Espérame en el cielo, si es que te vas primero

Pero el amor del Señor es eterno para aquellos que lo honran; su justicia es infinita por todas las generaciones. Salmo 103, 17

Seguramente muchos de ustedes, que están rondando los 60 años de edad, habrán escuchado esa linda canción titulada « Espérame en el cielo » interpretada y hecha famosa por el trío Los Panchos. Todos sabemos que ese trío en su larga carrera artística, se dedicó a dar a conocer en el mundo la canción romántica latinoamericana por excelencia: el bolero.
Los Panchos le cantaron al amor entre parejas tanto en sus diversos matices como en sus amargos desenlaces, pero afortunadamente, también le cantaron al amor triunfante, profundo y eterno como en este bolero en particular.

Ese amor verdadero que surge del fondo del alma, que vence todos los obstáculos y que prevalece en el tiempo, es eterno por ser de naturaleza espiritual. A la pareja que se ama mutuamente de ese modo, no le basta la duración de la vida en esta tierra para vivir ese amor, y por lo tanto, su gran anhelo es poder continuar disfrutando del amor aún después de la muerte.

De manera que esta canción como muchas otras manifestaciones artísticas del amor profundo, transmiten la visión de la eternidad de la relación sentimental, o bien comunican su deseo de eternizarse en ese amor.

El Señor se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto te soporté con misericordia. Jeremías 31, 3
Al ser Dios eterno, su amor hacia nosotros es igualmente eterno, porque Él nos creó con un alma inmortal, la cual después de la muerte, seguirá viviendo eternamente. Si no tuviéramos dentro del cuerpo un alma viviente inmortal, creada y destinada por Dios a vivir eternamente, no seríamos capaces de sentir el anhelo por un amor eterno, por un amor que dure para siempre.

Para nosotros como creyentes cristianos, es de suma importancia creer que el Dios eterno nos ha creado con un alma inmortal, con la clara intención de seguir amándonos después de la muerte inevitable de nuestro cuerpo. El Dios eterno y todopoderoso no es un Dios de cuerpos muertos, sino un Dios de almas vivas y eternas en el Reino de los Cielos.

Es en el fondo de nuestra alma inmortal, donde nace ese amor eterno que podemos llegar a sentir por alguien y que deseamos que no termine nunca, y no proviene de nuestro cuerpo carnal, que lo que siente y desea es satisfacer un apetito sexual lo antes posible.

La capacidad que tenemos de amar a alguien eternamente, es la virtud espiritual más grandiosa que Dios nos ha concedido como un don divino, y al mismo tiempo, como una prerrogativa del alma humana.

Concluyo con un trozo muy expresivo del texto de esa bella canción:
Nuestro amor es tan grande, y tan grande, que nunca termina.
Y esta vida es tan corta y no basta para nuestro idilio.
Por eso yo te pido, por favor, me esperes en el cielo.
Y ahí, entre nubes de algodón, haremos nuestro nido.

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