El ser humano fue creado por Dios para la felicidad eterna.

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16, 33

La esperanza es una de las virtudes o facultades humanas más importantes para la vida. Y sin embargo, la mayoría de la gente no está tan consciente de lo esencial que es para nuestra vida diaria. Esperanza significa: el acto de esperar algo que NO se ve, porque es un acontecimiento en el futuro.
La gran relevancia de la esperanza consiste en que es el estímulo espiritual que nos da el aliento, la fortaleza y el vigor necesarios, para alcanzar una meta o un objetivo que nos hemos propuesto.

Las acciones humanas dependen de tener fe y esperanza, cuando decidimos emprender cualquier actividad afanosa y compleja que implica riesgos. ¿Quién va a navegar en alta mar o a casarse o a engendrar hijos, o a lanzar semillas sobre la tierra para la siembra y no está confiando y esperando siempre que todo le va a salir bien?
Por consiguiente, son la esperanza y esa fe que confía en el futuro las que sustentan y amparan la vida en cualquier situación de desenlace dudoso.

Si la vida en este mundo es el mejor ejemplo de un largo y penoso proceso de etapas laboriosas, duras y complejas, ¿no es mucho mejor confiar y esperar en Dios que en lo demás?
El Señor Jesucristo, siempre con la verdad en sus Palabras y sus actos, enseñó y advirtió a sus discípulos y al pueblo que lo escuchaba, en relación con la dura vida en este mundo, diciéndoles: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo”.

La vida en sí misma, consiste en una lucha por satisfacer necesidades y aspiraciones: unas necesidades materiales en el mundo visible exterior y otras necesidades espirituales en nuestra alma. Es decir, que cada uno de nosotros está luchando en dos arenas o frentes simultáneamente, y como si eso no fuera suficiente, la lucha es, además, constante. De esta situación resulta, entonces, la dureza que caracteriza la vida.

Precísamente, porque la vida en este mundo es una lucha constante, Jesucristo nos reveló la promesa de vida eterna en el Reino de los cielos, para que por medio de la fe, naciera la gran esperanza en los creyentes cristianos, la cual nos proveerá el aliento, el vigor y la fortaleza que necesitamos para vencer en todas las luchas que nos depare el destino, esperando confiados en la felicidad eterna prometida, después de entregarle nuestro espíritu a Dios, al morir.

Si la vida terrenal es comparada con una lucha, la esperanza cristiana se podría comparar con un barco que nos transporta y nos conduce a nuestra meta final. Basándome en esa visión, escribí la siguiente alegoría náutica:

El amor de Dios, cual viento espiritual inagotable, está soplando siempre. Por eso, para aprovecharlo sólo tenemos que izar las velas de nuestra fe, para que con la viva esperanza como navío, seamos capaces de navegar sin temor alguno en el tempestuoso mar de la vida, rumbo a las playas eternas de nuestra patria celestial.

3 opiniones en “El ser humano fue creado por Dios para la felicidad eterna.”

  1. Excelente reflexión!!
    Sin fe es imposible agradar a Dios y sin esperanza en un mundo tan caotico e impredecible seria casi imposible vivir.

  2. Me lleno de sabiduría con tus escritos, me ayudó a aclarar muchas dudas e inseguridades.
    Me encantaría seguir en contacto

    1. Hola Oda
      Me complace mucho que estas reflexiones te hayan servido para aclarar incertidumbres, puesto que el propósito de mis escritos es contribuir al fortalecimiento de la fe en Dios y de la esperanza de vida eterna.

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