La renunciación por amor es una forma de amar incondicionalmente

En el viejo testamento hay un episodio en la vida de Salomón descrito en el Libro de Reyes capítulo 1, 23-27, que se hizo famoso por su exhibición de sabiduría y que se conoce como la decisión salomónica, el cual también revela de manera ejemplar que el sacrificio forma parte del amor profundo:

La disputa era entre dos mujeres, el hijo de una de las cuales había muerto; pero ambas decían ser la madre del niño vivo.
Y dijo Salomón—Traedme una espada.
Y trajeron al rey una espada. En seguida el rey dijo:
—Partid en dos al niño vivo, y dad la mitad a la una y la otra mitad a la otra.
Entonces la mujer de quien era el hijo vivo habló al rey, y le dijo:
—¡Ah, señor mío! Dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis.

En ésta historia, la verdadera madre para evitar que mataran a su hijo, renuncia por amor a su justo derecho y prefiere dárselo a la otra mujer.

Éste incidente muestra igualmente, con qué facilidad el amor incondicional se transforma en renunciamiento. En consecuencia, se puede afirmar que la renuncia es una manifestación de amor asi como también una forma de amar. El sacrificio y el amor verdadero son inseparables, que no existe amor sin sacrificio y viceversa, convirtiéndose uno en el otro, de ese modo tan natural como se transforma el día en la noche.

El amor es la fuente del espíritu de sacrificio, que nos persuade y predispone a dar el paso sin vacilar para abstenernos, puesto que es el amor mismo lo que hace desarrollar en la persona la disposición necesaria y genera esa fuerza de voluntad que nos hace capaces de renunciar a algo que consideramos muy importante. Nos faculta para desprendernos de algún objeto valioso e incluso para despojarnos de actitudes egoístas y otros hábitos negativos que hemos adquirido. Sin sentir ese amor, simplemente no tendríamos la capacidad para sacrificarnos por alguien.

El renunciamiento es un acto espiritual. Es la disposición del alma impulsada por la clara intención de manifestar su amor a la persona amada. La renuncia por amor, es quizás el ejercicio espiritual más efectivo para liberarse de las cadenas del egoísmo, puesto que permite olvidarse de sí mismo para complacer al otro.

Uno de sus frutos más notable es el demostrar y declarar una vez más, el amor que le profesa quien se sacrifica a la persona amada. Esa demostración a su vez alimenta y hace crecer el amor en la persona amada por su pareja.

Entre personas que se aman de verdad, las renuncias y sacrificios forman parte integrante de su relación. Y entre más profundo sea el amor que se tengan, más grandes serán los sacrificios que estén dispuestos hacer el uno por el otro.

San Agustín de Hipona lo expresó en su grandiosa cita sobre el amor: «Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor. Si tienes el amor arraigado en ti, ninguna otra cosa sino amor serán tus frutos».

 

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