios

LA SOLEDAD: LA NUEVA Y OCULTA PLAGA SOCIAL EN LOS PAÍSES DESARROLLADOS
El famoso conferencista y filósofo hindú Jiddu Krishnamurti (1895-1986) en un artículo que escribió sobre la soledad, explicaba que existen dos tipos diferentes de soledad:

  1. la soledad dolorosa. Es la de una persona que se siente sola, apartada o abandonada y que por sentirse  interiomente incómoda, siente la necesidad de escapar de si misma y el deseo compulsivo de estar con otros, de entretenerse y de distraerse con algo.
  2. la soledad madura o inteligente. Es la de un ser humano que, en su interior, no depende de nadie ni de nada para ser o sentirse a gusto, y que por lo tanto, no necesita escapes de ninguna clase.

Si observamos con atención a las personas que están a nuestro alrededor en una sala de espera, en un autobus o un tren; notaremos cuán difícil es para la mayoría de la gente, poder estar a solas consigo mismo unos minutos sin hacer nada y ocuparse de si mismo, quedándose en sus pensamientos, sus propios anhelos, sus planes y su conciencia. No soportamos la soledad ni siquiera el breve tiempo de una pausa.

Es realmente impresionante constatar la gran necesidad que tenemos de distraernos, de entretenernos con cualquier cosa al alcanze de las manos y de relacionarnos con todo lo que existe fuera de nosotros. En resumen: de vivir fuera de nosotros.

Durante décadas, los medios de comunicación y la publicidad nos han hecho excesivamente dependientes de los estímulos visuales externos, que atraen siempre nuestra mirada y nuestra atención. Esa es la realidad de la sociedad de consumo en la que vivimos y eso no va a cambiar.

Por esa razón, deberíamos concebir estrategias que nos ayuden a reducir esa dependencia de los estímulos externos y a fortalecer nuestra vida interior, con el claro propósito de ser los protagonistas de nuestra propia existencia y no simplemente unos espectadores encadenados, quienes por no gobernar su existencia y por no saber lo que de verdad en el fondo de su corazón creen, quieren o no quieren, se dejan influenciar fácilmente por los medios y las modas.

Esa soledad, que Krishnamurti denomina acertadamente como dolorosa, es una clara señal de que nuestra vida interior ha estado perdiendo la antigua vitalidad y esplendor que tenía cuando éramos niños, porque la hemos dejado de atender y de cultivar apropiadamente, y en consecuencia, ha corrido la misma suerte que corre un jardín bello y bien atendido cuando es abandonado: se deteriora, se cubre de malas hierbas y arbustos y termina convirtiéndose en un lugar escabroso y extraño. Morada interior y extraña esa, en la que ya no nos sentimos a gusto.

La infinidad de objetos, estímulos y acontecimientos que se dan en nuestro entorno han despertado en nosotros un apetito tan voraz de las cosas y actividades que hay en él, que nos hace estar demasiado tiempo atentos de lo que pasa afuera  y cada vez tenemos menos tiempo de recogernos dentro de nosotros para atender nuestros propios planes o necesidades interiores, y también para ponernos de acuerdo con nosotros mismos y centranos de nuevo.

De ésta manera es como se debilita nuestra vida interior y por consiguiente, la soledad se nos va haciendo más dolorosa e incómoda, impulsándonos a escapar de nosostros mismos. Con el pasar de los años nos hemos olvidado de nuestro propio yo, de nuestra alma, de nuestra conciencia. Nos hemos convertido en unos extraños para nosotros mismos.

Se hace absolutamente necesario, recuperar la facultad natural que poseemos de liberarnos de la tiranía de las cosas y asuntos del mundo exterior moderno. Tenemos que aprender de nuevo a retirarnos mentalmente del entorno que nos rodea y a desatender transitoriamente sus cosas y estímulos, para poder ensimismarnos y dedicar entonces la atención y cuidados que nuestra vida interior necesita, ocuparnos de nuestra alma y conversar en secreto con nuestra conciencia.

Debemos ser capacez de estar a solas con nosotros mismos y de no depender tanto de la gente y de las cosas para sentirnos bien y a gusto en nuestro propio cuerpo. Debemos alcanzar el estado de soledad madura e inteligente, sin depender de nadie ni de nada y mucho menos sin necesidad de tener que escapar.

Es muy importante tener siempre presente, que en realidad núnca estamos solos. Nuestra conciencia y nuestra alma nos acompañan constantemente como fieles e inseparables testigos. También el Espíritu de Dios está con nosotros todos los dias.

Jesús lo dijo:

« Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia » Mateo 28,20

¿Cómo fortalecer y cultivar nuestra vida interior? ¿Cómo aprender de nuevo a sumergirnos dentro de nosotros mismos? ¿Cómo morar dentro de nuestra interioridad ?

UN PRÁCTICO PLAN DE ACCIÓN
Junto a nosotros, conviven infinidad de personas que poseen una vigorosa vida interior, quienes nos pueden servir de excelentes modelos y ejemplos a imitar.

Apenas un simple movimiento de abrir y cerrar los ojos nos permite cambiar y pasar de la percepción de los asuntos de nuestra vida pública, a la de los asuntos íntimos de nuestra vida interior. Así de sencillo es.

Cuando en algúna oportunidad deseamos retirarnos virtualmente del mundo exterior por unos instantes, lo que hacemos comúnmente es cerrar los ojos, como cuando vamos por ejemplo a rezar, a besar apasionadamente, a meditar, a recordar, y a concentrarnos en algo.

Sin embargo, para tener las condiciones ideales para poder meditar sin ningún tipo de distracciones e interferencias,  lo más recomendable es seguir el magnífico consejo de nuestro Señor Jesucristo:

« Pero tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. », Mateo 6, 6

LOS MODELOS Y EJEMPLOS A IMITAR
Los niños son los mejores y más abundantes modelos que tenemos a nuestro alcance, para imitar en el arte de estar a solas consigo mismo.

Ellos poseen una vigorosa vida interior, un mundo interior fecundo y sin límites, un mundo virtual repleto de ideas, vivencias, imaginaciones, representaciones e ilusiones. Un mundo poblado por numerosos personajes inmaginarios o reales y por todos los animales, jardines, casas, campos, agua, luz y plantas que han conocido.

El otro grupo de personas modelos que llevan y mantienen una robusta vida interior, son todos aquellos individuos que tienen alguna dificultad de percibir y de relacionarse con las demás personas y con el entorno exterior, debido a un impedimento físico o psíquico en su cuerpo. Los mal llamados « inválidos » e « incapacitados ».

Las personas ciegas son uno de los grupos que más se destacan como ejemplos de una vida interior llena de energía vital y de enormes capacidades intuitivas o extrasensoriales, que han desarrollado interiormente para compensar la falta de visión. Las personas con limitaciones corporales han tenido necesariamente que desarrollar y atender intensamente su vida espiritual interior, debido a que sus relaciones y comunicaciones con el mundo exterior son mucho más restringidas que las de los demás.

Deseo enfatizar aquí una vez más, que la vida interior y secreta que esconde nuestro cuerpo de carne y huesos, es la realidad humana, es decir, la verdadera existencia que vivimos como seres humanos y como hijos de Dios.

En ese maravilloso misterio divino, que es la vida interior humana, se manifiesta una vez más, la universalidad del amor y de la justicia de Dios para con todos los seres humanos en todos los tiempos. Dios no ha sido ni cruel ni injusto, al permitir que en la naturaleza humana puedan nacer personas con defectos congénitos, impedimentos y discapacidades. Claro que no!

Somos nosotros los seres humanos, los que siempre cometemos el error y la ligereza, de dejarnos guiar exclusivamente por las apariencias y las fachadas de lo que percibimos con los ojos, y contínuamente nos olvidamos que eso que vemos, nos es más que la simple máscara de carne o recipiente de la realidad espiritual que existe dentro de nosotros.

La vida aparente que vemos y percibimos todos los días con nuestros sentidos corporales, no es la única que existe y que vale para Dios.

Existe también la vida espiritual interior, la cual es secreta e invisible, pero en virtud de que además es inmortal, es la que más cuenta para Dios.

Esto no lo afirmo yo solamente, ésto lo escribió y lo enseñó hace más de 1’600 años, uno de los más grandes patriarcas y doctores de la iglesia cristiana que ha existido: San Agustín de Hipona (354 – 430)

San Agustín, hablando sobre el concepto del alma, escribió las  siguientes frases:

  • « En tu alma está la imagen de Dios.»
  • « Dos son las vidas del hombre: la vida del cuerpo y la vida del alma. La vida del cuerpo es el alma; la vida del alma es Dios.“
  • « Un medio tengo para subir a Dios: el alma… por ella subiré, »
  • « Elevarse a Dios es más fácil que obtener el oro que tanto codician algunos.»