En las manos de Dios están nuestra vida y nuestro destino.

Mas yo en ti confio, oh Yahveh, me digo: “Tú eres mi Dios!”, en tu mano están mis tiempos; líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores. Salmo 31, 14-15

Si existe una fuente vigorosa de paz y de calma para el alma de un creyente, es aprender a confiar siempre en Dios Padre Todopoderoso y amoroso, porque Él cuida de cada uno de sus hijos en Cristo Jesús. Ahora bien, sabemos que para ser capaz de confiar firmemente en Dios, primero tenemos que creer de manera absoluta en las Sagradas Escrituras, y no tratar primero de razonar lo que leemos en la Biblia, debido a ciertas dudas que nos asaltan de repente, por estar acostumbrados en estos tiempos modernos a comprenderlo todo y a creerlo posible. Pero resulta, que para los seres humanos es y seguirá siendo imposible, comprender los propósitos y planes de Dios.

David, autor de los salmos y héroe admirable de la fe, nos enseña a confiar en Dios plenamente, cuando en sus ruegos a Dios, dejó para la posteridad frases como: Tú eres mi Dios, en tu mano están mis tiempos.

Igual que la mayoría de los creyentes, también yo he aprendido poco a poco a confiar en Dios.
Al mirar hacia atrás en el transcurso de mi vida, noto claramente que Dios me ha guiado y acompañado durante todos mis tiempos, incluso durante los muchos años en que me aparté y me olvidé de Él; y ahora con gusto puedo testimoniar, que a pesar de mi rebeldía temporal, el Espíritu Santo estuvo cuidando de mi y de los míos, tanto en los malos tiempos como en los buenos.

Nuestra propia historia de vida, al contemplar en su conjunto el tiempo vivido, nos puede ayudar a reafirmar y consolidar nuestra fe, al comprobar que Dios efectivamente ha gobernado e intervenido en nuestras vidas.

A continuación voy a insertar un par de textos selectos de un sermón, que el predicador inglés Charles H. Spurgeon predicó sobre este mismo tema en su Iglesia en Londres en 1891 y que tiene como título “En tus manos están mis tiempos”. Considero a Spurgeon el más brillante y prolífico predicador europeo del siglo 19:

La gran verdad es esta: todo lo que concierne al creyente está en las manos del Dios Todopoderoso. “Mis tiempos,” estos cambian y mutan; pero sólo cambian de acuerdo con el amor inmutable, y se mudan sólo de acuerdo al propósito de Uno en el que no hay mudanza, ni sombra de variación. “Mis tiempos,” es decir, mis altibajos, mi salud y mi enfermedad, mi pobreza y mi riqueza; todas estas cosas están en la mano del Señor, que arregla y asigna, de conformidad a Su santa voluntad, la prolongación de mis días, y la oscuridad de mis noches. Las tormentas y las calmas hacen variar las estaciones según el señalamiento divino. Si los tiempos son alentadores o tristes, a Él corresponde decidirlo, que es Señor tanto del tiempo como de la eternidad; y nos alegra que así sea.

Todas las cosas son ordenadas por Dios, y son establecidas por Él, de conformidad a Su sabia y santa predestinación. Cualquier cosa que ocurra aquí, no ocurre por azar, sino de acuerdo al consejo del Altísimo. Los actos y las acciones de los hombres aquí abajo, aunque son dejados enteramente a sus propias voluntades, son la contraparte de lo que está escrito en el propósito del cielo.

¡Quédate tranquilo, oh hijo, a los pies de tu grandioso Padre, y deja que haga lo que le parezca bien! Cuando no puedas comprenderlo, debes recordar que un bebé no puede entender la sabiduría de su progenitor. Tu Padre comprende todas las cosas, aunque tú no puedas: que Su sabiduría te baste. Podemos dejarlo todo allí sin ansiedades, puesto que está en la mano de Dios; y está donde será realizado hasta una conclusión exitosa. Las cosas que están en Su mano prosperan. “En tu mano están mis tiempos,” es una garantía que nadie puede perturbarlos, o pervertirlos o envenenarlos. En esa mano descansamos tan seguramente como descansa un bebé sobre el pecho de su madre.

2 opiniones en “En las manos de Dios están nuestra vida y nuestro destino.”

  1. Excelente, impecable y muy acertada reflexión. Solo en Dios halla reposo el alma sedienta y cansada y cuanto antes lo entendamos mucho mejor para nosotros.
    Gracias Gilberto, bendiciones!

    1. Hola Beatriz
      Me contenta que te haya gustado esta reflexión. Y como tú muy bien lo dices, cuanto antes los creyentes lo entiendan y lo acepten como una realidad, mucho mejor será para nosotros.

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